Entrevista a Chiki Fabregat
Chiki Fabregat creció escuchando cuentos en los que ella y sus hermanos eran los protagonistas, ya que su padre era Antonio Manuel Fabregat, un escritor de libros infantiles, y gracias a él se enamoró de la literatura infantil y juvenil.
Cuando comenzó a escribir, renegó de ese género y se empezó en escribir para adultos, pero el aburrimiento pudo con ella. Así que volvió a lo que realmente amaba: la literatura infantil y juvenil.
En 2002 descubrió la Escuela de Escritores y cambió su vida. Poco a poco se fue involucrando en la escuela y de alumna pasó a profesora, y de ser aspirante a escritora a ser escritora publicada.
En 2021 ganó el premio Gran Angular de SM con la novela El cofre de Nadie.
En esta entrevista hablamos de su carrera literaria y como profesora de escritura creativa.
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Entrevista a Chiki Fabregat
Te empeñaste en escribir para adultos durante años, pero acabaste escribiendo literatura infantil y juvenil. ¿Cómo fue esa evolución?
Fue un proceso largo de aprendizaje, porque creo que, si no hubiera intentado escribir todos los géneros y para público adulto, no tendría los mismos recursos que tengo ahora. Es verdad que cada uno debe escribir lo que le apetece, pero salirse de eso que llamamos “la zona de confort” nos obliga a explorar, a mejorar y nos enfrenta a retos que, de otra manera, nunca afrontaríamos. Yo aprendí muchísimo aquellos años porque estuve con algunos de los mejores profesores de Escritura Creativa que hay en España. Y no fue un proceso traumático, en absoluto, más bien lo considero como un camino que me permitió saber qué quería escribir.
¿Crees que hay gente tan obsesionada con escribir un género específico, o pensando en un público específico, que está matando su creatividad?
No lo sé, es posible que haya autores que se empeñan en escribir algo que triunfe y que centran todo el esfuerzo no en contar una buena historia, sino en contar la que un público masivo quiera leer, pero me da la sensación de que eso es un camino hacia el fracaso. Bastante difícil es que el resultado final de lo que escribes te satisfaga, como para añadirle el escollo del listón de ventas. Pero lo cierto es que no sé si esto ocurre ni cuánto pasa, quiero creer que, si se da, es algo anecdótico y que la mayoría de los que nos dedicamos a esto lo hacemos desde la sinceridad de ofrecer lo mejor de nosotros como escritores.

Novelas juveniles de Chiki Fabregat
¿Cómo llegaste a Escuela de Escritores y por qué te quedaste en ella?
Me apunté a un curso online allá por el año 2002, creo recordar. Descubrí la Escuela de Escritores porque mi hermana (la también escritora Ana Fabregat) encontró una publicidad en el cristal de un coche y nos lanzamos las dos de cabeza. Era entonces una escuela pequeña en la que nos conocíamos todos y yo me puse muy pesada con que tenían que ofrecer un curso de Literatura Infantil y Juvenil. Cuando por fin lo hicieron, me inscribí y al poco tiempo me ofrecieron impartirlo, porque el profesor que lo estaba dando no iba a seguir. Yo trabajaba de secretaria en una academia, y durante unos años compatibilicé ambas tareas hasta que tuve que decidir entre quedarme al frente de la empresa en la que trabajaba o dedicarme de lleno a los talleres. Tardé un nanosegundo en elegir. De una manera bastante gradual fui metiéndome más en la Escuela, involucrándome en proyectos nuevos y hace ocho años me ofrecieron coordinar los talleres presenciales de Madrid a lo que, otra vez, respondí en segundos.
Como profesor de escritura creativa, una objeción que me suelo encontrar, incluso en alumnos que se han apuntado a mi curso, es la noción del talento, del se tiene o no se tiene y a escribir no se puede aprender. ¿Te pasa a ti? ¿Qué opinas?
Creo que a esa pregunta nos hemos enfrentado todos. Incluso nos la hemos hecho la mayoría sobre nuestro propio talento. El talento existe, pero hay que darle solo la importancia que tiene. La escritura y el escritor están muy mitificados, hay mucha gente que tiene una idea de la profesión como algo romántico, maldito, exclusivo para unos pocos elegidos. Para mí la escritura tiene, como todas las artes, un componente innegable de talento, pero si ese talento no se trabaja no sirve para nada. O sirve para poco. No todo el mundo puede ser un grandísimo escritor, como no todo el mundo puede ser un virtuoso del piano o de la danza, pero cualquiera puede escribir y hacerlo cada día un poquito mejor si adquiere la técnica y los recursos necesarios. La escritura es intuición, pero sobre todo es técnica y, mientras sigamos pensando que los escritores son elegidos tocados por la varita de la genialidad, estaremos desaprovechando la oportunidad de aprender a escribir.
¿Qué diferencias ves, a la hora de enseñar, entre la literatura para adultos y la infantil y juvenil?
La libertad. Los escritores de Literatura Infantil y Juvenil nos sentimos más libres para experimentar. No sé los motivos, creo que tiene que ver con las expectativas, con que nuestros nombres son menos importantes que nuestros libros, pero no lo sé. El caso es que la mayoría estamos en esto solo por placer, porque nos divierte y con los alumnos pasa igual. Las expectativas sobre el resultado ahogan y agobian más a los estudiantes de escritura para adultos que para niños y jóvenes, o al menos esa sensación tengo yo después de tantos años enseñando. Eso, desde el punto de vista del profesor, se traduce también en libertad para proponer juegos, para hacer que los alumnos disfruten mientras aprenden. Pero también puede ser una visión muy sesgada, porque me gusta más y me divierte más enseñar LIJ, así que igual no son ellos, los alumnos, sino yo quien disfruta de esa libertad y quien se atreve a ser libre.
¿Y qué diferencias ves a la hora de escribir esos tres géneros?
