Baarìa [5]

Cartel de Baarìa
Baarìa – La porta del vento
(Italia, Francia, 2009, 150 min)
Dirección y guión:
Giuseppe Tornatore
Intérpretes:
Francesco Scianna
Margareth Madè
Lina Sastri
Ángela Molina
Gaetano Aronica
Enrico Lo Verso
Monica Bellucci

 

“Baarìa” es la película más ambiciosa de Giuseppe Tornatore, director de “Cinema Paradiso”. A pesar de lo enorme que es, con un reparto de cientos de actores, un presupuesto de 30 millones de dólares, y una narración que abarca varias décadas, al film no le ha ido tan bien ni en taquilla (todavía no tiene fecha de estreno en Estados Unidos, y es muy difícil que recupere dinero en su exhibición en cines), ni con la crítica, ni con los premios como le fue a “Cinema Paradiso”: abrió el pasado Festival de Venecia, fue la seleccionada por Italia para representarla en los Oscars y estuvo nominada en los Globos de Oro como Mejor Película Extranjera, pero el único premio destacable que ha ganado es el David di Donatello, el Oscar italiano, para Ennio Morricone por la banda sonora, aunque partía con 14 nominaciones.
   “Baarìa” es un fresco histórico de esa ciudad siciliana donde nació Tornatore. La acción comienza en los años 30 y acaba en la actualidad; y sigue la vida de Pepino (Francesco Scianna de adulto. Un actor que se parece muchísimo a Richard Gere y que nació en 1982. Me pregunto si Gere echó alguna cana al aire en Italia en el 81 cuando promocionaba “American Gigolo”) desde niño hasta anciano, al tiempo que muestra acontecimientos históricos y cómo era el ambiente el pueblo. El problema es que a Tornatore lo de fresco histórico se le quedaba corto, y ha querido hacer el MEGA-HIPER-SUPER-FRESCO HISTÓRICO DEFINITIVO y ha metido tantas cosas, que le ha quedado amorfo y agotador.
   Los créditos finales son imágenes de archivo con declaraciones de personas que hablan de recuerdos (la primera debe de ser de Tornatore, que dice que un director de cine tiene que contar las cosas que conoce. No estoy de acuerdo. Un director tiene que contar las cosas que más le gustan o disgustan; los temas que son realmente importantes para él. Para algo sirve la documentación, digo yo. Si se limitara a contar sólo lo que conoce, llegaría un momento que se quedaría sin temas y todas sus películas serían muy parecidas). Da la impresión que para escribir el guión, Tornatore tiró de sus propios recuerdos y de entrevistas a gente de Bagheria (Baarìa es el nombre en siciliano), y se dio cuenta que había muchísimas anécdotas excelentes y decidió meterlas todas en el film. Los 150 minutos que dura dan para una miniserie de diez horas.
   La película va demasiado deprisa y le falta una trama central que unifique el conjunto; especialmente al principio. Hasta que no queda claro que Pepino es el personaje principal, que debe de ser al minuto 50, el film va saltando de personaje en personaje, y de época en época, para mostrar la personalidad de la ciudad. Pero es una locura. No sabes qué importancia tienen los personajes ya que no hay ninguna pista de quién es importante y quién es una mera anécdota (es muy divertido lo del carnicero pregonado detrás del fascista que vende salchichas de cerdo; o el hombre que se mutilaba para no ir a la guerra. Lo malo es que hay un millón de escenitas de ese estilo). Y el ritmo es tan frenético que comienza la Segunda Guerra Mundial, pestañeas un par de veces, y ya se ha acabado, con diez secuencias por medio.
Margareth Madè y Francesco Scianna en Baarìa
En el centro, Margareth Madè y Francesco Scianna

El film mejora cuando se centra en Pepino de adulto y la historia de su familia. Siguen pasando demasiadas cosas y faltan pausas, pero al menos sólo es una familia, no toda la ciudad. La principal consecuencia es que hay momentos muy buenos que se pierden porque casi no hay tiempo para prepararlos, y los explota en seguida para seguir metiendo más y más cosas; y hay tramas que se quedan a medias. Igual estaban completamente desarrolladas, pero yo fui incapaz de asimilar toda la información.

   Los diez últimos minutos me parecen incomprensibles: ni sé lo que quiere decir, ni por qué mete elementos de realismo mágico, cuando durante el resto de la película no los había (tan sólo aparecen al principio, cuando el niño comienza a volar).
   “Baarìa” está sobremusicada, con la empalagosa banda sonora de Morricone, y a Tornatore se le va la mano con los movimientos de grúa. Cuando empieza, la dirección artística te parece increíble, con esos planos generales de la calle principal llena de gente, con una puesta en escena muy buena, aunque en seguida te das cuenta que en Baarìa sólo existe esa calle (no sé cuántas veces aparece la iglesia, o el Café Aurora). Los actores están bien, aunque un poco exagerados en las escenas cómicas.
   Pero entre tanto batiburrillo, hay perlas escondidas. Son geniales las escenas del fresco de la iglesia. O el arquitecto ciego que recalifica terrenos. O el remedio contra el calor. O el cameo de Monica Bellucci. O las escenas en el cine. O la muerte del recién nacido. Si Tornatore no hubiera decidido contar TODO y hubiera seleccionado los acontecimiento, “Baarìa” sería una buena película.
   ¿Cómo es ese refrán de abarcar mucho y apretar poco? Giuseppe Tornatore no lo conoce.
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