Diario de un escándalo [7]

Cartel original de Diario de un escándaloNotes on a Scandal

(Reino Unido, 2006, 92 min)
Dirección:
Richard Eyre
Guión:
Patrick Marber
Intérpretes:
Judi Dench
Cate Blanchett
Bill Nighy

Relaciones prohibidas, relaciones condenadas al fracaso desde el primer momento. De eso va esta tensa película. Basada en una novela de Zoe Heller, finalista del Brooker Prize (algo así como el Premio Planeta por estas tierras) en 2003, relata de historia de una profesora de instituto lesbiana (Judi Dench) que se enamora de una compañera recién llegada (Cate Blanchett). Para su desconsuelo, su objeto del deseo es heterosexual y vive en una casa acomodada con su marido y 2 hijos.
   Judi Dench se las apaña para hacerse amiga de Blanchett y poco a poco nos vamos dando cuenta que la vida ideal que ésta parece llevar, no es tal. Después de haberse sacrificado durante 10 años por su hijo con síndrome de down, decidió que necesitaba dar un giro a su vida y buscó trabajo en el instituto.
   Acontecimientos posteriores nos confirman lo frustrada que Blanchett se siente en su jaula de oro. Se enamora de un alumno de 15 años (interpretado por un actor de esa edad y no un actor de 25 fingiendo tener 15) e inicia una relación con él. Nunca llegas a saber si realmente se ha enamorado de él o lo utiliza como una vía de escape de su vida: se lía con un chaval de clase humilde que es todo lo contrario de su mayor y rico marido. Blanchett vuelve a ser una adolescente.
   La película te atrapa. Sabes desde un primer momento que esas relaciones fracasarán, que todo va a acabar mal. La lesbiana incapaz de encontrar amor y desesperada por amar no ve que la heterosexual no quiere compartir su vida con ella; de la misma manera, Blanchett se lanza a esa aventura aún a riesgo de perder todo (ama a sus hijos y aún quiere a su marido). Pero una vez que han empezado, ya no pueden parar e irán hasta el final. Es un film angustioso.
Cate Blanchett y Judi Dench en Diario de un escándalo
Cate Blanchett y Judi Dench

Puede que el guión esté bien, pero en lo que realmente sobresale esta película es en sus protagonistas. Ambas candidatas al Oscar (Dench como principal y Blanchett como secundaria), el duelo interpretativo es magnífico. Lo mucho que transmiten estas dos mujeres con tan pocas palabras. Incluso podrías quitar toda la voz en off de Dench y seguirías sabiendo lo que piensa. Vieja lesbiana virgen reprimida que sólo sabe hacer daño, llena de vitriolo y ponzoña. ¡Y cómo nos transmite Blanchett sus miedos y sus dudas! Grandes actrices. Dench no conseguirá su segunda estatuilla gracias a su compatriota Helen Mirren (“The Queen”).

   El punto débil de la película viene al final. Blanchett, de una forma tan torpe como el “ciudadano” mal escrito de “Infiltrados”, descubre que Dench le ha estado ocultado una información muy importante. Las actrices explotan y sueltan todo lo que habían estado reprimiéndose durante toda la película, haciendo explícito lo que ya sabíamos. Incluso aquí, ellas dos están maravillosas.
   En resumidas cuentas, una buena película con actuaciones sobresalientes. Muy recomendable.

El libro negro [7]

Cartel británico de El libro negroZwartboek
(Holanda, Alemania, Bélgica, 2006, 145 min)
Dirección:
Paul Verhoeven
Guión:
Gerard Soeteman
Paul Verhoeven
Intérpretes:
Carice van Houten
Sebastian Koch
Thom Hoffman

 

Después de casi siete años de inactividad, Paul Verhoeveen ha vuelto. Harto de Hollywood , que no le dejaba poner parte de su personalidad en sus películas (él mismo encuentra “El hombre sin sombra” muy impersonal), decidió volverse a su Holanda natal y trabajar desde allí. Aquí tenemos el resultado.
   La película, supuestamente basada en acontecimientos reales, narra la historia de una chica judía holandesa que, durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó de espía para la resistencia consiguiendo un trabajo de secretaria en las oficinas Nazis. Pero, como en toda buena película de Verhoeveen, todo es más complicado y ambiguo de lo que parece.
   Si esta ambigüedad hizo que mucha gente viera “Starship Troopers” o bien como una película fascista o simplemente una peli de efectos especiales (sin darse cuenta de la ironía que hay durante todo su metraje), o que la gente se preguntase quién era la asesina en la excelente “Instinto Básico” (antes de que Sharon Stone se hiciera famosa). Lo mismo sucedía con “Desafío Total”, film en el que es imposible saber qué es sueño y qué realidad; o en “El Cuarto Hombre”, donde nunca sabes si todo fue una casualidad, la protagonista es una bruja o es producto de la mente del escritor. En “El libro negro” la ambigüedad viene, en cambio, en los personajes.
   Tratándose de un thriller ambientado en la Segunda Guerra Mundial, lo fácil sería esperar heroicos miembros de la resistencia luchando contra perversos nazis (algo parecido a lo que nos da Guillermo del Toro en la parte real de “El Laberinto del Fauno”: milicianos contra fascistas en la posguerra española). Sin embargo, Verhoeveen nos da algo completamente distinto: nazis que resultan ser buenos, héroes de la resistencia malos, holandeses liberados peor que los nazis. Todo el mundo miente, pretende ser quién no es y nada es lo que parece.
Carice van Houten en El libro negro
Carice van Houten

