VIDA DE ESCRITOR: EL MITO DEL TALENTO, LA MOTIVACIÓN, Y EL MUNDO EDITORIAL

Ya voy 20.000 palabras de mi nuevo libro para escritores. Le he cambiado el título, porque aunque “A escribir que son dos días” me parecía simpático, me he dado cuenta de que digo justo todo lo contrario, que tener una carrera literaria lleva muchos años. Así que ahora se llama “Érase una vez…”, y su subtítulo es “Cómo tener una carrera literaria en el siglo XXI”. (NOTA: actualización de septiembre de 2017: se titula La aventura de ser escritor). No va a tener nada que ver con los e-books que prometen grandes ventas en un pispás, o éxito sin esfuerzo, porque me parecen un timo. EL MITO DEL TALENTO

Retrato de Mozart
Mozart

Lo que os puedo contar de momento es que el libro estará dividido en tres grandes bloques, aunque tal vez haya cambios. El primero, que es el que estoy escribiendo ahora, trata de desmontar el mito del talento. Ya estoy un poco harto de que la gente se piense que escribir novelas es cuestión de talento (igual de harto estoy de los asumen que escribir es cuestión de inspiración; espera a estar inspirado para escribir, que ya verás qué rápido terminas novelas), así que me he documentado sobre lo que dice la ciencia y la psicología sobre la adquisición de habilidades y conocimientos, y cómo vosotros podéis replicar las actividades que nos hacen crecer como escritores para que seáis muy buenos. (Pista: tiene que ver con escribir muchísimo y leer muchísimo).

También me he documentado sobre la vida de reconocidos fueras de serie a lo largo de la historia: grandes deportistas, científicos, literatos, músicos, pintores y escultores.  Y todos, absolutamente todos —incluso Mozart de niño—, dedicaron ingentes cantidades de tiempo a practicar y reflexionar y enmendar errores de la disciplina en la que acabaron destacando. Una vez que dominaron lo que les apasionaba, realizaron grandes descubrimientos, rompieron récords, o crearon obras maestras. El trabajo duro continuado durante años y años no se lo quitó nadie. Y ninguno comenzó con un don especial; todos tuvieron la suerte de dar con algo que les encantó y entonces se obsesionaron con mejorar más y más, y sus circunstancias personales les permitieron emplear todo el tiempo necesario hasta alcanzar la maestría. (Los que no tenían circunstancias propicias, como George Stephenson, el padre de los ferrocarriles, se las crearon).
Solo he encontrado dos excepciones en el deporte, y no porque no le echaran horas y horas de práctica, que sí lo hicieron, sino porque odiaron el tenis: John McEnroe y Andre Agassi. En su caso funcionó la presión de los padres para que se entregaran a ese deporte desde niños, y más tarde, la presión de ganar.
            Cuando conocí esto hace años, que con la práctica se mejoraba cualquier cosa, para mí fue muy motivador, porque me indicaba que si me esforzaba en aprender lo realmente necesario para escribir ficción, y practicaba y practicaba y practicaba, acabaría siendo muy bueno. Pero para que te motive esto, no puedes ser un vago.
            Hay una cita de Ray Bradbury que me encanta:
Sé que ya lo has oído antes mil veces. Pero es verdad: el trabajo duro da frutos. Si quieres ser bueno, tienes que practicar, practicar, practicar. Si no te encanta algo, entonces no lo hagas.
            Y otra de Stephen King, que también me gusta mucho:
El talento vale menos que la sal de mesa. Lo que separa al individuo con talento del que tiene éxito es mucho trabajo duro.

