Lincoln [6]
(EE.UU., 2012, 150 min)
Dirección:
Steven Spielberg
Guión:
Tony Kushner
Intérpretes:
Daniel Day-Lewis
Tommy Lee Jones
Sally Field
David Strathairn
Hal Holbrook
James Spader
Joseph Gordon-Levitt
John Hawkes
Jackie Earle Haley
Lee Pace
Jared Harris
Joseph Cross
Gulliver McGrath
Michael Stuhlbarg
Tenía muchísimas ganas de ver “Lincoln”. Primero, porque era de Spielberg (ya puede adaptar la guía telefónica, que iré a verla), y además revisaba una figura fundamental de la historia de Estados Unidos. Segundo, porque el guión era de Tony Kushner, el mismo de “Munich”, que es un de los films de Spielberg que más me gusta. Y tercero, porque salía ese portentoso actor que es Daniel Day-Lewis.
Cuando la película se estrenó en Estados Unidos en noviembre tuvo grandes críticas y una respuesta excelente del público (la película lleva más de dos meses entre las 10 más vistas y 160 millones de dólares recaudados, y todavía no se sabe cuándo se acabará su carrera comercial). Llegaron las nominaciones a los Oscars y “Lincoln” se perfiló como clara favorita con 12 candidaturas. Pero empezaron las máculas en su currículum: en los Globos de Oro, que vota la prensa extranjera de Hollywood, sólo ganó el de Mejor Actor de Drama, y en los Baftas, los premios británicos, Spielberg se quedó fuera de la categoría de Mejor Director. Habiéndola visto, me parece que “Lincoln” conecta muchísimo más con el público americano que con el internacional, y que la película en sí es muy frustrante: una primera mitad dificilísima de seguir, porque está mal contada, y una segunda parte excepcional, con un momentazo Spielberg tras otro.
La película cuenta los últimos meses de la vida del presidente Lincoln (Daniel Day-Lewis), cuando la Guerra de Secesión estaba acabándose y el congreso debatía si aprobar o no la 13ª enmienda de la constitución, la que aboliría la esclavitud. El film se centra en los trapicheos políticos que hizo Lincoln para sacar adelante la enmienda, al tiempo que muestra el lado humano del personaje.
Lo que más me sorprende de “Lincoln” es lo confusísima que es la primera parte, siendo Spielberg un gran narrador, y habiendo salido airoso en el pasado de películas dificilísimas de contar (me viene a la mente “La lista de Schindler”, que tenía una multitud de personajes y tramas, y nunca te perdías. Y quien se haya leído la obra de Thomas Keneally sabe que la estructura de la película no aparece en el libro).
Aquí hay una cantidad ingente de personajes, que te cuesta saber qué función cumplen (a Spielberg hay que reconocerle que nunca los confundes por lo diferentes que son los actores que los interpretan), en dos tramas que cuesta una barbaridad seguir y que además tienen muchísimo diálogo y pocas acciones: por una parte, Lincoln estaba negociando la paz con el Sur sin que nadie lo supiera, y por otra, estaba comprando representantes demócratas para sacar la enmienda antes de que acabara la guerra.
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Daniel Day-Lewis |
Un gran problema que tiene la película es la cantidad de colaboradores de Lincoln que te presentan. Teniendo en cuenta esas dos tramas, me parece que deberían haberse limitado a presentar a David Strathairn, que hace del Secretario de Estado, a Hal Holbrook, que es el que inicia las negociaciones de paz, y a James Spader, que es el que van sobornando a diputados. Yo, además de tener que hacer un esfuerzo tremendo por seguir la evolución de las historias, cada vez que aparecía un nuevo personaje no sabía si era importante o no. Y cada vez que Lincoln se ponía a contar una anécdota, mi mente volaba y volaba.
Aparte de que ser incapaz de seguir los pormenores de las tramas, tengo un problema de sentido: no sé por qué Lincoln quería adelantar el voto de la 13ª enmienda y por qué la aprobación de ésta iba a acelerar el fin de la guerra. Algún motivo hay, porque es lo que hizo el auténtico Lincoln, pero aquí no está nada claro.
