300 [1]

Cartel original de 300300

(EE.UU., 2007, 117 min)
Dirección:
Zack Snyder
Guión:
Zack Snyder
Kurt Johnstad
Intérpretes:
Gerald Butler
Lena Headey
Dominic West
Rodrigo Santoro

Si algo se le puede echar en cara a “Gladiator” no es que sea demasiado simplista, no; si hay algún motivo para odiarla es que gracias a su monumental éxito, el peplum resucitó. Tras la mediocre “Troya” y la fallida “Alejando Magno”, nos llega la esperada “300”, basada en una novela gráfica de Frank Miller sobre la batalla de las Termópilas. Habiendo visto este conjunto de películas, se puede afirmar que la de Ridley Scott sigue siendo la mejor con diferencia y que la nueva añadidura se revela la peor (y con diferencia también).
   Bien conocida es la historia de la batalla: en el siglo V a.C. Leónidas, rey de Esparta, hace frente con 300 soldados a un ejército de un millón del persa Jerjes en el Paso de las Termópilas. Resisten durante 2 días y mueren heroicamente. Con esta idea de partida, Frank Miller creó en 1998 una prestigiosa novela gráfica que Hollywood veía difícil de adaptar debido a su violencia.
   La película sí es violenta, pero su violencia es tan irreal que se comprende porqué el proyecto obtuvo la luz verde. Zack Znyder, su director, explica que en ningún momento buscaba realismo, se trataba de una visión mítica de la historia y como tal debería tener un tono casi onírico. Con esa idea en la cabeza, el rodaje se hizo en un estudio con una pantalla azul. Y se nota.
   La fotografía es excesivamente brillante y es imposible no pensar en un video-juego; lo mismo sucede con la sangre: se nota demasiado que está creada digitalmente. Sabemos que los actores no estaban allí, y sabemos que tampoco sangraban. Cualquier carga dramática desaparece por el look de la película.
Fotograma de 300   Pero ahí no se acaban los defectos de la película. La música es muy enfática, con coros para recalcar que nos encontramos en un momento importante, y hay un excesivo uso del cambio de la velocidad de los planos (de ralentizado a velocidad normal y viceversa en un mismo plano) buscando un efecto hipnótico (que no consigue).
   Sus creadores se escudan diciendo que buscaban acercarse lo más posible a las viñetas de Miller. Lo que sus creadores pasaron por alto es que el cine tiene un lenguaje y el cómic otro bien distinto. Queda ridículo ver a los espartanos ir al campo de batalla prácticamente desnudos o el Jerjes gay que nos endilgan.
   Muy poco emocionante, estéticamente chillona, con unas batallas no muy espectaculares y una tremenda falta de sutileza, esta película es un fracaso artístico. Si quieres ver un buen peplum, vuelve a ver las aventuras de Máximo el hispano.

Venus [4]

Cartel original de VenusVenus

(Reino Unido, 2006, 95 min)
Dirección:
Roger Michell
Guión:
Hanif Kureishi
Intérpretes:
Peter O’Toole
Leslie Phillips
Vanessa Redgrave