Tal vez el principal problema de esta película sea que pasan demasiadas cosas. Es uno de esos films de causa-efecto: lo que sucede en una escena provoca que suceda algo que vemos en la siguiente escena. Y así sucesivamente. Y aunque nunca te pierdes, apenas tenemos tiempo para descansar de tanta acción.

   Pongamos por ejemplo el principio: la protagonista vive escondida con una familia. Un día, mientras toma el sol, un avión bombardea la casa donde vive. Los nazis, al ir a apagar el incendio, descubren su pasaporte entre los escombros. Un miembro de la resistencia le alerta de que los nazis saben de su presencia y tiene que huir. La chica se reencuentra con su familia. Huyen por el río. Un barco nazi les descubre. Hay un tiroteo… ¡y sólo han pasado 20 minutos!
   Tanta acción hace que Verhoeveen nos cuele casualidades sin que nos demos cuenta (como ese encuentro fortuito entre la protagonista y el abogado en el ascensor del cuartel general nazi) o elipsis que tal vez debieran estar más desarrolladas (esa explicación de pasada de cómo la protagonista fue encontrada, después del tiroteo, por un simpatizante de la resistencia; o el rescate del oficial nazi por un personaje que es la primera -y última- vez que vemos).
   A pesar de esta “acción sin parar”, la película merece la pena. Es un clásico Verhoeveen: la ambigüedad antes mencionada, una protagonista rubia, sexo, violencia y escenas imaginativas (como la última muerte del film, digna de Poe). No es su mejor película, pero su regreso es bienvenido.

Banderas de nuestros padres [5]

Cartel americano de Banderas de nuestros padresFlags of Our Fathers

(EE.UU., 2006, 132 min)
Dirección:
Clint Eastwood
Guión:
William Broyles Jr.
Paul Haggis
Intérpretes:
Ryan Phillippe
Jesse Bradford
Adam Beach

Clint Eastwood decidió, mientras rodaba esta película, rodar la versión japonesa de los mismo acontecimientos. Siendo él quien es, no tuvo ningún problema en conseguir la luz verde y por 70 millones de dólares hizo dos películas.
   Sin embargo, costando esta 55 millones, ha resultado ser un fracaso. En EE.UU. la taquilla fue decepcionante y el en el Reino Unido se estrenó hace tres semanas con más pena que gloria. Y aunque la crítica ha sido benevolente, sin llegar a las exageraciones que recibió su anterior película, se entiende su fracaso.
   Con una estructura muy ambiciosa, con tres historias contadas en paralelo y con saltos en el tiempo dentro de ellas, la película narra cómo manipularon los americanos la famosa foto del izamiento de la bandera de Iwo Jima para levantar la moral de su país y recaudar fondos para financiar la guerra.
   Tal vez lo más ambicioso de esta película, su estructura, sea lo que más la perjudique. Constantemente pasamos del presente, con los veteranos de guerra rememorando sus vivencias en la Segunda Guerra Mundial, al pasado, con escenas de guerra y una gira que hacen poco después tres soldados para vender bonos de guerra por Estados Unidos. Y es precisamente este constante ir y venir lo que hace que se nos hagan fríos los personajes, no llegas a conocer bien al batallón, y la supuesta camaradería que la película quiere transmitir, se quede en nada. Da la sensación que hay una descompensación entre las historias, y secuencias que deberían estar más desarrolladas se quedan en nada y anécdotas se estiran más de lo necesario, por mucho que al final se aten todos los nudos.Fotograma de Banderas de nuestros padres
   Y es curioso, ya que el guión tuvo una reescritura de Paul Haggis, quién viene haciendo hincapié en sus últimos trabajos en la relaciones personales (y siendo éste su punto fuerte): de la relación paterno-filial de “Million Dollar Baby” a la incomunicación de “Crash” pasando por el James Bond más humano en “Casino Royale”.
   Y aunque la estructura tenga buenos hallazgos, como ese corte brusco del desembarco a Adam Beach y Jessie Bradford discutiendo quién había estado y quién no en el izamiento de la bandera, la película jamás consigue crear el sentimiento de amistad que se crea en la guerra. Algo que conseguía, por ejemplo, “Salvar al soldado Ryan”, por muy imperfecto que fuera el film de Spielberg.
   Tal vez parte de la culpa la tenga el reparto. Sin estar mal (creo que sería imposible ver una mala interpretación en una película de Eastwood), los actores no llegan a la brillantez de los anteriores films del director. Ryan Phillippe no es Sean Penn y Jesse Bradford está a años luz de Hilary Swank.
   Con todos sus defectos, la película cuenta con buenos momentos, especialmente aquel en que la madre de uno de los muertos en combate le pregunta a Ryan Phillippe si su hijo realmente estuvo en la foto, o el final con los soldados bañándose. Deja un sensación agridulce esta película, buenas escenas en un conjunto fallido, y uno se plantea si tal vez Clint Eastwood debiera haber sido más clásico en la manera de contar la historia.
   Veamos que nos trae la parte japonesa, que la critica califica de obra maestra. Todavía no hay fecha de estreno en España.

