«Cabárceno: La novela». O cómo destruir lo que amas para crear algo nuevo, por Héctor Peña Manterola
El año pasado escribí más de medio millón de palabras. Esto se consigue escribiendo mucho, todos los días, y teniendo algo que contar. Sin embargo, toda esa palabrería nunca será nada mejor que papel mojado sin el proceso de escritura y sin escuchar al lector.
Cabárceno: La novela (2022, Editorial Titanium) es la primera novela que publico mediante edición tradicional. Tengo 28 años y llevo en esto lo mismo que en la vida, que no es mucho. La literatura es esa amante indiscreta que de joven te mece entre pliegues de papel, cuando creces un poco te mira despechada al ver que te animas a otros rostros y, cuando empiezas a madurar, se reencuentra contigo y te acepta de nuevo. Más sabia, más mayor.
Algo así me pasó a mí. Crecí leyendo novelas de fantasía y algún tebeo. Recuerdo con añoranza El Guardián de las Palabras, Eragon, Crónicas de la Torre. Tendría doce años cuando caí enfermo de narices y disfruté de un ciclo de cuatro novelas sobre Lancelot Du Lac. Creo que ahí puedo fijar mi vocación, si es que no vino debajo del brazo.
Antes de Cabárceno había publicado dos novelas independientes: Magdalena (2021), un thriller (formato) de ciencia ficción que subí por entregas a mi web antes de editarla; y El ministro del silencio (2020), una novela periodística (no-ficción novelada) basada en un suceso real combinada con cierta dosis intimista. También escribí una gran novela de fantasía que guardo en un cajón, y varios relatos que han sido publicados en diferentes antologías, como Mimo (2021), Donde quizá nunca (2022), El silencio de los cuervos (2020). Con alguno de estos rasqué premios.
Pero con Cabárceno: La novela (a partir de ahora, Cabárceno; lo de la novela vino para diferenciar los carteles de los eventos de los del parque) cambió el rumbo. Se enderezó. Marcó un precedente.
Vayamos por partes.
Destruye tu tierra. Construye tu mundo
Me gustan mucho las buenas novelas de terror. Las buenas novelas, en general. Siempre sale a colación Stephen King, pero ¿por el miedo que da? Yo nunca me he asustado con sus libros. It, obra maestra, me parece un hermoso cuento de hadas adulto.
Lo que para mí engrandece a King y lo diferencia de otros autores de terror/thrillers es la forma de integrar sus personajes en el mundo donde viven. No son meras marionetas al servicio de una trama: son gente real que se enfrenta a peligros extraordinarios. Y eso implica que a dichas amenazas se suman las propias de vivir: enfermedades, vejez, política, economía…
Este es un tema que me interesa mucho. A fin de cuentas, estoy (creo) vivo. Cabárceno traslada la acción a Cantabria, mi tierra. Da igual donde viva: los cimientos del corazón son inamovibles. He crecido acostumbrado a ver, en los diferentes medios, grandes historias que ocurren en América, Japón, Londres… Creo que mis vecinos y yo nos merecemos también héroes y villanos, alegrías y desgracias. Literarias, claro.
Cabárceno es la primera obra enfocada en esa dirección. Es una novela coral donde encontramos personajes de toda edad y clase social: una familia joven con hijos, adolescentes que se cuelan, políticos, empresarios, trabajadores del parque, animalistas… Gente real, con problemas reales de su edad y situación. No son héroes extraordinarios que se enfrenten al Caos: podríamos ser tú y yo.
A través de estos personajes se cuenta una historia de terror. Imagínense: atrapados en el Parque, los animales sueltos, enfermos, agresivos. Y ustedes intentando sobrevivir mientras cargan con quienes aman… O aprovechan para deshacerse de ellos.
El tema central de la novela son las diferentes máscaras del ser humano. En el trabajo somos una persona, con la familia otra, con los amigos… Vaya, otra muy diferente. Pero, ante una situación límite, ¿quién eres?
Creo que los amantes de los zombis o de la ciencia ficción a lo Crichton (Parque Jurásico) disfrutarán especialmente de la obra, pero las reseñas lectoras incluyen las de lectores que desechan la lectura de nicho y parece que no ha tenido peso en su valoración. Lo que importa son las personas: lo demás es atrezo.
Y, como decía antes, solo es la primera.
Las influencias del escritor
Quizá los escritores clásicos y los más reverenciados de los que siguen con vida dotaron a su obra de una pomposidad de cariz clásico. Crecieron leyendo a antiguos escritores, magníficas novelas, minuciosos ensayos. El cine poco a poco parapetó en la sociedad hasta revelarse como el fenómeno de masas que es el formato audiovisual.
Ahora el paradigma ha cambiado.
La nueva generación de escritores entre los que me incluyo bebe de más fuentes que nunca, y esto a veces confunde el lenguaje o el formato. En lo personal, yo he crecido en una casa con biblioteca: siempre he leído, aunque durante mis años en la universidad (Historia) me dediqué principalmente a la lectura monocorde de documentación académica. Devoraba obras de fantasía o incluso de terror juvenil. Y jugaba y veía la televisión: Parque Jurásico marcó una infancia amando los dinosaurios y lo hizo gracias al cine; videojuegos como Golden Sun o Final Fantasy; juegos de mesa y bestiarios como Warhammer; series de televisión como Pokémon.
Oh, puede quedar algo muy raro si se combinan las influencias de la altura con las pasiones adultas. No, esas no. No nos desviemos. Me refiero al trabajo, la historia, la criminología…
Como autor combino los gustos de mi patria, la niñez, con la propia madurez de la vida adulta. Visito mis recuerdos para perfilar tramas o novelas juveniles. Me fijo en mi alrededor para los personajes o historias adultas. En fin, combino. Actualmente estoy bastante interesado en la psicología de asesinos seriales, al igual que he recuperado el amor por la paleontología.
Cada tipo de influencia tiene su propio lenguaje a la hora de transmitir la historia. Y toda historia puede ser disfrutada si está bien contada. En Cabárceno tiene mucho peso la narrativa ágil propia del cine, el estilo cinematográfico que ha penetrado en la literatura desplazando, en muchas obras, los monólogos internos. Esto no significa que no existan: los hay, pero los personajes se perfilan por sus acciones, no por sus pensamientos.
El mundo editorial
Si has leído hasta aquí: enhorabuena. Esto no es un thriller.
Muchos autores me escriben preguntándome cómo llegué a publicar con una editorial tan rápido. Y con una tradicional, ojo. Hay muchas imprentas con servicios editoriales: quien quiera pagar, le aconsejo hacerlo en un curso como el de Carlos. Aprenderá.
Cuando abrí el artículo hablando de palabras no era ninguna bravuconada. Era el mensaje.
Las dos únicas claves son leer mucho y escribir mucho. Siempre que no escucho podcast para aprender, escucho un audiolibro. No fumo y en esos descansos leo. Leo. Leo mucho. Todo lo que puedo. Libros buenos y malos. He aprendido más con tramas flojas y textos aburridos que con buenas obras: me he dado cuenta de lo deplorable que era en mis orígenes al sentirlo en mis propias carnes. Los buenos textos son el ideal a seguir en cuanto a mensaje, estructura y musicalidad.
