Ángela Pinaud o cómo ser original en el género de terror
“Seguramente no es fácil ser original. Requiere experiencia y saber examinarse a uno mismo con seriedad. Uno ha de ser consciente de lo que hace antes de empezar a desprenderse de la tradición”. Estas palabras del pintor vanguardista Piet Mondrian resumen con total acierto la obsesión que, cual aguja de brújula, dirige la pluma de esta escritora.
“Ser original”.
En un mundo saturado de historias, explorado hasta el último rincón del imaginario, donde todo está inventado; y en un género como el terror, sobreexplotado y manido con producciones de baja calidad, ¿cómo ser original y encontrar un hueco destacado en las librerías del lector? ¿Cómo no pasar desapercibida? ¿Cómo otorgar al terror la dignidad de la que gozan otros géneros?
Faraónica tarea.
Con frecuencia, para buscar inspiración, recurro a los clásicos: Poe, Lovecraft, Blackwood… o a autores contemporáneos: Barker, King… que supieron y han sabido romper moldes y crear un estilo propio, diferente a todo lo existente. Ellos descubrieron cómo dejar su impronta en el género, destacar cuando también “estaba todo ya inventado”. Su creatividad a la hora de imaginar y contar historias es el espejo donde quiero mirarme.
Osada y tiránica tarea.
Es esa obsesión por encontrar la fórmula de la originalidad la que ha empujado mi obra hacia la mezcla de géneros. No porque crea que el terror en sí mismo no tiene suficiente fuerza o atractivo, sino porque considero que, de esta manera, se consiguen dos objetivos: por un lado, introducir elementos externos al género con los que poder innovar y aportar esa chispa diferenciadora; y por otro, poder llegar a un tipo de público que, de otra forma, jamás se acercaría a una historia de terror.
Por ejemplo, en mi primera novela, Magical Mystery Tour, el editor se refirió a ella como “La sombra del viento escrita por Stephen King.” Creo que poco más se puede añadir para explicitar esa mezcla de géneros. Habla de la vida de Julia Sagasta y de cómo su pasado vuelve a ella de forma escalofriante para recordarle que no puede renegar de sus orígenes. Endémico, por su lado, aúna mi otro género fetiche, el thriller policíaco. La investigación criminal de unas muertes escabrosas se entrelaza con la presencia del demonio y la insinuación constante de muertos resucitando. Por último, en Animales de Peluche, es la ciencia ficción el género que se combina con el terror. La creación de una máquina que permite hablar con los muertos es el eje sobre el que se desencadena la acción.

Novelas de Ángela Pinaud
Aunque de primeras se pueda pensar que un amante del género podría sentirse defraudado por esta intromisión de temáticas, lo cierto es que, en términos generales, la mezcla de géneros se percibe de forma positiva. Thriller, policiaco, ciencia ficción… cualquier género marida bien en la mesa del terror.
A nadie se le escapará que no estoy descubriendo América, todos tenemos en la cabeza títulos como Alien, donde ya se lleva a cabo con éxito esta mezcla de temáticas (ciencia ficción – terror), y otros tantos títulos más que se os estarán ocurriendo. Son claros ejemplos de lo que trato de exponer, la mezcla de géneros produce cosas interesantes, ampliando el abanico del género y sus temáticas. Quizás, en este amplio espectro que se abre, resida la solución a la fórmula de la originalidad por la que pugna mi literatura.
Eso espero, al menos.
Y es que, en realidad, no considero haber conseguido aún el objetivo que anhelo. No he alcanzado la originalidad que busco, pero por el camino he tenido la gran suerte de encontrar editoriales que han creído en mi proyecto.

Ángela Pinaud firmando libros en el Celsius 232
El reto de la publicación
A nadie que esté inmerso en la ardua pero gratificante tarea de escribir una novela, o que haya culminado ya una, se le escapa lo difícil que resulta hoy en día ser publicado por una editorial. El silencio que, por su parte, sigue al envío del manuscrito resulta desalentador. Todo el trabajo, el esfuerzo y las horas dedicadas a terminar la obra pueden parecer baladís si luego nadie va a leerla.
Por si a alguien le sirve mi experiencia, en mi caso, lo complicado fue conseguir la publicación de mi primera novela (Magical Mystery Tour, Ed. Berenice). La historia estuvo guardada más de 10 años en una carpeta de Windows, no por voluntad propia, sino porque no encontraba editorial que quisiera publicarla. Durante todos esos años no cesé de escribir a editoriales enviando el manuscrito (tal vez algunas tengan más de diez correos míos… desde aquí, lo siento). Si bien, es cierto que la mayoría de ellas no suele responder, las que sí lo hacen, a veces dan pistas sobre lo que falla en la novela. En mi caso fueron dos (perdón porque no recuerdo sus nombres), y sus indicaciones me sirvieron para pulir defectos que, como escritora novel, aún no tenía identificados.
Algo muy importante, y determinante a la hora de persistir en el empeño de encontrar editorial, fue una malsana y enfermiza fe en la historia que había escrito. Tenía la percepción de que la novela cumplía todos los requisitos para ser publicable, así que, en ese tiempo de silencio editorial, además de enviar el manuscrito a muchas editoriales, fui puliéndolo y perfeccionándolo, aprendiendo de mis errores de escritora novel, hasta que en 2016 recibí la llamada del editor de Berenice para comunicarme que habían creado una nueva colección dedicada al terror y querían incluir mi manuscrito en el catálogo. Habían sido tantas las negativas y los silencios anteriores, que me costó asimilar lo que estaba ocurriendo. Iban a publicar mi novela, ¿de verdad? ¿Sin pedirme dinero por adelantado? ¿Sin condicionarme a vender una cantidad de libros en presentaciones? ¿Sin ningún tipo de condición ni letra pequeña? No podía creerlo. No fui consciente de ello hasta que vi por primera vez la portada de la novela. Entonces la emoción me embargó y sentí por primera vez que lo había conseguido. Un sueño cumplido.
