Érase una vez en América [9]
CINEFILIA
Once Upon a Time in America
Once Upon a Time in America
(Italia, EE.UU., 1984, 229 min)
Dirección:
Sergio Leone
Guión:
Leonardo Benvenuti
Piero De Bernardi
Enrico Medioli
Franco Arcalli
Franco Ferrini
Sergio Leone
Stuart Kaminsky
Ernesto Gastaldi (sin acreditar)
Intérpretes:
Robert De Niro
James Woods
Elizabeth McGovern
Tuesday Weld
Jennifer Connelly
James Hayden
William Forsythe
Joe Pesci
Treat Williams
Danny Aiello
Cuando dirigía “Hasta que llegó su hora” (1968), Sergio Leone se enamoró de la novela autobiográfica “The Hoods”, de Harry Grey, y decidió que la llevaría a la pantalla. En los dieciséis años que le costó realizar su sueño, Leone tuvo que adquirir los derechos de autor; rechazar dirigir “El padrino”, película con la que tenía muchas similitudes, para centrarse en este proyecto; barajar muchos actores para el reparto y trabajar con varios guionistas para que adaptaran la novela (Norman Mailer entre ellos). Y entre medias dirigió “¡Agáchate maldito!” (1971), y sin acreditar co-dirigió “Mi nombre es Ninguno” (1973) y “El genio” (1975). “Érase una vez en América” fue su despedida del cine.
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Robert De Niro |
Cuando acabó el rodaje de esta gigantesca película (la filmación duró tanto -10 meses- que a Ennio Morricone le dio tiempo a terminar antes la banda sonora), Leone tenía entre 8 y 10 horas de material utilizable. Con su montador logró una versión de 6 horas, para que se estrenara en los cines en dos partes. Los productores la rechazaron, pensando en el fracaso de “Nocevento” (1976), de Bertolucci, y Leone tuvo que dejar el metraje final en “sólo” 3 horas y 49 minutos.
Esa fue la versión que se exhibió en Cannes en 1984, fuera de concurso, y la que se estrenó en los cines europeos. Pero en Estados Unidos, los distribuidores recortaron 90 minutos y la remontaron para que la estructura en flashbacks, que es uno de sus puntos fuertes, tuviera un desarrollo cronológico.
En Estados Unidos la película pinchó en taquilla y los críticos la machacaron; quejándose los pocos que la habían visto en Cannes (Rogert Ebert fue uno de ellos) de la masacre que habían hecho los distribuidores. Tal vez por eso “Érase una vez en América”, que puede gustar más o menos pero que tiene unos valores de producción impresionantes, pasó desapercibida en los Oscars.
“Érase una vez en América” cuenta la vida del gánster David “Noodles” Aaronson (Robert De Niro); mezclando tres décadas a través de flashbacks: los años 20, cuando empieza a hacer trabajos sucios con su pandilla y conoce a Max (James Woods), su gran amigo; los años 30, cuando él y su grupo se hacen ricos gracias a la Ley Seca; y 1968; cuando “Noodles” regresa a Nueva York para saldar una cuenta que lleva pendiente 35 años.
La primera media hora es extraordinaria. Sin apenas diálogos Leone consigue presentar situaciones muy misteriosas que atrapan al espectador, con su característico estilo: el actor anda unos pasos, se detiene, y aparece algo en plano que amplia la información. Todo muy lento, lleno de atmósfera, pero sin que la acción se detenga. En esos minutos establece los tres tiempos en los que se moverá la película (la elipsis en la estación de tren es magistral).
Y es que lo que hace que “Érase una vez en América” sea una película fuera de serie, aparte de su estructura (cuando vas encajando las piezas, aunque no sean todas, es muy satisfactorio), es lo bien dirigida que está escena a escena; sacando Leone el máximo provecho al lenguaje cinematográfico.
