Alien, el octavo pasajero [10]

Cartel original de Alien, el octavo pasajeroCINEFILIA
Alien
(EE.UU., Reino Unido, 1979, 117 min)
Dirección:
Ridley Scott
Guión:
Dan O’Bannon
Walter Hill (sin acreditar)
David Giler (sin acreditar)
Intérpretes:
Sigourney Weaver
Tom Skerritt
Veronica Cartwright
Harry Dean Stanton
John Hurt
Ian Holm
Yaphet Kotto

 

Casi podría decirse que “Alien” es un slasher: un asesino acosa a un grupo de personas y las va matando una a una; con la novedad de que la acción se desarrolla en el futuro, en una nave espacial, y el asesino es un alienígena. Así de básica es la historia de “Alien”. Pero está tan bien contada, y visualmente sigue siendo tan impresionante, que es una obra maestra.
   “Alien” supuso la consolidación de Ridley Scott como director (fue su segunda película), lanzó al estrellato a Sigourney Weaver, y ganó el Oscar a los Mejores Efectos Especiales y estuvo nominada al del Mejor Dirección Artística. La película tuvo tanto éxito que ha generado tres secuelas, dos spin-offs (esas cosas que juntan los aliens con los predators), una infinidad de copias, y “Prometheus”, el último proyecto de Scott, del que a día de hoy todavía no se sabe si es una precuela de “Alien” o una película independiente desarrollada en su universo.
   Narrativamente “Alien” es sobresaliente porque hay una escalada genial de los acontecimientos, asombrando cada vez más al espectador. La película comienza con el descubrimiento de una nave abandonada, que ha lanzando un SOS, en un planeta desconocido y a continuación viene toda la evolución del alienígena: los huevos, esa especie de cangrejo que se pega a la cara, la desaparición del alien e impresionante reaparición, y su crecimiento. La situación no hace más que empeorar, no hay manera de saber cómo van a acabar con el alien (es muy bueno el detalle de la sangre ácida), la tripulación no puede escapar porque en la lanzadera espacial no caben todos, y para empeorar las cosas, al final aparece un traidor (es el único subtexto que tiene la película, el de una crítica a las corporaciones).
   Así contado, parece que “Alien” va toda velocidad, cuando en realidad tiene un ritmo muy pausado. Scott prepara los momentos y los estira y estira, sin que pasen grandes cosas, hasta que hay una explosión de violencia (la muertes son excelentes), que impulsa la trama hasta la siguiente explosión. Scott logra mantener la atención en los momentos menos tensos gracias a un diseño de producción magnífico, creando unos ambientes inquietantes, tenebrosos y peculiarísimos que son geniales.
   El Nostromo parece una nave auténtica, que llevara un tiempo habitada por varias personas, y es muy claustrofóbica: un lugar cerrado y vacío, lleno de recovecos en donde puede esconderse el monstruo. Y en cuanto al planeta y la nave extraterrestre, Scott logra deslumbrar con un impresionante sentido de lo maravilloso. Lo más llamativo es lo bien que ha envejecido esta película, y que esos decorados eran cartón piedra, maquetas y mucho humo.
Sigourney Weaver en Alien, el octavo pasajero
Sigourney Weaver

Los personajes son estereotipos y no hay tiempo para que evolucionen, pero sí que tienen detalles que les hacen humanos (algo tan sencillo como que se preocupen por lo que van a cobrar, que echen de menos comida en condiciones, o que unos sean psicológicamente más fuertes que otros), y cada uno es muy identificable (esto último también gracias a una elección del reparto muy buena), lo que hace que te importen todas las muertes.

   Además, Scott juega muy bien la carta de los personajes porque a todos les da la misma importancia y hasta el final no sabes (ahora lo sabe todo el mundo, pero no en 1979) quién va a sobrevivir. Si te fijas, cuando la tripulación abandona la hibernación, el primero que sale, y al que más planos dedica Scott, es a John Hurt. Normalmente eso indicaría que es el protagonista. Pero no en “Alien”.
   En 2003 Scott hizo el montaje del director, del que recortó 5 minutos de la versión de 1979 (afinó varias escenas para que fueran un poco más rápido) y añadió 4 minutos nuevos. A mi me gusta más la versión original. De la nueva, lo más interesante es cuando Veronica Cartwright abofetea a Weaver por querer dejarla en cuarentena; y lo más largo es una escena en la que, al final, Weaver encuentra a Tom Skerritt y a Harry Dean Stanton convertidos en los capullos en los que se incuban los aliens. Esa escena, en ese momento, en el que la nave está a punto de explotar, no tiene sentido, y en 1979 se rodaría para explicar qué había pasado con algunos de los cadáveres. Supongo que si la recuperaron en 2003 fue porque Ridley Scott quería dejar claro que la idea de los capullos humanos y Weaver con un lanzallamas, que son imágenes muy reconocibles de “Aliens: El regreso” (1986), ya estaban en su película.
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