Aparte de lo que te comentaba de la libertad creo que no hay diferencia. Al menos en mi caso. Escribo con la misma seriedad y la misma responsabilidad sea cual sea mi público. Me gusta más escribir para niños y adolescentes, lo disfruto más y siento que puedo aportar algo diferente. Jamás he pensado que un cuento para adultos que yo haya escrito vaya a provocar una reacción en el lector, que vaya a cambiarlo en algún sentido, pero sí lo creo de lo que escribo para público más joven. En literatura general hay autores maravillosos a los que admiro y leo, consciente de que jamás estaré donde ellos están, porque no tengo nada que aportar en ese campo. En infantil y juvenil, en cambio, tengo compañeros a los que admiro y leo y con los que creo que comparto el espacio.
En la actualidad, me parece que existe una obsesión por publicar a toda prisa, el marketing desbocado y querer el éxito inmediato. ¿Qué piensas al respecto? ¿Cuánto tiempo te llevó a ti publicar desde que decidiste ser escritora, y cómo fue el proceso?
Yo fui la escritora más lenta de la Tierra en darme cuenta de que quería publicar. Estuve quince años como alumna de los talleres y como profesora antes de embarcarme en la escritura de una novela. Algunos de mis alumnos publicaban y tenían bastante éxito mientras yo seguía sin notar ese deseo. Ahora, con distancia, lo veo y pienso que fue una bendición no tener prisa, porque aprendí sin presiones. Una vez que escribí mi primera novela sí, quise ser escritora publicada y encontrar editorial, lectores y entrar en ese circuito y lo cierto es que tuve mucha suerte, porque recibí un par de rechazos, muy bien argumentados y de los que dejan buen sabor de boca, y un sí rotundo en pocos meses. También es verdad, y creo que esto es importantísimo, que mi primera novela fue una novela fácil de escribir y que el resultado era suficientemente digno como para hacerse un hueco en el catálogo de una editorial. De no ser así, puede que la frustración de no saber terminarla o la de no poder venderla me hubiese llevado por otros caminos.

Libros infantiles de Chiki Fabregat
Enhorabuena por el premio Gran Angular por El cofre de Nadie. ¿Qué sentiste cuando te enteraste de que habías ganado? Muchos aspirantes a escritor se quejan de que los concursos están dados, que no hay nada que hacer, y no hacen más que cabrearse. Cuéntanos cómo fue el proceso de presentar la novela a SM, y todo el tiempo que pasó hasta que te dijeron que habías ganado.
Muchas gracias.
Enfadarse por no ganar un premio es un mecanismo de defensa de nuestro ego. Muchas veces ganan autores a los que ya conocemos y es fácil quedarse en la idea complaciente de que ellos entran por una puerta distinta, pero la realidad es que esos autores que ganan convocatorias de premios cada poco suelen trabajar mucho, presentarse a todos los concursos, año tras año, recibir el no y seguir con la cabeza metida en las teclas, diseñando el siguiente proyecto. Luego nos quedamos en el “ha vuelto a ganar Pepita” y nos olvidamos de que Pepita se ha presentado quince veces ya a ese concurso y en todos los casos con novelas muy buenas y muy dignas del galardón.
En el caso de El cofre de Nadie seguí el mismo proceso de siempre. Cuando termino una novela busco en qué concurso puede encajar, la envío y me olvido de ella, porque los procesos de selección duran meses y sería una tortura estar pendiente. Esta novela me pareció que podría encajar en la colección juvenil de SM, pero más en la colección que en el premio, ganarlo era solo un sueño remotísimo, mi objetivo era que les gustase y la publicaran.
Cuando me llamaron de la editorial tardé un poco en darme cuenta de lo que me estaban diciendo. Creía que me llamaban para decirme que les había gustado y que la publicarían, fuera de concurso, que a fin de cuentas es para lo que me presento a los premios. Pero Berta Márquez, la editora, me estaba dando la enhorabuena y me hablaba de los miembros del jurado, así que caí en la cuenta de lo que eso significaba y, a partir de ahí, solo usé monosílabos (Ay, jo, jo, ay, ay) y debí de darles la impresión de estar dormida o aletargada, no sé. Tuve la grandísima suerte de que ese año, con la dichosa pandemia, el jurado se había reunido en videoconferencia, así que me invitaron a reunirme con ellos y allí estaba yo, con el pantalón del pijama y un jersey que me había puesto a toda prisa, dando las gracias y soltando monosílabos como una loca.
Los cinco meses que pasaron desde que la envié hasta a llamada, no me preocupé ni de la novela ni del premio, empecé otro proyecto y seguí trabajando.
Cuando escribes novelas, ¿cuál es tu método de trabajo? ¿Sacas la escaleta? ¿Improvisas sobre la marcha? ¿Cuánto tiempo te lleva completar una novela desde la idea original hasta que la envías a editoriales?
Odio que me hagas esta pregunta porque me debato entre mentir como una bellaca y contar algo muy sesudo y muy programado o decir la verdad: que necesito escribir para pensar. Yo empiezo a escribir sin rumbo porque no soy capaz de planificar en el vacío. Cuando llevo unas páginas escritas paro y me pregunto qué estoy contando, por qué, qué mueve a mi personaje… Ahí suelo recurrir al cuaderno y a la escritura manuscrita. En ese momento sí, planifico un poco, borro mucho, y luego sigo. Todo el proceso es así, a trompicones. Y me encantaría hacerlo de otra forma más organizada, pero no soy capaz, aunque prometo que lo he intentado. Esto implica escribir mucho y borrar mucho. Siempre lo comparo con los perros que salen de paseo y que, mientras el dueño camina diez pasos, ellos hacen cincuenta porque van y vienen. Yo soy el perro que va y viene y que hace y deshace el camino muchas veces. No es la mejor manera, no es la más eficaz, pero es la que me sirve.
No puedo decir cuánto tardo porque depende de mil factores. Uno de esos factores es el tiempo. Suelo terminar un par de novelas al año, una de juvenil (más extensa) y una de infantil (más corta). El mes de agosto, cuando estoy de vacaciones, es el mes en el que termino, corrijo y doy por buenas esas novelas y coincide perfecto con el envío a los premios, que la mayoría tienen plazo hasta finales de agosto o principios de septiembre.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere ser escritor y está empezando?
