VIDA DE ESCRITOR: UN ESCRITOR ACABA LO QUE EMPIEZA
No sé si recordaréis que justo cuando acabé la primera versión de mi segunda novela, «El oráculo de Eosh«, allá por septiembre de 2013, me metí en el montaje de la película «Hazlo por mí», de Álvaro de la Hoz, y aparqué por completo la escritura de ficción. Bueno, pues desde el 1 de octubre de 2014, cuando ese largometraje me ha dado un respiro, he retomado la novela.
Durante ese año sin escribir ficción he montado esa película (está a punto de acabarse), he dado un taller de montaje cinematográfico y una charla sobre sonido para «El cine en tus manos«, he sido uno de los seleccionadores de los aspirantes a entrar en la Online Film Critics Society (algo que me llevó más tiempo del que me atrevo a confesar), he mantenido mi rincón, y he escrito y auto-publicado el libro «Atrévete a ser escritor«.
Y después de hacer todo eso, solo puedo decir una cosa: ¡Dios mío, qué ganas tenía de volver a escribir ficción!
LA REVISIÓN
La revisión es el proceso que más me gusta de escribir. Como soy muy poco organizado, durante la primera versión estoy en un estado de ansiedad constante: ¿llegaré al final?, ¿me quedará muy corta?, ¿me meteré en callejones sin salida?, ¿seré capaz de resolver los conflictos? En la revisión estoy mucho más tranquilo, porque realmente es ir encajando piezas y perfeccionando lo ya existente.
Os preguntaréis por qué escribo la primera versión así, si me provoca ansiedad. Pues porque es una ansiedad que me fuerza a seguir adelante, y a meterme de lleno en la historia; y escribiendo de ese modo se me ocurren ideas que de otra manera jamás se me ocurrirían.
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Mis tarjetas |
Para mí, más o menos, el principio y el final son fáciles. Al principio vas presentando personajes y creando conflictos, y al final todo coge carrerilla y llegas al clímax, donde resuelves el conflicto principal. Donde sudo es en el nudo.
En esta novela, con mi forma de escribir (sé unos datos muy básicos antes de escribir, y luego me dejo llevar por la historia, confiando en el proceso), en la parte central me ha salido un misterio. No solo hay que descubrir quién es el asesino, sino por qué lo hizo. Y siendo sincero, toda esa parte me encanta. Además, me salió un guiño a «El principito» («Le petit prince»).
Antes de reescribir nada, imprimo la novela y la leo una y otra vez. En esas lecturas estoy buscando el tema principal, que va a ser la columna vertebral, y los temas secundarios, y voy tanteando opciones de la trama. Al tiempo que me meto en la historia, mi mente está buscando soluciones: si pasa esto, esta otra cosa no tiene sentido; si pasa esto otro, es demasiado rebuscado; si pasa esto, no tiene coherencia. Así hasta que doy con la solución.
Cuando encuentro los temas, para mí es como dar con un filón de oro, porque todo es mucho fácil: entonces sé qué acciones están permitas en esa novela y cuáles no, y sé cómo puedo reforzar esos temas.
Sabiendo eso, le voy dando vueltas a la trama, y me voy planteando dónde tengo que plantar elementos, y cómo tienen que ser los personajes para que todo encaje. Y entonces, cuando tengo todo más o menos claro, juego con la estructura: la pongo en tarjetas, escena a escena, y voy viendo cuál es el mejor orden para mantener el interés del lector.
Y por fin, me pongo a escribir. Sigo la escaleta que me han dado las tarjetas, y cortando y pegando de la primera versión, y escribiendo nuevas escenas cuando me toca, logro una segunda versión. Cuando acabo, vuelvo a leerme toda la novela, y voy puliendo las escenas y los sumarios para que funcione la historia.
Cuando estoy satisfecho con la historia, corrijo el estilo.
En estos momentos estoy a punto de ponerme a escribir, así que para principios de 2015 habré acabado mi segunda novela.
UN ESCRITOR ACABA LO QUE EMPIEZA
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«De la ceniza volverás» |
La creatividad es muy caprichosa, y hay veces que un escritor comienza algo, lo deja porque no puede o no se ve inspirado, y mucho años después, lo acaba. Veamos unos ejemplos.
Ray Bradbury escribió el primer cuento de «De la ceniza volverás» («From the Dust Returned») en 1946, pero hasta 2000 no terminó esa novela.
En un periodo de sequía literaria, Eduardo Mendoza, más que nada para emborronar papel, comenzó a escribir una historia humorística de ciencia ficción, pero la dejó cuando llevaba 20 páginas. Unos cuantos años más tarde le propusieron escribir una novela por entregas en prensa, y Mendoza retomó la idea y escribió «Sin noticias de Gurb«.
En 1976, Stephen King comenzó «La cúpula» («Under the Dome»), pero tras dos semanas de trabajo y 75 páginas escritas, la abandonó porque no se veía capaz de afrontar toda la investigación que requería el proyecto. En 2007 recuperó la idea, y en 2009 la acabó.
A King también le pasó con «22/11/63» («11/22/63»): la comenzó a escribir en 1972, pero se vio abrumado por la cantidad de documentación que sería necesaria, y porque solo habían pasado 9 años desde la muerte de Kennedy. En 2009 la retomó, y la acabó al año siguiente.
Me parece que si ya tienes práctica, te puedes permitir eso de abandonar proyectos y ponerte a escribir otros (siempre tienes que ponerte con otros), pero cuando estás empezando, has de acabar todo lo que comienzas, te lleve el tiempo que te lleve; de lo contrario corres el riesgo de no terminar nada.
No valen las excusas de que ya no te interesa, o que has encontrado un proyecto mejor. Cuando estás empezando, narrativamente tienes que practicar cuatro pasos: presentar una historia, desarrollarla, cerrarla, y corregirla. Si la dejas a medias, no estás practicando los dos últimos pasos, ni cómo mantener el interés en el nudo; y fuera de cuestiones narrativas, ni perseveras ni tienes constancia para llegar al final. Así de simple.
Por mucho que odies un proyecto, acábalo. Por mucho que te tiente una idea nueva, acaba lo que tienes entre manos. Por muy desanimado que estés porque pienses que eso no lleva a nada, acábalo. Si vas a abandonar una novela, conviértela en un cuento, pero cierra ese proyecto.
Cuando hayas terminado unos cuantos cuentos y novelas (terminado significa revisado y reescrito), te podrás dar el gusto de abandonar proyectos a medias. Yo llevo seis años escribiendo, y todavía no me lo puedo dar. Siguiente artículo: Cómo promocioné el curso de escritura
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