Pesadilla antes de Navidad [10]
The Nightmare Before Christmas
(EE.UU., 1993, 76 min)
Dirección:
Henry Selick
Guión:
Caroline Thompson
Intérpretes (v.o.):
Danny Elfman
Chris Sarandon
Catherine O’Hara
William Hickey
Paul Reubens
En 1990, tras el éxito de “Batman” (1989) y “Eduardo Manostijeras” (1990), Tim Burton rescató “Pesadilla antes de Navidad”. El proyecto se remontaba a 1982, cuando Burton trabajaba en la Disney y acaba de terminar “Vincent”, un corto maravilloso en stop-motion. El origen de “Pesadilla” era un poema que Burton había escrito años atrás, inspirado en “Twas the Night Before Christmas”, un poema de Clement Clarke Moore publicado en 1823 sobre la llegada de Papá Noël a un hogar. Burton le añadió el buen recuerdo que tenía de los especiales televisivos navideños de su infancia, como “How the Grinch Stole Christmas” (1966, son dibujos animados) y “Rudolph, the Red-Nosed Reindeer” (1964, es stop-motion); y durante un tiempo la Disney barajó la posibilidad de convertir “Pesadilla” en un especial navideño de media hora o en un corto de stop-motion o dibujos animados. Burton abandonó el proyecto, que no iba a ninguna parte, y la Disney.
Siendo Burton ya famoso, la Disney decidió producírsela como un largometraje de stop-motion. A pesar de lo muy personal que era el proyecto (y el resultado no puede ser más burtoniano), Burton cedió las labores de dirección a Henry Selick, mientras él dirigía “Batman vuelve” (1992) y se metía en la preproducción de “Ed Wood” (1994). Selick ya tenía renombre como artista de stop-motion por una serie de anuncios de televisión, y viendo “Los mundos de Coraline” (2009), la película más famosa de Selick, está claro que Burton y Selick tienen sensibilidades muy parecidas.
Para convertir su poema en un guión, Burton contrató a Michael McDowell, quien había escrito “Bitelchús” (1988). Burton no estuvo contento con el resultado, y decidió trabajar con su compositor habitual: Danny Elfman. Cogieron una escaleta muy básica de la historia, y crearon las canciones de la película. Más tarde, ya cuando Selick y los animadores habían comenzado a trabajar en el proyecto, Caroline Thompson le dio una estructura al guión.
No parece la forma más lógica de realizar una película, pero les quedó una obra maestra.
(Para saber más de “Pesadilla antes de Navidad” y de Tim Burton hay un libro excelente: “Tim Burton sobre Tim Burton”, de Mark Salisbury –“Burton on Burton”, en inglés-. El blu-ray, que es sobresaliente, incluye “Vincent” y el poema original de Burton leído por Christopher Lee.)
Año tras año Jack Skellington, el Rey de las Calabazas, deslumbra a la Ciudad de Halloween con los festejos que ha preparado para la noche de Halloween. Un día, después de que sus conciudadanos lo vuelvan a felicitar por lo brillante que es, Jack se interna en el cementerio, donde lo sigue Sally, una mujer de trapo hecha de retazos que está enamorada de Jack.
Jack, pensando que está solo, expresa sus verdaderos sentimientos: está harto de hacer siempre lo mismo y necesita un cambio. Esa noche Jack comienza a vagar sin rumbo, y por la mañana, sin darse cuenta, acaba en la Ciudad de Navidad; una ciudad que es justo lo contrario que Halloween. Jack regresa a casa y emocionado les cuenta a sus vecinos que ese año la Ciudad de Halloween preparará la Navidad, y que él suplantará a Santa Claus y repartirá regalos y alegría la noche de antes de Navidad. Todos aceptan felices el plan, excepto Sally, quien prevé que eso acabará en tragedia.
Visualmente, “Pesadilla antes de Navidad” sigue siendo una película deslumbrante. Tiene un diseño de producción precioso y muy original, en el que se nota la mano de Burton en cada fotograma (colinas retorcidas, personajes cabezones y amorfos, edificios que parecen que se van a caer de un momento a otro, y mucha oscuridad), y al ser stop-motion tiene más profundidad que los dibujos animados y es más cálida que la animación por ordenador. Además, tiene unos números musicales excelentes y está llena de detalles muy imaginativos (Jack le tira una de sus costillas al perro fantasma; una bruja utiliza su sombrero como trompetilla; el alcalde, que no sabe tomar decisiones porque simplemente es un cargo electo, tiene de pajarita una araña viva; el “suicidio” de Sally es brillante; hay dos homenajes muy buenos a “El mago de Oz” –el caldero para ver qué pasa en otros sitios y la despedida de Oogie Boogie-; y más y más y más).

Además, tiene un protagonista genial. Jack Skellington, que como muchos de los personajes de Burton no encaja en su sociedad, resulta muy entrañable por las ganas que tiene de hacer el bien, lo mucho que se entusiasma y cómo se lo contagia a otros, aunque solo provoca daño. Ya desde el principio te conquista, cuando se quita la coraza en el cementerio y ves que su vida es rutinaria y no puede más; y buena parte de la tensión de la película viene porque las expectativas de Jack el espectador sabe que son erróneas (esto viene reforzado por la escena de la premonición de Sally). A mitad hay un momento muy divertido, que hace que Jack todavía te resulte más tierno, cuando se pone a investigar científicamente qué es la Navidad.
El personaje de Sally también es genial, y sirve de contrapunto de Jack. Aquí la tensión viene porque Sally, de la que también te enamoras, no se va a atrever a decirle a Jack que lo quiere (y eso supondría liberarse de su creador) y porque Jack no la escucha cuando Sally intentar advertirlo.
La parte final, desde que Jack va a celebrar la Navidad, tiene muchísima emoción, con unos picos emocionales altísimos (el momento en el que Jack descubre quién es realmente; la llegada de la Navidad; la escena final en el cementerio). Gracias a esa emoción, los creadores se libran de un hueco en la trama enorme (Sally va a rescatar a Santa Claus y es imposible que sepa que está con Oogie Boggie).
Y al final, Jack que estaba tan ocupado buscando la felicidad en otros sitios, descubre que la tenía justo a su lado.
Maravillosa película. Creo que no me cansaré nunca de verla.
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