Que sea paciente. Que, si puede, se quite de encima la presión de las expectativas y escriba, sin más. Que descubra qué escritor es, cuál es su voz, su lugar. Publicar es maravilloso. Ganar premios es más maravilloso todavía, pero lo bueno, lo que nos hace escritores, es contar una historia, de principio a fin. Y sin eso, no llega nada de lo demás.
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La fórmula de las historias
No me gusta hablar de fórmulas de historias, porque inmediatamente la gente piensa en el dichoso viaje del héroe, o las 20 tramas maestras, o en puntos de giros que tienen que ir en momentos precisos, como si escribir novelas fueran matemáticas.
Pero sí que me he dado cuenta de que hay un patrón al que puedes volver si te pierdes cuando estés escribiendo, y siempre te va a permitir seguir adelante si estás bloqueado. Da igual si eres escritor de mapa o de brújula.
Lo he descubierto porque constantemente lo pongo en las correcciones a mis alumnos. Sé que hablo de ello a lo largo del curso, varias veces, pero escribir es tan complejo que muchos lo olvidan y no hay una lección en exclusiva sobre esta fórmula.
Normalmente mis alumnos cuando se pierden, vuelven al estilo, y no hacen más que retorcer frases y desenterrar palabras muertas, que es algo que tienen integrado desde que eran niños, aunque ni mucho menos eso te permita escribir historias; o lo que pasa en la trama deambula más que un borracho un sábado a las seis de la mañana: no hay manera de saber hacia dónde va eso, ni qué es lo importante.
¿Cuál es la solución en estos casos?
La fórmula de las historias.
La fórmula de las historias
Esta es la fórmula de las historias:
Historia = Personaje + Conflicto + Resolución
Y nunca pierdas de vista el patrón causa-efecto: esto provoca esto, y eso lo siguiente, y eso lo siguiente… Como si fuera una construcción con piezas de dominó que van golpeándose unas a otras.
En las historias, en cierta manera, todo lo que sucede está interrelacionado, y todo está por algún motivo.
Conflicto, conflicto, conflicto. En las historias, siempre vamos a tener personajes que quieran algo, o que huyan de algo. Y eso provoca un conflicto: los fuerza a hacer cosas.
Kurt Vonnegut decía que tenías que hacer que los personajes siempre quisieran algo, aunque fuera un vaso de agua, porque eso hacía que se pusieran en movimiento y pasaran cosas.
A veces he tenido que corregir cuentos donde los personajes durante páginas se quedaban reflexionando sobre lo divino y humano, y no movían un dedo. Imagino que tuvieran obesidad mórbida. Era un suplico leer eso, para qué mentir.
Mucha gente se pierde con la noción de conflicto. Piensan que es que los personajes se arrojen los trastos a la cabeza, o que tienen que huir de una estampida de elefantes, o evitar que un asteroide parta en dos la Tierra. Que sí, que son conflictos, pero también pueden ser mucho más sutiles.
Me gusta decir que un conflicto es un asunto por resolver. Un personaje quiere alcanzar algo, y hasta unas cuantas páginas más adelante, no sabemos si lo logrará. Y no hacemos más que ponerle obstáculos para que no lo logre. O huye de algo, y eso nos hace leer como locos para saber qué pasa.
Al principio de la historia presentamos a un personaje y algo por resolver, y durante muchas páginas no resolvemos ese conflicto. Hay tienes tensión, hay tienes una historia.
Una de las primeras lecciones que enseño es que los escritores somos malos: cogemos a un personaje, agitamos su mundo (le arrojamos un conflicto) y no vuelve a estar tranquilo hasta el final. Eso es, básicamente, la fórmula con otras palabras.
No necesariamente ese personaje va a ser el protagonista, ya que puede aparecer más tarde. Y los conflictos se pueden ir encadenando: este se resuelve y lleva a otro, y ese a otro (causa-efecto, ¿recuerdas?), hasta que aparece el conflicto principal, que es el que permanece más tiempo abierto y se resuelve en el clímax.
Cuando veas que la historia se te va de las manos o que no sabes cómo continuar, simplemente plantéate quién es tu protagonista y qué es lo más importante que quiere lograr. Eso te dará el conflicto principal de la historia.
Los conflictos también los puedes utilizar dentro de las escenas. ¿Qué quiere lograr el personaje en esta escena? Cuando lo logra (lo ha resuelto), es cuando pasas a la siguiente escena, con un conflicto que ha evolucionado del anterior (causa-efecto).
Y así, amigo, vamos tejiendo las historias.
Pero, ay, yo no quiero hacer sufrir a los personajes. Bueno, pues no seas escritor. Pero, ay, es que quiero escribir feel good. Bueno, la gran Jojo Moyes escribe feel good, y sus historias están llenas de conflictos. Pero, ay, es que no me sale eso de los conflictos. Bueno, a mí tampoco me salía pero con la práctica y mucho esfuerzo, aprendí.
No puedes prescindir de los conflictos, por mucho que te cueste crearlos, mantenerlos abiertos y resolverlos.
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Cómo escribir terror en España, por Esteban Díaz
Escribir novelas de género fantástico en nuestro país, y, sobre todo, novelas de terror, no es sencillo, puesto que los lectores españoles hasta ahora solían pensar que todo lo que viene de fuera de nuestras fronteras es mejor y si ya has leído a Stephen King o a Clive Barker no puede haber nada en nuestro idioma que se pueda comparar, y está claro que autores como los citados son incomparables, pero no todo lo que llega de fuera tiene esa calidad, y en castellano hay grandes autores, tanto de fantasía como de novela de horror que merecen una oportunidad. Por ejemplo, me gustaría recomendar una novela de terror en castellano que no tiene nada que envidiar a la de los grandes autores mencionados. Se trata de la novela de la argentina Mariana Enríquez Nuestra parte de noche, que me fascinó al leerla.