Nos encontramos ante una película muy pequeñita que no sería nada si no fuera por el talento de sus protagonistas: un recuperado Peter O’Toole (en su 8ª candidatura al Oscar, tres años después de obtener el honorífico), un desconocido y excelente Leslie Phillips y Vanessa Redgrave, con una actuación tan buena como a la que nos tiene acostumbrados.
   El film está dirigido por Roger Michell, responsable de la floja “Notting Hill”, y narra los últimos días de Morris (Peter O’Toole), un actor septuagenario mujeriego que intenta actuar de Pigmalión con la sobrina ordinaria (Jodie Whittaker) de su amigo (Leslie Phillips). O bien eso, o es que se enamora de ella, la película no lo deja muy claro.
  Mientras su estética deliberadamente fea, con predominio de tonos grises, mostrando un Londres muy poco atractivo, funciona en relación con la historia, los también deliberados antiestéticos encuadres y planificación juegan en contra de ella. El punto fuerte del film es las conversaciones entre los personajes, pero Michell se empeña en rebajar su intensidad, dejando de lado en numerosísimas ocasiones el clásico plano-contraplano. Buscando algo original, nos encontramos con planos en los que apenas se atisban los rostros de los personajes, o planificaciones malas, donde pasamos de un plano general, con movimiento de cámara circular incluido, para pasar a un plano más corto donde los rostros están intencionadamente semiocultos.
   Sorprendentemente, a pesar de la mediocre planificación, las escenas que comparten O’Toole y Phillips y O’Toole y Redgrave tienen mucha fuerza, y con pequeñas pinceladas conocemos a los personajes y su vida pasada. Gran mérito tienen los diálogos de Hanif Kureishi y los actores: Peter O’Toole ha sido nominado a 8 premios por este papel, Lieslie ganó el British Independence Films y Vanessa Redgrave, con sólo 2 secuencias, fue candidata a este último como actriz de reparto. Da la sensación de escenas vividas, más que actuadas; transmiten todo el peso del transcurso de los años: es una amistad que ha durado varias décadas y una relación con una ex-mujer que se remonta en el tiempo.
Peter O'Toole en Venus
Peter O’Toole

Todo este poder se pierde en la relación entre O’Toole y Jodie Whittaker, por falsa. Llevando el peso de la película, nunca se entiende que la joven acceda a las sugerencias del anciano. Él es un bohemio, culto, que ve acercarse el fin de sus días; ella tan joven como soez, sin nada en común con él. La excusa de que O’Toole puede ayudarla a abrirse camino en el mundo de la moda queda anulada en cuanto se nos muestra que es una broma, haciéndola posar desnuda para estudiantes de arte. Se puede entender la vena libidinosa del mayor, pero quedan muy vagas las razones de la chica (¿le atrae el mundo bohemio de Morris?). Precisamente, es la vena lasciva lo que más daña al personaje de O’Toole: de pasar a ser un entrañable vividor, de vuelta de todo, a convertirse en un simple viejo verde.

El último show [7]

Cartel original de El último showA Prairie Home Companion

(EE.UU., 2006, 105 min)
Director: Robert Altman
Guión: Garrison Keillor
Intérpretes:
Woody Harrelson
Tommy Lee Jones
Garrison Keillor
Kevin Kline
Lindsay Lohan
Virginia Madsen
John C. Really
Meryl Streep
Lily Tomlin

La última película de Robert Altman es la hermana de su anterior “The Company”. Si en aquella nos contaba las vivencias de una compañía de ballet, en esta somos testigos del último show de un programa radiofónico. Tomando como punto de partida del verdadero “A Prairie Home Companion”, un programa musical emitido desde un teatro con música en directo desde principios de los 70, la película propone un hipotético cierre y relata su última noche.
Garrison Keillor, Meryl Streep y Lindsay Lohan en El último show
Garrison Keillor, Meryl Streep y Lindsay Lohan

Del mismo modo que “The Company” apenas tenía trama, estando Robert Altman más interesado en retratar el ambiente que se vivía entre los bailarines, aquí la historia es mínima. Es el cierre de un teatro y punto. Lo que importa son los múltiples personajes que pululan por la película. Son una pequeña familia y poco a poco los vamos conociendo a ellos y sus relaciones con el resto.