Y escribiendo uno agita la bolsa de monedas que está fuera de la Caverna de Platón, a ver qué peniques caen. Es cuando se pone a prueba lo aprendido. Se crea a partir del folio en blanco. Te retas a ti mismo.
Luego del cine puede aprenderse ritmo. De las series, diálogos: hay una voz detrás y se sabe si suenan ridículos o no.
Con todo esto contacté con Editorial Titanium por otra novela no publicada. Hablando con editor le comenté que estaba trabajando en Cabárceno y le pareció más interesante. Vendí los derechos, se realizaron las correcciones de estilo, maquetación y portada, et voilà. La novela salió a la venta a finales de octubre (preventa en distribuidora a mediados) y desde entonces he viajado mucho presentándola. Y lo que queda. Este es solo el comienzo: la aventura se crea paso a paso.
Y ahora ¿qué?
Buenísima pregunta. El mundo se va a pique y nosotros haciendo planos a largo plazo. Genio.
Tengo muchos proyectos entre manos. Varias novelas más de la serie Cantabria Infinita, una novela negra sobre Ámsterdam (que podría crecer a saga), y varias construcciones de obras de fantasía o ciencia ficción. El trabajo es infinito, así que nos centraremos en lo más inmediato.
En estos momentos estoy terminando la última reescritura de la siguiente novela sobre Cantabria que remitiré a Editorial Titanium. Daré exclusiva: está inspirada en un relato ya publicado. La historia ha crecido, y mucho. El relato tuvo éxito en dos modalidades: breve y cuento. Así que algunos de mis primeros lectores la demandaron. Llevo dos años con este proyecto, alternándolo con otros. Tiene un esquema difícil, pero gustará a dos grandes bloques de lectores: los de novela negra y los de terror.
También tengo pendiente agrupar mi colección de relatos de terror y formar una antología. Algunos de los más breves han sido publicados en mi web o en revistas digitales, así que habrá que ver si se quedan. Me gustaría. Y varias historias largas necesitan reescritura profunda o completa.
Más adelante, me gustaría escribir dos primeros borradores este año aunque no creo que sea posible. Una de ellas lleva un par de años arraigada en mi cabeza, creciendo… Y me entusiasma. Hasta 2023 el trabajo en sagas de fantasía solo será conceptual: creación de lore, mundo, sociedades. Me gusta mucho profundizar en las estructuras sociales de reinos ficticios y razas.
Y aprender. Es lo más importante. Tengo una larga lista de novelas por leer y analizar a un nivel académico. La literatura es fantástica. Hay que aprender divirtiéndose.
Recuerdo ese tiempo que todos habremos vivido de «Mamá, quiero ser paleontólogo. No, no. Arqueólogo. ¡Aunque ayer quería ser astronauta! Y mañana, mañana… ¿Mañana qué? ¡Mañana querré ser un héroe!». Ante la duda, me hice escritor.
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Cómo escribir y publicar una novela romántica, por Ana González Duque
Si estás aquí, leyendo esto es por uno de estos dos motivos: uno, quieres escribir una novela romántica (y sueñas con publicarla) o dos, eres fan de Carlos del Río y te preguntas qué hace una tipa como yo en un sitio como este.
Empiezo por el segundo: qué hace una tipa como yo en un sitio como este. Conocí a Carlos a raíz de su libro Atrévete a ser escritor cuando empezaba en estos andurriales editoriales. Nos caímos bien mutuamente (o al menos a mí él me cayó bien y supongo que si me ha pedido que invada su blog hoy es porque la sensación es recíproca). Luego, nos desvirtualizamos en una visita exprés a Tenerife con arepas incluídas y coincidimos en el Celsius. Incluso me pidió que colaborara en su segundo libro para escritores: La aventura de ser escritor.
Durante estos años, desde que me leí el primer libro de Carlos, las cosas han cambiado mucho para mí. Dejé mi trabajo como médico en el año 2017 para dedicarme 100 % a la literatura, en dos géneros que son los que más prejuicios arrastran (sí, tengo una vena masoquista): la literatura juvenil y la novela romántica.
Ahora vivo de escribir.
Y eso es lo que hago aquí. Contarte cómo es el camino, cómo empieza, desde tu primera novela romántica hasta conseguir vivir de esto.
Pero empecemos por la base:
¿Qué es una novela romántica?
Puede que te parezca una chorrada esta pregunta, pero no lo es. La mayoría de los lectores que no conocen el género, piensan que Romeo y Julieta es una novela romántica y nada más lejos de la realidad.
Porque el género romántico tiene que cumplir dos premisas fundamentales, como te cuento es este artículo sobre qué es el género:
- El conflicto principal de la novela es el romance.
- El final debe ser un final feliz.
Y sí, Romeo y Julieta cumplen la primera premisa, pero ¿el final es feliz? Pues no. Es un dramón de los de ahí te espero. Romeo y Julieta es un drama romántico, que no es lo mismo que una novela romántica.
Luego hay quien los prejuicios llevan a sacar de la novela romántica obras como Sentido y sensibilidad, que es una novela romántica sí o sí. Pero eso de que Austen siendo un clásico escribiera romántica, como que les da urticaria a algunos.
Pero vamos al meollo de la cuestión: tú quieres escribir una novela romántica. Es más, no quieres escribir un truño, sino algo pasable. Y te preguntas cómo empezar.
¿Cómo empezar a escribir novela romántica?
Lo primero que debes hacer si quieres escribir romántica es ser un ávido lector del género. No podrás escribir de un género sin ser lector del mismo, porque incurrirás en clichés, en repeticiones de tramas supertrilladas y en personajes de cartón piedra. Así que empieza leyendo.
La novela romántica tiene muchos subgéneros, es como un amplio paraguas donde cabe todo. Histórica, contemporánea, erótica, fantástica, paranormal, de suspense, ficción médica, clean romance, LGTB, juvenil… Incluso puedes mezclarlos y marcarte un crossover entre géneros. Por ejemplo: Outlander (Forastera), de Diana Gabaldon, es novela romántica histórica, pero tiene un componente fantástico.
¿Listo?
Seguimos.
Una vez tengas una idea de qué género y qué historia quieres contar, es el momento de ponerse a estructurar la novela y diseñar los personajes.
La estructura básica de una novela romántica es la siguiente:
- A conoce a B. Tensión romántica.
- Hay un problema por el que A y B no pueden estar juntos.
- Pasa algo que parece que rompe por completo la relación.
- Final feliz.
Vamos a zambullirnos un poco en el tema. Supongamos Bridget Jones:
- Bridget está enamorada de su jefe: Daniel. Conoce a Mark y este le cae fatal.
- Daniel y Bridget empiezan a salir y Daniel le cuenta pestes de Mark.
- Mark y Bridget empiezan a caerse bien pero ella no para de meter la pata.
- Finalmente, Mark y Bridget terminan juntos tras una pelea de este con Daniel.
Con estructura y personajes, podría estar hablando siglos de cómo hacerlo bien, pero creo que en vez de explayarme en un artículo de más de 10.000 palabras y que Carlos me eche de su blog, te voy a dejar aquí recursos para trabajar esto:
- Tú puedes escribir una novela romántica, de José de la Rosa.
- Curso básico de cómo escribir una novela romántica, por la menda en La Tribu de la Romántica.
