12 años de esclavitud [5]
(EE.UU., Reino Unido, 2013, 134 min)
Dirección:
Steve McQueen
Guión:
John Ridley
Intérpretes:
Chiwetel Ejiofor
Michael Fassbender
Lupita Nyong’o
Sarah Paulson
Benedict Cumberbatch
Brad Pitt
Paul Dano
Paul Giamatti
Alfre Woodard
«12 años de esclavitud» está cogiendo muchísima fuerza para los próximos Oscars, ya que tiene unas críticas impecables y está arrasando en los premios de las asociaciones de críticos. La película es la tercera colaboración entre el director Steve McQueen y el guionista John Ridley, y está basada en la memorias de Solomon Northup, un negro libre al que en 1841 secuestraron para que fuera esclavo. Lamento disentir, pero yo no comparto la alegría de la crítica: aunque reconozco que visualmente está muy cuidada y que tiene un gran reparto, mentiría si dijera que no me aburrió, porque lo hizo constantemente.
A mediados del XIX, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor) es un negro libre que vive con su familia en Nueva York. Solomon es un virtuoso del violín, y un día dos hombres le proponen que vaya con ellos a hacer una gira con un circo. Solomon acepta, y queda con los hombres en Washington. Tras una noche de borrachera, Solomon despierta encadenado en una celda. Los dos hombres le han robado los papeles que demuestran que es un hombre libre y le han vendido como esclavo. Solomon pasará los próximos doce años en plantaciones de Nueva Orleans sin poder demostrar que él no es un esclavo.
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Chiwetel Ejiofor y Michael Fassbender |
En «12 años de esclavitud» McQueen juega con mezclar una estética muy bonita con un tono frío para contar cosas terribles, y yo creo que funciona a medias: el director emocionalmente se distancia tanto de lo que pasa, y al mismo tiempo acumula tantas barbaridades, que el conjunto resulta frío.
El principal problema que le veo es que McQueen se limita a mostrar, y deja de lado construir una narración que te involucre o desarrollar unos personajes mínimamente. La película sería muy buena si fuera la primera que viéramos sobre la esclavitud, pero lo que aparece en la pantalla son situaciones que has visto mil veces, normalmente con personajes que te importan más que éstos, y tiene unos blancos que parecen caricaturas. No dudo que así fuera en la realidad, pero como apenas los blancos están caracterizados (los hay malos malísimos, que son la mayoría, y los un poco más benévolos, que le dejan tocar el violín), todo parece muy trillado. Cuando veía a Paul Giamatti o a Paul Dano no podía evitar pensar que eso parecía «Candy Candy».
En la historia hay un elemento que me llama mucho la atención que no hayan destacado, y es que Solomon no era un esclavo normal, porque si conseguía unos papeles, podría quedar libre. Está en la película, pero lo pasan tan por encima que se te olvida (en algunas escenas, cuando se le ve escribir, yo no era consciente de que estaba pidiendo ayuda para lograr sus papeles; pensaba que esta escribiendo a su familia para que supieran dónde estaba).
Narrativamente, hasta que Solomon no llega a la plantación de Edwin Epps (Michael Fassbender), la historia va dando grandes saltos, sin que te dé tiempo a conocer a los personajes y crear empatía, y obligando a que vaya de una situación terrible a otra. Es un golpe en el estómago tras otro, dado de una forma muy fría. En cuanto llegan a esa plantación, Solomon realmente se vuelve un testigo de la relación entre Epps, su mujer (Sarah Paulson), y la esclava Patsey (Lupita Nyong’o). Aquí hay grandes momentos, pero claro, el núcleo debería ser que Solomon podría ser un hombre libre consiguiendo unos papeles, no la historia de Patsey.
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