Supongo que, además de una historia buena, también hace falta un poquito de suerte. Estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.
Sea como fuere, así llegaba el logro de la publicación.
Para las siguientes dos novelas he tenido la gran suerte de contar con una editorial dedicada por completo a la literatura de género (Apache Libros). Supongo que el hecho de tener ya una novela publicada facilita que otras editoriales te abran la puerta. Son credenciales, una forma de asegurar al editor que el manuscrito que va a leer tiene posibilidades reales de ser publicado. En cuanto José Luis del Río, editor de Apache Libros, leyó el manuscrito de Endémico (unos tres meses después de enviarlo), se puso en contacto conmigo para decirme que le encantaba el protagonista, el padre Gael, y que quería publicar la historia. Todo un acierto, al menos para mí, ya que, en su inestimable labor de dar a conocer a sus autores, Apache Libros me ha dado la oportunidad de recorrer gran parte del territorio nacional, no solo para publicitar mis novelas, algo vital en un escritor, sino también para conocer a una gran familia de escritores y hablar de este género que tanto amo: el terror.
La publicación de Animales de Peluche fue algo natural. Le hablé a José de la idea y mantuvimos el contacto durante todo el tiempo que duró el proceso de llevarlo a papel. En cuanto lo leyó, su reacción fue la misma que con Endémico, quería publicarlo. Así que se puso manos a la obra y en pocos meses estaba listo para llegar a las librerías.
Esta es mi experiencia y el fin último que persiguen mis escritos (el primero es, por supuesto, entretener al lector y dejar siempre un final sorprendente). Si has de sacar una conclusión de estas palabras, querido lector, es que el privilegio de la publicación, en este caso, surge fruto de la mezcla de dos factores: la búsqueda constante de la fórmula de la originalidad y una insana y enfermiza creencia en la historia que había escrito, que me empujó a no cesar de probar suerte en el mundo editorial.
La cuarta novela está en camino. ¿Cuál será el género que emparejaré esta vez con el terror? Sólo tú, querido lector, estás en disposición de averiguarlo.
“El genio se compone de un dos por ciento de talento y de un noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación”.
Ludwig van Beethoven
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Cómo escribimos y publicamos «Los linajes de la magia», por R. Cosmo y R. Drake
Seguro que habéis oído infinidad de veces que es imposible meterte en el mundo editorial si no eres famoso o conoces a alguien. También habréis oído que publicar es carísimo y que contratar a un corrector, que cuesta mucho, es indispensable. Pues mis antiguos alumnos, R. Cosmo y R. Drake, han demostrado que todo eso no es cierto.
Escribieron a cuatro manos la novela de fantasía contemporánea Los linajes de la magia, ellos mismos la corrigieron, rechazaron cualquier editorial que les pidiera dinero por sus servicios, solo se centraron a buscar editoriales tradicionales, que son las que trabajan para ti para que tú ganes dinero con tus libros. Y lograron meterse en el mundo editorial sin ser famosos ni conocer a nadie.
Los linajes de la magia salió a la venta en junio de 2022, de la mano de Valhalla Ediciones. La puedes conseguir en Amazon, la tienda de la editorial y en librerías de toda España.
Os dejo con ellos para que os cuenten de qué va la novela, cómo la escribieron y cómo lograron venderla a esa editorial.
Puedes seguir en Twitter a R. Cosmo, a R. Drake y la cuenta que tienen conjunta, RyREscritores.
Los linajes de la magia, una novela de fantasía contemporánea
“Es difícil pertenecer a la élite de los magos en un mundo donde la tecnología ha superado a la magia y la sociedad cree que ya no eres necesario”.
¿Alguna vez te has imaginado cómo sería el mundo si los magos siempre hubieran existido? ¿Cómo se habría desarrollado la sociedad a lo largo de la historia? ¿Nos liderarían ellos? ¿Los repudiaríamos por ser distintos a nosotros? ¿Se encontraría un equilibrio inclusivo donde todos fuéramos iguales cuando ni siquiera somos capaces de hacerlo en temas tan sencillos como la raza o la orientación e identidad sexual?
En Los linajes de la magia presentamos una sociedad contemporánea que ha sido moldeada a lo largo de la historia por la existencia de magos.
En Ólenar, las nueve familias de magos más poderosas han reinado desde la Antigüedad, pero cuando los no magos fueron capaces de plantarles cara gracias a la invención de las armas modernas, exigieron que se instaurara una democracia, dando paso a una sociedad más igualitaria.
Liss y Delfos pertenecen a dos de las Grandes Familias de magos. A pesar de que su estatus ha cambiado dentro de la sociedad, siguen siendo personas conocidas y relevantes debido al poder de su magia. Ambos protagonistas deben mantener las tradiciones y reputaciones de sus respectivas familias, lidiando con las opiniones positivas y negativas del resto de la sociedad, que hoy en día se han masificado debido al auge de las redes sociales.
El Torneo donde los miembros de las Grandes Familias compiten entre sí se acerca, y tanto Liss como Delfos deberán prepararse para él, enfrentándose tanto a la opinión pública como a sus propios problemas.
Con este libro hemos intentado hacer una crítica a cómo las ideas radicales se instauran en grandes grupos de la sociedad, llevándolos a cometer actos atroces y a exigir verdaderas barbaridades. En Ólenar encontraréis personas muy distintas con ideas diferentes; algunos están convencidos de que los magos son seres superiores que deben gobernar sobre los demás, otros temen a la magia y piden medidas que identifiquen a aquellos con poderes para sentirse más seguros. Estas corrientes de pensamiento llevarán a la aparición de grupos radicales y de partidos políticos que exigirán que el gobierno tome medidas al respecto.
Las disputas entre unos y otros se verán fuertemente reflejadas en las redes sociales, afectando de forma directa a los protagonistas, debido a que son las caras visibles que más representan a los magos.
Este será el punto de partida de una historia que entreteje tramas de acción, humor, secretos y un variado elenco de personajes carismáticos.

