VERDADES Y MENTIRAS SOBRE LOS ESCRITORES DE FICCIÓN (V): MÁS LECTURA

Portada de Anna Karenina, de León Tolstói

 Sección CÓMO ESCRIBIR FICCIÓN (11)

Archivo: publicada originariamente el 24 de octubre de 2010.

LOS CLÁSICOS Y EL QUIJOTE

Seguimos en el punto 9, sobre la importancia de leer muchísimo.
El caso de los clásicosEn primero de Periodismo, un profesor nos recomendó leer los clásicos para aprender a escribir porque estaban mejor escritos que las novelas actuales. Este hombre actuaba de cara a la galería: así demostraba que era culto e inteligente y que había devorado las grandes obras de la literatura, aunque posiblemente fuera mentira.

Leer los clásicos me parece un buen consejo: sirven para saber cómo ha evolucionado la literatura hasta llegar a nuestros días, puedes sacar de ellos ideas para tu ficción, reciclar aspectos técnicos y estudiar cuestiones de estilo. Pero ni se te ocurra copiarlos ni tomarlos de modelo. Con los clásicos no aprendes a escribir bien. Lo que olvida mucha gente, entre ellos mi profesor, es que los clásicos hay que leérselos con perspectiva: hay que saber por qué fueron importantes en su época.Del mismo modo que es demencial decir que para dirigir cine hay que emular a D.W. Griffith, porque hizo obras maestras en el cine mudo; en literatura no se puede poner de modelo a los clásicos, ni siquiera si escribes novela histórica. Jane Austen escribió grandes novelas, pero ya no se escribe así. Con Tolstói pasa lo mismo. Y con Dickens. Incluso con James Joyce o William Faulkner. El mundo cambia, y la forma de narrar también.

Si lees obras clásicas, posiblemente notarás que el narrador omnisciente se deja notar mucho más que en la actualidad; que el ritmo es más pausado, porque la gente que leía no llevaba un estilo de vida tan ajetreado y tenía más paciencia; que hay muchas más partes narradas que mostradas y que las descripciones son mucho más extensas.

El cine ha influido mucho en la literatura, y por ello hoy en día las novelas tienen muchas más escenas que sumarios y las descripciones son más cortas. Ahora si alguien escribe “Iba en góndola por los canales venecianos”, todos nos hacemos una idea de la situación; hace dos siglos hacía falta describir una góndola y Venecia.

Escribe para tus contemporáneos, no para los muertos.

Por eso es fundamental leerlos con perspectiva. Cuando leas alguno, no tiene por qué gustarte (no te vuelvas un esnob), pero sí tienes que saber qué supuso para la literatura.

Las obras innovadoras suelen ser difíciles de leer, aunque estén consideradas obras maestras. Si te atreves con En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, que es superior a mis fuerzas; Ulises, de James Joyce, de la que me enteré porque me explicaban qué sucedía; o Moby Dick, de Herman Melville, de la que amo la mitad y odio la otra mitad; te va a suponer un gran esfuerzo.

El problema radica en que una obra innovadora es eso, innovadora; y que rompa moldes no significa que tenga calidad. Inténtale explicarle esto, que innovación y calidad son dos cosas distintas, a un crítico o historiador literario. De hecho, en esas obras las innovaciones suelen estar mal utilizadas porque los autores estaban experimentando con nuevas técnicas y no sabían cómo utilizarlas. Son autores posteriores los que aprenden esas nuevas técnicas y las utilizan adecuadamente para narrar historias.

Hazte con un buen libro de historia de la literatura universal y vete descubriendo los clásicos poco a poco. Pero para aprender a escribir, tienes que leer lo que se publica hoy en día. Si fueras director de cine, ¿imitarías a D.W. Griffith gritando por un altavoz a los ya exagerados actores del cine mudo, pidiendo que exageren aún más los ademanes, o estudiarías cómo dirige cine Steven Spielberg?

