Dark Currents [4]

Portada de Dark CurrentsCUENTOS

(Reino Unido, 2012, 272 páginas)
Varios autores.

NewCon Press es una editorial británica especializada en fantasía, ciencia ficción y terror. “Dark Currents” es su última colección de cuentos y la idea de partida la tuvo su seleccionador cuando vio un dibujo de Ben Baldwin (es el de la portada) y decidió el tema para una nueva colección: mareas oscuras o corrientes oscuras. Con eso en mente, se puso en contacto con una serie de escritores y sólo les dio como guía ese tema. Y así nació “Dark Currents”, que es una colección bastante irregular.
   “The Fall of Lady Sealight”, de Adrian Tchaikovsky, es de los mejores. Es un poco confuso, pero tiene sentido que lo sea; y trata de una chica llamada Eleonor que en el futuro lucha por el Reino Unido, en contra de la Commonwealth. En ese futuro las batallas se libran en una zona llamada “the Void” (“el Vacío”), un lugar al que sólo un puñado de gente dotada puede penetrar con la mente. Destaca por la construcción de ese futuro y por cómo vas atando cabos de lo que supone el nuevo ataque de la Commonwealth y qué le ha pasado a la protagonista. “The Age of Entitlement”, de Adam Nevill, tiene ideas buenas, pero está mal desarrollado. Trata de dos amigos que en el futuro, donde la mayoría de la población vive en las ciudades y los pueblos son fantasmas, recorren Europa visitando esos pueblos. Al principio parece que van buscando fantasmas de verdad, pero a mitad el cuanto va de otra cosa, con un giro que es muy precipitado, y acaba con un final muy previsible.
   “Electrify Me”, de Tricia Sullivan, trata de un robot que tiene que superar un trauma del pasado. La voz del protagonista (está narrado en primera persona) tiene mucha gracia, pero cuesta seguir qué pasa y la conclusión es un poco simple. “Alternate Currents”, de Rod Rees, tiene mucho encanto y estaría bien si fuera el primer capítulo de una novela. Va de cómo Nikola Tesla (sí, el inventor) descubre un complot de Marte para invadir la Tierra gracias a un meteorito caído en Central Park. Le falta un poco de desarrollo, para que funcionara lo que cuenta aquí; y cuando acaba, falta toda la historia posterior, que daría para una novela.
   “The Barricade”, de Nina Allan, va de una mujer que descubre algo de su pasado que tenía oculto y hace que cambie su vida radicalmente. De éste está bien cómo la mujer va descubriendo sus sentimientos auténticos, y lo infeliz que es con su vida, pero la parte paranormal está muy forzada y lo que provoca el cambio en el personaje también. “Things That Are Here Now, Things That Were There Then«, de Andrew Hook, es confusísimo, y trata sobre un hombre que trabaja con una artista para curarle la compulsión que tiene por hacer fotos.
   “Loose Connections”, de Finn Clarke, cuenta cómo en el futuro los hospitales utilizan a criminales, a los que mantienen sedados, para curar patologías de pacientes, conectándolos con la mente. El cuento está muy mal construido y tiene un final sin sentido que quiere ser sorprendente, pero tiene buenas ideas y plantea cuestiones éticas muy interesantes. La única gracia de “Sleepless in R’lyeh”, de Lavie Tidhar, es que hace guiños a “Algo para recordar” (“Sleepless in Seattle”, en el original), y está escrito en algo que recuerda a un guión, aunque no es exactamente uno, y los protagonistas se llaman Tom y Meg; pero la historia es incomprensible.
   “Damnation Seize My Soul”, de Jan Edwards, es una historia de piratas dificilísima de seguir por la confusión que tiene de personajes y acciones. “Home”, de Emma Coleman, es una sucesión de escenas de pesadilla, que están muy bien y son muy agobiantes, pero no explica por qué suceden las cosas, o qué sentido tienen.
   “A Change in the Weather”, de Rebecca J Payne, está casi logrado. Trata de una mujer que vive en la costa y no hace más que escuchar el parte meteorológico. Faltan pistas para que el final funcionara, y es que la única que da (y la va a pillar muy poca gente) es que la mujer se llama Cassandra. “Bells Ringing Under the Sea”, de Sophia McDougall, cuenta demasiadas cosas, y unas contradicen a otras (es una historia de amor, de algo traumático que sucede a mitad, y después de un padre con su hija), pero tiene escenas submarinas muy buenas.
   “In Tauris”, de Una McCormack, es de los peores. Lo más interesante que tiene es como dibuja un futuro nada halagüeño, pero está escrito con un estilo muy altisonante (utiliza la tercera persona múltiple) y cuesta muchísimo seguir la trama. “Lost Sheep”, de Neil Williamson, es muy divertido y tiene ideas geniales, pero le falta un poco de desarrollo para que funcionara (falta desarrollo sobre todo en el personaje de la co-protagonista, que tiene un cambio muy precipitado al final). Trata de dos fugitivos que recorren la galaxia en una nave espacial, y un día se topan con una reliquia: un nave que despegó de la Tierra milenios atrás y aún tiene habitantes humanos.
   “The Bleeding Man”, de Aliette de Bodard, es el mejor de todos. Es una historia de fantasía en la que una chica de 12 años quiere aprender lo que hace su madre: leer la sangre de los condenados a muerte. La trama es muy interesante, y continúas leyendo para saber qué pasa a continuación, está muy bien explicado cómo funciona ese mundo, y acaba con una nota muy emotiva sobre la relación entre la madre y la hija. La colección la cierra el poema “George”, de V.C. Linde, que soy incapaz de comprender, y como la poesía no es lo mío, no sé si es bueno o malo.
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