R. Drake con «Los linajes de la magia»
Forjando la idea desde distintos puntos del globo
Se nos ocurrió la idea de escribir un libro entre los dos tras años de compartir nuestros propios proyectos y ver que tanto nuestro estilo como las historias con las que disfrutábamos eran similares.
Hasta entonces, ninguno de los dos habíamos sido capaces de acabar una novela entera, y pensamos que, al escribir juntos, podríamos motivarnos mutuamente.
Tras preguntarnos qué tipo de historia queríamos crear, decidimos los elementos que debían aparecer en la misma: fantasía, escenas épicas y humor absurdo. Mucho humor absurdo.
Desde un principio pensamos en un grupo de familias poderosas, y rápidamente nos dimos cuenta de que queríamos escapar del cliché de la fantasía medieval, por lo que nos propusimos imaginarnos cómo sería un mundo contemporáneo donde también hubiera magos.
Como inicio, cada uno creamos nuestro propio personaje, naciendo así Liss y Delfos, quienes resultaron ser tan distintos que se complementaron bien como protagonistas.
Lo gracioso de todo el proceso es que en esa época R. Drake vivía en Japón, y R. Cosmo en España, por lo que nos enviábamos horas de audios en los que debatíamos las ideas que se nos iban ocurriendo. Al estar en distintos husos horarios, el que recibía los audios se pasaba la mañana escuchándolos, luego los respondía, y se iba a dormir mientras el otro los escuchaba y respondía.
El proceso de escritura del primer manuscrito comenzó en enero de 2020, cuando volvimos a estar en el mismo país, y duró hasta finales de abril. Previamente a sentarnos a escribir, decidimos la escaleta de capítulos y lo que ocurría en ellos, nos los dividimos y nos pusimos manos a la obra. Durante el proceso de escritura, algunos personajes secundarios fueron cobrando más relevancia dentro de la trama, y nos dimos cuenta de que necesitaban su propia voz, por lo que tuvimos que añadir nuevos capítulos para darles el espacio que requerían.
Una vez terminado el proceso, dejamos que nuestros lectores alfa nos dieran sus opiniones, y con la información que nos transmitieron, además de nuestras propias anotaciones, nos pusimos con la tediosa tarea de corregir el manuscrito, lo cual nos llevó otros dos meses.
Nuestra experiencia con el mundo editorial
Una vez terminada la novela realizamos una lista con todas las editoriales en las que pensábamos que Los linajes de la magia encajaba. Descartamos en todo momento cualquier editorial de coedición, ya que no somos afines a su método de trabajo puesto que exigen dinero para publicar tu obra y luego, por lo que conocemos, no le dan una difusión adecuada y tu libro queda inútil. Nuestro sueño siempre fue publicar de forma tradicional, mandamos el manuscrito a Valhalla Ediciones y en muy pocas semanas nos ofreció un contrato que concordaba con lo que queríamos.
Llevábamos tiempo siguiendo el trabajo de la editorial y siempre nos había gustado lo que enseñaban, su profesionalidad, y el esmero que ponen en sus ediciones y portadas, por lo que no dudamos en aceptar la oferta.
El trato con Valhalla Ediciones ha sido en todo momento agradable y satisfactorio. El trabajo que hizo la ilustradora con nuestra portada es maravilloso, ya que tuvo muy en cuenta nuestras preferencias y plasmó nuestra idea mucho mejor de lo que nos habíamos imaginado. Estamos completamente enamorados con el resultado final del libro, lo cuidada que ha quedado la edición, la portada, los diseños de interiores, etc.
El libro salió en preventa a mediados de mayo, y se puso a la venta en de junio. La acogida que tuvo en preventa fue enorme, tuvimos que dedicar un palé lleno de libros. Estamos muy agradecidos con el apoyo recibido y el interés de la gente en nuestro trabajo.
¿Qué rumbo seguiremos a partir de ahora?
Tanto R. Cosmo como R. Drake hemos continuado trabajando en nuestros propios proyectos, que esperamos que no tarden en ver la luz, y seguimos abiertos a volver a escribir juntos, puesto que la experiencia ha sido tan buena y nos ha proporcionado la oportunidad de publicar nuestra primera novela.
Estamos convencidos de que este es solo el principio del camino.
Sic parvis magna. La grandeza nace de pequeños comienzos.
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Cómo escribir historias originales
Mucha gente se piensa, sobre todo cuando comienza a escribir, que tiene que ser muy original en sus historias; de lo contrario, lo que escribe no sirve de nada.
El resultado es malo a rabiar: si juegan con el estilo, parece escritura automática, las normas gramaticales no es para ellos; la historia no tiene ni pies ni cabeza, eso no va a ninguna parte; se saltan las cuestiones técnicas por ignorancia, no por creatividad; hay una ausencia completa de la perspectiva del autor…
Las historias no son originales, sino descabelladas, desconcertantes, ininteligibles. Como vomitar en un lienzo y llamarlo cuadro.
Otra cuestión es que tu novela sea una copia de otra, o que al leerla, el lector piense automáticamente en momentos similares de otras historias, que es lo que veremos al final de este artículo.
Esta gente quiere construir catedrales antes de saber moldear castillos de arena. Escribir ficción es un oficio, y como tal, hay que aprender gradualmente, porque son muchas, las técnicas que tiene y practicarlas y practicarlas. ¿Quién nace sabiendo escribir novelas? Si alguien conoce a un bebé con talento innato para escribir novelas, por favor, que me lo presente. Sería un caso único en la historia de la humanidad.
Esta obsesión con la originalidad también se traduce en buscar temas originales: “No voy a contar lo de siempre, contaré algo que nadie ha contado”. Rechazan una historia de amor, porque ya hay muchas contadas, o de desamor, o de superar el duelo, de luchar por tus sueños para alcanzar la felicidad, de superación y esperanza, o de desesperanza, de ir desentrañando el sentido de la vida mientras vivimos, de encontrar a Dios o de dejar de encontrarlo, de la grandeza de las personas o de sus miserias. Temas, en definitiva, sobre lo que a los humanos nos hace humanos.