En un género prácticamente dominado por los autores anglosajones, creo que la manera de escribir terror es hacerlo desde el corazón. He ido aprendiendo a lo largo de los años que quizá no sea lo mejor copiar la fórmula anglosajona, sino buscar las raíces de nuestro terror autóctono y utilizarlas. Modernizarlas, sacarles brillo y presentarlas ante el lector esperando que aquello que asustaba a nuestros abuelos haga lo propio con sus nietos y biznietos. Pondré como ejemplo mis tres novelas del género, todas ellas publicadas en Albertos Santos Editorial. Comencé mi andadura bajo este sello editorial con Deméter, una novela que, como todos los aficionados al género que se precien ya sabrán con solo leer su título, trata sobre el viaje de Drácula hasta Londres solamente esbozado en la novela de Stoker a modo de un diario de bitácora. Deméter es una novela de terror clásico, gótico, muy del siglo XIX, claro homenaje al genio irlandés. Por lo tanto es una historia muy inglesa y no tiene nada que ver con nosotros, salvo que es el terror clásico que todos hemos leído desde niños. Pero me refiero a que no tiene demasiado en común con lo propiamente nuestro, sino con los maravillosos desvaríos de un señor irlandés que sin proponérselo creó una obra maestra. Es el terror que navega en la Deméter un horror basado en el ambiente opresivo de un barco. Un monstruo, el más icónico de todos los monstruos, en un espacio cerrado del que no se puede escapar y solo queda aguardar la muerte.

Novelas de terror de Esteban Díaz
Por su parte, mi segunda novela del género, Ocaso, es un cuento de horror moderno, una fantasía oscura plagada de terror psicológico. Un lugar que atrae a ciertos personajes para alimentarse de sus miedos y sus pesadillas. Está ambientada en España, en los Picos de Europa para ser más exactos, pero sigue siendo una novela completamente estadounidense en su estilo y concepción. Una novela, por así decirlo, muy de película de terror americana. El situarla dentro de nuestro territorio es un paso adelante hacia el lugar que buscaba sin darme cuenta y que encontraría en mi siguiente novela, Santa Compaña, una historia de terror completamente situada en nuestra tierra, con los miedos propiamente que nos pertenecen, que tenemos en el subconsciente colectivo y que no nos han sido impuestos por la literatura y las películas foráneas que leímos y vimos en nuestra adolescencia. Creo que el nicho de los autores de nuestro país tiene que encontrarse en el folclore, los mitos y leyendas propios de nuestra tierra, como Mariana Enríquez hace en la novela antes mencionada con el folclore y la historia Argentina, y de eso precisamente trata Santa Compaña. Un profesor de la Universidad de Salamanca a principios del siglo XX se dedica a investigar todo tipo de casos extraños que caen en sus manos, la mayoría de ellos entroncados en esos mitos ibéricos de los que os hablo y que nos hacen descubrir criaturas terroríficas a la par que extraordinarias sobre las que nuestros abuelos contaban historias a la luz de la lumbre, pero de las que apenas conocemos por el nombre y no sabemos apenas nada más de ellas. Rescato del olvido a la santa compaña, a la guajona, la moura, y otros muchos seres surgidos de nuestras leyendas, para darles un papel protagonista en mi novela y creo que es la manera de escribir terror para cualquier escritor. Narrar historias que de verdad le competen. Hundiéndonos en las profundidades más oscuras de nuestros mitos en busca de aquello que nos aterrorizaba ya hace cientos de años y modernizar estas historias para que nos aterren ahora.
Asusta al lector
Con respecto a la manera de conseguir asustar al lector en una novela de terror, opino que lo principal es hacerlo partícipe de la trama mediante el hecho de conseguir que los personajes de la historia le importen y sienta como propios sus miedos y sufrimientos. Si se consigue que el lector empatice con los personajes, sin duda tenemos mucho terreno ganado a la hora de hacer que al leer sienta un ligero escalofrío recorriendo su columna vertebral.
Otro elemento a tener en cuenta es sin duda la ambientación, cuanto más tenebrosa y real sea, más fácil será sumergir a los lectores en la pesadilla que tratamos de crear. Un libro no es como una película en la que pueden asustarnos solo con una imagen fugaz y un golpe de sonido que nos dé un vuelco al corazón. Cada situación terrorífica tiene que ser muy elaborada y ambientada para conseguir llegar al efecto deseado, que consiste en que la inquietud se apodere del lector con cada página leída, generando una sensación de desasosiego en él que continúe acompañándolo cuando cierre el libro, apague la luz de su mesilla y se enfrente a la oscuridad tapado hasta la cabeza con la manta.
Opino también que es importante el monstruo o ente oscuro al que nos enfrentamos. Cuanto más original, terrorífico y sorprendente sea la amenaza, más expectativas creará y es sin duda el gancho principal con el que atrapar a aquellos que lean nuestras páginas.
Como comentario final quiero exponer que estoy notando en mi propia experiencia que el terror en castellano, ambientado en nuestra tierra, comienza a funcionar muy bien entre los lectores y eso es una gran noticia para todos aquellos que nos dedicamos a perseguir nuestros sueños escribiendo novelas de género fantástico en nuestra lengua.
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Entrevista a Javier Miró
Si hay un escritor que haya ayudado a mucha gente a escribir ese es Javier Miró. Como autor, ha publicado tres novelas, ha trabajado con Planeta y editoriales pequeñas y tiene una guía para publicar por tu cuenta: Manual de autopublicación.
Y para ayudar a escritores, tiene su canal de YouTube, que está lleno de consejos, el de Twitch, los cursos de Udemy y Autorquía, una asesoría literaria. De todo esto hablamos en esta entrevista.
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Entrevista a Javier Miró
¿Cómo y cuándo decidiste ser escritor? ¿Por qué ciencia ficción, fantasía y terror?
Lo he pensado muchas veces y siempre llego a la misma conclusión: esto no se decide, al menos en mi caso. Desde niño, al leer un libro o ver una peli siempre me ocurría que también yo quería contar historias. Y en esas seguimos.
Con respecto al género, creo que la literatura, y la ficción en general, son campo abonado para lo fantástico, lo insólito, lo maravilloso. De hecho, si lo pensamos bien, las historias sin elementos fantásticos son la excepción, la anomalía a lo largo de la historia. Lo que pasa es que vivimos en una época dominada por ese tipo de ficción y los que nos salimos de ella somos los raros. Aunque estamos recuperando nuestro sitio, poco a poco.
