VIDA DE ESCRITOR: LA ASERTIVIDAD (IV)

Silueta de chico rezandoCuando el diciembre pasado le comenté a un amigo de qué iba a tratar mi siguiente libro para escritores, y que estaba basado en varias de las entradas de mi blog, me preguntó si tenía suficiente material como para un libro. Instintivamente supuse que sí, y ya voy 300 páginas de “La aventura de ser escritor”, así que estaba en lo cierto.
¿Magia? ¿Inspiración divina? No, que ya tengo bastante práctica escribiendo, he leído mucho sobre esos temas, y sé calibrar los proyectos.
            Este libro lo estoy escribiendo de forma orgánica. Tenía en mente una estructura básica en tres grandes bloques para lograr tres objetivos: desmontar el mito del talento, por lo mucho que frena a los aspirantes a escritor, lo dañino que es, y lo muy extendido que está; hablar de la motivación, para que la gente aprenda a auto-motivarse; y el mundo editorial, para conocer de verdad las opciones de publicación que existen y cómo poder ganar dinero durante toda tu carrera literaria.
            Con eso en mente, comencé a escribir en ese orden, y los capítulos fueron surgiendo casi solos. Escribir me inspira, me meto en un estado mental distinto, mucho más creativo, que me permite ir vislumbrando lo que quiero contar en el futuro teniendo en cuenta lo que ya he escrito, así que tengo a mi lado un cuaderno en el que apunto ideas e información que buscar.
Aviso para principiantes: para que puedas hacer esto, tienes que haber llenado tu cerebro de información pertinente, leyendo y asimilando muchísima información, y tienes que haber estado escribiendo durante mucho tiempo. Hay gente que piensa que le inspira Dios o alguna forma de divinidad cuando entra en un estado de flujo, porque no sabe muy bien de dónde le vienen las ideas y lo que hace, le queda bien, ya sea escribir, cocinar o jugar al ajedrez. Esa gente olvida que cuando empezaron, las cosas no fluían tan bien (más bien, no fluían en absoluto), y que gracias a la práctica, buscando mejorar, y a información para mejorar, lograron que pareciera que les saliese solos.
Si no me crees y eres creyente, pídele a Dios que te inspire para hacer algo que nunca has hecho, y me cuentas el resultado, ya sea una llave de kárate, tocar la trompeta, escribir una obra de teatro o hacer malabares con piruletas.
Mucho más acertado me parece el dicho de a “Dios rogando y con el mazo dando” (cambia el “A Dios rogando” por “Deseando que salga bien”, si eres ateo). Si no metes nada en tu cerebro, y no practicas, no hay manera.
Escribiendo recuerdo entradas de mi blog que pueden encajar; las busco y las coloco en el libro, y al mismo tiempo recuerdo información de libros de no ficción que me vendría bien. Además, me he ido leyendo otros libros sobre el tema (una media de dos por semana), y voy seleccionando partes que podrían encajar.
Cuando, después de leer mucho, noto que una idea está bien cuajada, que he descubierto un patrón en varios libros que encaja en el conjunto y en lo que quiero contar, la escribo con mis propias palabras en el lugar correspondiente en el libro. Una idea me lleva a otra y otra, y un libro a otro y otro. Llego a lugares que no esperaba, y escribo secciones que no tenía pensado escribir, porque cubren conceptos que no recordaba o no les daba importancia, pero que ahora descubro son necesarios y mejoran el libro. Mi mente se va abriendo a medida que me adentro en el proyecto. Voy moviendo cosas de sitio y expandiendo ideas, corrigiendo y matizando conceptos, hasta llegar al final. Entonces daré con la estructura definitiva y puliré todo.
La creatividad funciona de forma holística, no lineal. Si pretendes escribir un libro paso a paso, te quedará un puzle frío y aburrido.
Sinceramente, es genial trabajar así. De hecho, mi vida cada vez se parece más a este caos. Sé lo que quiero lograr, y me voy guiando por patrones que voy descubriendo a medida que se desarrolla mi existencia.

