Beast of the Southern Wild
(EE.UU., 2012, 93 min)
Dirección:
Benh Zeitlin
Guión:
Lucy Alibar
Benh Zeitlin
Intérpretes:
Quvenzhané Wallis
Dwight Henry
Levy Easterly
“Bestias del sur salvaje” fue la sorpresa de Sundance 2012, donde ganó el Gran Premio del Jurado: Drama, y de ahí se creó una aureola de gran película independiente que no hizo más que crecer y crecer a mediada que se exhibía por festivales y la alababa la crítica. En enero volvió a dar las sorpresa con las nominaciones a los Oscars, consiguiendo cuatro importantísimas: Mejor Película, Director, Guión Adaptado y Actriz, para Quvenzhané Wallis, que con 9 años es la actriz más joven jamás nominada en esa categoría.
Personalmente, me parece una pasada tanto la respuesta de la crítica como las nominaciones (yo creo que no se merecía ni una, y en el caso de la niña está claro que ha jugado mucho el factor “mira qué mona”), porque “Bestias del sur salvaje” es una película aburrida, con muy poca historia, que para más inri, está mal contada, y que temáticamente es poco sutil y tiene muy poca coherencia.
Hushpuppy (Quvenzhané Wallis) es una niña que vive con su padre al margen de la sociedad en una isla de pescadores, en Luisiana, que corre el peligro de desaparecer de un momento a otro. Hushpuppy es muy feliz porque allí todo es libertad y porque su madre la abandonó de pequeña y porque su padre no cuida de ella y porque nadie se pega una ducha y todo el mundo vive en una pocilga acuática. ¡Cómo mola la vida en esa isla! Mucho mejor que la civilización, ¿cómo vamos a comparar?
Aparte de estar tremendamente sobrevalorada, “Bestias del sur salvaje” tiene un póster engañoso a más no poder, porque parece que vas a ver algo alegre y con mucha emoción, y lo que te das es algo deprimente, caótico y asqueroso, en el que esporádicamente brilla la emoción.
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Quvenzhané Wallis |
De la película me gusta la escena de los fuegos artificiales (que también es engañosa, porque aparece al principio); la escena cuando comen cangrejo; todos los recuerdos de la madre y cuando la niña cree reconocerla, que son escenas muy buenas; y la relación del padre y la niña al final. El resto me producía rechazo.
Para el que no la haya visto, es como si en España alguien decidiera hacer una película sobre un barrio de chavolas diciendo lo libres que son los gitanos, pero como quieren ser realistas, hacen que los personajes te caigan fatal y el entorno te dé asco, y al final acaban con un film que no sabe qué quiere contar.
A ver, no es cuestión de edulcorar las cosas, pero aquí podían mostrarte que esta gente estaba al margen de la sociedad, con unas condiciones de vida muy duras, pero que los sentimientos de comunidad y de libertad compensaban las deficiencias. Yo mientras la veía sólo pensaba “¿Cuándo vas a salir de ese barrizal?”, y claro, cualquier escena en la civilización me parecía mucho más apetecible (y por cierto, menuda sutileza cuando las niñas intentan escapar y acaban en un prostíbulo. Claro, es que eso y comer sándwiches de pollo es la civilización).
Además, la película está contada a saltos y la relación entre el padre y la hija al principio es incomprensible (a saber cómo acabó el padre en un hospital), el sentimiento de comunidad está muy mal transmitido (a muchos personajes no acabas de conocerlos, y casi mejor), y el elemento de realismo mágico, lo de las bestias, no funciona excesivamente bien, ni es muy sutil que digamos.
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