En los casos más graves, que provoca un bloqueo tan grande que el que lo sufre no escribe nada, la obsesión es por encontrar una idea tan original que no se le haya ocurrido a nadie para escribir una novela. Se devanan los sesos y jamás la encuentran. Es una búsqueda infructuosa y sin sentido.
A la hora de escribir historias, nadie es completamente original (a menos que escribas un libro ilegible que no lee ni Cristo: La deconstrucción marxista de la vida de una ameba, o algo de esa calaña), y lo que creamos es una amalgama de cosas vistas, leídas, vividas, imaginadas, reflexionadas… Las pasamos por nuestro filtro personal y de toda esa mezcolanza sale algo único. Que sea único no significa que sea raro. Es único porque es una historia que en cierta manera es personal —que no autobiográfica—, y mantiene algunos de los elementos y patrones de las historias para que conecte con el lector. Si no existieran esos elementos, tendríamos a nuestra amiga la ameba marxista deconstruida.
Realmente con las ideas no hay que buscar lo muy original, porque la originalidad viene en el desarrollo de esas ideas y cómo vamos a combinar los elementos narrativos. Además, con una única idea original no tienes nada, ya que para escribir novelas necesitas tener un flujo constante de ideas que vas enlazando, y cuando estás metido en la historia, ya sea dándole vueltas o escribiendo, es cuando se te ocurren las mejores ideas. Si no tienes práctica, es muy raro que tengas una gran idea en frío. Por eso no tiene sentido obsesionarse con encontrar esa idea que nunca antes nadie ha tenido.
Por mi experiencia, y lo que he visto con mis alumnos del curso de escritura creativa, la práctica hace que seamos capaces de reconocer cuáles son las ideas y los temas que nos importan de verdad, y de desarrollarlos de forma personal, incluso sabiendo que en esa historia hay muchas influencias de películas, novelas y series, y de nuestras vivencias.
Tienes que formarte para que te expliquen cuáles son esos elementos narrativos y cómo se combinan (personajes, conflictos, temas, trama y estructura, épocas y lugares, tensión dramática, descripciones, diálogos, tono, pensamientos, punto de vista, estilo…) leer muchísimo, escribir muchísimo, reflexionar sobre lo que lees y escribes, y con el tiempo desarrollarás historias a tu manera.
Lo siento, pero no existen atajos, y te tienes que empapar y sumergir en muchas novelas; no vale solo con ver series y películas.
Tu historia es igual a otra
Hace poco una alumna me entregó un relato que estaba bien escrito, resultaba interesante, tenía desarrollo y conflicto, y buenos personajes.
El problema es que era un calco de Contacto, de Carl Sagan: astrónoma, señales de audio del espacio, politiqueo, pros y contra de entrar en contacto, ciencia frente a religión, ser la elegida…
Le dije que para el curso estaba bien, pero en cualquier concurso o editorial de ciencia ficción se darían cuenta y se lo rechazarían de lleno, por bien escrito que estuviera.
Por mi experiencia, esto de escribir algo muy similar a una obra existente, ya sea novela, película o serie, se puede dar por cuatro motivos:
1) Falta de práctica. Todavía no tienes experiencia y no eres capaz de tener ideas propias para historias, así que lo que haces es construir puzles con piezas de otras historias; resulta algo muy trillado y es muy obvio de dónde has sacado las piezas. La solución es que practiques y practiques y practiques.
2) Acabas de leer o ver la obra y te ha influido demasiado. En cuanto te das cuenta de que está pasando esto, o dejas de escribirla y te pones a otra cosa, o comienzas a darle vueltas a la historia y a hacer cambios para que no se parezca a la otra. Con la práctica es muy raro que te pase esto.
3) Hace mucho que te leíste la obra, apenas recuerdas qué pasaba, pero de forma inconsciente acabas recreando la misma obra, o partes de ella.
Esto es una cosa que a la gente poco creativa le cuesta creer, y que cuando salta a los titulares, hace que piense automáticamente que es un plagio. A veces es un plagio, a veces es esto: la información está en tu mente, pero no la recordabas, y creas algo que estás convencido que es original.
Cuando terminé mi primera novela en 2012, un amigo me dijo que sucedía algo igual a Entrevista con el vampiro, de Anne Rice. Soy incapaz de recordar ese momento de la novela, o de la película de Neil Jordan; de hecho, apenas recuerdo cosas de esas obras.
Un día, inspirado, me dio por desarrollar en mi mente un thriller histórico con componentes paranormales. Estaba emocionado, todo encajaba, hasta que me di cuenta de que estaba recreando El ocho, de Katherine Neville. Me leí Entrevista con el vampiro y El ocho hace siglos, cuando internet era algo que solo veíamos en las pelis americanas.
Mi alumna reconoció que había visto Contact, el film de Zemeckis basado en la novela de Sagan, hacía mucho tiempo, y que no lo recordaba bien.
Si te pasa esto, y alguien te señala los momentos iguales, puedes sopesar si son muy puntuales y poco importantes, en cuyo caso no pasa nada (si te los señalan cuando se haya publicado, para ahorrarte explicaciones dices que es un homenaje), o si es una historia que se parece tanto a otra que inmediatamente piensas en la otra obra, que es lo que le pasó a mi alumna. En ese caso tienes que hacer borrón y cuenta nueva: la desechas, o le das muchas vueltas hasta lograr encontrarle una perspectiva y un desarrollo distintos. No sé si merece la pena lo de darle vueltas y vueltas.
Y si la copia de la otra obra son muchos momentos y momentos importantes, puedes plantearte buscar alternativas para contar esos momentos de otra forma, y que no remitan al original.
4) Pura casualidad. Le pasó a Amenábar con Los otros y El sexto sentido. De nuevo, a los poco creativos les cuesta creer esto y piensan en plagios, pero no es nada raro tener ideas similares para historias parecidas. Cuando se estrenó Los otros, yo estaba convencido de que Amenábar había copiado a Shyamalan; años más tarde, cuando me puse a escribir, me di cuenta de que a Amenábar le había pasado esto.