 

MÁS ASERTIVIDAD
Portada de El derecho a decir no, de Walter RisoVolvamos a la asertividad. Me parece algo tan importante que yo diría que sin ella es imposible ser feliz. A los libros y sesiones de hipnosis de las que hablaba en el primer artículo, que me ayudaron a ser asertivo, quiero añadir un par de ellos: el libro “El derecho a decir no”, de Walter Riso, y la sesión de Hypnosis Downloads sobre defensa verbal.
“El derecho a decir no” es un libro estupendo sobre asertividad, que le echa un vistazo además a la ansiedad social y la baja autoestima, escrito con el estilo tan claro, y a veces divertido, de Riso. La sesión sobre defensa verbal hizo que superara que me bloqueara cuando alguien me daba una contestación agresiva. Tenía un detonante emocional, que arrastraba desde niño, de todas las veces que me habían tapado la boca (o había visto hacérselo a alguien) con malas contestaciones, cortes, sarcasmos. Cuando de adulto recibía una respuesta similar, mi detonante se disparaba, y automáticamente me bloqueaba, como si volviera a ser el niño de entonces. Eso se acabó. Con la hipnosis he logrado que esa respuesta automática ya no se dé, y pueda responder de forma asertiva.

 

ESTÁS EN TU DERECHO
Recuerda que cuando actúas de forma asertiva no tienes por qué dar excusas o justificar por qué piensas o actúas de una determinada manera, que no tienes por qué actuar o pensar como la mayoría, y que más tarde puedes cambiar de opinión. Puedes decir sin miedo que no entiendes algo, que no sabes algo, o que no te importa o interesa. No tienes por qué solucionar los problemas de otros, y tienes derecho a cometer errores y ser responsable de ellos. Si alguien te ataca por haber cometido un error, asumes el error, pero sin sentirte mal (“Es verdad, me equivoqué al querer llegar tan pronto”). Puedes tomar decisiones de forma ilógica sin tener que dar explicaciones, tienes derecho a ser tratado con dignidad y respeto, a hacer lo que te dé la gana con tu tiempo y tu cuerpo, a decidir sin presiones. Tienes derecho a ser escuchado y ser tomado en serio, a estar solo, a estar contento. Tienes derecho a tener éxito y a fracasar, tienes derecho a no ser asertivo.
            En definitiva, tienes derecho a hacer cualquier cosa sin violar los derechos de los demás.
            Como verás, es fundamental si quieres ser novelista. Tú escribes en los géneros que quieres, exploras los temas que te interesan y cómo tú quieres, muestras con seguridad tu visión del mundo (que más tarde puede cambiar), y empleas tu tiempo para escribir sin sentirte culpable. Si alguien te ataca por emplear el tiempo en algo que te encanta, y encima ganas dinero con ello, es su problema, ya que posiblemente esté atrapado en un trabajo que odia. También es práctico para cuando te pidan que leas cuentos y novelas de aspirantes a escritor, para que les des su opinión. Yo solo leo los ejercicios que les mando a mis alumnos en clase, al resto le digo que no, porque no me dejaría tiempo para leer las novelas que me apetecen.
            Recuerda que ser asertivo no significa imponer tu punto de vista, ni querer cambiar el comportamiento de los otros, sino que es dar tu opinión sincera sin sentir angustia. Ser asertivo impide que el resentimiento y las emociones tóxicas se vayan acumulando («No me atreví», «Ya me han vuelto a ningunear», «Otra vez he accedido y no quería…»), y hace que tú te sientas mucho mejor.
Hombre de comic huyendoNo se trata de que a partir de ahora digas siempre la verdad, como esa gente odiosa, que tiene la inteligencia social de un besugo, que nada más verte te salta “Estás gordo”, “Pareces una uva pasa” o “Te estás quedando calvo”, como si el resto no supiéramos lo que es un espejo, y se queda tan ancha, diciendo que es muy sincera. Estas personas tóxicas están tan ciegas que no se dan cuenta de que los demás hacemos todo lo posible por evitarlas (ocurre lo mismo con los sabiondos o los que te quieren arreglar la vida sin tú pedírselo).
Recuerda también que por muy asertivo que seas, por muy educado que seas, siempre te vas a encontrar a maleducados que te van a dar malas contestaciones. En ese caso, lo mejor es la actitud de “A mí plin”, no sentirte mal por sus respuestas, y no entrar en su juego.
No olvides que no tienes que poner en peligro tu integridad personal. Hay situaciones que podrían ser peligrosas, y lo mejor es no ser asertivo, o utilizar el humor o dar rodeos para dejar clara tu opinión. Hace unos pocos años, cuando mi relación con mi padre estaba en sus peores momentos, me contó una cosa que me hizo sentirme orgulloso de él, de tenerlo como padre. Estaba en un bar tomándose unas cañas con un tío mío cuando entró un chico marroquí, si no recuerdo mal, aunque bien podía ser sudamericano, vendiendo alfombras. Entonces, un cachas racista, rodeado de cabestros, soltó que el bar ya olía mal. Los cabestros le rieron la gracia. Mi padre se levantó, se acercó al chico y le dijo que él estaba allí muy bien, que no molestaba a nadie, y que se quedase todo el rato que quisiera. Los cabestros racistas se marcharon. Eso es una forma de ser asertivo, sin jugarse el pescuezo.
A los abusones no hay que tolerarlos ni en el colegio, a pesar de que uno haya llegado a la Casa Blanca.
Por último, ten en cuenta que comenzar a ser asertivo no es fácil. Primero, porque posiblemente te provoque ansiedad solo de pensarlo; luego, porque te vas a encontrar a gañanes maleducados, y porque si hay personas que están acostumbradas a manipularte, a darte por sentado, se van a tomar muy mal que dejes de ser un corderito para ser un ser humano, y van a utilizar todo su arsenal para evitar que cambies: chantaje emocional, manipulación, desprecio, tergiversar las situaciones para hacerte sentir mal, insultos…
Ojo, porque algunas de esas personas que llevan años manipulándote puede que sean muy inseguras, y lo que hacían era tenerte como muleta para sentirse ellas mejor: si Fulanito piensa lo mismo que yo (o hace, o le gusta, lo mismo), me siento mejor, me siento validado como persona. Un rechazo de algo que te ofrecen se lo toman como un rechazo personal. Sé de lo que hablo, porque yo era así. Aquí también hay que ser asertivo, con tacto. Vamos, que no digas frases como “Como eres tan inseguro, te digo que no, pero que esto no afecte a tu autoestima”.