Toda la parte de los adolescentes me parece espléndida; la relación con Deborah (Jennifer Connelly de niña y Elizabeth McGovern de adulta) tiene escenas geniales (el chaval espiándola desde el cuarto de baño; las cena en el restaurante abierto para ellos; el reencuentro de mayores); la sección de 1968 es muy interesante porque va resolviendo misterios (más o menos).
Lo peor de “Érase una vez en América” es que es demasiado confusa (la tienes que ver varias veces para poder hilar todo lo que pasa), pero es visualmente tan hipnótica y potente, que sigues metido en el film, aunque muchas veces te preguntes qué está pasando.
A pesar de lo larguísima que es, a “Érase una vez en América” le falta desarrollar varios personajes y tramas, que se quedan cojos, y por eso resulta liosa. La novia de Robert De Niro, que aparece al principio, apenas tiene entidad en el resto de la película; el personaje de Treat Williams está muy poco desarrollado y cuesta ver la relación que tiene con James Woods; la parte en la que la banda de De Niro trabaja para los sindicatos está contada a toda pastilla; el encuentro con Tuesday Weld anciana cuenta muchísima historia sin mostrarla.
A veces, información que es muy importante no está destacaba del resto. Y teniendo en cuenta lo compleja que es (por la cantidad de cosas que cuenta), hay detalles que no retienes: el cadáver desfigurado al principio o la investigación contra el senador Bailey (esto aparece de sopetón en un informativo).
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James Woods |
La evolución de Tuesday Weld es increíble (de trabajar en un banco a prostituta feliz) y la reacción de Woods cada vez que lo llaman loco es muy brusca. También hay alguna escena de dudoso gusto (el asalto al banco o la escena en el burdel). La parte de Danny Aiello es muy divertida; pero tal vez dura demasiado para la importancia que tiene. El personaje de Joe Pesci todavía no lo tengo muy claro.
¿El montaje de 6 horas solucionaría todo esto? Posiblemente “Érase una vez en América” fuera más clara, pero sería menos fascinante; y dudo que Leone pudiera mantener la atención del espectador durante tanto tiempo. Para lograr que la película mantuviera su nivel de fascinación y fuera más comprensible, la única solución sería rodar nuevas escenas; lo que debía de ser prohibitivo cuando acabaron el montaje. Casi aseguraría que esta es la mejor versión posible.
Voy a hablar del final de la película, que está muy abierto, así que ojo si no la has visto. Sergio Leone reconoció en una entrevista de Noël Simsolo publicada en 1987 (“Conversations avec Sergio Leone”) que la película sí podría interpretarse como una alucinación inducida por el opio, aunque no aseguraba que ese fuera su significado. El crítico Richard Schickel aboga claramente por esta opción en al audiocomentario de la película.
No entiendo qué podría significar narrativamente si fuera así: ¿el arrepentimiento del protagonista? Además, ¿cómo es posible que si la parte de 1968 es una alucinación, el “Noodles” de 1933 supiera que Los Beatles compondrían “Yesterday”, que existirían los hippies, la televisión en color, o los frisbees?
Yo veo “Érase una vez en América” como la historia de un hombre que pudo tenerlo todo, pero que por una serie de decisiones erróneas, perdió el dinero, el amor y la amistad. Perdió su vida. Cuando “Noodles” va al teatro chino a fumar opio y sonríe, es la última vez que será feliz en su vida; y en esa última ocasión necesita una droga para serlo.
Calidad del blu-ray:
Hay algunos planos generales un poco borrosos, pero supongo que venga del material de origen, porque o bien se han degradado con el tiempo o siempre hayan estado un poco borrosos; y los negros a veces pierden detalles; pero en general la copia es muy buena. No tiene la nitidez de las películas actuales, pero los detalles resaltan mucho y se notan todas las texturas y el grano de la película, y las imágenes tiene mucha más profundidad que la copia en dvd. Como el montaje, posiblemente esta sea la mejor versión de “Érase una vez en América”.
Habrá que volver a verla. No me acuerdo de nada de lo que cuentas.
Si sólo la has visto una vez, es normal que no recuerdes gran cosa.