Despedidas [5]

Cartel americano de DespedidasOkuribito

(Japón, 2008, 130 min)
Dirección:
Yôgirô Takita
Guión:
Kundo Koyama
Intérpretes:
Masahiro Motoki
Tsutomu Yamazaki
Ryoko Hirosue

“Despedidas”, que el pasado febrero dio la sorpresa en los Oscar al llevarse el de película de habla no inglesa desbancando a los pesos pesados de “Vals con Bashir” y “La clase”, es un caso típico de film que comienza muy bien, pero que va perdiendo fuerza a medida que avanza el metraje.
   Al parecer, en Japón es costumbre lavar y maquillar a los muertos frente a la familia antes de incinerarlos. La película empieza con un prólogo donde se ve al protagonista y a su jefe realizando dicha ceremonia, en la que les aguarda una divertida sorpresa. Tras los créditos, explican la vida del protagonista, un violonchelista que se queda sin trabajo y tiene que volver a su pueblo natal con su mujer para encontrar otro empleo.
   Durante media hora la película tiene el tono de una comedia amable y funciona muy bien. Una mañana, el protagonista ve en el periódico un anuncio para una empresa que se dedica a “despedidas”, dando por supuesto que se trata de una agencia de viajes. Gracias al prólogo, el espectador se percata del equívoco y la escena de la entrevista de trabajo es divertidísima.
Masahiro Motoki y Ryoko Hirosue en Despedidas
Masahiro Motoki y Ryoko Hirosue

Los siguientes minutos muestran el aprendizaje del protagonista y todo lo que tiene que hacer para ocultar su verdadera profesión a su mujer. Y la película sigue siendo muy divertida. Sin embargo, a la media hora se abren subtramas mucho menos interesantes, el tono cómico se convierte en dramático, y la hora y media restante no es ni la mitad de buena que el principio.

   La relación entre el protagonista y sus compañeros de su trabajo está muy bien, sin duda es lo mejor del resto del film, pero no se entiende por qué cuando su mujer le da un ultimátum para dejar su trabajo, el hombre prefiere que le abandone su esposa. El problema es que la parte principal de esa relación laboral viene después del ultimátum.
   La subtrama del los baños públicos no la acabo de entender del todo, lo mismo que el trauma que tiene el protagonista porque su padre lo abandonó de pequeño. Supongo que no era la intención del director, pero a mí el mensaje que me transmite es que la muerte lo cura todo. Me parecen tramas muy mal cerradas, en las que el director piensa que con subir mucho la música, se logra emoción. Yo no hacía más que preguntarme qué iba a pasar con los baños o por qué el protagonista se sentía más feliz al final de la película.
   Técnicamente, no es excesivamente buena. A veces tiene unos insertos muy obvios, como cuando el protagonista se queda en paro o cuando lo embalsaman; otras veces la puesta en escena se nota demasiado, como la llegada del cartero; y en otras ocasiones la narración pierde efectividad por una planificación y montaje mediocres. El mejor ejemplo es la escena de la orquesta. Supongo que la gracia era en ir creando un crescendo entre la música (la “Oda a la alegría”) y las imágenes, para acabar con un movimiento de grúa que descubría un auditorio casi vacío. El crescendo es tan malo, por una mediocre utilización del lenguaje cinematográfico, que el chiste no hace gracia. Por el contrario, los actores están muy bien, aunque el protagonista a veces es demasiado exagerado, y sí que consiguen que los personajes te importen.
   Una pena, podía haber estado muy bien.
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