   Fiel a su estilo de película coral (y en eso Altman seguía siendo el mejor, aún habiendo rebasado los 80), nos vemos inmersos en un mundillo de maravillosos bohemios para los que la música es su vida y jamás podrán tener un trabajo de 9 a 5.
   A Altman no le interesaba contar historias completas, nos pone retazos de conversaciones. Y de este modo saltamos de una escena a otra, con fragmentos de las vidas de estos personajes, consiguiendo una película dinámica y viva. La cámara no deja de moverse, utilizando teleobjetivos y zooms, como si Altman hubiese dejado libres a los actores y él les siguiera, buscando siempre sus mejores reacciones, y vaya si lo consigue. El reparto es excelente.
   Y aún siendo una película que retrata el final de una época para sus protagonistas, es extrañamente vitalista. Al día siguiente, todos estarán en el paro, pero no parece importarles demasiado. Incluso la muerte no es una tragedia: se nos ha ido un amigo, pero nosotros seguimos viviendo. De hecho, su emisario, Virginia Madsen, es encantador.
   No encontramos con guiños al cine negro (con el vigilante más inepto de la historia del cine, un divertido Kevin Kline), intercalado con canciones y momentos entre bambalinas (teñidos de la usual mala leche de su director). Y si no hacía falta que te gustase el ballet para disfrutar de “The Company”, no tienes porqué ser un aficionado a la música country para disfrutar de esta película.
   Tal vez no sea una de sus obras maestras, pero Robert Altman cerró su carrera con un buen film. Él murió el pasado noviembre, pero su cine sigue vivo.

Diario de un escándalo [7]

Cartel original de Diario de un escándaloNotes on a Scandal

(Reino Unido, 2006, 92 min)
Dirección:
Richard Eyre
Guión:
Patrick Marber
Intérpretes:
Judi Dench
Cate Blanchett
Bill Nighy

Relaciones prohibidas, relaciones condenadas al fracaso desde el primer momento. De eso va esta tensa película. Basada en una novela de Zoe Heller, finalista del Brooker Prize (algo así como el Premio Planeta por estas tierras) en 2003, relata de historia de una profesora de instituto lesbiana (Judi Dench) que se enamora de una compañera recién llegada (Cate Blanchett). Para su desconsuelo, su objeto del deseo es heterosexual y vive en una casa acomodada con su marido y 2 hijos.
   Judi Dench se las apaña para hacerse amiga de Blanchett y poco a poco nos vamos dando cuenta que la vida ideal que ésta parece llevar, no es tal. Después de haberse sacrificado durante 10 años por su hijo con síndrome de down, decidió que necesitaba dar un giro a su vida y buscó trabajo en el instituto.
   Acontecimientos posteriores nos confirman lo frustrada que Blanchett se siente en su jaula de oro. Se enamora de un alumno de 15 años (interpretado por un actor de esa edad y no un actor de 25 fingiendo tener 15) e inicia una relación con él. Nunca llegas a saber si realmente se ha enamorado de él o lo utiliza como una vía de escape de su vida: se lía con un chaval de clase humilde que es todo lo contrario de su mayor y rico marido. Blanchett vuelve a ser una adolescente.
   La película te atrapa. Sabes desde un primer momento que esas relaciones fracasarán, que todo va a acabar mal. La lesbiana incapaz de encontrar amor y desesperada por amar no ve que la heterosexual no quiere compartir su vida con ella; de la misma manera, Blanchett se lanza a esa aventura aún a riesgo de perder todo (ama a sus hijos y aún quiere a su marido). Pero una vez que han empezado, ya no pueden parar e irán hasta el final. Es un film angustioso.
Cate Blanchett y Judi Dench en Diario de un escándalo
Cate Blanchett y Judi Dench

Puede que el guión esté bien, pero en lo que realmente sobresale esta película es en sus protagonistas. Ambas candidatas al Oscar (Dench como principal y Blanchett como secundaria), el duelo interpretativo es magnífico. Lo mucho que transmiten estas dos mujeres con tan pocas palabras. Incluso podrías quitar toda la voz en off de Dench y seguirías sabiendo lo que piensa. Vieja lesbiana virgen reprimida que sólo sabe hacer daño, llena de vitriolo y ponzoña. ¡Y cómo nos transmite Blanchett sus miedos y sus dudas! Grandes actrices. Dench no conseguirá su segunda estatuilla gracias a su compatriota Helen Mirren (“The Queen”).

