Veronika decide morir [9]

Portada brasileña de Veronika decide morirNOVELA

Veronika decide morrer
(Brasil, 1998, 240 páginas)
Paulo Coelho 
El autor superventas Paulo Coelho con «Veronika decide morir» (1998) pudo hablar de una mala experiencia personal: el haber sido internado tres veces en un manicomio por sus padres, sin motivo aparente, cuando estaba abandonando la adolescencia. «Veronika decide morir» no es autobiográfica, ya que es ficción y Coelho se basa en un caso ocurrido en Eslovenia, pero usó su experiencia para reflexionar sobre qué es la locura y qué es «lo normal», y sobre la consecución de los sueños.
   A pesar de ser joven, guapa y no faltarle nada, Veronika decide morir. Siente que si no se suicida, el resto de su vida será un vacío constante, así que se toma cuatro cajas enteras de pastillas para dormir. Pero Veronika no logra su objetivo y se despierta en un manicomio, donde un médico le informa de que la salvaron, pero que su corazón quedó tan dañado que solo le queda un semana de vida. Durante esos pocos días, Veronika conoce a más internos, y experimenta algo que la atemoriza: está recuperando las ganas de vivir.
   Dejando de lado lo muy poco sutil que es Coelho para meterse en la historia (en el primer capítulo, Veronika lee un artículo escrito por él, y poco más tarde el autor rompe la narración para contar que lo encerraron tres veces en un manicomio —esto último mejor hubiera sido una introducción—), y lo poco verosímil que es lo muchísimo que hace cambiar a tres pacientes Veronika en tan poco tiempo, sin apenas conocerlos y sin apenas interactuar con ellos, esta novela es muy bonita.
   Coelho parte de la historia de Veronika, y cómo la chica recupera las ganas de vivir. Enlazada con la historia principal, está la tesis del doctor Igor, quien defiende que el vitriolo es una sustancia que nos va envenenando cuando no luchamos por nuestros sueños ni somos nosotros mismos, hasta hacernos enfermar (algo de razón sí que tiene; si no enfermar, al menos vuelve a las personas malhumoradas, frustradas y quejicas). Y como ejemplos de eso, Coelho relata las historias de otros tres pacientes, que gracias a la influencia de Veronika, van a sanar.
    En los pocos días que le quedan, Veronika se da cuenta de que el problema no era la vida, sino como ella se la tomaba, que la hacía pensar que no había más maneras de vivir. Al estar rodeada de locos, se permite hacer cosas que no se atrevía a hacer en su vida normal, y redescubre su verdadera pasión: ser pianista. Es una pasión que sus padres le anularon por considerarla poco realista.
   La paciente Zedka estaba encerrada por sufrir una gran depresión. Nadie en su familia lo sabía, pero comenzó cuando al tener la vida resuelta (sea lo que sea eso) se obsesionó con un antiguo amor por el que tal vez no había luchado lo suficiente. No había manera de recuperarlo, así que enfermó. Zedka se recupera al reconocer que será ella misma (le dará igual que la tomen por loca; al fin y al cabo, acaba de salir de un manicomio), y volverá con su marido, del que sabe que la ama con locura.
   La paciente Mari llegó al manicomio por unos agudos ataques de pánico que acabaron con su carrera de abogada y su matrimonio. En el hospital psiquiátrico se da cuenta de que no quiere ser abogada, sino ayudar a los demás, y decide que dejará todo e irá a la cercana Bosnia. Mari pertenecía a la Fraternidad, un grupo de personas que no estaban locas pero que vivían allí como si fuera una residencia. La mujer descubre que la Fraternidad es una versión de la vida en el exterior: el grupo sigue unas reglas no escritas para no desencajar. Mari ya no quiere nada de eso; quiere ser ella misma.
   Y Eduard es un chico esquizofrénico que se enamora de Veronika. Sus padres querían para él una brillante carrera diplomática, pero él quería pintar visiones del Paraíso. Cuando accedió a los deseos de sus progenitores, Eduard cayó en un estado catatónico, y le diagnosticaron esquizofrenia. Siguió así hasta que conoció a Veronika y decidió retomar su carrera de pintor.
   Ésta fue la primera novela de Coelho que me leí (me la regalaron unos amigos justo en el momento que más lo necesitaba, lo cual es muy curioso siendo Coelho), y de todos los libros suyos que me he leído, sigue siendo mi favorito.
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