Las 13 rosas [1]

Cartel de Las 13 rosasLas 13 rosas

(España, 2007, 100 min)
Dirección:
Emilio Martínez Lázaro
Guión:
Pedro Costa
Ignario Martínez de Pisón
Emilio Martínez Lázaro
Intérpretes:
Pilar López de Ayala
Verónica Sánchez
Marta Etura

Viendo la última película de Emilio Martínez Lázaro uno no tiene más remedio que preguntarse cómo es posible que tras 29 años haciendo largos haga tamaño despropósito. Si “Las 13 rosas”, por mala que sea, hubiera sido una ópera prima, podría ser justificable; que sea la obra de un director con 10 películas (e incontables capítulos de series) a sus espaldas, es imperdonable.
   La película ya empieza mal, con esos créditos (el del título) que muestra la falta de coherencia que recorre todo el film: ese crédito, con las letras acercándose a cámara y tiñendo la pantalla de rojo, está bien para una película de acción, no una histórica. Pero para estas 13 rosas lo mismo son las churras que las merinas.
   Una vez comienza la historia, el espectador se encuentra con actores disfrazados de época que dicen frases demasiado literarias, con falangistas de opereta y con supuestas escenas “duras” de guardarropía. Todo huele a naftalina y a rancio. Muy crédulo tiene que ser el espectador para entrar en el juego.
   Sin embargo, aún con estos defectos, haciendo un esfuerzo y si la película hubiera sido medianamente entretenida, se podría disfrutar de este film. Pero “Las 13 rosas” no se conforma con crear un ambiente completamente inverosímil, sino que ni siquiera tiene claro qué quiere contar ni cómo.
   Confusa a más no poder, cuesta reconocer a las protagonistas (mucho ayuda que unas cuantas sean actrices conocidas), teniendo la película una estructura completamente descompensada. Parece que han querido contar demasiadas historias, y pasan de una chica a otra y a otra y a otra con grandes lapsos temporales hasta que se vuelve a la primera, haciendo que uno se olvide de que tal actriz trabajaba en la película (y no digamos de la vida su personaje). He de reconocer que al salir del cine era incapaz de saber quienes eran las trece chicas.
   No sólo eso, especialmente al principio, se presentan muchos, demasiados personajes que luego carecen de importancia. Se les presenta y luego no pintan nada en la historia (como esos dos niños al comienzo que no vuelven a aparecer o en el discurso del guardia civil cuando acaba la guerra, en donde le dedican frases y primeros planos a un joven que sólo sale en esa escena). No sólo está mal de estructura sino que es difícil saber qué personaje es importante y cuál es anecdótico.
Fotograma de Las 13 rosas   Otro defecto que tiene es el no saber contar las cosas. Muchas veces no sé sabe que está pasando hasta que la escena va por la mitad: valgan de ejemplos la huída de Fran Perea al principio (nos enteramos de que es una escena de tensión gracias a la música de Roque Baños, porque explicarse, no se ha explicado nada) o la distribución de las octavillas.
   Este último ejemplo es un paradigma de la ceguera de Martinéz Lázaro como narrador. Aquí vemos como sin previo aviso unas chicas lanzan papeles al aire, dejando al espectador que llene todos los huecos (que si son octavillas republicanas, que si las pillan se les va a caer el pelo…), consiguiendo que lo que podía tener mucha tensión, no tenga ninguna por no dar información al espectador (basta comparar una situación parecida –en una película que comparte bastantes puntos en común con ésta, pero de una calidad infinitamente mejor- en “Sophie Scholl”, donde la distribución de octavillas está prepara con tanto cuidado, cinematográficamente hablando, que consigue que el espectador esté en vilo cuando llega el momento de la distribución).
   Otro punto flaco (ni que tuviera alguno fuerte) es el reparto. ¿Cómo nos quieres hacer creer que actrices que rondan la treintena hagan de chicas de 20 años? ¿Y cómo nos quieren hacer creer que los actores italianos, metidos con calzador por ser una coproducción, pasen por españoles con ese horrible y muy notorio doblaje que les han cascado?
   Lo peor es que a medida que avanza el metraje la película no mejora, y se va convirtiendo en algo cada vez más ridículo, blandengue y empalagoso. Esas escenas sonrojantes del Retiro (¿de qué hablaban las chicas si sólo se nos muestras troncos de árboles que pasan a toda velocidad? Si no había dinero para vestir a extras de época, mejor no poner nada), el baile de chaqué en la cárcel o el eternamente alargado final.
   Calificarla de mediocre es ser generoso. Y mucho.
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