   El punto débil de la película viene al final. Blanchett, de una forma tan torpe como el “ciudadano” mal escrito de “Infiltrados”, descubre que Dench le ha estado ocultado una información muy importante. Las actrices explotan y sueltan todo lo que habían estado reprimiéndose durante toda la película, haciendo explícito lo que ya sabíamos. Incluso aquí, ellas dos están maravillosas.
   En resumidas cuentas, una buena película con actuaciones sobresalientes. Muy recomendable.

El libro negro [7]

Cartel británico de El libro negroZwartboek
(Holanda, Alemania, Bélgica, 2006, 145 min)
Dirección:
Paul Verhoeven
Guión:
Gerard Soeteman
Paul Verhoeven
Intérpretes:
Carice van Houten
Sebastian Koch
Thom Hoffman

 

Después de casi siete años de inactividad, Paul Verhoeveen ha vuelto. Harto de Hollywood , que no le dejaba poner parte de su personalidad en sus películas (él mismo encuentra “El hombre sin sombra” muy impersonal), decidió volverse a su Holanda natal y trabajar desde allí. Aquí tenemos el resultado.
   La película, supuestamente basada en acontecimientos reales, narra la historia de una chica judía holandesa que, durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó de espía para la resistencia consiguiendo un trabajo de secretaria en las oficinas Nazis. Pero, como en toda buena película de Verhoeveen, todo es más complicado y ambiguo de lo que parece.
   Si esta ambigüedad hizo que mucha gente viera “Starship Troopers” o bien como una película fascista o simplemente una peli de efectos especiales (sin darse cuenta de la ironía que hay durante todo su metraje), o que la gente se preguntase quién era la asesina en la excelente “Instinto Básico” (antes de que Sharon Stone se hiciera famosa). Lo mismo sucedía con “Desafío Total”, film en el que es imposible saber qué es sueño y qué realidad; o en “El Cuarto Hombre”, donde nunca sabes si todo fue una casualidad, la protagonista es una bruja o es producto de la mente del escritor. En “El libro negro” la ambigüedad viene, en cambio, en los personajes.
   Tratándose de un thriller ambientado en la Segunda Guerra Mundial, lo fácil sería esperar heroicos miembros de la resistencia luchando contra perversos nazis (algo parecido a lo que nos da Guillermo del Toro en la parte real de “El Laberinto del Fauno”: milicianos contra fascistas en la posguerra española). Sin embargo, Verhoeveen nos da algo completamente distinto: nazis que resultan ser buenos, héroes de la resistencia malos, holandeses liberados peor que los nazis. Todo el mundo miente, pretende ser quién no es y nada es lo que parece.
Carice van Houten en El libro negro
Carice van Houten

Tal vez el principal problema de esta película sea que pasan demasiadas cosas. Es uno de esos films de causa-efecto: lo que sucede en una escena provoca que suceda algo que vemos en la siguiente escena. Y así sucesivamente. Y aunque nunca te pierdes, apenas tenemos tiempo para descansar de tanta acción.

   Pongamos por ejemplo el principio: la protagonista vive escondida con una familia. Un día, mientras toma el sol, un avión bombardea la casa donde vive. Los nazis, al ir a apagar el incendio, descubren su pasaporte entre los escombros. Un miembro de la resistencia le alerta de que los nazis saben de su presencia y tiene que huir. La chica se reencuentra con su familia. Huyen por el río. Un barco nazi les descubre. Hay un tiroteo… ¡y sólo han pasado 20 minutos!
   Tanta acción hace que Verhoeveen nos cuele casualidades sin que nos demos cuenta (como ese encuentro fortuito entre la protagonista y el abogado en el ascensor del cuartel general nazi) o elipsis que tal vez debieran estar más desarrolladas (esa explicación de pasada de cómo la protagonista fue encontrada, después del tiroteo, por un simpatizante de la resistencia; o el rescate del oficial nazi por un personaje que es la primera -y última- vez que vemos).
   A pesar de esta “acción sin parar”, la película merece la pena. Es un clásico Verhoeveen: la ambigüedad antes mencionada, una protagonista rubia, sexo, violencia y escenas imaginativas (como la última muerte del film, digna de Poe). No es su mejor película, pero su regreso es bienvenido.

