Amor [10]

Poster original de AmorAmour

(Francia, Alemania, Austria, 2012, 127 min)
Dirección y guión:
Michael Haneke
Intérpretes:
Jean-Louis Trintignant
Emmanuelle Riva
Isabelle Huppert
Alexandre Tharaud

“Amor” ha sido la gran sorpresa de las nominaciones de los Oscars. Antes del anuncio de las candidaturas, era de esperar que se colara en la de Mejor Película de Habla no Inglesa, que es una categoría que va a ganar, pero nadie se imaginaba, por muy prestigiosa que fuera, que también se metiera en las de Mejor Película (es la primera que consigue la doble nominación desde “Tigre y dragón” en 2001); Director, desbancando a Ben Affleck, Kathryn Bigelow o Quentin Tarantino; Actriz (con casi 86 años, Emmanuelle Riva es el intérprete más mayor jamás nominado); y Guión Original.

   ¿Y cómo es posible que un film de Haneke, que normalmente son durísimos de ver, y que está hablado en francés, se haya colado en los Oscars? Pues porque aunque “Amor” tiene todos sus rasgos estilísticos (planos que a veces son demasiado largos y que a veces no muestran bien la acción, momentos muy duros, y un conjunto muy crudo que va a peor y peor), al mismo tiempo es una rareza dentro de su filmografía: “Amor” es un Haneke con muchísima ternura.
   Y porque es una obra maestra.
   Georges y Anne (Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva) son un viejo matrimonio que disfruta de su jubilación en París. Un día Anne parece evadirse por completo de la realidad, sin moverse ni reaccionar a los comentarios de Georges. Cuando vuelve en sí, deciden que consultarán a un médico. El médico detecta que Anne tiene una arteria carótida obstruida y necesita una operación. Aunque Anne sobrevive a la intervención, parte de su cuerpo queda paralizado; entonces Georges decide que cuidará de su mujer hasta el final y cumplirá una promesa que Anne le hace prometer: que no volverá a un hospital o la ingresarán en una residencia.
   Lo que hace que esta película resulte muchísimo más cercana que cualquiera de los otros films de Haneke es que la situación de partida y el desarrollo es muy realista; aquí no hay chavales psicópatas, pianistas demenciadas, o hermanos traumatizados que atormentan a sus hermanos. Y gracias a dos actores portentosos, Haneke logra que sientas mucha empatía por ese matrimonio que transmite perfectamente que llevan varios decenios juntos, y cuando ha logrado que te caigan muy bien y te importen lo que les pueda pasar, viene la degeneración de Anne y la gran muestra de amor de Georges, que es la parte central de la película.
   En ella, Haneke muestra muy bien cómo se sienten los personajes y va añadiendo datos que endurecen lo que ves: la revelación de la antigua profesión de Anne, que hace que sea aún más duro que esté paralizada; los altibajos que tiene de humor, con un momento muy sutil en el que intenta acabar con todo y otro en el que juega con la silla de ruedas; el deseo de Anne por no volver a un hospital o lo que odia que la gente se compadezca de ella; y lo agobiado que se siente Georges, aunque no lo exteriorice (es muy buena la pesadilla que tiene o cómo cierra el dormitorio cuando su hija va a visitarlos).

 

Emmanuel Riva y Jean-Louis Trintignant
   Y a medida que la situación de Anne empeora, más emotivo te parece el comportamiento de Georges. En esa parte, me ponía los pelos de punta cuando Anne decía una y otra vez “duele, duele”, y la enfermera le restaba importancia diciendo que era un automatismo; posiblemente sea verdad, pero era imposible quitarle importancia sabiendo que quien lo decía era Anne.

Otro de los aciertos de la película es el personaje de la hija, interpretada por Isabelle Huppert, ya que su punto de vista funciona como contraposición del de su padre; y así, por una parte piensas que lo más sensato sería hacer lo que propone ella, pero por otra entiendes perfectamente a Georges, que es el que está enamorado de Anne.

   “Amor” es una rareza en la filmografía de Haneke no sólo por ser realista y mostrar mucha ternura, sino porque tiene un final feliz. Aunque para mucha gente no lo sea, a mí me encanta por lo sencillo que es, lo bien preparado que está (parece otra cosa, y entonces descubres qué está pasando realmente), y porque acaba con una nota muy positiva que indica que Georges hizo lo correcto.
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