Seguimos viendo los cinco puntos fundamentales para tener una carrera literaria. Hoy veremos el dos y el tres.
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Ruth Beitia |
2— Hay que escribir mucho SIEMPRE. Otro punto obvio, y con el que tengo problemas con mis alumnos. Yo les recomiendo que escriban un diario, al menos durante un tiempo, centrándose en sus sentimientos y opiniones, porque se tienen que conocer bien y tienen que tener la rutina diaria de escribir.
Muchísima gente lo comprende de un músico o de un deportista, pero no de un escritor: un pianista profesional, o un atleta de élite, practica todos los días, un escritor profesional hace lo mismo.
Recuerdo a un alumno, hacia el final del curso, que se sorprendió de todo el trabajo que suponía escribir una novela o un cuento, en especial se sorprendía de la revisión. Para mí era incomprensible que se sorprendiera a esas alturas, porque yo desde el primer día digo que escribir se compone de dos fases, la primera versión y la reescritura (o reescrituras), pero esa es otra historia.
Me dijo que con lo de reescribir, escribir la primera versión era “una pérdida de tiempo”. De un plumazo se cargó algo tan fundamental como dejar descansar la historia y reflexionar sobre ella para mejorarla, y se quedó tan ancho.
Le dije que con cada versión conocías mejor a tus personajes y la historia, y esta la ibas puliendo, perfeccionándola, y que todo el tiempo que habías empleado escribiendo cada una, era tiempo que habías empleado para mejorar tú mismo como novelista.
Tiempo que estés escribiendo es tiempo bien empleado, aunque al final no lleve a nada publicable. Me pongo yo mismo de ejemplo: me llevó más de dos años escribir mi primera novela, y cuatro años después sigue inédita porque nadie me la compró. Ni de lejos fue una pérdida de tiempo escribirla, porque aprendí lo indecible sobre escribir novelas, lo que solo se aprende con la práctica, desentumecí la imaginación y la puse en forma, y me ha permitido escribir una segunda novela mucho más redonda.
A mi alumno le pregunté, “¿O piensas que Ruth Beitia solo salta cinco minutos al año?”. Pues escribir es lo mismo: en el resultado final no se van a ver todas las horas y horas que has estado entrenándote como escritor, aunque estas sí se notarán por la calidad que tenga tu obra.
Lo ideal es que estén siempre enfrascados escribiendo una novela o un cuento. Acaban una y empiezan otra. La mejor forma de aprender a escribir novelas es escribir novelas. Y esto lo hacen mucho antes de comenzar a ganar dinero con sus novelas; cuando empiezan a ganar dinero ya tienen mucha práctica.
Sé que a veces no es posible, pero siempre tienen que estar en contacto con la escritura. Que escriban un blog, o colaboren con un periódico local, o escriban críticas de lo que leen solo para ellos. Lo que sea que les fuerce a escribir todos los días.
Mi rincón me ha ayudado una barbaridad como escritor. Me forzó a escribir mucho de forma constante, a analizar un montón de películas y novelas, y a aprender muchísimo de narrativa, y sin darme cuenta, me fue sacando mi voz auténtica y fui perfeccionando mi estilo. Y sorprendentemente, me ha ayudado a conocerme mucho mejor y superar mis limitaciones. Eso no tiene precio.
Un escritor escribe. Y punto. Si está constantemente buscando excusas para no escribir, tal vez es que lo de escribir no es para él.
3— Hay que reflexionar y aprender de los errores. Aquí es donde entra en juego la humildad. Por mucho que te esfuerces, siempre vas a cometer errores, simplemente porque eres humano. Lo positivo de este punto es que siempre vas a poder crecer y mejorar más como escritor. El truco es saber distanciarte de tus textos para reconocer qué funciona, y allí tienes tus puntos fuertes, y qué necesita mejorar. Lo que funciona lo repites, lo que no, lo cambias. Tú mismo vas a darte cuenta al reflexionar sobre tus historias (y las de otros), y al prestar atención a la opinión de tus lectores (de los críticos literarios, yo diría vas a aprender más bien poco, si es que aprendes algo). Entonces das los pasos parar no volver a cometer los mismos errores. Con el tiempo, aprendiendo de los errores, tus aciertos serán muchísimo más numerosos que tus fallos. Esto, por cierto, se aplica a todas las facetas de la vida.
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Novelas de Dan Simmons |
En otro vídeo muy interesante, Dan Simmons, en una conferencia en una universidad, cuenta cómo fueron sus comienzos. A principios de los 80, cuando tenía treinta y pocos, y dos revistas que iban a publicar sus primeros cuentos cerraron en el último momento, él se dio una última oportunidad: si no lograba algo, abandonaba su carrera de escritor y se dedicaba a la enseñanza.
Esa última oportunidad era un taller que impartía el autor Harlan Ellison, en donde criticaría los cuentos de aspirantes a escritor. Ellison es famoso por no saber lo que es la diplomacia y no cortarse un pelo al decir las cosas. En el taller Ellison leyó uno de los cuentos, que era de un hombre de unos sesenta años. No había por dónde cogerlo y así se lo dijo: no tenía nada de talento para escribir, tal vez debería dedicar su tiempo a otra cosa. Le preguntó si era lo primero que escribía pensando en publicar. El hombre le contestó que había escrito 64 novelas, que nunca había publicado, pero que estaba decidido a seguir escribiendo hasta lograrlo.
Lógicamente el hombre ignoraba este tercer punto. Si no te molestas en reconocer tus errores y enmendarlos, siempre los vas a cometer y jamás vas a mejorar; siempre obtendrás los mismos resultados mediocres.
Después de ese hombre le tocó el turno a Dan Simmons. Ellison leyó su cuento y toda la clase se emocionó. Lo alabó inmensamente y le dijo: “Sr. Simmons, usted es escritor, usted siempre será escritor, incluso si no escribiera ninguna otra palabra. […] Usted sabe que es escritor cuando otro escritor le dice que es escritor”.
Harlan Ellison, ¡mil gracias por haber descubierto a ese escritorazo que es Dan Simmons!
En el caso de mis alumnos, puedo reconocer a los que mejor actitud tienen para lograr una carrera literaria. Son aquellos que cuento a cuento comenten distintos errores, y cada vez cometen menos; se arriesgan a probar cosas nuevas, afinando su noción de lo que es una historia escrita. La otra cara de la moneda son los que pasan los meses, y todavía les tengo que corregir los mismos errores que cometían al principio del curso, que además siguen siendo igual de numerosos.
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