Aparte de que ser incapaz de seguir los pormenores de las tramas, tengo un problema de sentido: no sé por qué Lincoln quería adelantar el voto de la 13ª enmienda y por qué la aprobación de ésta iba a acelerar el fin de la guerra. Algún motivo hay, porque es lo que hizo el auténtico Lincoln, pero aquí no está nada claro.
Por una parte, al principio cuentan que 64 diputados demócratas habían perdido su puesto en las últimas elecciones, y que para aprobar la enmienda sólo necesitaban 20 votos. Yo constantemente me preguntaba por qué no esperaban hasta que se formara el nuevo congreso, donde los republicanos tendrían una mayoría muy cómoda. Esto mismo se lo pregunta el Secretario de Estado. Supongo que las prisas se debían a las divisiones internas del partido republicano, que durante la guerra estaba muy unido, pero que tras ella volvería a separarse en pequeñas facciones, y el momento idóneo para comprar votos demócratas era entonces. Igual está explicado en la película, pero a mí se me pasó.
Y lo de aprobar la abolición de la esclavitud para acelerar el cese de la guerra creo que lo justifican diciendo que era a lo único que ya se aferraba el Sur, que estaba claramente vencido y simplemente estiraba la guerra, y así, al eliminarla, ya no tenía nada a lo que agarrarse y no le quedaría más remedio que rendirse. Pero yo pensaba que sería todo lo contrario, que el Sur pondría aún más resistencia si acababan con la esclavitud, que era el fundamento de su economía (y de hecho, al final, lo primero que pide es que Lincoln anule la 13ª enmienda).
De toda esa primera parte me gustaba cuando Spielberg mostraba el lado humano de Lincoln, en especial con su niño pequeño, y alguna idea por ahí suelta: la defensa de la abolición, o el miedo que tenía la gente, incluso la que no quería la esclavitud, a un nuevo orden de cosas. Como decía Lincoln, para salir adelante en el nuevo Estados Unidos, habría que improvisar. Yo creo que también hay que vivir así la vida, siempre buscando la mejora e improvisando constatemente.
Personalmente, me metí en la película en cuanto el hijo mayor de Lincoln, interpretado por Joseph Gordon-Levitt, quiere ir a la guerra. En una escena brillante, Spielberg muestra cómo es el matrimonio y el miedo que tienen a perder a un hijo, y entonces entendí por qué Lincoln tenía prisa por acabar la guerra.
Y a partir de ese momento viene una escena genial tras otra y otra, porque todo lo indicado en la primera parte se va cerrando aquí, y lo vas entendiendo: la escena en la que el personaje de Tommy Lee Jones tiene que renegar de lo que lleva toda su vida defendiendo para allanar el camino a la 13ª enmienda (hasta entonces pensaba que Lee Jones era malo, por una escena en la que Sally Field le echa un rapapolvo, pero resulta que era muy bueno); el momento de la carretilla y lo que le dice Lincoln a su hijo; lo divertido que es cómo van comprando a los demócratas; el secreto de Tommy Lee Jones; la votación, que es emocionantísima…
No está mal, pero Spielberg tiene mil películas mejores que ésta.
Estoy bastante de acuerdo con lo que comentas. La vi ayer y me gustó. Tuve que estar concentradísimo al principio para no perderme, pero la vi con interés y al final me dejó buen sabor de boca. Eso sí, también es verdad que a mí me interesa la historia y puede haber gente a la que le aburra. Pero, en general, bien 🙂
Buena reseña 😉
Pues nada, que a mí no me emocionó en absoluto. Te sabes la historia (a mí también me gusta), pero los cánticos emotivo-nacionalistas que acompañan determinadas escenas no me conmovieron nada de nada. Me ha parecido una historia americana hecha para los yanquis, aunque es cierto que desmitifica al idealizado Lincoln. Petardo de Spielberg
A mí sí me emocionó, pero sólo la segunda parte.
Spielberg es americano y en al final ensalza cosas buenas de Estados Unidos.
Supongo que esté funcionando tan bien en Estados Unidos porque la gente se sabe mejor la historia, o al menos les suenan algunos personajes, y pueden seguir sin perderse la primera parte.