El amor [1]

Portada francesa de El amor, de Marguerite DurasNOVELA CORTA
L’amour
(Francia, 1971, 104 páginas)
Marguerite DurasMarguerite Duras publicó en 1984 “El amante” y esa novela hizo sombra al resto de su carrera. Además de novelas, Duras escribió guiones (el más famoso es “Hiroshima mon amour”, de Alain Resnais; una de las pocas películas de la Nouvelle Vague que se puede disfrutar), obras de teatro, cuentos, ensayos y entrevistas; y dirigió cine (su película más conocida es “Indian Song”, sobre una obra de teatro suya).

   “El amor” es una novela corta publicada en 1971 que a mí me parece el equivalente literario de la insufrible “El año pasado en Marienbad”, una película de Resnais imposible de entender (y por eso una panda de pedantes las consideran una obra maestra; para mí es un gran truño aburridísimo). Odio esa película y odio esta novela. “El amor” trata, por decirlo de alguna manera, de un hombre que va S. Thala a hacer algo, y allí encuentra a una mujer embarazada y a un hombre que camina por una playa. Y a través de una serie de escenas dificilísimas de seguir, se esconde una historia. O igual no se esconde nada, y resulta que esta novela está hueca.
   Lo único bueno que puedo decir de “El amor” es que es muy corta y no pierdes mucho tiempo (porque sin duda, es tiempo perdido); el resto de esta obra me crispa los nervios. Comenzando con el estilo tan distante que tiene Duras. La novela está escrita en tercera persona en presente, y se limita a narrar, lo más fríamente posible, lo que hacen y dicen los personajes. Todo está descrito desde lejos de los personajes, sin meterse nunca en su piel para mostrar emociones, sensaciones o pensamientos. La sensación que tenía era de estar leyendo un guión en vez de una novela (leerse un guión no es algo que le recomiende a la gente, a menos que quiera ser guionista; un guión es una herramienta de trabajo y no está pensado para que el lector disfrute). Con un guión, este estilo tiene sentido, porque la parte visual la añadirá el director en el rodaje, pero en una novela, ¿por qué?
   Constantemente tienes que estar haciendo un esfuerzo por visualizar lo que describe Duras. Además, a esta señora le parecería que dar nombre a sus personajes estaba trillado, y al único que destaca un poco es al protagonista, al que llama “el viajero” (a las pocas páginas, cuando te estás estrujando las meninges para diferenciar a dos hombres en una playa, Duras escribe esto: “Llamaremos a este hombre el viajero –si por casualidad ello es necesario- a causa de la lentitud de su paso, a causa del extravío de sus ojos”. No sé qué me contuvo para no estampar esta novela contra la pared).
   Una vez que visualizas las escenas, tienes que buscarle sentido a lo que pasa, porque los diálogos y las acciones dan muy pocas pistas, y muchas veces las situaciones son muy crípticas; y para encontrarle sentido al conjunto tienes que echarle muchísima imaginación, y puede ser lo que te dé la gana. Yo llegó un momento que me cansé y lo único que quería era acabar esa cosa.
   Sinceramente, me parece mucho más fácil escribir una novela así, que puedes hacer lo que te dé la gana y decir que es para intelectuales (y los intelectuales te van a dar palmaditas en la espalda por haberlos aburrido hasta la nausea), que otra más tradicional, donde tienes que esforzarse por crear unos buenos personajes y una buena trama para que el lector se inmersa en ese mundo que has creado.
   A Marguerite Duras le daré otra oportunidad y me leeré “El amante”. Si esa novela vendió tanto supongo que fuera porque contaba una historia que aparte de Duras, la entendía el lector.
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