Efectos secundarios [6]

Poster original de Efectos secundariosSide Effects
(EE.UU., 2013, 106 min)
Dirección:
Steven Soderbergh
Guión:
Scott Z. Burns
Intérpretes:
Jude Law
Rooney Mara
Catherine Zeta-Jones
Channing Tatum
Steven Soderbergh hace películas como churros, y por la ley de la probabilidad, de vez en cuando le queda alguna buena. “Efectos secundarios” es una de ellas.
   Emily Taylor (Rooney Mara) está tremendamente deprimida desde que su marido (Channing Tatum) ha salido de la cárcel, a pesar de que llevaba cinco años esperando a que recuperase la libertad. Tras un intento de suicidio, Emily acude a un psiquiatra (Jude Law), quien le receta una serie de fármacos para paliar los síntomas de la depresión. Cuando dan con uno que parece funcionar, éste oculta un efecto secundario: Emily se vuelve sonámbula y no sabe lo que hace cuando está en ese estado. Una noche, bajo los efectos del medicamento, Emily comete un acto atroz sin darse cuenta. La chica logra librarse de la cárcel, y acaba internada temporalmente en una institución psiquiátrica porque en el juicio demostró que estaba sufriendo los efectos secundarios del fármaco. Pero ese veredicto deja en una situación muy mala al psiquiatra, ya que él fue quien lo recetó y ahora tendrá que pagar las consecuencias.
   “Efectos secundarios” es un thriller muy entretenido que no hace más que dar giros; y lo que es mejor, cada vez que hay uno, más te metes en la historia. Pero la película tiene un problema muy grave de tono: es demasiado seria y demasiado realista para lo que cuenta.
Rooney Mara en Efectos secundarios
Rooney Mara

Cuando comienza, parece que va a ser una película de denuncia contra las farmacéuticas americanas (parece que en Estados Unidos los médicos te recetan pastillas como si fueran caramelos por el poder que tienen las farmacéuticas), con un montón de personajes obsesionados con los fármacos. La película es muy realista (el tono es parecido a lo que hizo Soderbergh en “Contagio”), y hasta ahí funciona.

   Pero entonces sucede el incidente, y queda claro que estás viendo un thriller, que encima no tiene nada que ver con una crítica a las farmacéuticas (o la crítica queda en un lejísimos segundo plano). Jude Law se vuelve el protagonista, y se ven envuelto en una compleja trama que puede hacerle perder todo. Y aquí es donde el tono comienza a chirriar: la trama es muy rocambolesca (sobre todo cuando descubres qué estaba pasando), y no puede tener un tono realista. Además, la película está llena de trampas que ves con más claridad por el tono que tiene.
   Para entendernos, es como si Paul Verhoeven hubiera decidido hacer una película seria y realista con “Instinto básico”. Y es que ese tono, el de “Instinto básico”, es el que debería haber tenido “Efectos secundarios”.
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