Yo estaba creando en mi mente una maravillosa fantasía juvenil, y una escritora, Ana González Duque, cuando se la comenté me dijo que eso era Los últimos años de la magia, de José Antonio Fideu, que encima había ganado el Premio Minotauro. No tenía ni idea de que existiera esa novela. Me la compré, y sí, la premisa era exactamente la misma, aunque el desarrollo no tenía nada que ver, así que es posible que la acabe escribiendo.
Si te pasa esto, la solución es igual que en el anterior punto. Si son pocos momentos, sigue adelante; si el desarrollo va a remitir automáticamente a la otra novela, tal vez tengas que cambiar de proyecto, a menos que te compense darle muchas vueltas para encontrar una perspectiva distinta.
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Entrevista a Chiki Fabregat
Chiki Fabregat creció escuchando cuentos en los que ella y sus hermanos eran los protagonistas, ya que su padre era Antonio Manuel Fabregat, un escritor de libros infantiles, y gracias a él se enamoró de la literatura infantil y juvenil.
Cuando comenzó a escribir, renegó de ese género y se empezó en escribir para adultos, pero el aburrimiento pudo con ella. Así que volvió a lo que realmente amaba: la literatura infantil y juvenil.
En 2002 descubrió la Escuela de Escritores y cambió su vida. Poco a poco se fue involucrando en la escuela y de alumna pasó a profesora, y de ser aspirante a escritora a ser escritora publicada.
En 2021 ganó el premio Gran Angular de SM con la novela El cofre de Nadie.
En esta entrevista hablamos de su carrera literaria y como profesora de escritura creativa.
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Entrevista a Chiki Fabregat
Te empeñaste en escribir para adultos durante años, pero acabaste escribiendo literatura infantil y juvenil. ¿Cómo fue esa evolución?
Fue un proceso largo de aprendizaje, porque creo que, si no hubiera intentado escribir todos los géneros y para público adulto, no tendría los mismos recursos que tengo ahora. Es verdad que cada uno debe escribir lo que le apetece, pero salirse de eso que llamamos “la zona de confort” nos obliga a explorar, a mejorar y nos enfrenta a retos que, de otra manera, nunca afrontaríamos. Yo aprendí muchísimo aquellos años porque estuve con algunos de los mejores profesores de Escritura Creativa que hay en España. Y no fue un proceso traumático, en absoluto, más bien lo considero como un camino que me permitió saber qué quería escribir.
¿Crees que hay gente tan obsesionada con escribir un género específico, o pensando en un público específico, que está matando su creatividad?
No lo sé, es posible que haya autores que se empeñan en escribir algo que triunfe y que centran todo el esfuerzo no en contar una buena historia, sino en contar la que un público masivo quiera leer, pero me da la sensación de que eso es un camino hacia el fracaso. Bastante difícil es que el resultado final de lo que escribes te satisfaga, como para añadirle el escollo del listón de ventas. Pero lo cierto es que no sé si esto ocurre ni cuánto pasa, quiero creer que, si se da, es algo anecdótico y que la mayoría de los que nos dedicamos a esto lo hacemos desde la sinceridad de ofrecer lo mejor de nosotros como escritores.

Novelas juveniles de Chiki Fabregat
¿Cómo llegaste a Escuela de Escritores y por qué te quedaste en ella?
Me apunté a un curso online allá por el año 2002, creo recordar. Descubrí la Escuela de Escritores porque mi hermana (la también escritora Ana Fabregat) encontró una publicidad en el cristal de un coche y nos lanzamos las dos de cabeza. Era entonces una escuela pequeña en la que nos conocíamos todos y yo me puse muy pesada con que tenían que ofrecer un curso de Literatura Infantil y Juvenil. Cuando por fin lo hicieron, me inscribí y al poco tiempo me ofrecieron impartirlo, porque el profesor que lo estaba dando no iba a seguir. Yo trabajaba de secretaria en una academia, y durante unos años compatibilicé ambas tareas hasta que tuve que decidir entre quedarme al frente de la empresa en la que trabajaba o dedicarme de lleno a los talleres. Tardé un nanosegundo en elegir. De una manera bastante gradual fui metiéndome más en la Escuela, involucrándome en proyectos nuevos y hace ocho años me ofrecieron coordinar los talleres presenciales de Madrid a lo que, otra vez, respondí en segundos.
Como profesor de escritura creativa, una objeción que me suelo encontrar, incluso en alumnos que se han apuntado a mi curso, es la noción del talento, del se tiene o no se tiene y a escribir no se puede aprender. ¿Te pasa a ti? ¿Qué opinas?
Creo que a esa pregunta nos hemos enfrentado todos. Incluso nos la hemos hecho la mayoría sobre nuestro propio talento. El talento existe, pero hay que darle solo la importancia que tiene. La escritura y el escritor están muy mitificados, hay mucha gente que tiene una idea de la profesión como algo romántico, maldito, exclusivo para unos pocos elegidos. Para mí la escritura tiene, como todas las artes, un componente innegable de talento, pero si ese talento no se trabaja no sirve para nada. O sirve para poco. No todo el mundo puede ser un grandísimo escritor, como no todo el mundo puede ser un virtuoso del piano o de la danza, pero cualquiera puede escribir y hacerlo cada día un poquito mejor si adquiere la técnica y los recursos necesarios. La escritura es intuición, pero sobre todo es técnica y, mientras sigamos pensando que los escritores son elegidos tocados por la varita de la genialidad, estaremos desaprovechando la oportunidad de aprender a escribir.
¿Qué diferencias ves, a la hora de enseñar, entre la literatura para adultos y la infantil y juvenil?