La documentación en la novela romántica
Después de una trama y unos personajes coherentes, la construcción de un escenario creíble es fundamental para que tu novela no haga agua. Y ahí es muy importante que te documentes. No hay nada peor que encontrar una escena incoherente porque el autor no se ha molestado en documentarse.
Si estás escribiendo fantasía romántica, es importante que tu mundo y tus personajes cumplan unas reglas de la magia. Si escribes histórica, debes valorar qué cosas eran posibles y cuáles no en la época en la que ambientas tu historia.
El narrador y el punto de vista
El último punto a la hora de planificar tu novela es el punto de vista. Qué personaje es el que cuenta la historia y de qué manera. Puedes usar primera, segunda y tercera persona, puedes usar un narrador omnisciente. Todo tiene ventajas e inconvenientes. Y, por supuesto, dificultades. Y también depende del subgénero. En una novela romántica juvenil, como Proyecto Bruno o Planeta Caro, el uso de la primera persona hace que el lector empatice muy rápido con los personajes y se narra desde dos puntos de vista, ampliando así la información que puedes dar. En La Sociedad de la Libélula, fantasía juvenil romántica, se usa la tercera persona porque de esa manera el narrador puede dar detalles del mundo fantástico que sería más complejo en una primera persona.
El final feliz
Lo de que la novela romántica tenga final feliz, no quiere decir que ese final sea un «y fueron felices y comieron perdices». Digamos más bien que es un final satisfactorio para el lector. Por ejemplo: Yo antes de ti, de Jojo Moyes, es una novela romántica. Y no digo más por no hacer spoilers.
Ten cuidado, no obstante, con los finales. Si tu final no es satisfactorio para el lector, no volverá a leerte. Créeme.
¿Qué pasa después de escribir mi novela?
Cuando terminas tu primer borrador, no está todo hecho, ni mucho menos. Tienes que pasar por una serie de fases de corrección (que te explico detenidamente en este episodio del podcast).
Y solo cuando hayas pasado por esas fases —autocorrección, lectores cero (si es una primera novela, te recomiendo encarecidamente un lector cero profesional), corrección ortotipográfica y de estilo— es el momento de pensar qué hacer con ella.
Hay varias opciones, que te detallo punto por punto en este artículo: autoedición, autopublicación, coedición y edición tradicional.
Elijas la que elijas, vas a tener que hacer marketing. Sí, lo siento, el tiempo en el que las editoriales se encargaban de hacerte toda la promoción ha finalizado. Bienvenid@ al siglo XXI, a la era digital y a la obligación de tener una audiencia de lectores para conseguir vender.
Pero, como decía Ende, eso es otra historia y será contada en otra ocasión. (También tengo un blog entero sobre el tema, si te interesa).
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Mis lecturas favoritas de 2022
¿Se puede ser escritor sin ser lector? Yo creo que no. En 2022 leí 62 libros. Estas son mis lecturas de ficción favoritas del año, por orden alfabético.
Los asesinatos de Manhattan, de Preston & Child (The Cabinet of Curiosities, Estados Unidos, 2002, 528 páginas).
¿Por qué no había leído antes a estos autores?
Es la tercera aventura de Pendergast, un inteligentísimo y peculiar agente del FBI. En Nueva York, donde están construyendo un edificio, aparece un túnel de finales del siglo XIX con 36 cadáveres decapitados. A los pocos días, después de que el descubrimiento se filtre a la prensa, alguien comienza a matar de la misma forma que el asesino de hace más de un siglo.
Es un thriller con elementos de terror y misterio. Tiene humor, buenos personajes y una trama que te tiene enganchado desde la primera página. Es bastante larga, pero siempre mantiene el interés.
Había un elemento que me gustaba mucho, pero me parecía que los autores no estaban jugando bien con él. Qué equivocado estaba. Cuando quedaban 150 páginas, me dejaron con la boca abierta precisamente con ese elemento. Y durante esas últimas páginas no hacía más que leer para saber qué demonios estaba pasando, porque estaba muy intrigado y desconcertado.
Preston & Child se han ganado un nuevo fan.
El aspecto del diablo, de Craig Russell (The Devil Aspect, Reino Unido, 2019, 496 páginas).
Cómo me ha encantado. Es una mezcla genial de thriller histórico con elementos de terror.
Hay dos tramas que se van entrecruzando. En una, un émulo de Jack el Destripador está matando a prostitutas en la Praga de 1935; en la otra, un psiquiatra estudia a los seis psicópatas más peligrosos de Europa, encerrados en un manicomio, que es un inquietante castillo medieval, en un pueblecito de Checoslovaquia.
Qué ambiente. Si quieres aprender a describir, y darte cuenta de cómo las descripciones afectan a las emociones del lector, aprende de esta novela. Tétrica, oscurísima, siniestra, como lo que se estaba fraguando en Europa en aquella época.
Leí interesado de principio a fin para saber quién era el nuevo Jack el Destripador, para conocer las historias de cada uno de los psicópatas, para descubrir si la teoría del aspecto del diablo era cierta. Cada vez era más inquietante lo que descubría, por un patrón que se repetía, que te metía en terreno mitológico… o de locura generalizada.
Capitán Conan, de Roger Vercel (Capitaine Conan, Francia, 1934, 240 páginas).
Esta me ha encantado.
La Primera Guerra Mundial acaba de terminar, pero no las secuelas para los hombres que lucharon en ella. Vercel muestra lo muy caprichosa que era la justicia militar francesa y cómo el ejército, en tiempos de paz, dejaba de lado a hombres que habían sido muy valiosos en la guerra.
El protagonista es Norbert, un soldado que se hace abogado. Destaca la investigación de la muerte de dos mujeres en Bucarest (la investigación de las prostitutas es genial); y la defensa de un chico pusilánime, al que acusan de desertar y haber pasado planos al enemigo, provocando una matanza en filas francesas. Tiene momentos angustiantes.
Conan y sus hombres son máquinas de matar, pero tras el armisticio, son peligrosos inadaptados que no recuerdan qué es vivir en sociedad. Conan resulta, al mismo tiempo, carismático, campechano, inmaduro e inquietante, y acaba dando pena.
Roger Vercel fue oficial durante la Primera Guerra Mundial. Con esta novela ganó el premio Goncourt en 1934.
El cero y el infinito, de Arthur Koestler (Sonnenfinsternis / Darkness at Noon,Reino Unido, 1940, 312 páginas).
Tardé en acabármela por lo sumamente asfixiante que es, podía leer poco cada día, pero esta novela es excelente.
Se publicó en 1940, y trata de las purgas estalinistas de los años 30. El protagonista, un antiguo alto cargo del Partido Comunista, ha caído en desgracia y lo acaban de meter en la cárcel. Ahí descubres que fue torturado por los nazis y que ahora los suyos tal vez quieran matarlo. Ironías del destino, lo que le va a pasar a él, él lo provocó con otras personas en el pasado.
El protagonista es un compendio de amigos personales de Kroestler, y las circunstancias históricas que aparecen en la novela son auténticas. La novela es muy agobiante porque el autor te transmite perfectamente el ambiente de locura, terror y angustia que era la URSS en aquellos años, donde nadie estaba a salvo de denuncias infundadas que acababan en muerte.
A medida que te adentras en la historia, más desasosegante resulta porque ves la telaraña paranoica que era ese sistema político, gobernado por un maníaco. Varios personajes e información están muy bien plantados para crear momentos muy potentes.
