Bajo un árbol milenario [4]
«Bajo un árbol milenario» es la primera novela de Vaddey Ratner, y ha tenido unas críticas excelentes y buenas ventas. Yo conocí a la autora gracias a una entrevista en «The Writer» esta primavera, y me llamó mucho la atención la novela: es una recolección ficticia de sus propios recuerdos infantiles, cuando con cinco años los Jemeres Rojos se hicieron el poder en Camboya, y ella tuvo que huir con su familia. Ratner no quería escribir unas memorias, para no tener que ceñirse a la realidad, pero sí mantener el espíritu emocional de esos recuerdos, y por eso decidió escribir ficción. Yo diría que el tema tan serio que trata (un golpe de Estado y el consiguiente genocidio de un cuarto de la población del país), y que es una novela semi-autobiográfica, son lo que hacen que mucha gente caiga rendida ante esta aburrida novela (dales a esa gente una novela de género tan floja como ésta, y verás como la destrozan, aunque literariamente tengan el mismo valor).
Rami es una niña de siete años que vive feliz en Nom Pen, la capital de Camboya. Su padre es un príncipe que está de acuerdo con los movimientos ciudadanos que piden una reforma en el país. En 1975, cuando Rami tiene siete años, los Jemeres Rojos se hacen con el poder, y cuando parece que van a llegar años de paz, sucede todo lo contrario: el nuevo régimen, escudado tras la misteriosa denominación de la Organización, expulsa de su mansión a Rami y su familia, quienes correrán muchísimo peligro por ser parte de la antigua aristocracia del país.
Yo diría que Ratner, al revisar su historia personal, ha olvidado dos pequeños detalles: que lo que a ella le parece cargado de emoción, porque lo vivió, en el papel no se lo parece al lector; y que lo que a ella le parece interesante, porque son las costumbres de su país y son sus recuerdos de cómo era el día a día en los distintos sitios donde vivió deslomándose y muriéndose de hambre, de por sí no lo es para el lector.
La novela te presenta situaciones muy buenas, y entonces llega el aburrimiento. Más tarde aparece otro momento bueno, y vuelves a aburrirte una barbaridad. Así funciona esta novela. De momentos aislados, me gusta mucho el sacrificio del padre, aunque me parece que decide hacerlo demasiado pronto; lo roto que está el tío al final; la confesión de amor que le hace la madre a Rami; y el caos que debió de ser el país, con una Organización que mataba indiscriminadamente.
Monótona, fría, aburrida, con la historia aplastada bajo el peso de una prosa que está a las puertas de ser púrpura y de detalles y más detalles sobre cómo era la vida y las costumbres de Camboya por aquella época, en la que de vez en cuando hay escenas de mucha emoción; eso es lo que me parece «Bajo un árbol milenario».
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