Has publicado con Planeta (La armadura de la luz) y con editoriales independientes (Ojalá tú nunca y Rebelión 20.06.19). ¿Cuáles ves que son los pros y contras de trabajar con un tipo de editorial u otra?
Son experiencias muy diferentes, casi la noche y el día, tanto para lo bueno como para lo malo. Voy a destacar solo la parte positiva, que tampoco es plan de amargarle el día a nadie. En las grandes todos te hacen más caso, sobre todo los medios, y te hacen sentir, a lo mejor no como una estrella, pero sí como alguien de cierta importancia. Y con las independientes tienes más voz y voto en las decisiones, y el trato es más cercano. Ojalá un híbrido entre ambas formas. Dónde hay que firmar.

Novelas de Javier Miró
¿Cuáles son tus autores favoritos? ¿Cuáles son tus mayores influencias?
Me da un poco de vergüenza porque nunca soy capaz de responder a este tipo de preguntas con seriedad y me gustaría que así fuera. Es algo que va cambiando con el tiempo, ya que mis intereses también van mudando. No es que cambie unos autores por otros, sino que los nuevos se van poniendo encima de los que ya había. Ahora mismo me encantaría ser más Neil Gaiman, Alan Moore o Ursula K. LeGuin, por ejemplo.
¿Cuál es tu proceso de escritura? ¿Sacas la escaleta? ¿Vas improvisando? ¿Cambia de novela en novela?
La verdad es que el proceso cambia de novela a novela mucho más de lo que me gustaría, pero es que ni yo soy el mismo, ni las historias tampoco. Supongo que cada momento requiere respuestas concretas a la situación en la que se dan. Aunque todo siempre dentro de la planificación, claro. Me gusta improvisar, desde luego, ya que para mí es una forma de viajar mientras escribo y de divertirme, pero siempre dentro de un guion que he establecido previamente. Soy lo que se conoce como un «autor paisajista» (planifico todo pero dejo que las plantas crezcan como ellas prefieran).
Aparte de escritor, ofreces servicios editoriales, vídeos y cursos para ayudar a escritores. ¿Por qué decidiste ayudar a otros escritores?
Cuando fundé Libros Prohibidos me metí muy de lleno en la literatura independiente. Fue entonces cuando descubrí que había una buena parte del público que estaba perdida, que publicaba sin ton ni son y que necesitaba ayuda. Por eso empecé a ayudarles. Primero porque me gustaba, y luego haciendo de ello mi profesión. Hoy en día es a lo que me dedico y he de reconocer que es, de lejos, el trabajo más satisfactorio que he tenido nunca.
Háblanos de Autorquía.
Es una asesoría literaria. Aquí ayudamos a escritores a conseguir sus objetivos. Les guiamos y acompañamos en todo el proceso con mentorías, informes de lectura, correcciones y maquetaciones. Hacemos lo que podría conocerse como «edición por encargo». Y hoy en día todo esto es necesario para no hacernos ilusiones infundadas con respecto a la publicación y para no pasar desapercibidos entre las miles de obras que no dejan de salir al mercado.
Enhorabuena, acabas de lograr los 30.000 suscriptores y más de millón y medio de visualizaciones en tu canal de YouTube. A través de vídeos cortos, das un montón de consejos sobre escritura, entrevistas a escritores y hablas el mundo editorial. ¿Qué hizo que abrieras ese canal y cuáles han sido las mayores satisfacciones que te ha dado?
Allá por 2016 yo sabía que tenía que darle continuidad a mi blog a través del formato audiovisual porque llega mejor al público y se difunde mucho más rápido. Esa era la idea, aunque me llevó un tiempo ofrecer vídeos de calidad porque me costaba ponerme delante de la cámara, todavía no había adquirido pericia en la comunicación audiovisual y además montando era un desastre. Pero con la práctica, dedicando más tiempo por vídeo, preparándome más e invirtiendo de mi bolsillo en mejorar el equipo, ahora por fin voy publicando vídeos que no me dan vergüenza (como sí ocurre con los de los dos primeros años).
Ahora mismo estoy muy contento con esto, ilusionado por seguir creciendo en la plataforma y divirtiéndome con lo que hago. Tardaron en llegar los frutos, pero fue un gran acierto.
Ofreces cursos para escritores en Udemy, ¿qué podemos aprender con ellos?
Los cursos llegaron como una consecuencia del canal de YouTube, ya que el formato es muy parecido. Lo que pasa es que con ellos el contenido es más localizado, amplio y profundo, claro. De momento tengo 6 que van de escritura creativa, relatos, planificación, publicar con editorial e incluso de Twitter y hacer críticas y reseñas. Tengo planeado seguir ampliándolos y para febrero de 2022 tener ya 8. Crucemos los dedos.
Sé que no paras de dar consejos para escritores, pero ¿qué consejo le darías a alguien que está empezando y quiere hacerse un hueco en el mundillo?
Así en una cáscara de nuez, como dirían los angloparlantes, que invierta tiempo en formarse, que lea y escriba a diario, aunque sea un poquito, y que tenga paciencia, que esto es una carrera de fondo. Y, ya que estamos, que disfrute del camino, que ya sea como hobby o profesión, es una delicia.
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12 consejos para escribir biografías de personajes históricos, por Silvia Martínez-Markus
¿Te gusta la historia y escribir? ¿Quieres recrear un periodo histórico y dar a conocer a un personaje concreto, quizá olvidado o desconocido?
Sigue leyendo. Me llamo Silvia Martínez-Markus y te enseñaré cómo vendí más de 23.000 ejemplares con mis dos biografías.
- Selecciona un personaje que te interese mucho. Mucho. Vas a pasar meses o años con él y durante ese tiempo seréis de la familia. Más te vale llevarte bien con él. Si es un personaje muy estudiado y célebre, como un Napoleón, busca una faceta o perspectiva nueva que no sea demasiado conocida. ¿Por qué te van a leer a ti y no a un catedrático sesudo que ha dedicado toda su vida a ese personaje? ¿En qué te vas a diferenciar?
