Besos robados [7]
CINEFILIA
Baisers volés
(Francia, 1968, 90 min)
Dirección:
François Truffaut
Guión:
François Truffaut
Claude de Givray
Bernard Revon
Intérpretes:
Jean-Pierre Léaud
Delphine Seyrig
Claude Jade
Michael Lonsdale
André Falcon
1968 fue un año muy ajetreado para François Truffaut. No habían pasado ni cinco meses del estreno de “La novia vestía de negro”, cuando llegaba a las pantallas francesas “Besos robados”, un film que continuaba la historia de Antoine Doinel. Doinel era el chico de “Los cuatrocientos golpes” (1959), y a lo largo de su carrera, Truffaut fue contando su vida, siempre con el mismo actor, Jean-Pierre Léaud. Doinel fue el protagonista del corto “Antoine y Colette” (1962), “Besos robados” (1968), “Domicilio conyugal” (1970), y “Amor en fuga” (1979). “Besos robados” fue bien recibida por la crítica y estuvo nominada al Oscar a Mejor Película Extranjera (ganaron las mastodónticas ocho horas de la “Guerra y paz» de Sergei Bondarchuk).
En “Besos robados” Antoine Doinel tiene 23 años y sigue siendo un pillo con mucho encanto. Al principio de la película, en una escena muy divertida, echan a Doinel del ejército, al que fue voluntario, porque casi nunca se presentaba cuando lo llamaban. Durante su estancia allí, mantuvo correspondencia con una chica que le gustaba, Christine (Claude Jade), y al volver a la vida civil, va a encontrarla. Doinel, para ganarse un sueldo, acaba siendo un detective privado muy chapucero, mientras que la relación con Christine no acaba de cuajar.
“Besos robados” no tiene mucha coherencia. La relación con Christine avanza de forma muy extraña, con ella cambiando de opinión un poco porque le da la gana; y cuando parece que Doinel está enamorado hasta las cachas, se va de picos pardos. La historia laboral de Doinel es igual de caprichosa: le contratan en la agencia de detectives por pura casualidad, y por algún extraño motivo, no le echan a las primeras de cambio. El final acaba así porque le apetecía a Truffaut que terminara así. Formalmente, todavía se nota la influencia de la Nouvelle vague, sobre todo en ese plano demasiado largo de Léaud ante el espejo debatiéndose entre dos mujeres; o el congelado tan brusco que hay en los créditos
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Jean-Pierre Léaud y Claude Jade |
Pero “Besos robados” tiene encanto, humor, y frescura a raudales que compensan una trama endeble. Jean-Pierre Léaud logra que el personaje, que es un desastre, te caiga de maravilla y te lo pases muy bien con sus aventuras. La historia con la señora del zapatero está muy bien preparada, con esa presentación llena de glamour. Además Truffaut llena el metraje con escenas cómicas, algunas muy pocos sutiles, pero divertidísimas: Doinel siguiendo a una mujer por la calle; la cita con la chica muy alta; el dueño de la zapatería explicando al detective lo que le pasa; la prueba que tiene que pasar Doinel para entrar a trabajar vendiendo zapatos; la resolución del caso del mago y la del zapatero.
Puede que “Besos robados” no tenga mucha congruencia, pero es muy simpática y te hace sentir bien. Muy recomendable.
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