La libertad. Los escritores de Literatura Infantil y Juvenil nos sentimos más libres para experimentar. No sé los motivos, creo que tiene que ver con las expectativas, con que nuestros nombres son menos importantes que nuestros libros, pero no lo sé. El caso es que la mayoría estamos en esto solo por placer, porque nos divierte y con los alumnos pasa igual. Las expectativas sobre el resultado ahogan y agobian más a los estudiantes de escritura para adultos que para niños y jóvenes, o al menos esa sensación tengo yo después de tantos años enseñando. Eso, desde el punto de vista del profesor, se traduce también en libertad para proponer juegos, para hacer que los alumnos disfruten mientras aprenden. Pero también puede ser una visión muy sesgada, porque me gusta más y me divierte más enseñar LIJ, así que igual no son ellos, los alumnos, sino yo quien disfruta de esa libertad y quien se atreve a ser libre.
¿Y qué diferencias ves a la hora de escribir esos tres géneros?
Aparte de lo que te comentaba de la libertad creo que no hay diferencia. Al menos en mi caso. Escribo con la misma seriedad y la misma responsabilidad sea cual sea mi público. Me gusta más escribir para niños y adolescentes, lo disfruto más y siento que puedo aportar algo diferente. Jamás he pensado que un cuento para adultos que yo haya escrito vaya a provocar una reacción en el lector, que vaya a cambiarlo en algún sentido, pero sí lo creo de lo que escribo para público más joven. En literatura general hay autores maravillosos a los que admiro y leo, consciente de que jamás estaré donde ellos están, porque no tengo nada que aportar en ese campo. En infantil y juvenil, en cambio, tengo compañeros a los que admiro y leo y con los que creo que comparto el espacio.
En la actualidad, me parece que existe una obsesión por publicar a toda prisa, el marketing desbocado y querer el éxito inmediato. ¿Qué piensas al respecto? ¿Cuánto tiempo te llevó a ti publicar desde que decidiste ser escritora, y cómo fue el proceso?
Yo fui la escritora más lenta de la Tierra en darme cuenta de que quería publicar. Estuve quince años como alumna de los talleres y como profesora antes de embarcarme en la escritura de una novela. Algunos de mis alumnos publicaban y tenían bastante éxito mientras yo seguía sin notar ese deseo. Ahora, con distancia, lo veo y pienso que fue una bendición no tener prisa, porque aprendí sin presiones. Una vez que escribí mi primera novela sí, quise ser escritora publicada y encontrar editorial, lectores y entrar en ese circuito y lo cierto es que tuve mucha suerte, porque recibí un par de rechazos, muy bien argumentados y de los que dejan buen sabor de boca, y un sí rotundo en pocos meses. También es verdad, y creo que esto es importantísimo, que mi primera novela fue una novela fácil de escribir y que el resultado era suficientemente digno como para hacerse un hueco en el catálogo de una editorial. De no ser así, puede que la frustración de no saber terminarla o la de no poder venderla me hubiese llevado por otros caminos.

Libros infantiles de Chiki Fabregat
Enhorabuena por el premio Gran Angular por El cofre de Nadie. ¿Qué sentiste cuando te enteraste de que habías ganado? Muchos aspirantes a escritor se quejan de que los concursos están dados, que no hay nada que hacer, y no hacen más que cabrearse. Cuéntanos cómo fue el proceso de presentar la novela a SM, y todo el tiempo que pasó hasta que te dijeron que habías ganado.
Muchas gracias.
Enfadarse por no ganar un premio es un mecanismo de defensa de nuestro ego. Muchas veces ganan autores a los que ya conocemos y es fácil quedarse en la idea complaciente de que ellos entran por una puerta distinta, pero la realidad es que esos autores que ganan convocatorias de premios cada poco suelen trabajar mucho, presentarse a todos los concursos, año tras año, recibir el no y seguir con la cabeza metida en las teclas, diseñando el siguiente proyecto. Luego nos quedamos en el “ha vuelto a ganar Pepita” y nos olvidamos de que Pepita se ha presentado quince veces ya a ese concurso y en todos los casos con novelas muy buenas y muy dignas del galardón.
En el caso de El cofre de Nadie seguí el mismo proceso de siempre. Cuando termino una novela busco en qué concurso puede encajar, la envío y me olvido de ella, porque los procesos de selección duran meses y sería una tortura estar pendiente. Esta novela me pareció que podría encajar en la colección juvenil de SM, pero más en la colección que en el premio, ganarlo era solo un sueño remotísimo, mi objetivo era que les gustase y la publicaran.
Cuando me llamaron de la editorial tardé un poco en darme cuenta de lo que me estaban diciendo. Creía que me llamaban para decirme que les había gustado y que la publicarían, fuera de concurso, que a fin de cuentas es para lo que me presento a los premios. Pero Berta Márquez, la editora, me estaba dando la enhorabuena y me hablaba de los miembros del jurado, así que caí en la cuenta de lo que eso significaba y, a partir de ahí, solo usé monosílabos (Ay, jo, jo, ay, ay) y debí de darles la impresión de estar dormida o aletargada, no sé. Tuve la grandísima suerte de que ese año, con la dichosa pandemia, el jurado se había reunido en videoconferencia, así que me invitaron a reunirme con ellos y allí estaba yo, con el pantalón del pijama y un jersey que me había puesto a toda prisa, dando las gracias y soltando monosílabos como una loca.
Los cinco meses que pasaron desde que la envié hasta a llamada, no me preocupé ni de la novela ni del premio, empecé otro proyecto y seguí trabajando.
Cuando escribes novelas, ¿cuál es tu método de trabajo? ¿Sacas la escaleta? ¿Improvisas sobre la marcha? ¿Cuánto tiempo te lleva completar una novela desde la idea original hasta que la envías a editoriales?
Odio que me hagas esta pregunta porque me debato entre mentir como una bellaca y contar algo muy sesudo y muy programado o decir la verdad: que necesito escribir para pensar. Yo empiezo a escribir sin rumbo porque no soy capaz de planificar en el vacío. Cuando llevo unas páginas escritas paro y me pregunto qué estoy contando, por qué, qué mueve a mi personaje… Ahí suelo recurrir al cuaderno y a la escritura manuscrita. En ese momento sí, planifico un poco, borro mucho, y luego sigo. Todo el proceso es así, a trompicones. Y me encantaría hacerlo de otra forma más organizada, pero no soy capaz, aunque prometo que lo he intentado. Esto implica escribir mucho y borrar mucho. Siempre lo comparo con los perros que salen de paseo y que, mientras el dueño camina diez pasos, ellos hacen cincuenta porque van y vienen. Yo soy el perro que va y viene y que hace y deshace el camino muchas veces. No es la mejor manera, no es la más eficaz, pero es la que me sirve.