Según Kroestler, para el comunismo soviético, el fin justificaba los medios, se reinterpretaba la historia a su conveniencia, y si te acusaban, estabas completamente perdido porque manipularían la realidad para acabar contigo. Era un régimen que había barrido al individuo (excepto al líder) y todo lo que no fuera terrenal con el único objetivo de mantener en el poder un sistema enfermo y represivo.
Gran novela.
Elsewhere, de Dean Koontz (Estados Unidos, 2020, 368 páginas).
Ciencia ficción con multiverso. Desgraciadamente, no está traducida. A ver si RBA, que publica a Koontz en España, se anima.
Un mendigo excéntrico le entrega a Jeffy Coltrane, un joven padre viudo, lo que él llama «la llave a todo», y le advierte de que jamás la utilice. Accidentalmente, estando con su hija de 11 años, la activa y ambos se ven transportados a otro universo. En apariencia Estados Unidos es muy similar al que conocen, y tal vez allí encuentren una versión viva de Michelle, la esposa de Jeffry y la madre de la niña, quien desapareció siete años atrás.
Este es un Dean Koontz bueno bueno: momentos de tensión geniales (algunos son larguísimos), humor, ternura y esperanza. La premisa está hecha para que se luzca con algo que se le da muy bien: ir desvelándote muy lentamente un lugar inquietante lleno de peligros. Aquí lo hace cada vez que saltan de universo.
Me gusta mucho la reflexión sobre la inteligencia artificial (digamos que hay un mundo como el de Terminator), sobre cómo las máquinas si adquieren consciencia serán el mal puro porque no tienen alma; mientras que los seres humanos, con nuestros 5 sentidos y la noción de que un día vamos a morir, sentimos emociones que las máquinas nunca sentirán; y emociones como la compasión y la pena y el amor son fundamentales para que exista la misericordia.
Endémico, de Ángela Pinaud (España, 2019, 212 páginas).
Esta novela me tuvo enganchadísimo durante dos días el pasado verano. Me la recomendó su editor en el Celsius 232 y dio en el clavo.
Es una mezcla de terror con misterio. Terror no del que da asco y provoca ataques de ansiedad, que no me gusta, sino terror donde pasan cosas inquietantes paranormales (o no) y me lo paso de maravilla.
El protagonista es el padre Gael, un exorcista venido a menos que se ve metido de lleno en el caso de unas misteriosas muertes en su pueblo. La coprotagonista es una joven periodista, y funcionan muy bien. Investigando descubren conexiones con Lovecraft y su Necronomicón, un oscuro pintor maldito, una maldición que persigue al pueblo, muertos que resucitan…
No quiero contar mucho porque la trama es una gozada que te tiene enganchado de principio a fin, con giros y descubrimientos del pasado.
Las lágrimas del dragón, de Dean Koontz (Dragon Tears, Estados Unidos, 1993, 384 páginas).
Un clásico Dean Koontz: thriller paranormal con elementos de terror y personajes rotos en busca de una vida mejor. Una de las novelas de Koontz que más me ha gustado, y he leído muchísimas. Fue n.º 1 del The New York Times.
En California, un vagabundo inmenso, y con capacidad para transformarse y desvanecerse, amenaza a un grupo de personas, asegurando que los matará al amanecer. Dos de esas personas son una pareja de policías que harán todo lo posible por vencer a un enemigo invencible.
Grandes y muy imaginativos momentos de acción y de terror. Yo estaba enganchadísimo para saber quién era realmente ese enemigo tan poderoso (puede mutar, lanzar bolas de fuego, esfumarse, detener el tiempo…) y cómo lo iban a vencer.
Excelente el principio, donde los policías persiguen a un asesino recitando nombres de canciones de Elvis, y un momento en el que el tiempo se detiene y el villano les da una hora a los protagonistas antes de matarlos.
Muerte en el Nilo, de Agatha Christie (Death on the Nile, Reino Unido, 1937, 344 páginas).
Me ha gustado muchísimo, uno de mis favoritos de Christie.
Hasta la mitad Christie te presenta personajes y el mal rollo que hay en Egipto; imaginaba quién sería la víctima, pero no lo tenía claro porque lo raro era que no se mataran los unos a los otros. Luego empieza lo realmente entretenido: muerte, pistas falsas y más descubrimientos que enrevesan el caso. Y Hércules Poirot atando cabos.
Christie me gusta, a veces mucho, y no me extraña que siga vendiendo como churros por lo entretenidas que son sus novelas. No hay que intentar descubrir los casos, porque oculta pistas fundamentales para resolverlos, simplemente hay que disfrutar de sus novelas.
Si no leo a Christie más a menudo es porque me supone un esfuerzo mental recordar quién es quién, y si estoy muy cansado, no puedo, y ella en varias ocasiones te suelta un nombre y nada más. Sé que existen ediciones con listas de personajes, lo cual es una gran idea, pero en inglés no hay de eso.
Munajil, de Cristina Ogando (España, 2021, 200 páginas).
Es una trepidante novelette de acción y ciencia ficción. Munajil es una asesina a sueldo, rota por el dolor por la pérdida de su mujer en una emboscada que iba dirigida a ella, y no parará hasta encontrar al responsable.
Es una edición cuidadísima de Literup, con diseños de Libertad Delgado. Las escenas de acción son magníficas, Ogando retrata muy bien el dolor, la rabia y la pena que siente la protagonista, y sabe cómo representar a minorías en las historias sin que quede algo zafio o moralista.
Me la compré de casualidad en el último Celsius 232, y me encantó. Me da pena que sea una novelette y no una novela. Me parece que con más desarrollo hubiera sido incluso mejor.
Ocaso, de Esteban Díaz (España, 2018, 288 páginas).
Esta me ha encantado. Un puzle de terror con casa encantada. Esteban tiene un estilo muy identificable: retorcido, recargado, con toques poéticos, inquietante y bello.
Narrada a través de varios personajes que te importan, y con saltos en el tiempo, a medida que avanzas vislumbras que los protagonistas están siendo atraídos a una mansión maldita en los Picos de Europa, como si hubieran sido atrapados por los hilos invisibles de una telaraña tejida por una perturbadora viuda negra.
Tesela a tesela, pesadilla a pesadilla, vas encajando el conjunto hasta que terminas viendo un mosaico terrorífico y genial.
Amantes del terror, ¿a qué esperáis para leerla?
Those Who Came Before, de J.H. Moncrieff (Estados Unidos, 2019, 256 páginas).
Es un misterio paranormal con algo de ficción histórica, y de paso, un poquito de crítica social sobre el comportamiento de los blancos en Estados Unidos con los indios, escrita con gusto, y sin meterle un mensaje por la garganta al lector.
Comienza con dos parejas de jóvenes que se cuelan en un camping cerrado por temporada. A la mañana siguiente, cuando se despierta uno de los chicos, descubre a su novia y a la otra pareja destrozadas. ¿Por qué se salvó él? ¿Cómo es posible que no oyera gritos durante la noche?
Estuve enganchado de principio a fin. Muy buena. Autora a tener en cuenta. Desgraciadamente, no está traducida al español.
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«La voz del miedo». Cómo escribir terror con ayuda de los videojuegos, por Alejandro Alcalde
La voz del miedo es mi segunda novela escrita. Queriendo probar diferentes temáticas, la primera escrita es una space opera de ciencia ficción pura y dura, me animé esta vez con uno de mis géneros preferidos: el terror.
