Matar a un ruiseñor [8]
(EE.UU., 1962, 129 min)
Dirección:
Robert Mulligan
Guión:
Horton Foote
Intérpretes:
Gregory Peck
Mary Badham
Phillip Alford
John Megna
James Anderson
Collin Wilcox
Ruth White
Paul Fix
Brock Peters
Frank Overton
Robert Duvall
“Matar a un ruiseñor”, basada en la maravillosa novela de Harper Lee, es la película más famosa de Robert Mulligan. Realizada dos años después que el libro, fue un gran éxito de crítica y de público, estuvo nominada a 8 Oscars, incluidos Mejor Película y Director, y ganó 3: Actor, Guión Adaptado, y Decorados en Blanco y Negro. Fue el año que “Lawrence de Arabia”, de David Lean, arrasó con justicia (y en mi humilde opinión, a pesar del grandísimo trabajo de Gregory Peck aquí, también se merecía el de Mejor Actor, para Peter O’Toole).
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Mary Badham y Gregory Peck |
En la década de 1930, en un pueblo de Alabama, viven los niños Scout (Mary Badham) y Jem (Phillip Alford) con su padre Atticus Finch (Gregory Peck), quien les quiere inculcar las nociones de integridad y justicia. Atticus, que es abogado, acepta un difícil caso en el que tiene que defender a un negro acusado de violar a una blanca, creándose la enemistad de gran parte del pueblo. Mientras Scout y Jem crecen, el caso de Atticus provocará que sufran por racismo e intransigencia.
“Matar a un ruiseñor” es una gran película, pero si sus dos tramas estuvieran mejor integradas, sería aún mejor (es algo que también le pasa a la novela).
Por una parte, y se lleva lo principal de la primera mitad, tenemos la presentación del pueblo y la historia de los niños en escenas sumamente encantadoras: se hacen amigos del sobrino de la vecina; espían a Boo, un vecino al que nadie ve desde hace años y del que corren muchos rumores; Scout va al colegio por primera vez; descubren misteriosos objetos en el nudo de un árbol… Suelen ser momentos tiernos y divertidos, y muy evocadores, ayudados por una banda sonora preciosa de Elmer Bernstein, que transmiten perfectamente qué era ser niño, y son los que al recordar esta película te hacen decir, “¡Qué bonita era ‘Matar a un ruiseñor’!”.
Y por otra está la historia del juicio, que se lleva lo principal de la segunda parte, y donde desaparecen casi por completo los niños. Aquí es donde Peck se luce, y en esta parte también hay grandes momentos: la larguísima secuencia del juicio, con actuaciones sobresalientes de todos, donde vas vislumbrando, cada vez más interesado, lo que pasó realmente en la supuesta violación; el momento en el que los asistentes negros se levantan porque Atticus Finch va a salir; cómo recibe Atticus una muy mala noticia de su cliente, y cómo él la tiene que transmitir a otras personas.
Son dos grandes historias que no acaban de estar bien integradas del todo, y supongo que no las mezclaron para ser fieles a la novela y por miedo a perder emoción. Pero me parece que la película hubiera ganado si la presentación del caso que tiene que defender Atticus fuera mucho antes, y al tiempo que veías las aventuras de los niños y su extraña relación con Boo (un personaje al que olvidas en la película), sentían la presión del racismo. El bloque del juicio seguiría igual, porque es muy emocionante, pero antes de llegar al final, estaría bien alguna referencia a Boo. Y del final, yo cambiaría cómo aparece Boo, porque me sorprende la reacción de todos cuando descubren dónde estaba escondido, como si fuera lo más normal del mundo.
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