No puedo decir cuánto tardo porque depende de mil factores. Uno de esos factores es el tiempo. Suelo terminar un par de novelas al año, una de juvenil (más extensa) y una de infantil (más corta). El mes de agosto, cuando estoy de vacaciones, es el mes en el que termino, corrijo y doy por buenas esas novelas y coincide perfecto con el envío a los premios, que la mayoría tienen plazo hasta finales de agosto o principios de septiembre.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere ser escritor y está empezando?
Que sea paciente. Que, si puede, se quite de encima la presión de las expectativas y escriba, sin más. Que descubra qué escritor es, cuál es su voz, su lugar. Publicar es maravilloso. Ganar premios es más maravilloso todavía, pero lo bueno, lo que nos hace escritores, es contar una historia, de principio a fin. Y sin eso, no llega nada de lo demás.
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La fórmula de las historias
No me gusta hablar de fórmulas de historias, porque inmediatamente la gente piensa en el dichoso viaje del héroe, o las 20 tramas maestras, o en puntos de giros que tienen que ir en momentos precisos, como si escribir novelas fueran matemáticas.
Pero sí que me he dado cuenta de que hay un patrón al que puedes volver si te pierdes cuando estés escribiendo, y siempre te va a permitir seguir adelante si estás bloqueado. Da igual si eres escritor de mapa o de brújula.
Lo he descubierto porque constantemente lo pongo en las correcciones a mis alumnos. Sé que hablo de ello a lo largo del curso, varias veces, pero escribir es tan complejo que muchos lo olvidan y no hay una lección en exclusiva sobre esta fórmula.
Normalmente mis alumnos cuando se pierden, vuelven al estilo, y no hacen más que retorcer frases y desenterrar palabras muertas, que es algo que tienen integrado desde que eran niños, aunque ni mucho menos eso te permita escribir historias; o lo que pasa en la trama deambula más que un borracho un sábado a las seis de la mañana: no hay manera de saber hacia dónde va eso, ni qué es lo importante.
¿Cuál es la solución en estos casos?
La fórmula de las historias.
La fórmula de las historias
Esta es la fórmula de las historias:
Historia = Personaje + Conflicto + Resolución
Y nunca pierdas de vista el patrón causa-efecto: esto provoca esto, y eso lo siguiente, y eso lo siguiente… Como si fuera una construcción con piezas de dominó que van golpeándose unas a otras.
En las historias, en cierta manera, todo lo que sucede está interrelacionado, y todo está por algún motivo.
Conflicto, conflicto, conflicto. En las historias, siempre vamos a tener personajes que quieran algo, o que huyan de algo. Y eso provoca un conflicto: los fuerza a hacer cosas.
Kurt Vonnegut decía que tenías que hacer que los personajes siempre quisieran algo, aunque fuera un vaso de agua, porque eso hacía que se pusieran en movimiento y pasaran cosas.
A veces he tenido que corregir cuentos donde los personajes durante páginas se quedaban reflexionando sobre lo divino y humano, y no movían un dedo. Imagino que tuvieran obesidad mórbida. Era un suplico leer eso, para qué mentir.
Mucha gente se pierde con la noción de conflicto. Piensan que es que los personajes se arrojen los trastos a la cabeza, o que tienen que huir de una estampida de elefantes, o evitar que un asteroide parta en dos la Tierra. Que sí, que son conflictos, pero también pueden ser mucho más sutiles.
Me gusta decir que un conflicto es un asunto por resolver. Un personaje quiere alcanzar algo, y hasta unas cuantas páginas más adelante, no sabemos si lo logrará. Y no hacemos más que ponerle obstáculos para que no lo logre. O huye de algo, y eso nos hace leer como locos para saber qué pasa.
Al principio de la historia presentamos a un personaje y algo por resolver, y durante muchas páginas no resolvemos ese conflicto. Hay tienes tensión, hay tienes una historia.
Una de las primeras lecciones que enseño es que los escritores somos malos: cogemos a un personaje, agitamos su mundo (le arrojamos un conflicto) y no vuelve a estar tranquilo hasta el final. Eso es, básicamente, la fórmula con otras palabras.
No necesariamente ese personaje va a ser el protagonista, ya que puede aparecer más tarde. Y los conflictos se pueden ir encadenando: este se resuelve y lleva a otro, y ese a otro (causa-efecto, ¿recuerdas?), hasta que aparece el conflicto principal, que es el que permanece más tiempo abierto y se resuelve en el clímax.
Cuando veas que la historia se te va de las manos o que no sabes cómo continuar, simplemente plantéate quién es tu protagonista y qué es lo más importante que quiere lograr. Eso te dará el conflicto principal de la historia.
Los conflictos también los puedes utilizar dentro de las escenas. ¿Qué quiere lograr el personaje en esta escena? Cuando lo logra (lo ha resuelto), es cuando pasas a la siguiente escena, con un conflicto que ha evolucionado del anterior (causa-efecto).
Y así, amigo, vamos tejiendo las historias.
Pero, ay, yo no quiero hacer sufrir a los personajes. Bueno, pues no seas escritor. Pero, ay, es que quiero escribir feel good. Bueno, la gran Jojo Moyes escribe feel good, y sus historias están llenas de conflictos. Pero, ay, es que no me sale eso de los conflictos. Bueno, a mí tampoco me salía pero con la práctica y mucho esfuerzo, aprendí.
No puedes prescindir de los conflictos, por mucho que te cueste crearlos, mantenerlos abiertos y resolverlos.