The Host [3]

Cartel británico de The HostGwoemul

(Corea del Sur, 2006,
119 min)
Dirección:
Joon-ho Bong
Guión:
Chul-hyun Baek
Joon-ho Bong
Intérpretes:
Kang-ho Song
Hie-bong Byeon
Hae-il Park

Se acaba de estrenar en el Reino Unido “The Host”, una película coreana que ha reventado taquillas en su país natal (un 25% de la población la ha visto, algo sólo ocurrido en España con “Titanic”) y hace las delicias de los críticos allá por donde pasa (incluso fue exhibida en Cannes este año). Lo curioso del caso es que es una película de terror con un pez mutante gigante aterrorizando Seúl.
   Todo empieza con el vertido de productos tóxicos en el río Han. Seis años después, nos presentan a los protagonistas (una familia humilde que tiene un puesto de comida en la ribera) y vemos el resultado de ese vertido: una trucha-tamaño-cachalote-con-patas, mitad rana (ya que puede respirar fuera del agua) y mitad vaca (porque se zampa a sus víctimas y las devuelve, para volvérselas a comer… creo).
   Tras darse un garbeo por la superficie y tragarse a unos cuantos (entre ellos la hija del protagonista), la trucha vuelve a su guarida y la familia decide ir en su busca.
   Así son las cosas. Puedo entender su éxito comercial (una película medianamente entretenida con efectos especiales) pero se me escapa qué ven los críticos. Hacen referencia a su mezcla de humor y terror y a la originalidad de sus protagonistas. Vayamos por partes:
   1- Si esto es una película de terror, es un completo fracaso. No creo que nadie pase miedo, ni siquiera que encuentre a la criatura inquietante. Estamos ante una película de acción con monstruo, lo cual no tiene que ser un defecto (pero que demuestra la miopía de los críticos).
   2- Si esto es una comedia, es un completo fracaso. Tiene un humor pueril que más de una vez cae en el ridículo (ver la escena del funeral) con joyas como la siguiente: la población está preocupada porque la criatura va expandiendo un virus que crea un sarpullido. Mientras corría detrás del bicho, el protagonista fue rociado con sangre de la trucha. La familia se encuentra en el hospital y éste empieza a quejarse de un picor en la espalda. El padre le dice que se tranquilice, que el picor es porque nunca se baña. Sin comentarios. Y todos los chistes son de la misma calaña.
Fotograma de The Host   3- La familia: un hombre de unos cincuenta y tanto años que tiene hijos de treinta. Son pobres y sobreviven con el puesto de comida. Uno de los hijos es licenciado pero está en el paro; la hija es arquera y gana medallas, y el otro hijo es…tonto. La hija de éste último es la niña a la que coge la trucha. A los críticos les encanta el origen humilde de los protagonista y sus roles de anti-héroes. El principal problema es que jamás llegas a empatizar con ellos porque resultan estúpidos y no te interesa mucho que le pase a la niña.
   Si a todo esto añadimos un guión que podría ser mejor (después de jugarse la vida por las alcantarillas de Seúl buscando a su sobrina, uno de los protagonistas se da cuenta que la mejor manera de localizarla es rastrear una llamada de teléfono. Curiosamente, un antiguo colega de la facultad puede ayudarle…), que deja sin contestar determinadas preguntas (¿por qué el bicho no se come a sus víctimas desde el principio?). Es incomprensible por qué les gusta a los críticos (serán las críticas a los americanos, las referencias al desempleo y la manipulación gubernamental).
   Así y todo, tiene momentos interesantes (el primer ataque de la trucha no está mal, aunque tampoco es para tirar cohetes) y se deja ver. Allá vosotros.
   Se estrena en España el 2 de febrero, y ya veréis que tendrá críticas excelentes.