El concepto de la novela es sencillo. No quería grandes criaturas, o historias tan retorcidas como sus villanos. Diría que La voz del miedo brilla en su sencillez: dos muchachas serían las protagonistas, una se despierta en un sitio completamente a oscuras, no sabe qué hacer, apenas recuerda lo que pasó la noche anterior, no sabe si va a dar un paso en falso a oscuras y no tiene ninguna idea de quién ha podido llevarla allí. Y en su paranoia, empieza a sospechar que quizás no esté sola en la oscuridad. Su amiga, por otra parte, sigue su rastro de la noche anterior para tratar de encontrarla.
Poco más que decir, personajes secundarios para que la trama avance de forma dinámica, mucha paranoia y monólogo interno en la soledad y el silencio, y ese humor tan típico mío que aparece en determinados momentos. Parece que ni en el terror puedo evitar meter alguna coña en los momentos menos tensos, o incluso en los que más tensión hay.
Los videojuegos como inspiración
La idea se me ocurrió después de tener una pesadilla tras una semana de maratón de videojuegos de miedo. La idea era muy básica, estar encerrado en un lugar sin poder salir y sin luz. Me gustó ese concepto tan simple y quise ver si solo con eso, era capaz de crear toda una historia completa de terror. Apunté todo y me centré en la primera novela que aún estaba escribiendo por aquel entonces: La espiral de Hern (por el momento sin publicar). Pasó el tiempo y fui dándole vueltas a la historia hasta que le llegó el turno a La voz del miedo de ser escrita.
Al ser un argumento sencillo y haber estado pensando en la historia desde hacía tiempo hizo, me resultó muy fácil escribirlo. La reescritura, como siempre, fue lo más complicado. Tenía la historia sí. Pero no conseguía que la situación por la que pasa la pobre Bea (la protagonista) expresase lo que yo quería. Al final la solución no la encontré leyendo novelas de terror. Stephen King es el que más he leído y se nota mucho su forma de escribir en la mía, sino que la encontré en los videojuegos de terror. Resident Evil y Silent Hill fueron grandes referentes a la hora de crear escenarios que hablasen por sí mismos e incluso que tuviesen voz propia que se comunicasen con la protagonista cada una con su personalidad.
Un ejemplo de una referencia clara fue What Remains of Edith Finch, que me ayudó mucho a dar esa voz a las habitaciones. Otros juegos que me ayudaron en momentos de persecución y de terror casi en la completa oscuridad fueron Outlast y Amnesia: The Dark Descent.
Toda esta mezcla, más muchas otras pequeñas referencias y ayudas de otros muchos libros, juegos y novelas gráficas de terror me ayudaron a rematar la historia en la reescritura.
Tras esto, la novela se amplió gratamente, dando la sensación de que el escenario tenía vida propia, sentía y sufría con su protagonista pasando por sus oscuras estancias. Todo ello complementado con el suplicio de Amanda (la amiga de Bea y la otra protagonista de esta historia) que busca a Bea y trata de hacerlo por su cuenta mientras que las dos intentan recordar qué fue lo que pasó exactamente la noche anterior.
Al final, lo más funcional es el terror a lo desconocido. Y aunque eso era una buena base, solo era eso, una base. Gracias a todo lo añadido en la reescritura, lo desconocido se mueve, no solo en la oscuridad, sino por todo un organismo vivo. O esa era mi intención. El lector será quien dé su veredicto final. Los lectores beta me han dado opiniones positivas y datos que esperaba escuchar. Cómo no, eso solo era parte. Reescribir más veces para pulir la historia y corregir fallos e incoherencias también dio su trabajo. Al final creo que he creado una historia de terror que va a tener en vilo al lector hasta el final. Encima la novela es corta y no llega a las 200 páginas por lo que es ligera de leer.
Publicar la novela
La editorial con la que publico esta novela es la misma que con la primera novela, Lavanda: Editorial Fanes/Titanium. La cosa con los editores fue sencilla, Lavanda se vendió bien (para un novel) y viendo que tenía varios manuscritos y muchas ganas de mover mi material, me concedieron un contrato para esta segunda novela. Su parte del trabajo fue muy bueno. El diseño, la maquetación y la portada están muy bien hechos. También me ayudaron con la revisión y la búsqueda de fallos para las últimas correcciones (siempre hay fallos que por mucho que busques se consiguen escapar de tu vista). Estoy encantado con la versión final y estoy deseando ver si consigo meter el miedo en los lectores. Para cuando leáis esto, la novela ya estará publicada y sé que podréis adquirirlas en Casa del Libro, El Corte Inglés, en la librería Gil de Santander y en Amazon, entre otras tiendas. Como extra diré que también podéis comprarla en cafetería Bemol (P.º del Gral. Dávila, 206, Santander), donde trabajo cuando no escribo o actúo para sacarme unas perras.
En fin, si le dais una oportunidad a este libro y decides leerlo, espero de verdad que os guste y os haga pasar un mal rato. Siempre da gusto que una persona decida invertir parte de su tiempo y, más importante aún, de su dinero por algo que has hecho tú. Espero haberos animado a querer escribir vuestras cosas e incluso a intentar publicarlas. Es lento pero no es tan difícil. La clave para todo el proceso, creación, escritura, corrección, edición y publicación, es la paciencia. Mucho ánimo y gracias por leer este artículo.
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«Menguante», las muchas historias de una historia, por Pedro Pablo Picazo
Debió de ser en 2009, o quizás 2010, cuando tuve la idea para esta historia. Estaba trabajando en un documental sobre marineros del litoral cantábrico y tuve que embarcar unas horas para grabar unas imágenes. Se trataba de una embarcación muy pequeña y apenas nos alejamos de la costa, pero estando en ella pensé: ¿y si el barco empieza a encoger?
Imaginé la historia de un marinero que, poco a poco, va perdiendo compartimentos hasta quedarse con lo mínimo, en una lucha no sólo contra el mar, sino contra algo más, algo psicológico, algo en su interior y… hasta ahí sabía.
Aquella fue de esas premisas que te atrapan y no dejas de pensar en ellas hagas lo que hagas. Me pareció que tenía un planteamiento muy visual, así que supuse que se trataba de un proyecto interesante para desarrollarlo como guión, pero el hecho de transcurrir en el mar y de tener un barco que, poco a poco, va desapareciendo suponía una clara complejidad técnica que le restaba posibilidades de llegar a ser producido.
En un momento dado pensé: ¿y si simplificamos? ¿Y si no es un barco si no algo más sencillo? ¿Y si se trata de… una casa? No sólo suponía abaratar posibles costes y aumentar las posibilidades de vender el proyecto, también me permitía tener un desarrollo más claro. Siendo un barco debía meterme en la mente y motivaciones de un marinero, siendo una casa… bueno, todos vivimos en una casa y se me abría un mundo enorme de posibilidades. No sólo yo estaba más cerca de ese potencial protagonista, también la audiencia.
Rápidamente, con este nuevo enfoque, pude profundizar más en la historia: se trataba de alguien que se quedaba en paro y debía quedarse en su casa, pasando más tiempo en ella y provocando su rechazo. También supe inmediatamente que, si el protagonismo recaía en un personaje femenino, la premisa ganaba en contenido y fuerza. Vislumbré el final y su resolución también. Con ello, el género, debía ser claramente terror.