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Cómo escribir terror en España, por Esteban Díaz
Escribir novelas de género fantástico en nuestro país, y, sobre todo, novelas de terror, no es sencillo, puesto que los lectores españoles hasta ahora solían pensar que todo lo que viene de fuera de nuestras fronteras es mejor y si ya has leído a Stephen King o a Clive Barker no puede haber nada en nuestro idioma que se pueda comparar, y está claro que autores como los citados son incomparables, pero no todo lo que llega de fuera tiene esa calidad, y en castellano hay grandes autores, tanto de fantasía como de novela de horror que merecen una oportunidad. Por ejemplo, me gustaría recomendar una novela de terror en castellano que no tiene nada que envidiar a la de los grandes autores mencionados. Se trata de la novela de la argentina Mariana Enríquez Nuestra parte de noche, que me fascinó al leerla.
En un género prácticamente dominado por los autores anglosajones, creo que la manera de escribir terror es hacerlo desde el corazón. He ido aprendiendo a lo largo de los años que quizá no sea lo mejor copiar la fórmula anglosajona, sino buscar las raíces de nuestro terror autóctono y utilizarlas. Modernizarlas, sacarles brillo y presentarlas ante el lector esperando que aquello que asustaba a nuestros abuelos haga lo propio con sus nietos y biznietos. Pondré como ejemplo mis tres novelas del género, todas ellas publicadas en Albertos Santos Editorial. Comencé mi andadura bajo este sello editorial con Deméter, una novela que, como todos los aficionados al género que se precien ya sabrán con solo leer su título, trata sobre el viaje de Drácula hasta Londres solamente esbozado en la novela de Stoker a modo de un diario de bitácora. Deméter es una novela de terror clásico, gótico, muy del siglo XIX, claro homenaje al genio irlandés. Por lo tanto es una historia muy inglesa y no tiene nada que ver con nosotros, salvo que es el terror clásico que todos hemos leído desde niños. Pero me refiero a que no tiene demasiado en común con lo propiamente nuestro, sino con los maravillosos desvaríos de un señor irlandés que sin proponérselo creó una obra maestra. Es el terror que navega en la Deméter un horror basado en el ambiente opresivo de un barco. Un monstruo, el más icónico de todos los monstruos, en un espacio cerrado del que no se puede escapar y solo queda aguardar la muerte.

Novelas de terror de Esteban Díaz
Por su parte, mi segunda novela del género, Ocaso, es un cuento de horror moderno, una fantasía oscura plagada de terror psicológico. Un lugar que atrae a ciertos personajes para alimentarse de sus miedos y sus pesadillas. Está ambientada en España, en los Picos de Europa para ser más exactos, pero sigue siendo una novela completamente estadounidense en su estilo y concepción. Una novela, por así decirlo, muy de película de terror americana. El situarla dentro de nuestro territorio es un paso adelante hacia el lugar que buscaba sin darme cuenta y que encontraría en mi siguiente novela, Santa Compaña, una historia de terror completamente situada en nuestra tierra, con los miedos propiamente que nos pertenecen, que tenemos en el subconsciente colectivo y que no nos han sido impuestos por la literatura y las películas foráneas que leímos y vimos en nuestra adolescencia. Creo que el nicho de los autores de nuestro país tiene que encontrarse en el folclore, los mitos y leyendas propios de nuestra tierra, como Mariana Enríquez hace en la novela antes mencionada con el folclore y la historia Argentina, y de eso precisamente trata Santa Compaña. Un profesor de la Universidad de Salamanca a principios del siglo XX se dedica a investigar todo tipo de casos extraños que caen en sus manos, la mayoría de ellos entroncados en esos mitos ibéricos de los que os hablo y que nos hacen descubrir criaturas terroríficas a la par que extraordinarias sobre las que nuestros abuelos contaban historias a la luz de la lumbre, pero de las que apenas conocemos por el nombre y no sabemos apenas nada más de ellas. Rescato del olvido a la santa compaña, a la guajona, la moura, y otros muchos seres surgidos de nuestras leyendas, para darles un papel protagonista en mi novela y creo que es la manera de escribir terror para cualquier escritor. Narrar historias que de verdad le competen. Hundiéndonos en las profundidades más oscuras de nuestros mitos en busca de aquello que nos aterrorizaba ya hace cientos de años y modernizar estas historias para que nos aterren ahora.
Asusta al lector
Con respecto a la manera de conseguir asustar al lector en una novela de terror, opino que lo principal es hacerlo partícipe de la trama mediante el hecho de conseguir que los personajes de la historia le importen y sienta como propios sus miedos y sufrimientos. Si se consigue que el lector empatice con los personajes, sin duda tenemos mucho terreno ganado a la hora de hacer que al leer sienta un ligero escalofrío recorriendo su columna vertebral.
Otro elemento a tener en cuenta es sin duda la ambientación, cuanto más tenebrosa y real sea, más fácil será sumergir a los lectores en la pesadilla que tratamos de crear. Un libro no es como una película en la que pueden asustarnos solo con una imagen fugaz y un golpe de sonido que nos dé un vuelco al corazón. Cada situación terrorífica tiene que ser muy elaborada y ambientada para conseguir llegar al efecto deseado, que consiste en que la inquietud se apodere del lector con cada página leída, generando una sensación de desasosiego en él que continúe acompañándolo cuando cierre el libro, apague la luz de su mesilla y se enfrente a la oscuridad tapado hasta la cabeza con la manta.
Opino también que es importante el monstruo o ente oscuro al que nos enfrentamos. Cuanto más original, terrorífico y sorprendente sea la amenaza, más expectativas creará y es sin duda el gancho principal con el que atrapar a aquellos que lean nuestras páginas.
Como comentario final quiero exponer que estoy notando en mi propia experiencia que el terror en castellano, ambientado en nuestra tierra, comienza a funcionar muy bien entre los lectores y eso es una gran noticia para todos aquellos que nos dedicamos a perseguir nuestros sueños escribiendo novelas de género fantástico en nuestra lengua.
Puedes seguir a Esteban Díaz en Facebook y Twitter, y puedes visitar su página web.
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