Con la muerte en los talones [8]
North by Northwest
(EE.UU., 1959, 131 min)
Dirección:
Alfred Hitchcock
Guión:
Ernest Lehman
Intérpretes:
Cary Grant
Eva Marie Saint
James Mason
Martin Landau
Leo G. Carroll
“Con la muerte en los talones” es una película tan famosa que incluso personas que no la han visto identifican secuencias: ¿quién no conoce la escena de Cary Grant perseguido por una avioneta?, ¿o Grant y Eva Marie Saint colgados del Monte Rushmore? El film fue la cuarta y última colaboración entre Grant y Hitchcock (las otras fueron “Sospecha”, “Encadenados” y “Atrapa a un ladrón”), y la primera entre Hitchcock y el guionista Ernest Lehman; con quien volvería a trabajar en 1976 en “La trama”, el último film de Hitchcock.
Antes de “Con la muerte en los talones”, lo más destacable que había escrito Lehman fue “Sabrina”, pero en los 60 escribiría películas muy importantes: “West Side Story”, “Sonrisas y lágrimas” y “¿Quién teme a Virginia Wolf?” tienen guiones suyos. Como Hitchcock, Lehman estuvo varias veces nominado al Oscar (Hitchcock cinco y Lehman seis), pero tuvo que conformarse con el Honorífico.
“Con la muerte en los talones” fue un éxito de taquilla y estuvo nominada a tres Oscars (Montaje, Dirección Artística y Guión Original), creó escuela en las películas de espías y está considerada una de las mejores obras de su director. A mí, aunque me gusta mucho, me parece un poco sobrevalorada: es estupenda pero no una obra maestra.
Roger Thornhill (Cary Grant) es un publicista que trabaja en Nueva York. Un día unos hombres lo secuestran y lo llevan ante Townsend (James Mason), quien le interroga, pensando que Thornhill es un tal George Kaplan. Uno de los hombres de Townsend (Martin Landau), emborracha a Thornhill y lo conduce hasta un precipicio. Thornill logra salvarse, y al día siguiente decide averiguar quién es el Townsend y el misterioso George Kaplan con el que le confunden.
“Con la muerte en los talones” tiene muchísimo humor, encanto y tensión. Hitchcock, partiendo de una confusión, va complicándole la vida a su protagonista por momentos, y funciona muy bien, al tiempo que el espectador va descubriendo qué está pasando. La atención se mantiene de principio a fin.
El film no sería lo mismo sin Cary Grant (¡qué grande era!), que tenía una elegancia y una bis cómica únicas. Y durante todo el film, Hitchcock mantiene un tono genial, que no sabes si tomártelo en serio o como una comedia.
Escena a escena, “Con la muerte en los talones” es magnífica. Mis favoritas son el primer encuentro con James Mason (qué divertido cuando Grant reconoce que no le importa que lo secuestren de vez en cuando, pero que tiene entradas para el teatro esa noche); la de la ONU (aquí sí que hay giros inesperados, y muy bien hechos), la de Grant y su madre investigando en el hotel; el encuentro con Eva Marie Saint en el coche restaurante (¡qué diálogos!, ¡qué subtexto sexual!); la de la avioneta (es sorprendente: no tiene primeros planos ni música, y sin embargo es muy tensa. Y tiene una preparación para quitarse el sombrero.), y la de la subasta, que para mí es de lo más divertido de toda la película. Por el contrario, la del Monte Rushmore me parece que no ha envejecido bien del todo.
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Cary Grant |
El problema que tengo con esta película es que su muy alabado guión no es tan bueno como dicen. Funciona para ir complicando las situaciones y para mantener entretenido al espectador, pero hay demasiados elementos sin justificar.
Incluso cuando la estás viendo te das cuenta de que hay piezas que no encajan y demasiadas casualidades. El film comienza con una, cuando el botones pregunta por George Kaplan y Cary Grant levanta la mano para escribir un telegrama. Eso me lo puedo creer, pero todo lo de Eva Marie Saint no: que se encuentre a Grant por casualidad en el tren; que le convenza para charlar con Kaplan en un descampado (¿qué le dijo a Grant para convencerlo de que tenía el teléfono de Kaplan?); el encuentro en el hotel… Es demasiado.
Además, la escena donde se explica quien es George Kaplan es confusa. A la media hora aparecen unos personajes que no conoces y sueltan un rollazo en una escena muy poco cinematográfica. Es fácil que te rasques la cabeza pensando qué está pasando. Más adelante, el MacGuffin está plantado muy tarde y la historia de amor es muy precipitada. Y sin estos dos elementos, no hay final de película. Parece que están metidos con calzador para alcanzar el clímax.
A pesar de un guión muy caprichoso, “Con la muerte en los talones” sigue siendo una gozada. No será lo mejor de Hitchcock, pero qué bien que te lo pasas.
Calidad del blu-ray:
Impresionante. La Paramount se gastó un millón de dólares en restaurarla, y fue dinero muy bien gastado. El transfer está sacado del original de VistaVisión, escaneado a 8K, lo que garantiza que ningún elemento del original se va a perder en la conversión. El film tiene una textura cinematográfica muy bonita, con los colores muy saturados del Technicolor, imágenes con mucha profundidad y ni rastro de retoques digitales. Qué bonito era el cine clásico, y qué bien se ven en blu-ray. Paramount, ¡más, por favor!
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