Mis dolores de cabeza con «La constelación de los dragones», por Maribel Abad
Seguro que habéis oído decir que si no eres famoso, o no tienes un trillón de seguidores en las redes sociales ni contactos, no hay nada que hacer con las editoriales tradicionales; que antes de escribir tu novela tienes que currarte la promoción, porque de lo contrario no te va a comprar ni tu madre.
Bueno, pues os presento a mi amiga Maribel Abad, quien acaba de publicar la novela de fantasía juvenil La constelación de los dragones con la editorial tradicional Onyx. Ni era famosa, ni tenía miles de seguidores ni conocía a nadie en el mundo editorial, y sin embargo logró firmar un contrato de publicación en un periquete.
Os dejo con ella. Podéis seguirla en Twitter e Instagram y visitar su página web, maribelabad.com.
Sinopsis de La constelación de los dragones
¿Se puede progresar en la vida cuando uno no sabe quién es? En el mundo mágico de Arcálie no, pues magia e identidad van cogidas de la mano, y el que no encuentra su poder está condenado a la exclusión.
Esto lo descubren Finthan Fideri y sus amigos cuando salen de su bosque por primera vez para entrenar como Ojeadores. Más allá de las murallas de su Títhame natal, se encuentran con la realidad de que la vida en Arcálie es mucho más peligrosa de lo que ellos habían imaginado siempre.
Que el poder de Finthan sea el de caminar hacia lo perdido hace que este se proponga hallar a Gwendelan, la desaparecida Alta Hechicera. Esta búsqueda les llevará a descubrir que las leyendas pueden convertirse en realidad.

El cajón de sastre de las ideas
Cada vez que me preguntan cómo se me ocurrió la historia de La constelación de los dragones, doy una respuesta distinta. No es que de una entrevista a otra mienta, es que el proceso por el que llegué a escribir esta novela tiene varias fuentes de inspiración.
Por una parte, yo tenía un libro que escribí a los dieciséis, cuyos acontecimientos podían dar lugar a una historia de seres venidos a nuestro mundo desde otro. Tenía muchas características físicas y mágicas de estos seres, así como de worldbuilding general pensadas, y también muchos de los acontecimientos que habían ocurrido en la historia de ese lugar, que ya por entonces llamaba Arcálie. Y con eso, la idea de un mundo que había estado en guerra con el nuestro y que había mandado aquí a algunos de los suyos. De ahí surgió la idea de los Celestes y del pobre Finthan, que tiene uno de ellos y no sabe usarlo. En el presente no tiene nada que ver, pero bueno, de ahí salió.
Por otro lado, me encantan las leyendas de hadas, y la mitología celta es mi favorita (sí, ya lo sé, qué original). Con todas las historias sobre las costumbres de los «pueblos feéricos», me inventé una sobre un mundo en el que no se podía caminar por el suelo cuando se hacía de noche, porque las hadas salían entonces, y si te interponías, podían llevarte con ellas y nunca te devolverían. Un grupo de chavales decide probar un día a ver qué pasa, y por mezclarse con las hadas, se acaban viendo envueltos en la búsqueda de un tesoro. Esta idea la tenía muy presente porque me resultaba intrigante, y en un viaje a Disneyland París, visitamos la atracción de La cabaña de los Robinson, que es, ni más ni menos, que un árbol gigantesco con una casa construida sobre él. Mientras la recorríamos, subiendo por las escaleras que rodeaban el tronco y viendo las distintas estancias, empecé a imaginar cómo sería vivir en un lugar así (más bien, empezó a imaginárselo mi niña interior, la que se construía cabañas en todas partes), y qué tipos de seres podrían vivir allí, y una casa así me pareció la mejor razón del mundo para no tener por qué pisar el suelo de noche.
También tenía una idea que me había dado una amiga sobre una niña que usara una canica para encontrar las cosas que perdía, y convertí ese poder en el Celeste de Finthan. Al final, mezclándolo todo, salieron las primeras ideas para La constelación de los dragones, así como mucho del worldbuilding.