Antes de embarcarte con todas tus ganas en el proyecto realiza un pequeño trabajo de investigación para no hacerte a la mar con alguien y que a mitad de navegación descubras que era un pirata. El tiempo es oro y no vale la pena desperdiciarlo en proyectos con los que no disfrutas. Tira al personaje por la borda y que se lo coman los tiburones.
- Busca un público objetivo: a día de hoy un autor no solo debe saber documentarse o el uso de técnicas narrativas. Los escritores nos hemos convertido en hombres y mujeres orquesta. Estamos dispuestos a encerrarnos a escribir en absoluta soledad, y después salir a vender y promocionar a bombo y platillo nuestro libro. Algo que si no haces tú, nadie va a hacer por ti, ya publiques con editorial tradicional o seas autopublicado.
Te recomiendo que tras elegir el personaje hagas un estudio de mercado sobre el tipo de libro y el público. No es lo mismo una biografía de Napoleón para profesores universitarios, que para estrategas bélicos, adolescentes afrancesados o para mujeres aficionadas a la novela romántica y la vida sentimental del emperador.
Cuando yo escribí mi primera biografía, Sophie Scholl. ¡Viva la libertad! (Casals, 2007), quería contar la historia de Sophie Scholl, la única mujer del grupo de estudiantes antinazis de La Rosa Blanca. Entonces no existía ningún libro ni en español ni alemán sobre ella. Solo encontré un relato escrito por su hermana Inge sobre Hans y Sophie Scholl y el resto de miembros del grupo. Mi libro venía a llenar una laguna entre el público español, en concreto en mi especialidad de literatura juvenil y de germanista. También se habían abierto los archivos de la RDA y con las actas del juicio se filmó una película Sophie Scholl. Los últimos días. Además, por aquel entonces se empezaban a escribir y promocionar entre niños y adolescentes biografías de mujeres célebres. Y sabía que se vendería bien en colegios donde se le diera importancia a la educación en valores. Acerté y hasta el día de hoy he vendido más de 23.000 ejemplares tanto en España como en Hispanoamérica. Mi segunda biografía Carlo Acutis. Estaré contigo para siempre (Casals, 2021), me la encargó la editorial. El personaje es un joven italiano fallecido en 2006 de leucemia y beatificado en 2020 por la Iglesia católica. Sabía que tendría repercusión en colegios de formación religiosa. Tampoco se había publicado nada sobre Carlo para jóvenes, solo adaptaciones de medio pelo.
- Documéntate bien con fuentes fiables, bibliotecas y webs de contenido contrastado. Debes conocer a fondo ese personaje, pero no lo cuentes todo, por favor. “El secreto para ser aburrido es contarlo todo”, decía Voltaire. Al lector solo le mostrarás la punta del iceberg, más o menos un diez por ciento, y si estás bien documentado, notará enseguida que hay más información debajo y se sentirá cómodo contigo. Evita caer en el error del historiador obsesivo al que le cuesta sacar tijeras y recortar. Un escritor no narra solo los hechos históricos tal cual de manera lineal o cronológica y a cucharadas grandes que empachen, deberás seleccionar aspectos o facetas de tu personaje que te resulten más importantes y trabajarlos.
Por ejemplo, en mi libro sobre Carlo Acutis quise destacar que era superdotado para la informática (creó una página web donde catalogó los milagros eucarísticos alrededor del mundo), pero que nunca fue adicto a las nuevas tecnologías ni se aisló de sus amigos. Carlo era un joven muy sociable y extrovertido, que ayudaba a sus compañeros en el instituto. Le pregunté a su madre sobre este aspecto que podría resultar interesante para los jóvenes de hoy.
- Eres escritor: una vez elegido qué quieres contar, decide cómo. Haz un esquema narrativo y una estructura con un conflicto principal, desarrollo, inicio, nudo y desenlace… Y todo lo demás. No queremos que el lector se duerma leyendo, sino engancharle, que no deje de leer y que lo recomiende.
- Si comienzas a escribir y te aburres, sufres, tienes ataques de ansiedad y la historia no fluye, déjalo o busca otra manera de enfocarlo. El lector lo va a notar y no va recomendar el libro.
Si te atascas o bloqueas, sigue el consejo de Robert Mckee: sigue investigando, o el de Julia Cameron: juega con tu personaje.
- Si las personas que conocieron y convivieron con el personaje están vivos, contrasta con ellos toda la información.
En mi biografía de Carlo Acutis me tuve que enfrentar al reto de escribir sobre un chico que solo había vivido 15 años, había tenido una vida normal y toda su familia y amigos vivían. No podía inventar ni el tiempo que hacía el día que entró en el hospital. Hice listas de dudas que mandé a su familia y que me resolvieron. También leyeron el libro antes de publicarlo.
- Utiliza imágenes de ese personaje, no solo para la portada o el interior. Observar esas imágenes, ya sean fotos o vídeos, te ayudarán a entender a la persona y la época, a introducirte en su interior e intentar captar sus pensamientos y sentimientos. Así comprenderás sus motivaciones, inquietudes y decisiones.
Por ejemplo, en mi libro sobre Sophie Scholl intenté imaginar cómo pensaba y qué llevó a una joven de 22 años, con un novio militar que luchaba en el frente Oriental, a jugarse la vida por convencer a sus conciudadanos de que se encontraban en una de las dictaduras más terribles del siglo XX.
- Convence al lector que pasa por la librería de que va a ser feliz y más culto si lee tu libro. Esto no solo lo harás escribiendo una buena sinopsis para la contraportada y eligiendo una foto atractiva. Un escritor es alguien que vive en el mundo y lo observa. Se pasea con un farol encendido como Diógenes en la antigua Grecia buscando hombres. Sabe unir pasado y presente y comprender qué necesita su público objetivo o qué circunstancia actual o personaje se parece a otro histórico del que se pueda aprender. El escritor de biografías conoce corrientes de pensamiento actuales y las ilumina con las del pasado.