Las piezas empezaron a caer en su sitio y, con ellas, un título: Menguante, por tratarse del mundo de esta protagonista que se encogía, disminuía, menguaba. Temí que la gente pudiera pensar que se trataba de una historia de hombres lobos, pero, hasta ahora, no ha sido así y nadie me ha planteado esa duda.
Menguante, la película
El tiempo pasó y llegamos a 2015. Presenté el proyecto como una premisa de largometraje a una convocatoria en la que no fui seleccionado, pero ese mismo material me sirvió para enviarlo a otra. Telefónica Studios convocaba un certamen de ideas de cine: “En busca de la nueva generación del cine”. Se presentaron 800 proyectos. Seleccionaron 15. Uno de esos fue Menguante. De ellos ganaban dos para desarrollarlos financiando la escritura de su guión. Tuve que ir a presentar el proyecto a Madrid, a un pitch de esos que ahora se han vuelto tan populares y que me resultan odiosos. Lo hice lo mejor que pude, no me quedé descontento con mi intervención, pero no gané.
No voy a negarlo, fue un palo, llegar tan lejos para nada. El caso es que al menos me sirvió para confirmarme que la premisa era interesante, que tenía potencial. No podía dejar de pensar en ella y, en un momento dado, tuve la revelación de cómo escribirla para novela. Sabía qué lenguaje usar, cómo estructurarla, de qué manera escribirla. Y lo hice. Curiosamente no recuerdo mucho de este proceso. Sé que fue breve, satisfactorio y que no me dio demasiados quebraderos de cabeza. La terminé y la dejé reposar un poco, como suelo hacer.
En paralelo, seguí buscando aprovechar el material que tenía del proyecto como largometraje y lo presenté al IV Laboratorio de Guiones de la Fundación SGAE. Para mi enorme sorpresa, fui seleccionado. No me lo esperaba, quizás ya la veía como una novela, no sé. El laboratorio consistía en que, durante medio año, una vez al mes, tenía que acudir a Barcelona para trabajar en la historia con un guionista experto que me ayudaba a profundizar en ella. Tuve suerte porque me tocó Albert Val, profesional que durante muchos años fue jefe de desarrollo de proyectos en Filmax, distribuidora y productora especializada en el género fantástico. De su mano los otros seleccionados y yo debíamos pasar de la historia en escaleta a guión dialogado.
Yo decidí olvidarme de todo lo que llevaba, novela incluida, y empezar de cero: desde la idea. Recuerdo haber contado en la presentación que yo veía mi historia a medio camino entre una película experimental como Repulsión de Roman Polanski y la comercial Poltergeist de Steven Spielberg. Albert, con su enorme experiencia moviendo proyectos entre cadenas y distribuidoras, me aconsejó que me fuera más hacia Spielberg, ya que me iba a resultar así más sencillo llamar la atención y facilitar que el proyecto llegara a las pantallas.
Mi objetivo era hacer una historia factible, posible en la cinematografía española, pero sobre todo, que se hiciera. Llevaba, llevo, demasiado tiempo trabajando en proyectos que no llegan a culminarse. Quería que la película fuera una realidad, así que opté por ese camino, dejando de lado la otra vía, lo que también condenaba la novela, ya que transitaba ese camino más experimental y atrevido, pero el trabajo del escritor supone estar constantemente eligiendo y, por ello, también, en ocasiones, renunciando.
Terminé el laboratorio con un guión del que quedé muy satisfecho. El proyecto funcionaba y era totalmente factible. No se trataba de una película especialmente cara y tenía elementos que me gustaban mucho, como que al principio entrábamos en la casa y no salíamos fuera durante todo su metraje, lo que aumentaba el carácter atmosférico y angustioso de la historia.
Durante el taller tanto Albert como mis compañeros me planteaban dudas y propuestas que sirvieron para reforzar el concepto y fortalecerlo: no era una casa encantada, no había fantasmas, no se trataba de la típica casa victoriana llena de espectros, sino de un piso moderno y actual en una gran capital. Un planteamiento quizás algo arriesgado, pero que logré defender y mantener en todo el proceso.

Picazo en Barcelona, con sus compañeros del Laboratorio de Guiones de la Fundación SGAE
Viaje a Argentina
Llegamos a otoño de 2016 y tenía un guión bajo el brazo del que estaba muy contento, sólido y factible, me tocaba moverlo por productoras. Presentar un proyecto de esta manera siempre es difícil y duro: tienes que insistir, exponerte, hay quien le da valor a haber pasado por las selecciones que yo llevaba, hay quien no… el caso es que tras meses de presentarlo a diferentes sitios, surge una empresa que se interesa por el proyecto: una productora seria que me ofrece un contrato y unas perspectivas realistas de que la película se haga.
En julio de 2017 firmo con esta productora y, casi al mismo tiempo, el proyecto recibe una nueva selección: esta vez en Argentina. El Ventana Sur dispone de una sección especializada en fantástico, “Blood Window”, donde se presentan proyectos de género. Menguante es seleccionado y me lleva ni más ni menos que a Buenos Aires. La verdad es que es maravilloso que una idea que tienes un día te haga cruzar el charco y ampliar horizontes. Fue una muy bonita experiencia.
Al regreso tengo la primera reunión con el director que la productora eligió para el proyecto. Yo estaba muy preocupado por si quería rehacer la historia por completo, pero al revés, fue un fantástico encuentro con muy buen entendimiento entre ambos que me condujo a cambios mínimos, matizaciones más que otras cosas. La cosa no podía pintar mejor. Las piezas parecían encajar al fin después de un proceso tan largo.
Y todo esto que iba tan bien condujo a… nada. Las cadenas rechazaron el proyecto y los derechos del guión me regresaron un año después. Menguante volvía a ser mío y con muy pocas posibilidades ya de que se materializara después de este rechazo. Es triste que tanto esfuerzo y trabajo acabé así, pero es la realidad de muchísimos guiones, de la mayoría en realidad. El palo fue mayúsculo, mucho mayor que el de 2015.

Pedro Pablo Picazo en Argentina
Menguante, la novela
Yo seguí trabajando en otras cosas, otros proyectos, y en 2020 había un concurso literario al que quería presentar una novela de terror que escribí posteriormente, pero no podía ya que estaba pendiente de fallo en otros certámenes. Me daba rabia, porque me parecía que era perfecta, sin embargo las bases lo impedían. No había nada que hacer. Hasta que me acordé de algo, de una novela que había quedado relegada en el cajón, una novela que nunca llegué a corregir.
La rescaté, estaba convencido de que sería un desastre, que no podría hacer nada con ella, pero me llevé una sorpresa. No estaba mal, nada mal. Era muy diferente al guión, en desarrollo de la trama sobre todo, pero me pareció que funcionaba. No tenía nada que perder. Le di un ligero repaso de estilo, no necesitaba más, y la presenté al concurso. De casi trescientas candidatas fue una de los ocho finalistas. No ganó, pero la organización me escribió destacando que había sido muy bien valorada por el jurado. Así las cosas, decidí darle una nueva oportunidad a Menguante como novela, de esta manera llega hasta Con Pluma y Píxel gracias a Carlos del Río, quien me recomendó esta editorial, y, finalmente, a las librerías.
