Un gato en París [6]

Poster original de Un gato en ParísCINEFILIA
Une vie de chat
(Francia, Holanda, Suiza, Bélgica, 2010, 70 min)
Dirección:
Jean-Loup Felicioli
Alain Gagnol
Guión:
Alain Gagnol
Jacques-Rémy Girerd
Intérpretes (v.o.):
Dominique Blanc
Bruno Salomone
Jean Benguigui
Bernardette Lafont

 

En los últimos años, con tanto premio de asociaciones de críticos y los Globos de Oro y los Baftas, cuando llega la hora de los Oscars, tan sólo tienes que hacer un recuento de qué ha ganado cada película para saber por dónde irán las nominaciones, y más tarde las estatuillas. Y normalmente, no hay grandes sorpresas. Excepto en la categoría de Película de Animación, donde suelen colarse películas con las que nadie contaba.
   En los Oscar de 2012, esa categoría tuvo tres grandes sorpresas. La primera fue que “Las aventuras de Tintín”, que parecía la gran favorita para llevarse el Oscar, ni siquiera consiguió la nominación. Y la segunda y la tercera fueron que la española “Chico & Rita” y la francesa “Un gato en París” se colaron entre las cinco nominadas, al lado de “Kung Fu Panda 2”, “El gato con botas” y “Rango”, que fue la ganadora. Habiendo visto todas las nominadas, “Rango” me parece la mejor, y ésta la más floja. (“Las aventuras de Tintín” es mejor que cualquiera de esas películas, pero creo que no consiguió la nominación porque es un film de animación híbrido.)
Fotograma de Un gato en París   Nico es un ladrón parisino que siempre trabaja con un gato negro por las noches. Tras los robos, el gato vuelve a su vida normal: es una mascota llamada Dino que vive en casa Zoé, una niña que se quedó sin habla al morir asesinado su padre. Jeanne, la madre de Zoé, es una policía que sigue la pista de Victor Costa, el hombre que mató a su marido, y al que ahora tan vez pueda echar el guante porque Costa quiere robar una obra de arte.
   “Un gato en París” visualmente está muy bien, porque al ser animación (y animación dibujada a mano, que hace que todo sea más cálido) tiene momentos muy imaginativos y escenas muy dinámicas: el clímax en Notre Damme; las persecuciones por los tejados de París; el apagón de luz; el pestilente perfume del aya… Además, enlazan bien las dos tramas (el final superfeliz haces un esfuerzo y te lo tragas), y muestran muy bien los sentimientos de Jeanne, una madre estresada por el trabajo y la muerte de su marido que nota que su hija se le distancia.
   Pero, a pesar de que dura apenas una hora, “Un gato en París” tiene momentos que se podían haber acortado. Los más obvios son las charlas de Victor Costa con sus acólitos tontos, en los que mantienen diálogos de Tarantino (cuando discuten sobre el nombre de los gangsters es un momento que claramente está copiado de “Reservoir Dogs”) sin la gracia de Tarantino. No tienen mucha gracia porque los personajes son demasiado tontos.
   También explican demasiadas veces que el marido de Jeanne fue asesinado, y hacia el final de la película este personaje toma una decisión inverosímil: tiene la posibilidad de detener a Victor Costa, que está atrapado en el lago del zoo, o hacer caso a un ladrón, que según la información que ella tiene acaba de secuestrar a su hija, y volver donde su hija, que en teoría ya está a salvo; e incomprensiblemente, Jeanne hace caso al ladrón.
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