La invención de Hugo [8]

(EE.UU., 2011, 126 min)
Dirección:
Martin Scorsese
Guión:
John Logan
Intérpretes:
Asa Butterfield
Chloë Grace Moretz
Ben Kingsley
Helen McCrory
Sacha Baron Cohen
Emily Mortimer
Michael Stuhlbarg
Christopher Lee
Jude Law
A Martin Scorsese le costó muchísimo sacar adelante la superproducción “Gangs of New York” (2002) porque no era un director taquillero, y tanto él como Leonardo DiCaprio tuvieron que rechazar a parte de su sueldo para terminarla. La película no funcionó bien en taquilla, pero curiosamente hizo que Hollywood le financiara a partir de entonces películas muy caras. “La invención de Hugo” es una superproducción en 3D, que venden como si fuera una fantasía familiar, pero que realmente es una personalísima carta de amor al cine.
Hugo Cabret (Asa Butterfield) es un chico huérfano que vive escondido en una estación de tren parisina en los años 20. Antes de que su padre muriera (Jude Law), le regaló un autómata roto y juntos se pusieron a repararlo. En esa misma estación trabaja Georges (Ben Kingsley), un viejo y amargado juguetero que un día atrapa a Hugo robándole piezas. Georges le quita un cuaderno con dibujos del autómata y se lo lleva a casa para quemarlo. Hugo lo sigue y habla con su ahijada Isabel (Chloë Grace Moretz) para que convenza a su padrino de que no queme el cuaderno. Isabel y Hugo se hacen amigos, y mientras Isabel le enseña a Hugo el mundo mágico de los libros, Hugo le descubre el mundo de los sueños: el cine. Un día Hugo se da cuenta de que Isabel tiene un colgante con forma de corazón que encaja en la cerradura del autómata, y cuando le dan cuerda, reciben un mensaje que cambiará sus vidas y la de Georges para siempre.
Durante la primera hora de película, me parecía que “La invención de Hugo” era un precioso mastodonte que era tan enorme, y Scorsese se molestaba tanto en mostrarte lo precioso que era, que le costaba avanzar. Técnicamente la película es impresionante por lo bien hecha que está y visualmente es muy, muy bonita; pero la trama, en esa parte, tardaba muchísimo en avanzar.
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Asa Butterfield y Ben Kingsley |
Tras una presentación de la estación que te deja con la boca abierta, Scorsese planta el autómata en un flashback muy bonito, y la relación entre Hugo y Georges Méliès y Hugo e Isabel. Pero aparte de que esas relaciones se desarrollan en escenas muy estiradas (da la sensación de que Scorsese era consciente de que había logrado planos estéticamente tan buenos, en los que sacaba el máximo provecho a unos decorados magníficos, que en montaje no se atrevió a reducirlos), mete entre medias otros personajes de la estación que a mí me parecían un estorbo, también en escenas muy largas.
Pero entonces aparece el amor al cine y a Georges Méliès, y la trama está mucho más ajustada (ya se sabe qué quieren conseguir los personajes), y la segunda hora de “La invención de Hugo” es una obra maestra.
Viendo la carrera comercial que lleva la película en EE.UU., que va a estar más de 4 meses dando dinero en los cines con recaudaciones semana a semana muy regulares, pero sin despegar nunca (y va acabar siendo deficitaria); y lo que ha pasado en los Oscars, donde ha arrasado sólo en los premios técnicos; me parece que tienes que ser muy cinéfilo para que te encante esta película. Si no eres un enamorado de la historia del cine, “La invención de Hugo” te parecerá bonita pero no muy emocionante.
Para mí esa segunda hora era una oleada de emoción tras otra. Primero porque era ver cosas que me sabía de memoria por haberlas leído en varias historias del cine (a mí me puso los pelos de punta ver la reacción del público ante la llegada del tren; y me pasó lo mismo con todo el pasado de Georges Méliès; aparte de que reconocía la mayoría de los fragmentos de las películas que aparecían) y segundo por dos temas que tiene, que me llegan muchísimo: la necesidad de dejar atrás el pasado para disfrutar del resto de tu vida y la importancia de encontrar tu hueco en el mundo (y me emociona mucho en qué se convierte la chica al final de la película).
¡Qué película tan encantadora! Si eres cinéfilo, no dudes en ir a verla. Si no lo eres, no sé qué decirte.
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