Canción de cuna para un cadáver [6]
Hush… Hush, Sweet Charlotte
(EE.UU., 1964, 133 min)
Dirección:
Robert Aldrich
Guión:
Henry Farrell
Lukas Heller
Intérpretes:
Bette Davis
Olivia de Havilland
Joseph Cotten
Agnes Moorehead
Victor Buono
Mary Astor
Bruce Dern
George Kennedy
Dos años después del éxito de “¿Qué fue de Baby Jane?”, Robert Aldrich intentó la misma jugada con “Canción de cuna para un cadáver”, una película que podría verse como el reverso de la anterior. Para ello contrató al mismo guionista, Lukas Heller, y a Henry Farrell, autor de la novela en la que se basaba “Baby Jane”, para que adaptaran un cuento del segundo: “What Ever Happened to Cousin Charlotte?” (Henry Farrell era el colmo de la originalidad titulando sus obras). Y a pesar de su odio mutuo, Aldrich consiguió que Bette Davis y Joan Crawford se metieran en el proyecto. Para desgracia de los cinéfilos, a los cuatro días de rodaje Crawford se retiró alegando mala salud (por lo visto Bette Davis le hacía la vida imposible), y tuvo que ser sustituida por Olivia de Havilland. “Canción de cuna para un cadáver” también fue un gran éxito y logró 7 nominaciones a los Oscars.
En 1927 la dama sureña Charlotte Hollis (Bette Davis) tiene intención de fugarse con su amante casado, John Mayhew (Bruce Dern), pero su padre, Big Sam Hollis (Victor Bouno), descubre el plan y hace desistir al amante. El día que Charlotte y John tenían planeado fugarse, los Hollis celebran una fiesta, y en ella, alguien mata brutalmente a John Mayhew. Carlotte aparece con el vestido ensangrentado y todo el pueblo asume que ella ha sido la asesina.
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Bette Davis y Olivia de Havilland |
En 1964 Charlotte es una solterona agresiva y poco cuerda, que tiene que abandonar la plantación familiar porque van a construir una autopista, aunque ella se niega a irse. Después de todos los años pasados, la viuda de John Mayhew (Mary Astor) la sigue odiando con todas su fuerzas. Para ayudar a Charlotte con la mudanza –o para convencerla- llega su prima Miriam (Olivia de Havilland), quien de joven tuvo un romance con Drew Bayliss (Joseph Cotten), el médico que atiende a Charlotte. La siniestra ama de llaves (Agnes Moorehead) no ve con buenos ojos la llegada de Miriam, y al poco comienzan a suceder cosas extrañas en la mansión.
“Canción de cuna para un cadáver” visualmente es sobresaliente (en ese sentido, tal vez sea mejor que “Baby Jane”). La atmósfera enrarecida que consiguió Aldrich es impresionante, con esa mansión que incluso de día es tenebrosa, resaltada con su peculiar estilo enfático. La película está llena de momentos muy intensos y de escenas brillantes: todo el prólogo, que tiene muchísima tensión; la presentación de Bette Davis (las dos que hay: la de los niños y cuando Davis amenaza con una escopeta a George Kennedy); la cena con Bette Davis, Olivia de Havilland y Joseph Cotten, donde saltan las chispas; la ensoñación de Bette Davis… Además tiene un reparto impresionante, en el que destaca una Davis pasadísima de rosca y genial. Agnes Moorehead logró la cuarta nominación de su carrera como actriz secundaria por la desequilibrada (y crispante) ama de llaves. Olivia de Havilland está muy bien (esta actriz siempre lo estaba), pero es una pena que Joan Crawford… enfermara y no pudiera completar el rodaje.
A pesar de todos los elementos excelentes, “Canción de cuna para un cadáver” es inferior a “Baby Jane” porque tiene un guión bastante peor. A veces recuerda muchísimo a su antecesora y la parte final es una copia clarísima de “Las diabólicas”, de Henri-Georges Clouzot; hay una parte hacia la mitad muy aburrida, donde apenas se mueve la trama (sucede después del prólogo y la presentación de los personajes. La película no comienza a moverse hasta que no se sabe si Bette Davis está loca, si realmente hay fantasmas, o si Agnes Moorehead está provocando todo); y tiene momentos muy poco creíbles: Mary Astor le da una carta que explica todo a un periodista que acaba de conocer (y lo hace para que haya un final feliz); Olivia de Havilland se asombra de que su vestido esté hecho jirones (esto es ser muy poco honrado con el espectador); y la premisa del film (quién mató a John Mayhew y quién se sacrificó para ocultar al verdadero asesino), que no hay quien se la crea.
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