El caso de El Quijote

Don Quijote según Honoré Daumier
Don Quijote según Honoré Daumier
Obra capital de la literatura universal, es de esas novelas que hay que leerse. Lo malo es que te la venden como si fuera algo hilarante: “Léete El Quijote, que te tronchas de la risa. Es una montaña rusa de emociones.”
Esta novela tiene 400 años, y el castellano en el que está escrita ha envejecido mucho, y se nota. Cuando me la leí (hice un esfuerzo hercúleo, y además de la de Cervantes, leí la de Avellaneda), no disfruté absolutamente nada, pero me sorprendió la metaliteratura que tenía: los juegos con la autoría de la novela (¿era Cervantes o Cide Hamete Benengeli?), o que Don Quijote y Sancho reflexionaran sobre la primera parte y la de Avellaneda. También me di cuenta de que Cervantes era un chapuzas incapaz de recordar el nombre de la mujer de Sancho, a la que nombra de diversas formas.
Veamos la primera línea de esta obra maestra, para que te hagas una idea del emocionante viaje que te espera:
   “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.”
¿Quién sabe que lo de “no quiero acordarme” significa “no llego a acordarme?, ¿que “astillero”, además de ser donde se construyen los barcos, es una percha para colocar armas, y que “adarga” es un escudo pequeño? “El Quijote” está lleno de palabras y refranes incomprensibles para nosotros. Así de amena y divertida es su lectura.
La siguiente vez que alguien te diga que le encanta El Quijote, inocentemente pregúntale qué es una adarga. Aparece en la primera frase. Sabrás con qué cuidado se lo ha leído y su nivel de esnobismo.
La Wikipedia tiene un artículo larguísimo sobre la obra, que explica lo mucho que influyó en la literatura posterior. Así es cómo han de leerse los clásicos. Si te atreves con El Quijote, asegúrate de tener una edición anotada; de lo contrario será como leer un idioma que te suena pero no dominas.
Cómo empezar a leer como un escritor
Aprendí a leer con 22 años. No es que no supiera descifrar palabras y frases, es que nadie me había enseñado antes a leer bien. Ocurrió en mi primera semana en la escuela de cine. Tuvimos un taller de narración literaria impartido por Magdalena Cueto. Sólo fueron cinco tardes. Lo que reafirma mi idea de que lo importante no es la cantidad, sino la calidad. Tras sufrir a legiones de profesores que lo único que nos decían a mí y a mis compañeros era que no sabíamos leer, esta mujer explicaba las claves.
En ese taller analizamos Edipo rey, de Sófocles, y a partir de entonces entendí la estructura de los relatos. También analizamos “Continuidad de los parques”, de Julio Cortázar, y aprendí a leer con mucho más detenimiento. Voy a exponer aquí una variación de lo que aprendí en ese taller.
Sófocles
Sófocles
Léete Edipo rey. Es una obra de teatro de 40 páginas, no te llevará mucho tiempo; y aunque tiene más de 2.400 años, está tan bien estructurada que sigue enganchando. Hazme caso, recupérate del shock de tener que leerte esta obra, y ponte a ello.
Verás que Sófocles era muy hábil; ya quisieran los culebrones de hoy ser tan retorcidos. Léetela otra vez, apuntando lo que sucede, tal como aparece escrito en la obra. Empieza con: “La ciudad de Tebas está asolada por la peste y el rey Edipo espera la respuesta del oráculo para acabar con ella”.
En esta segunda lectura fíjate en el diálogo de Tiresias, ¿no cambia de significado, ahora que conoces el final?
Una vez que tengas desglosada la obra, coloca los acontecimientos por orden cronológico. Empieza con: “Layo y Yocasta tienen un hijo, del que el oráculo predice que matará a su padre y desposará a su madre”.
Cuando lo tengas, estudia cómo Sófocles fue repartiendo la información a lo largo del relato, para que el espectador siguiera ensimismado la obra. Presta atención a cuando Sófocles explica la muerte de Layo, o cómo interpreta el oráculo Yocasta. ¿No es la historia mucho más interesante en el orden que la contó Sófocles? Eso es lo que tienes que hacer tú en tus relatos: guardarte información hasta que llegue el momento adecuado.
Así también se leen los clásicos. De Sófocles no vas a imitar su estilo, con coros y frases como:
“¡Rey licio! ¡Puedes, para venir en nuestra ayuda, lanzar de tu arco de oro tus flechas invencibles! ¡Pueden brillar las antorchas flamígeras con que Artemis recorre los montes licios! ¡Y yo invoco al dios epónimo de esta tierra, el de la mitra de oro, Baco Evio, el Purpúreo, el compañero de las Ménadas, para que venga agitando una ardiente antorcha contra ese Dios menospreciado entre todos los dioses!”.
Pero sí puedes aprender de su estructura.
Ahora lee “Continuidad de los parques” (es sólo una página), que es muy ingenioso. La clave está en el título: fíjate en los árboles que aparecen en el cuento para saber qué es realidad y qué es ficción.La ficción (y todo) se lee asimilando frase a frase. Ésa es la unidad básica de significado, no las palabras; y todo lo que aparece en el relato, aparece por algún motivo.