Toda historia contiene otras historias, pero para mí Menguante es una historia que transcurre en dos universos: el de esta novela, y el de su guión. Dos historias paralelas, hermanas, que parten de la misma premisa, sus protagonistas son las mismas, pero su desarrollo es muy diferente. Llegué a pensar en cambiarle el nombre a la publicación que ahora sale para diferenciarlas, pero lo cierto es que son como una novela y su adaptación: complementarias, interrelacionadas, se nutren de una misma fuente. Me pareció que debían conservar su nombre, coexistir, y de ahí que haya decidido conservar sus títulos. Menguante novela ya existe. La película sólo en mi cabeza, pero, nunca se sabe…
De alguna manera siento que Menguante tiene vida propia y es una superviviente que desea llegar a la audiencia. Que ha mutado, que se ha transformado, que ha padecido, pero al mismo tiempo evolucionado hasta alcanzar este momento en el que al fin se presenta al mundo. Ha luchado mucho, ha sufrido también, yo con ella, no voy a negarlo, pero al fin se pone a disposición del lector, que es, siempre, quien tiene la última palabra y quien decide qué permanece y qué se lleva el olvido. Ya más no puedo hacer. Toca el momento de cruzar los dedos.
Puedes visitar la página de Pedro Pablo Picazo.
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Entrevista a Cristina Ogando
Cristina Ogando es una escritora de fantasía, ciencia ficción y terror que conocí en el pasado Celsius 232. Tras aparecer en varias antologías, Cristina dio el salto a una historia más larga con la trepidante novelette de ciencia ficción Munajil, publicada por Literup, sobre una asesina a sueldo que busca vengar la muerte de su amada.
En esta entrevista hablamos de su carrera literaria, de cómo representar a las minorías en las historias y que quede bien, de cómo plasmar el dolor en el papel o cómo coreografiar escenas de acción.
Puedes visitar su página web y seguirla en Twitter, Facebook e Instagram.
Entrevista a Cristina Ogando
¿Por qué te hiciste escritora? ¿Fue algo consciente?
¿Consciente? No estoy del todo segura. Creo que simplemente un día… surgió. Siempre he tenido muchas voces en la cabeza, lo sé, suena fatal, pero un día solo se me ocurrió plasmarlas en el papel y fue bastante reparador. Ver escritas las historias que me habría gustado leer se sentía increíblemente bien por lo que seguí adelante.
¿Por qué escribes fantasía, ciencia ficción y terror? ¿Elegiste esos géneros de forma deliberada?
Supongo que fue un reflejo de las lecturas que consumo. A la hora de escoger un libro siempre me voy a esos géneros, también porque son los que creo que me dan más libertad a la hora de crear.
Aun así, para haber llegado a preferir la literatura de género he tenido que pasar por muchos antes, pues siempre he pensado que en la variedad está el gusto.
¿Cuáles son tus mayores influencias como escritora, tanto en literatura como en otras disciplinas?
Es difícil escoger una. Considero que una escritora tiene que ser interdisciplinar y beber de todo aquello que le rodea para poder escribir. Arte, series, música, videojuegos, libros… todo influye cuando construyes tus propias historias y, al menos a nivel personal, me costaría elegir una influencia en concreto de cada categoría.
Porque sí que es verdad que soy consciente de que los juegos de The Legend of Zelda me marcaron, o que puedo leerme Fullmetal Alchemist una y otra vez sin cansarme, igual que podría llorar veinte veces con las historias de William Joyce. Sin embargo, estamos consumiendo y viendo influencias cada día y los gustos cambian. Y me gusta pensar en mí más como una esponja que absorbe lo nuevo que va llegando y lo transforma, que quedarme solo con unas influencias fijas.

Antologías donde ha aparecido Cristina Ogando
¿Cuáles son tus escritores favoritos?
Neil Gaiman es mi escritor favorito de forma indiscutible. Su forma de escribir, crear y siempre lograr sorprenderme le han hecho ganarse ese puesto a fuego. Le sigue muy de cerca Rosa Montero, o más concretamente su saga de Bruna Husky. Si no la has leído, por favor échale el guante porque es maravillosa.
William Joyce o Rick Riordan son otros grandes en mi lista, de hecho los mundos que han creado y las sagas y toda la mitología alrededor de sus historias me fascina y son un gran ejemplo a seguir. Luego ya a nivel de escritura me fascina lo evocadoras y poéticas que pueden llegar a ser Naomi Novik, Roshani Chokshi y Susanna Clarke. Tienen tremendo poder de hacer sencillos conceptos y mundos muy complejos sin que te cuestiones nada. Solo les dejas que te cojan de la mano y que te guíen
Finalmente, Sanderson. Más que nada, por mi forma de trabajar, me encuentro muy identificada con él y es agradable leer sus obras y ver cómo utiliza ciertos recursos. Es una gran fuente de aprendizaje.
¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Eres escritora de brújula o de mapa? ¿Cómo sacas tiempo en tu día a día para escribir?
Soy muy mapa. A veces de forma exasperante y frustrante para conmigo misma.
Tardo muchísimo en planificar, de hecho es lo que más disfruto de todo el proceso. Me paso mucho tiempo rellenando huecos, creando todos los aspectos posibles del mundo, enlazando tramas… así es que termino con muchas ideas preparadas o esbozadas, pero poco escrito.
De hecho, no escribo a diario. He intentado durante años seguir lo que llaman rutina de escritura, y oficialmente, no es algo para mí. Sí que arranco ratos para planificación y, lo bueno de enfrentarse al papel con la historia ya tan interiorizada, es que el proceso de escritura es mucho más sencillo y en ocasiones rápido.
Pero por supuesto, este método no es invariable, porque hay mucha separación entre una historia y otra y comenzar contra la página en blanco es terrible porque parece que se te ha olvidado escribir.
¿Qué diferencias ves a la hora de escribir relatos y una novelette?
En mi caso, escribir un relato es prácticamente un proceso de brújula y una novelette requiere bastante planificación. Lo sé, irónico.
Un relato muchas veces lo planteo como una única escena. Pocos personajes, bastante diálogo y un final que no dé pie a error de que debería existir mundo más allá de esas pocas páginas.
Sin embargo, una novelette es algo más… complejo. Porque te da pie a explayarte, a contar mucho más y a desarrollar una narración y un mundo que requieran bastante más profundidad.
Y en ambos casos, me parecen extensiones dificilísimas de ejecutar bien. Porque las escritoras tendemos a querer contar mucho, pero en estos casos no hay espacio. La economía del lenguaje y saber usar muy bien las palabras para contar muchísimo con lo mínimo me parece de las habilidades más complicadas de conseguir en esta profesión. Por eso, aunque sean diferentes en cuanto a qué puedes llegar a contar, novelette y relato me parecen de las cosas más complicadas de escribir.
Me gusta muchísimo en Munajil cómo muestras el dolor que siente la protagonista por la muerte de su mujer, que es algo fundamental para que funcione la historia. ¿Cómo creas emociones en el papel?
Intentando ser lo más real posible. Suelo decir que soy bastante mala escritora porque soy incapaz de separar el personaje de mí.
Suelo decir que Munajil es un reflejo de un dolor, un duelo y una frustración que llegué a sentir en la época en la que lo escribí. Meterme en la piel del personaje y soltar en el papel de la forma más real y humana que puedo sobre cómo me siento… creo que es lo que ha conseguido que esas emociones se sientan tan reales.
