El fantasma de la Ópera [8]
Le Fantôme de l’Opéra
(Francia, 1910, 350 páginas)
Gaston Leroux
Hoy en día «El fantasma de la Ópera» es más conocido por el musical de Andrew Lloyd Webber y la infinidad de películas de terror que hay sobre él, pero su origen es una maravillosa novela de Gaston Leroux. «El fantasma de la Ópera» apareció por primera vez, por entregas en el periódico «Le Gaulois», entre finales de 1909 y principios de 1910, y en abril de ese año, se publicó como novela. Y a pesar de tener más de cien años, sigue siendo una gozada.
París, siglo XIX. La noche que la gran bailarina Sorelli va a despedirse de los dos directores dimisionarios de la Ópera, una de sus bailarinas, asustada, asegura haberse topado con un fantasma del que todo el mundo habla. Poco más tarde les llega la noticia de que el jefe de máquinas ha aparecido ahorcado en los sótanos, y culpan al fantasma. Esa misma noche ha sido el brillante debut de la joven Christine Daaé como cantante. El vizconde de Chagny, Raoul, está perdidamente enamorado de ella y va a su camerino y escucha tras la puerta una conversación. Solo Christine sale del camerino, y cuando Raoul se mete para ver con quién hablaba, descubre que no hay nadie. ¿Será verdad que existe el fantasma de la Ópera?
La técnica que utiliza Leroux para mantener la atención del lector es plantear una situación muy peculiar, y después retrasar la resolución pasando a otras escenas también peculiares (muchas veces lo que hace es saltar al pasado para contar cómo se llegó hasta allí), y por fin resolver la primera situación, donde te explica cosas que al principio te llamaban mucho la atención, o te sorprende con giros inesperados. Supongo que esa estructura le salía casi sin esfuerzo, al estar acostumbrado a escribir por entregas en periódicos, y era la forma que tenía de asegurarse de que los lectores le siguieran semana a semana. Y la verdad que funciona muy bien.
La novela cuenta que desde hace un tiempo pasan cosas raras en la Ópera de París, y muchos de sus trabajadores están convencidos de que hay un fantasma (incluso saben que su palco es el nº5, y no se puede vender). Y por otro lado, la historia de amor entre Raoul y Christine, y un misterioso «Ángel de la música» que ha hecho que Christine se vuelva un prodigio de la ópera. Y Leroux las va entrelazando.
La primera, la de los trabajadores, está llena de humor, sobre todo en las desventuras de los nuevos directores, que no se creen que exista un fantasma. Por la influencia del cine, mucha gente se piensa que «El fantasma de la Ópera» es una novela de terror, cuando realmente tiene muchísimo más humor que terror, y en realidad es una novela de aventuras. De esta parte me parece genial el gallo que suelta la Carlotta (y bien que lo estira Leroux), o la aventura de los 20.000 francos desaparecidos, que es divertidísima por ridícula.
Y la segunda, la de los amoríos y el «Ángel de la música», tiene los mejores momentos de la novela, pero también la trama más forzada. Cada vez que Leroux se adentra en lo paranormal (al final todo tiene una explicación racional), es excepcional: el violín encantando, la morada del fantasma, los sótanos de la Ópera, la cámara de los tormentos… ¡Lo qué daría por escribir yo escenas la mitad de buenas e imaginativas!
El problema es que el comportamiento de Christine está un poquito forzado: siente pena por el fantasma, pero al mismo tiempo está aterrorizada, por lo que no tiene mucho sentido que siga a su lado (a veces las conversaciones que mantiene con Raoul son demenciales). Me parece que de alguna manera Christine debería estar forzada a permanecer con el fantasma durante un tiempo, no por propia voluntad.
También está forzado el personaje del Persa: el hombre sabe mucho del fantasma y de Christine, y también sabe que es muy peligroso, y a pesar de ello no decide ayudar a Raoul hasta el final. Aquí también se debería justificar por qué no actúa hasta tan tarde.
Y por último, la resolución del clímax es decepcionante. Aparte de que no tiene sentido que Raoul y el Persa no utilicen más las pistolas en la cámara de los tormentos (deberían perderlas antes de entrar ahí), o que el resorte que abre una trampilla esté donde está; Leroux, tras complicar muchísimo las cosas, acaba resolviendo todo demasiado fácilmente.
Tu comentario me hizo recordar la novela, que leí hace muchísimos años. Lo único que recordaba de ella era que me había apasionado, pero era una adolescente. No se si me pasaría lo mismo al releerla ahora. Saludos
Hola Savitri:
Muchas gracias por pasarte por mi blog. Yo me la había leído hacía diez años, y tenía un recuerdo estupendo de ella. Y ahora al releerla, me ha vuelto a encantar. Es lo que dices tú, apasionante.
Te contaré que estoy a punto de leer "La muerte de Iván Ilich". Ésa me la leí hace doce años, y también me encantó.