 

CUÁNDO SER ASERTIVO
Walter Riso propone una serie de preguntas para saber cuándo es apropiado ser asertivo:

 

            1— ¿Estoy violando algún derecho ajeno?

2— ¿Estoy lastimando objetivamente a alguien por descuido o irresponsabilidad?

            3— Al actuar asertivamente, ¿mi motivación es honesta?
            4— Al actuar asertivamente, ¿mi intención es hacer daño?
            5— ¿Estoy actuando impulsiva e irracionalmente?
            6— ¿He deliberado seriamente sobre mi comportamiento antes de actuar?
            7— ¿No será que en realidad no es mi comportamiento lo que está lastimando directamente a la persona, sino su incapacidad para renunciar a un privilegio o aceptar un “no”?

 

            Para saber si has de actuar de forma asertiva, las respuestas deben ser NO, NO, SÍ, NO, NO, SÍ, SÍ.
            Y para saber si es justo que exijas que se te respete un determinado derecho, o una determinada forma de actuar, ayudan estas dos preguntas:

 

            A— ¿Cómo sería una sociedad regida por el principio que me guía a actuar?
            B— ¿Qué pasaría si todos actuaran como yo, sería mejor o peor?

 

            Ser asertivo no es ser egoísta, es ser dueño de tu vida.Las ilustraciones son de dominio público y no hace falta atribuirlas. Chico rezando (waldryano), hombre de cómic huyendo (OpenClipart-Vectors).

Siguiente artículo: Colaboradores de «La aventura de ser escritor»

Anterior artículo: La asertividad (III)

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.