Banderas de nuestros padres [5]

Cartel americano de Banderas de nuestros padresFlags of Our Fathers

(EE.UU., 2006, 132 min)
Dirección:
Clint Eastwood
Guión:
William Broyles Jr.
Paul Haggis
Intérpretes:
Ryan Phillippe
Jesse Bradford
Adam Beach

Clint Eastwood decidió, mientras rodaba esta película, rodar la versión japonesa de los mismo acontecimientos. Siendo él quien es, no tuvo ningún problema en conseguir la luz verde y por 70 millones de dólares hizo dos películas.
   Sin embargo, costando esta 55 millones, ha resultado ser un fracaso. En EE.UU. la taquilla fue decepcionante y el en el Reino Unido se estrenó hace tres semanas con más pena que gloria. Y aunque la crítica ha sido benevolente, sin llegar a las exageraciones que recibió su anterior película, se entiende su fracaso.
   Con una estructura muy ambiciosa, con tres historias contadas en paralelo y con saltos en el tiempo dentro de ellas, la película narra cómo manipularon los americanos la famosa foto del izamiento de la bandera de Iwo Jima para levantar la moral de su país y recaudar fondos para financiar la guerra.
   Tal vez lo más ambicioso de esta película, su estructura, sea lo que más la perjudique. Constantemente pasamos del presente, con los veteranos de guerra rememorando sus vivencias en la Segunda Guerra Mundial, al pasado, con escenas de guerra y una gira que hacen poco después tres soldados para vender bonos de guerra por Estados Unidos. Y es precisamente este constante ir y venir lo que hace que se nos hagan fríos los personajes, no llegas a conocer bien al batallón, y la supuesta camaradería que la película quiere transmitir, se quede en nada. Da la sensación que hay una descompensación entre las historias, y secuencias que deberían estar más desarrolladas se quedan en nada y anécdotas se estiran más de lo necesario, por mucho que al final se aten todos los nudos.Fotograma de Banderas de nuestros padres
   Y es curioso, ya que el guión tuvo una reescritura de Paul Haggis, quién viene haciendo hincapié en sus últimos trabajos en la relaciones personales (y siendo éste su punto fuerte): de la relación paterno-filial de “Million Dollar Baby” a la incomunicación de “Crash” pasando por el James Bond más humano en “Casino Royale”.
   Y aunque la estructura tenga buenos hallazgos, como ese corte brusco del desembarco a Adam Beach y Jessie Bradford discutiendo quién había estado y quién no en el izamiento de la bandera, la película jamás consigue crear el sentimiento de amistad que se crea en la guerra. Algo que conseguía, por ejemplo, “Salvar al soldado Ryan”, por muy imperfecto que fuera el film de Spielberg.
   Tal vez parte de la culpa la tenga el reparto. Sin estar mal (creo que sería imposible ver una mala interpretación en una película de Eastwood), los actores no llegan a la brillantez de los anteriores films del director. Ryan Phillippe no es Sean Penn y Jesse Bradford está a años luz de Hilary Swank.
   Con todos sus defectos, la película cuenta con buenos momentos, especialmente aquel en que la madre de uno de los muertos en combate le pregunta a Ryan Phillippe si su hijo realmente estuvo en la foto, o el final con los soldados bañándose. Deja un sensación agridulce esta película, buenas escenas en un conjunto fallido, y uno se plantea si tal vez Clint Eastwood debiera haber sido más clásico en la manera de contar la historia.
   Veamos que nos trae la parte japonesa, que la critica califica de obra maestra. Todavía no hay fecha de estreno en España.