Escribir fue lo de menos
Escribí la novela en un par de meses. Se puede decir que casi la vomité. Pero quedó horrible. Saber el final de una historia y dirigirte hacia él sin un plan es como saber por dónde queda más o menos un lugar al que tienes que ir, pero no conocer el camino; al final, acabas dando alguna vuelta de más, e incluso puedes ir, sin querer, en dirección contraria solo porque te gusta esa calle. Total, que después de escribir aquello en dos meses, el resto del trabajo ha sido de reescritura. Empecé en 2014, tras el viaje a Disneyland, y seguí haciendo cambios hasta que lo mandé a la editorial, en diciembre de 2018. Es demasiado tiempo. Si hubiese planificado primero, el resultado no habrían sido tantos años de reestructurar, cortar, añadir, volver a eliminar, cambiar lugares y ambientaciones, eliminar personajes. Pero me valió la pena porque esta era la primera historia, de todas las que había escrito, que yo presentía que podía sacar adelante e intentar publicar.
Esta palabra es la causante de la mayor parte de las enfermedades que he tenido estos años. Aunque el proceso de reescritura de La constelación de los dragones fuese largo, yo me lo pasaba bien mientras le dedicaba mi tiempo a eso. El problema está en que te dicen que si no te haces popular en las redes sociales, no eres nadie y no solo no vas a ser publicado por ninguna editorial, sino que, además, no vas a vender ni un libro si autopublicas. Y empiezas a intentar conseguir seguidores a la desesperada. Y no entiendes por qué no te haces más popular. Al final te das cuenta de que lo importante son las relaciones con la gente y que lo suyo es conocerse, no seguirse mutuamente intentando, por ambas partes, que el otro le haga caso a tu contenido de calidad. Pero es cuando empiezas a conocer a algunas de estas personas (¡plot twist: personas!), cuando te interesas por el contenido de alguien. Antes de eso, son un montón de vendedores en el mercado gritando para que te lleves su fruta antes que la del vecino. Y todos son escritores como tú. Todos. ¿Pero cuántos son lectores? ¿Todos? Como te pares a analizar lo que ves, te deprimes. Lo mejor es seguir trabajando en tus manuscritos y acudiendo a eventos donde mezclarte con todos tus compañeros. Y trabajando. Y trabajando. Y un día prestas atención y ves todo lo que has conseguido sin darte cuenta: una comunidad, tus libros, sus libros… Más que sin seguidores, sin apoyos no somos nadie. Los seguidores vienen poco a poco.

Publicar
Mucha gente me pregunta qué hice para que me publicaran en Onyx y la respuesta es que, aparte de mandarles el manuscrito, no hice nada más. Hay mucha suerte involucrada en esto de pasar a formar parte del catálogo de una editorial, imagino. Cuando dicen que tienes que pasarle tú tus seguidores a la editorial me da la risa, porque cuando aceptaron mi manuscrito, yo tenía unos cuatrocientos seguidores en Twitter, menos de cien en Instagram, y Facebook es personal, así que… no, por ahí no iban los tiros. Supongo que hay mucho de llegar al lector profesional y al editor justo en el momento en que les apetece algo como lo que les has mandado tú. Si les gusta lo que les mandas, no se van a hacer de rogar; ya he comentado que se lo mandé en diciembre; en concreto, el 31. El día 8 de febrero me respondieron, y yo que me estaba preparando para no saber nada hasta el verano. De hecho, pensaba que se habían leído las primeras páginas y ya sabían que no querían algo así, y cuando abrí el correo y me vi el tan esperado «sí»…
No quiero decir que esto sea así en todas las editoriales, ya sabemos lo que hay en muchas, pero no todo este mundo está podrido ni a punto de implosionar como la burbuja de la construcción. Lo que yo digo siempre es que el que deja de intentarlo no estará en el lugar indicado en el momento oportuno. Es, por una parte, así; por otra, hay que tener ganas de mejorar. Si una editorial quiere algo como lo que tú has mandado, pero el manuscrito es un desastre… puedes pillarlos con ganas de trabajar en él todo lo que haga falta para mejorarlo, pero si tú no aprendes y te estancas, o incluso te niegas a aceptar los cambios que te proponga tu lector profesional… Pues no, así no.
Pero si uno sigue escribiendo y moviéndose…, y tiene paciencia, en algún momento pasarán cosas buenas. O una editorial te querrá, o tus libros autopublicados estarán en un buen lugar en las listas de Amazon. Pero esto, poco a poco ¡y con mucho ánimo!
Ahora mismo, La constelación de los dragones está disponible en físico en muchas librerías, y las que no lo tengan allí mismo, lo tienen en catálogo, así que se puede pedir sin problemas. Y para el que prefiera comprarlo online, en la web de la editorial es donde más fácilmente se puede pedir: https://onyxeditorial.com/producto/la-constelacion-de-los-dragones/
Y recordad: en esto de la publicación, ¡las prisas no son nuestras amigas!

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