Me encanta el personaje de Munajil. Me parece que a veces no se entiende qué implica escribir sobre minorías, y se acaba cayendo en la corrección política desbocada, donde son unos santos inmaculados o te encasquetan mensajes nada sutiles de las injusticias que sufren, o se cae en tópicos idiotas, o directamente te meten un personaje de alguna minoría porque está de moda, aunque no pinte nada en la historia.
Gracias, la verdad es que era precisamente lo que quería evitar. Todo eso.
Vivo bajo la concepción de que cada una es su propia persona, independientemente de la minoría, raza o comunidad a la que pertenezca. Y, como humanos independientes, tenemos nuestras luces y sombras, decisiones y vida. Por supuesto pertenecer a ciertas comunidades, países o culturas traerá consigo un bagaje que definirá parte de lo que somos, pero es trabajo de cada uno decidir hasta que punto queremos que eso nos influya o nos defina.
Y era lo que quería hacer con Sahira después de todo.
Munajil ni es santa ni indefensa, esta es su historia y hablas de las injusticias que ha sufrido por pertenecer a una minoría sin aleccionar a nadie. ¿En qué minoría te basaste y cómo creaste el personaje para que pareciera una mujer de carne y hueso?
Es gracioso, porque en primer lugar Sahira iba a ser musulmana. Pero a parte de que me iba a meter en un berenjenal que por entonces no controlaba tanto, no me apetecía crear algo tan directamente relacionado con nuestro mundo.
Una serie de coincidencias absurdas durante una clase, me hizo darme cuenta de que había muy poco escrito sobre indígenas americanos, y de ahí surgió la idea. Sahira, o más bien la cultura de los qaalit de los que se habla en la historia, está inspirada en los indios cherokee.
Si bien la información sobre ellos es algo escasa, intenté trasladar algunas de sus particularidades y adaptarlas a la historia de Fawdaa. Cómo los colonos los apartaron a un rincón de su nuevo mundo, cómo persisten sus tradiciones a pesar de que la sociedad no deja de cambiar a su alrededor y, más importante, cómo les ve la gente. Y en medio de todo eso, está Sahira.
Pero para contestar a cómo hacer que pareciera de carne y hueso, creo que la palabra que mejor lo definiría es: contradicción. Los humanos somos increíblemente contradictorios y emocionales. Podemos parecer los seres más seguros en ciertos términos y luego sorprender con las acciones más imposibles.
Tenemos nuestras luces y sombras, nuestra forma de comprender el mundo desde una visión particular y personal. Eso es lo que intentaba demostrar con Sahira.
Estamos acostumbrados a un héroe puro o a una damisela cabezota. A que los buenos personajes se mantengan siempre dentro de la línea de puntos y que los villanos sean pura oscuridad sin que muchas veces tengan sus remordimientos o sin pensar que los empujó a ciertas cosas cuestionables.
Y que muchas veces me digan que Sahira parece tan real… creo que es de los mejores halagos que me pueden hacer.
Para mí, otro punto fuerte de Munajil son las escenas de acción. ¿Cómo las creaste?
¡Gracias! La verdad es que fue un trabajo bastante complejo. La acción ya estaba ahí, pero ponerle orden y hacerla más dinámica fue lo importante.
Siempre digo que para mí un antes y un después fue leer Spes unica de Raquel S. Valle, que se ha publicado también con Literup. En esa novela hay unas escenas de acción y una tensión brillantes. De las mejores que he leído en mi vida y es mi biblia a la hora de recrear escenas de lucha, persecuciones… de verdad, a mí me cambió.
Luego por supuesto también está mi forma de trabajar. Las escenas de acción creo que se llevan mejor si las tienes en tu cabeza, casi diría ¿coreografiadas? Puede. En este caso trabajo mucho con música que vaya acorde con la escena y repito muchas partes en mi cabeza antes de plasmarlas en papel. Es un proceso bastante tedioso de hacer y rehacer para que quede bien, la verdad.
Munajil pasó por dos correctores, el escritor David Pierre y la editora Meritxell Terrón. ¿Cómo fue el proceso de corrección y qué aprendiste de ello?
El proceso fue… vertiginoso, si soy sincera. Hicimos muchas vueltas por los capítulos para dejarlos lo más pulido posible y llegamos a idear un ritmo de trabajo con el que llegamos a hacer cuarto capítulos por día en algunos casos.
Aprendí muchísimo sobre mi forma de escribir y me he quedado con bastantes trucos para mejorar de ahora en adelante.
Lo malo es que ahora soy el cuádruple de crítica conmigo misma, porque intento que todo lo aprendido se refleje de inmediato en el manuscrito, así que ahora estoy en el proceso de redisfrutar la escritura sin morir entre la autoexigencia.
Mucha gente que quiere ser escritor se desanima porque cree que es imposible publicar con una editorial tradicional. ¿Cómo lo lograste tú?
Siendo muy cabezota y repitiéndome que el no ya lo tenía sin haberlo intentado.
Tendemos a ver solo la meta y el éxito, cuando realmente lo divertido es el camino. Antes de publicar, ya no mi primera novelette, si no mi primer relato, acumulé medio centenar de rechazos (que siguen aumentando con los años, porque muchas veces te siguen diciendo que no). ¿Pero sabes qué? Eso me parece fantástico.
Porque uno de mis mayores temores es quedarme atascada, no avanzar, no evolucionar o no aprender. Que me rechacen significa que al menos lo intento y que no me rindo. Que me acepten es maravilloso, pero no por ese hecho en sí. Si no porque me van a leer, voy a recibir opiniones, críticas y comentarios que me ayudarán precisamente a seguir aprendiendo.
Es todo un recorrido en el que la verdadera meta está más lejos que el One Piece me temo, porque es un camino que nunca llega a terminarse.
¿Cuáles son tus siguientes proyectos?
Me encanta que sea en plural, porque realmente no sé estarme con solo una cosa a la vez.
Ahora mismo estoy con un pequeño proyecto que avanza con bastante lentitud y es a cuatro manos. Se aleja en parte de mis géneros y de la literatura en sí, pero es algo que me hace mucha ilusión.
A nivel más personal, tengo varias cosas sobre la mesa, pero principalmente una romcom ambientada en un mundo de fantasía que estoy terminando de planificar con la que estoy muy contenta.
Viniendo de un bloqueo escritor bastante potente, estoy algo asustada, pero la verdad es que también me lo estoy pasando muy bien y es lo importante.
¿Qué consejos le darías a alguien que está empezando a escribir?
Suelo dar siempre el mismo consejo: date tiempo.
Muchas veces, y yo misma peco de ello, creemos que hay una fecha límite para todo cuando en realidad tenemos todo el tiempo del mundo.
Las escritoras debemos darnos tiempo para aprender cómo funcionamos, qué técnicas y géneros nos van mejor, qué nos apetece escribir, cómo nos gusta escribir…. Es un largo proceso de conocerse a una misma y comprender que no tenemos que seguir ciertas técnicas porque un escritor conocido las hace. Somos nuestras propias personas y, como tales, tenemos nuestras particularidades.
Por eso no hay que correr y darnos tiempo para experimentar y conocernos para alcanzar nuestro estilo. Y da igual cuánto tiempo nos lleve.
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