Capitalismo: Una historia de amor [7]

Cartel original de Capitalismo: una historia de amorCapitalism: A Love Story

(EE.UU., 2009, 127 min)
Dirección y guión:
Michael Moore

Vuelve Michael Moore, el director de documentales más famoso del mundo. Aunque comenzó su carrera en 1989 con “Roger & Me”, donde criticaba a la General Motors por cerrar fábricas en Michigan y abrir otras en México para ahorrarse dinero; fue en 2002 cuando logró dar la campanada con “Bowling for Columbine”, trabajo por el que ganó un Oscar y que narraba la matanza de Columbine y reprochaba la obsesión por las armas de fuego de los estadounidenses. Dos años más tarde, Moore montó una campaña para echar a George W. Bush de la Casa Blanca con “Fahrenheit 9/11”; el presidente volvió a ganar la elecciones, pero Moore se llevó la Palma de Oro en Cannes y recaudó más de 220 millones de dólares en todo el mundo. En 2007 criticó el sistema sanitario de Estados Unidos en “Sicko” y volvió a ser nominado al Oscar. Ahora ataca al capitalismo y analiza las causas que han llevado a su país a la crisis económica.
   ¿Cuál es el secreto del éxito de Moore? Que denuncia injusticias sociales y sus documentales son entretenidos. El director se plantea que al mismo tiempo que el espectador descubra cosas y reflexione, se lo pase bien. Moore tiene un sentido de espectáculo muy bueno: sus trabajos suelen ser muy dinámicos, están llenos de ironía, sabe jugar con el público y más de una vez logra que se le congele la sonrisa, y consigue testimonios muy buenos. Y vaya, que se dedica a incordiar a los poderosos, algo que nos satisface mucho al resto.
   Lo que no me gusta de Moore es que sólo muestra lo que le interesa. El hombre decide criticar algo, y va a enseñar sólo una cara del asunto. Muchas veces presenta un caso de injusticia y lo extrapola a todo Estados Unidos, convirtiendo lo que puede ser una excepción en una supuesta norma. Y como Moore no tiene un pelo de tonto, manipula muy bien.
   “Capitalismo: Una historia de amor” sigue el patrón de los documentales anteriores. Moore arremete contra la llegada de empresarios al poder desde la época de Reagan, lo que ha supuesto un empeoramiento de la clase media y un gran beneficio para los más ricos. También denuncia la mala situación de los pilotos aéreos, lo desprotegidos que están los trabajadores en Estados Unidos, los reformatorios dirigidos por empresas privadas con mucho ánimo de lucro, las hipotecas trampa, y los seguros que vida que hacen las grandes empresas a sus empleados sin que ellos lo sepan.
Michael Moore en Capitalismo: una historia de amor
A la derecha, Michael Moore

El documental está muy bien estructurado, llevando con facilidad al espectador de un tema a otro. Moore plantea situaciones al principio de la película, y las resuelve más adelante (como los desahucios o los trabajadores de la fábrica que cerraba sin darles ninguna compensación), y funciona muy bien porque ya ha explicado los fallos del sistema y modelos distintos de trabajo. En otros momentos juega con el suspense, como cuando el Congreso decidió dar 700.000 millones de dólares de los contribuyentes para salvar a los bancos (el film comienza con imágenes de cámaras de seguridad de gente asaltando bancos, y es lo que dan ganas de hacer cuando sales del cine). Además, la película está llena de momentos divertidísimos y tiene mucha ironía, como el vídeo de la Enciclopedia Británica en la que compara al Imperio Romano con el Americano o el discurso catastrofista de Bush mientras desaparece la Casa Blanca. La película acaba con un mensaje de esperanza, mostrando situaciones que mejoraron por el empeño de la gente de luchar contra el sistema, y en donde Moore incita al ciudadano a que se rebele para acabar con las injusticias. El final está muy bien construido y funciona a la perfección. ¡Temblad, bancos!

   Desgraciadamente, Moore no es honrado del todo. En determinadas ocasiones, se guarda información para resaltar las injusticias. En el caso de las hipotecas trampa, de acuerdo que las condiciones eran muy engañosas y estaban destinadas a gente con pocos recursos, pero a nadie se le puso una pistola en la cabeza para contratar una; o la parte de los seguros de vida, que parece que Moore, con esos planos de gente llorando, quiere echarle la culpa de la muerte de los trabajadores a la empresa.
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