Cursed in the Act

Portada de Cursed in the Act, de Raymond BucklandNOVELA
Cursed in the Act
(EE.UU., 2014, 295 páginas)
Raymond Buckland
Raymond Buckland es brujo y escritor. Aparte de haber escrito una multitud de libros sobre la religión pagana que practica, la Wicca, escribe misterios desarrollados en la Inglaterra victoriana, una época que le fascina. “Cursed in the Act” es la primera parte de una trilogía donde aparece Bram Stoker, antes de que escribiera “Drácula”, investigando crímenes, y es una novela muy amena y muy entretenida.
            Londres 1881. El joven Harry Rivers, ayudante del gerente del teatro Lyceum, Bram Stoker, se ve envuelto en un misterio que se complica por momentos. La noche de estreno de “Hamlet”, Henry Irving, la estrella de la función, es envenenado, pero se recupera y puede actuar. Al día siguiente su sustituto aparece muerto, atropellado por un cabriolé, y poco más tarde, su cabeza cercenada sale rodando en plena función. ¿Quién hay detrás de todos estos acontecimientos y por qué quiere atacar al Lyceum?
            “Cursed in the Act” tiene un tono retro muy bonito, de novela de aventuras de otra época. Buckland mezcla un misterio, que curiosamente es la parte más débil, con una tierna historia de amor entre el protagonista y la criada del actor Henry Irving, con momentos de aventura entretenidísimos, que a mí es lo que más me gusta de la novela; y te mete de lleno en la época, dándote datos verídicos, pero sin apabullarte. Cómo he disfrutado leyendo esta novela.
            La parte del misterio es la más débil por cómo te va presentando las pistas, ya que a Harry no le cuesta mucho encontrarlas, a veces no tiene ni que investigar, y tampoco hay muchos sospechosos. Bram Stoker en seguida sospecha de un teatro rival, el Sadler’s Wells, sin saber muy bien por qué, y cuando Harry va a investigar, precisamente cuando llega descubre que la gerente dijo que Henry Irving caería enfermo la noche de estreno. Cuando Harry va un pub, de casualidad el dueño le cuenta que el sustituto, el día que murió, estaba acompañado de otro hombre. Y lo más grave, un día que Harry está dando un paseo, de casualidad se encuentra a tres sospechosos que mantienen delante de sus narices una conversación muy reveladora.
            Lo que más me gusta de la investigación es cuando Harry tiene que buscar de verdad pistas. Un pasaje muy bueno es cuando visita al vendedor de ropa que encontró el cadáver mutilado del sustituto, y otro cuando va al encuentro del chico barrendero que vio el accidente. Ahí te enteras de que en la época era normal que chavalillos pobres se ganaran unas monedas barriendo las calles por las que cruzaban los peatones pudientes. Un momento muy interesante, pero que acaba siendo decepcionante, es la investigación a la actriz que intenta extorsionar a Henry Irving. Después de todos los pasos que da Harry para investigar, que están muy bien, al final no lleva a nada y ese personaje desaparece por completo.
            Aunque hay alguna que otra sorpresa a lo largo de la novela, pronto deja de tener sentido quién lo hizo e importa más por qué lo hizo y qué va a hacer a continuación para complicar las cosas. Entonces el caso se vuelve cada vez más raro.
El personaje de Bram Stoker está muy bien, siempre le busca la explicación racional a lo que está sucediendo, pero mete en juego algún concepto paranormal (el verdadero Stoker creía en el ocultismo), y aprendes un montón de cosas sobre vudú. A medida que Harry se adentra en el misterio, en más situaciones peliagudas se meterá. Tendrá que desenterrar un cadáver, será testigo de un rito vudú, huirá de matones, visitará un fumadero de opio y un combate de boxeo ilegal, seguirá a un cabriolé montado en otro, huirá por las alcantarillas de Londres. A veces solo, y a veces acompañado de su jefe Bram Stoker.
Lo más flojo de la parte de aventuras es un momento de muchísima tensión en el que sin venir a cuento Harry regresa a salvar a uno de los matones que lo persiguen, para evitar que muera ahogado. No tiene ningún sentido, y realmente ralentiza la acción, porque Harry acaba de nuevo detenido, para huir muy fácilmente.
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