- No caigas en el error de analizar la historia desde lo políticamente correcto hoy: acabarás escribiendo una biografía ñoña, didáctica y moralizante que gustará a los puritanos laicos, pero al resto de lectores les provocará sudoración y espasmos. Parece que vivimos en una época de libertad, pero desde el punto de vista ideológico hay una dictadura con leyes férreas y duros castigos para los que osan salirse de las normas.
- Del mismo modo que el lector solo ve la punta del iceberg pero nota que hay más información, también percibe tu opinión sobre el personaje: si le amas o le odias, si es blanco, negro o gris. Por ética intenta que el libro sea lo más objetivo posible.
- Que el personaje sea humano. A menos que escribas sobre un superhéroe o Barbie Superstar, todos somos imperfectos y nos gusta leer historias de luchadores: gente que está de mierda hasta el cuello y sale adelante. Muestra las cicatrices y arrugas de tu personaje y enmárcalo bien en el contexto histórico para que se comprendan sus decisiones.
En mi libro sobre Carlo Acutis destaqué que al chaval le encantaba la Nutella y no sé si se la comía a cucharadas, pero a veces se acababa el tarro. Intenté que el lector viera la mancha de chocolate en su camiseta.
- Cuando acabes el libro, pide a un amigo historiador que te lo lea. Si no lo tienes, haz amistades mientras preparas la biografía entre especialistas en esa época o personaje. Y rotura el terreno para que quieran echarte una mano al final. Puede parecer un poco interesado, pero hay especialistas a los que les encanta leer nuevas investigaciones y ayudar a los demás. Verán muchos detalles que a ti se te escapan.
Hasta aquí mis recomendaciones para disfrutar escribiendo una biografía y luego venderla. ¿Te animas?
Silvia Martínez-Markus www.silviamartinezmarkus.es
Redes: Facebook, Twitter e Instagram.
Sophie Scholl ¡Viva la libertad! (3ª edición), Casals, Barcelona, 2007
https://www.bambulector.es/libro/sophie-scholl-viva-la-libertad_63527/
Carlo Acutis. Estaré contigo para siempre, Casals, Barcelona, 2021
https://www.editorialcasals.com/producto/biografia-joven-carlo-acutis-estare-contigo-para-siempre/
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Entrevista a Gabriel Sánchez García-Pardo
Gabriel Sánchez García-Pardo es un joven autor de fantasía y aventuras juvenil e infantil que a fuerza de tesón se está abriendo camino en el difícil mundo editorial. En 2019 quedó finalista del premio Gran Angular con Corazón de rayo, acaba de publicar con Alfaguara Escuela de domadores de padres y en 2022 publica con Munyx El atlas del fuego. Pero no ha sido éxito de la noche a la mañana: Gabriel lleva escribiendo desde niño, no conocía a nadie en el mundo editorial ni es famoso y comenzó a publicar con editoriales tradicionales en 2015.
Además de escritor, Gabriel es actor y profesor Broadway Jr., su propia escuela de teatro para niños y jóvenes en Valdepeñas (Ciudad Real), y es graduado en Magisterio de Educación Primaria con mención en música, y tiene un Máster en Escritura Creativa.
En esta entrevista hablamos de su carrera literaria, de su forma de escribir, de cómo le ayuda la música y ser actor para escribir novelas y qué consejos les daría a los que estén empezando a escribir.
Podéis seguirlo en Facebook, Twitter e Instagram, y visitar su página web.
Entrevista a Gabriel Sánchez García-Pardo
¿Cómo llegaste a la literatura juvenil y juvenil? ¿Fue algo premeditado o fue saliendo solo?
Supongo que fue saliendo solo. Como empecé a escribir siendo un niño, los protagonistas de mis historias comenzaron siendo de mi edad. Ahora que acabo de entrar en la década de los treinta quizás ya no pueda seguir considerándome un chaval, pero continuaré escribiendo personajes juveniles por la fuerza de sus pasiones, la intensidad con la que viven los acontecimientos y su resolución. Y porque en mi trabajo en la Escuela de Teatro estoy en diálogo constante con ellos y sigo aprendiendo de su frescura y su visión del mundo día a día. De hecho, esa es la única distinción que haría entre literatura juvenil y literatura “adulta”: que sus protagonistas son jóvenes. Lo cual, desde mi punto de vista, supone una gran ventaja.
A la hora de escribir novelas, ¿qué diferencias ves entre escribir para un público infantil y escribir para un público juvenil?
Siempre pensaré, a diferencia de la opinión popular, que cuanto más joven es el público objetivo, más difícil es la escritura. Porque hay que mantener la calidad literaria pero con una capacidad de condensación mucho mayor. No puedes explayarte en descripciones eternas o grandes barroquismos porque hay que mantener la atención en la trama. Aunque esto, sinceramente, yo también lo aplico a esa literatura más “adulta”. Soy autor de acción, me gustan las tramas frenéticas y eso encaja muy bien con el perfil infantil. Por supuesto, también, está la parte de responsabilidad: cuanto más joven es tu lector más cuidado debes poner en los mensajes y subtextos que le estás transmitiendo. Los niños son como esponjas. Hay que poner cuidado en no inculcarles valores negativos o rancios.

Libros infantiles de Gabriel Sánchez García-Pardo
¿Cómo te formaste como escritor?
Escribiendo. Sé que suena a tópico, pero llevo escribiendo desde la infancia, tomándomelo en serio en cuanto a cantidad de texto desde la adolescencia, y como en cualquier otro oficio, la mejor forma de adquirir destreza es practicando. Más adelante, tras cursar mi carrera de Magisterio, me lancé a hacer el Máster de Escritura Creativa de la UCM. Fue una experiencia maravillosa, un año dedicado por entero a las letras que sin duda marcó un antes y un después en mi escritura. Pero si funcionó tan bien fue porque llegué con un bagaje previo. Porque un escritor que se precie nunca deja de escribir.
Para ti la música es muy importante, ¿cómo te ayuda a escribir?