Volvamos al presente con un par de ejercicios:
– Ejercicio 1: Cuando leas novelas o cuentos, fíjate en tres detalles: cómo los acontecimientos se enlazan, cómo reaccionan los personajes y cómo dosifica la información el autor. Comprueba si una acción lleva a la otra, si los personajes actúan de forma coherente, y en qué momentos decide el autor desvelar datos fundamentales. Sólo eso. Parece una tontería, pero estarás aprendiendo a ver la estructura de los relatos. (Si te gusta el cine, haz lo mismo con las películas que veas.)
– Ejercicio 2: Escribe críticas de las novelas y cuentos que leas. No me refiero a que escribas florido y farragoso para enmascarar que no tienes ni idea de lo que hablas o para demostrar que eres inteligente, que es lo que hace la mayoría de los críticos. No. Cuando acabes una novela, piensa si te ha gustado o no, y luego trata de explicar por qué. Sé sincero. Incluso si todo el mundo te dice que es una maravilla, pero a ti no te gusta, ponlo en la crítica. Piensa que nadie las va a leer, que son para ti. Escríbelas con tu propia voz, que es la que utilizas en tu diario, y escribe hasta donde puedas, sin forzarte.
De momento te vas a guiar por tu gusto personal, pero con el tiempo, cuando vayas aprendiendo cuestiones técnicas, verás que una novela funciona o falla por cómo maneja el autor esas técnicas.
Ahora fíate de tu intuición y fíjate sobre todo en la estructura y en el comportamiento de los personajes. Que una novela te parece aburrida porque tiene personajes poco interesante, pues lo pones; o te aburren las descripciones de varias páginas, que son curiosamente las mismas que encandilan a la crítica; o te encanta porque tiene mucho humor; o te parece que tiene buen ritmo. Lo que sea. Intenta explicar por qué te gusta o disgusta esa obra, viendo diferentes aspectos. Procura dar ejemplos.
Estás empezando a analizar la literatura como lo hacen los escritores. Enhorabuena.

LA EVOLUCIÓN DE MI NOVELA

Esta quincena me enfrentaba a una prueba de fuego, que han resultado ser dos. Tras casi cinco meses escribiendo sin interrupción mi novela, no me ha quedado más remedio que parar: tenía que dar un cursillo de documentales intensivo, y he tenido que concentrarme en ese trabajo.

Han sido cinco días muy largos, y no he podido detenerme ni un segundo para escribir. Di el cursillo con Álvaro de la Hoz, de Burbuja Films, en inglés, y aunque agotadora, la experiencia fue muy gratificante. El miedo que tenía era que una vez que rompiera la rutina de escribir, no la retomara.

Para complicar las cosas, durante el cursillo pillé la gripe. Así que cuando volví a la rutina diaria, lo que quería era vegetar en la cama. Gracias al Frenadol resucitaba unas horas al día, que aprovechaba para escribir la novela y este artículo.
Me siento muy satisfecho de haberlo logrado. Tal vez ninguna editorial quiera comprarme la novela, pero lo que tengo claro es que la voy a terminar y pulir hasta dejarla lo mejor que pueda. Eso es sobre lo que realmente tengo poder, y en eso es en lo que voy a trabajar.

Recomendaciones:

-“Ten Rules For Writing Fiction”. El periódico británico “The Guardian” preguntó a una serie de autores a principios de 2010 consejos para escribir, y estas son las respuestas. Muy interesante. Habrá consejos que te ayudarán a encontrar tu manera de escribir. He probado el traductor de Google, pero es atroz.
Historia de la literatura universal, de Jordi Ferrer y Susana Cañuelo. Es la que tengo yo. Me gusta porque es muy clara y acabas con una idea general de la literatura de todas las épocas y culturas. Pero cualquier historia de la literatura vale, con tal de que sea universal.Consíguelo en Amazon.es.

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