 

LA MOTIVACIÓN

Libro con lazo en forma de corazón
El segundo bloque tratará de la motivación. Yo no la tuve que aprender, porque cuando me puse a escribir por mi cuenta de adulto, tenía tantas ganas de hacerlo que no necesité la motivación de nadie. Y ahí sigo dándole a la tecla todos los días, sin apenas ganar dinero por mis escritos. Pero sé que realmente soy la excepción.
          Si algo logro en mis clases es que haya buen ambiente, y los alumnos vayan contentos. Para ellos, una gran motivación es que yo les fuerce a entregarme cuentos, y que los corrijamos en clase. Pero les digo que tienen que acostumbrarse a trabajar solos, a escribir aunque no tengan a un profesor que les marque una fecha límite o compañeros que les animen, a retarse a sí mismos, a escribir aunque no estén inspirados y no tengan ganas, para que cuando nos separemos, continúen con su carrera literaria. No tienen que identificar la práctica de la escritura con lo bien que lo pasan en mis clases, sino con el esfuerzo que les supone escribir en casa cuentos cada vez más largos y complejos.
          Aunque les voy dando consejos a lo largo del curso para que aprendan a motivarse a sí mismos cuando yo ya no esté, es mi asignatura pendiente. Suelen animarse mucho, y varios han comenzado novelas en mitad del curso, pero en cuanto se acaban las clases, van dejando de lado la escritura. Solo tengo a una alumna que ha perseverado en el tiempo hasta acabar una colección de cuentos, pero todavía estoy esperando que alguno de mis antiguos alumnos me dé una alegría y me diga que ha terminado una novela.
         Hablaré de estrategias que conozco para lograr vuestros objetivos, y me documentaré sobre técnicas para retrasar la gratificación y qué hace que nos motivemos incluso sin tener garantía de éxito. Esta parte será como tenerme a mí forzándoos a escribir, hasta que escribir os salga por vosotros mismos. 

EL MUNDO EDITORIAL
Y el tercer bloque tratará del mundo editorial, de las opciones que tenemos para llegar a

Letras de imprenta

nuestros lectores y ganar dinero. Reconozco que esta parte se pisará un poco con un capítulo de “Atrévete a ser escritor”, pero prefiero que sea así porque no quiero forzar a la gente a comprarse el otro libro, y lo que repita, lo explicaré de otra manera. Lo más importante es reconocer que la literatura además de un arte, es un negocio (si no queréis ver esto, poco vais a durar), la actitud que hay que tener para saber lidiar con los reveses que (seguro) llegarán, reconocer qué opciones son buenas y cuáles son timos o ideas descabelladas (es increíble la cantidad de gente que, buscando atajos, quiere reinventar la rueda), tener unas expectativas realistas, y no abandonar jamás.

Publicar nunca ha sido más fácil que hoy en día, pero mucha gente asume que publicar significa poder vivir de la escritura, y tiene muchísima prisa. Se ven ya firmando libros y yendo a los estrenos de las películas basadas en sus novelas, con gente reconociéndoles por la calle, gritándoles “¡Autor, autor!” y tirándoles el sujetador. Y como tienen tanta prisa, no hacen más que cometer errores: pagan por publicar sus libros, hacen presentaciones a las que solo van amigos, ignoran por completo el mercado editorial, dan gratis la versión digital, pagan un pastón para que les traduzcan sus libros…
Ya lo adelanto, si queréis ser famosos o ricos, ser novelista es una idea muy mala; dedicad vuestros esfuerzos a otra cosa, como a salir en televisión o a casaros con un famoso. Os hacéis novelistas porque os encanta perderos en mundos de ficción que creáis de la nada. En otras palabras, tenéis que saber si estáis en esto porque os apasiona escribir ficción, que es lo correcto, o porque os habéis creado una imagen glamourosa de los escritores y queréis esa vida porque os parece sencilla; en cuyo caso os garantizo que os la vais a pegar.
Cuando acabe “Érase una vez…”, lo pondré a la venta en Amazon, así que si todo va bien, en 2017 publicaré dos libros, este para escritores y mi novela “El príncipe Eosh”, que irá por editorial.Las fotografías son de dominio público. Retrato de Mozart, de Barbara Krafft; libro con lazo (congerdesign), letras de imprenta (Unsplash)

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