La música ha llegado a convertirse en mi archivo mental. En mis primeras novelas era una fuente de inspiración; durante la etapa de escritura escuchaba determinada música (y aquí hablo siempre de música instrumental, casi siempre de bandas sonoras de pelis, series y videojuegos) que consideraba en consonancia estética con el proyecto en cuestión. Pero es que ahora he ido un paso más allá y la he convertido en toda una herramienta. Durante el proceso de elaboración de la trama voy configurando una playlist, poniendo mucho cuidado en las canciones que selecciono y asociando cada canción a una escena, un personaje, un momento… De esta manera, llega un momento en el que solo tengo que oírla y mi mente se zambulle con facilidad en el mundo que he creado y en la historia que quiero contar.
Aparte de escritor, eres actor y profesor de dramática en la escuela Broadway Jr, en Valdepeñas (Cuidad Real), ¿cómo te ha ayudado ser actor para escribir?
La formación del actor reserva un hueco muy importante para la creación del personaje y eso es muy aplicable en la escritura. Como actor he tenido que meterme en la piel de personajes de lo más variopintos, y esa comprensión, ese ejercicio de empatía se repite en la escritura para dotar a mis personajes de verdad.
El contacto constante con el mundo del teatro sin duda influye también mucho en mi estilo: directo, con muchos diálogos, muy visual.
¿Cuál es tu proceso de escritura? ¿Eres escritor de brújula o de mapa? ¿Cuánto te lleva completar un libro?
Pues como ya habrás adivinado, soy cien por cien de mapa. En alguna de mis novelas he intentado experimentar, dibujar un boceto borroso de trama y dejarme llevar… Pero al final no puedo evitar acabar planificando. Para mí es la forma más cómoda de desarrollar una novela. Con el mapa de mi trama elaborado, ya solo queda sentarse a escribir y centrarse en hacerlo bien. Y por supuesto, soy muy flexible conmigo mismo y si el cuerpo me pide cambios en la trama durante la escritura, me hago concesiones sin problema. No soy rígido con esos mapas previos. Pero son una herramienta importantísima para llegar a buen puerto sin perderme.
Existe la noción general de que es imposible trabajar con editoriales tradicionales si no eres famoso, y sin embargo, tú lo has logrado. Publicas con Hidra, Naufragio de Letras, SM y Alfaguara. ¿Cómo ha sido el proceso?
Sinceramente, desconozco cómo será la trayectoria editorial de alguien con una hermana, un padre o una tía en el sector, porque yo no los tengo. De igual forma, no sé cómo serán las cosas para un influencer o un personaje famoso, porque no lo soy. Y tampoco voy a pararme a pensar en ello; prefiero emplear mi tiempo en trabajar. Y esa ha sido la clave de todas las cosas que he logrado: trabajo y fuerza de voluntad. Escribir, escribir y seguir escribiendo, y llamar con insistencia a todas las puertas habidas y por haber. ¿Cuál ha sido el proceso? El que cualquier persona tiene a su alcance: enviar manuscritos por email. Probar de todas las maneras posibles. Mi publicación con SM, por ejemplo, fue fruto de presentar una novela a uno de sus premios literarios, el Gran Angular. No lo gané, pero la novela gustó al jurado y contactaron conmigo tiempo después para decirme que querían publicarla. Sin conocer a nadie de esa casa editorial. Sin ser un “famoso”.
En algunas conversaciones con escritores que están empezando he llegado a detectar cierto desdén o recelo hacia quienes consiguen publicar con un gran grupo editorial, y a mí, que lo he conseguido a base de esfuerzo, no me gustan estas vibraciones. Y con el debido respeto, si solo has escrito una o dos novelas en tu vida, tus quejas y berrinches por no conseguir editorial me parecen poco legítimos… Cuando lleves cinco o seis novelas y hayas demostrado que te has esforzado al máximo por pulir tu estilo, entonces podremos empezar a hablar de injusticia. Y ni siquiera entonces, porque a mí, que ya he publicado con varias editoriales destacadas, nadie me asegura seguir publicando con ellas. Ahora mismo sin ir más lejos tengo un nuevo manuscrito inédito, y de nuevo me veo aporreando las puertas de decenas de editoriales para ver si le consigo casa. El trabajo y la fuerza de voluntad deben seguir ahí.

Novelas juveniles de Gabriel Sánchez García-Pardo
¿Qué sentiste al ser finalista del Gran Angular con Corazón de rayo? ¿Cómo fue el proceso para presentar la novela?
Pues una de las primeras cosas que sentí fue alivio, pues yo mismo era uno de esos que veía el mundo editorial demasiado hermético. «Los grandes premios literarios están amañados» pensaba siempre que no ganaba uno. Pero el recibir este email y ver que detrás de una de estas grandes entidades no había máquinas despiadadas, sino personas haciendo su trabajo, me produjo una gran satisfacción. El proceso de presentarla fue como el de cualquier concurso: me leí las bases, envié los ejemplares bajo pseudónimo que pedían, y a esperar.
¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando y que quiere ser novelista?
Que lo principal es disfrutarlo. La vida tiene ya demasiadas cosas feas como para andar frustrándonos por algo que debería ser puro placer. Para mí la escritura es sanadora, es un santuario, me ha proporcionado consuelo en los malos momentos y me ha ayudado a reafirmarme en los buenos, incluso a descubrirme a mí mismo. Mi respeto será siempre para el escritor-artista, para aquel que lo haga movido por una necesidad estética, por la voluntad imparable de expresarse a través de este arte. Y la novela, en concreto, es un ejercicio de tesón y pura obstinación: si no eres paciente, si necesitas resultados inmediatos, si llevas mal convivir contigo mismo y pelearte contra tus propias ideas, yo te recomendaría que probaras con formatos más rápidos como el cuento o el relato. O no, porque a lo mejor tu forma de escribir novelas no se parece en nada a la mía. Porque eres tú y solo tú quien decide cómo, cuándo y qué escribir. Podemos escuchar mil opiniones, podemos asistir a cursos, leer manuales… Pero nada de eso tendrá sentido si no lo pasas por tu propio filtro, por tu propia voz. Porque al final la escritura es eso: un ejercicio de identidad y libertad.
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