El color de la magia [8]
The Colour of Magic
(Reino Unido, 1983, 288 páginas)
Terry PratchettA pesar de que Terry Pratchett acabó siendo uno de los autores de fantasía más populares del mundo, tuvo unos comienzos nada espectaculares. Publicó su primera novela en 1971, pero no logró su primer éxito hasta 3 novelas y 12 años después, cuando apareció «El color de la magia», una novela cómica de fantasía, que aunque comenzó con ventas muy humildes (la primera edición fue de tan solo 506 ejemplares), fue ganando adeptos poco a poco. En «El color de la magia» Pratchett presentó el universo de Discomundo, y a partir de ahí creó una serie que continuó hasta su muerte en 2015, escribiendo 41 novelas y logrando unas ventas de 80 millones de ejemplares.
(Reino Unido, 1983, 288 páginas)
Terry PratchettA pesar de que Terry Pratchett acabó siendo uno de los autores de fantasía más populares del mundo, tuvo unos comienzos nada espectaculares. Publicó su primera novela en 1971, pero no logró su primer éxito hasta 3 novelas y 12 años después, cuando apareció «El color de la magia», una novela cómica de fantasía, que aunque comenzó con ventas muy humildes (la primera edición fue de tan solo 506 ejemplares), fue ganando adeptos poco a poco. En «El color de la magia» Pratchett presentó el universo de Discomundo, y a partir de ahí creó una serie que continuó hasta su muerte en 2015, escribiendo 41 novelas y logrando unas ventas de 80 millones de ejemplares.
Discomundo es un mundo plano que llevan a cuestas cuatro elefantes gigantes, los cuales reposan sobre el caparazón de Gran A’Turin, una tortuga de tamaño descomunal. A la peligrosa ciudad de Ank-Morpok llega su primer turista, el ingenuo Dosflores, quien va derrochando dinero (y levantando la codicia de los habitantes) a su paso. Para protegerlo, el patriarca exige al mago inepto Rincewind que lo proteja, sin saber que se meterán en una serie de calamitosas aventuras.
Decía Pratchett que con «El color de la magia» quería hacer con la fantasía clásica lo que «Sillas de montar calientes» —la parodia de Mel Brooks— hizo con el western, y yo creo que lo logró. En la novela Pratchett te presenta a un montón de personajes arquetípicos del género, los mete en aventuras muy imaginativas y rocambolescas, añade mucha ironía, te explica la historia y las leyes (demenciales) que rigen ese mundo, y el resultado es divertidísimo; no haces más que leer y leer para saber qué se sacará de la manga Pratchett, y con qué te provocará la sonrisa o la carcajada.
«El color de la magia» está divida en cuatro partes, y la más débil es la primera. En ella Pratchett presenta demasiados personajes, hay un salto en el tiempo, y tardas bastante en saber de qué va la historia. Y es la menos imaginativa de todas. Trata de la llegada del turista Dosflores a Ank-Morpok, y de cómo el mago Rincewind primero intenta estafarlo, para luego verse obligado a protegerlo por orden del patriarca (lo cual no tiene mucho sentido). Algunas de la acciones son confusas y poco coherentes (como que el baúl con piernas de Dosflores decida seguir a Rincewind en vez de a su amo), y el final es confuso con tanto personaje que aparece de sopetón y tanta acción seguida. Curiosamente el resto de las partes también están llenas de acciones, pero no resultan confusas. Pero lo peor es que esta parte, en cuanto a trama, no tiene el punto de locura que tienen las otras. Hasta aquí, la novela no me gustaba, y no le veía la gracia, pero el resto me conquistó.
La segunda parte trata de cómo Rincewind y Dosflores se pierden en el bosque, y mientras Rincewind acaba en el interior de un árbol, Dosflores ilusamente se encamina a un templo abandonado de un monstruo ancestral. Tiene mucha gracia que los dioses estén jugando una partida con los protagonistas, sin que ellos lo sepan (Rincewind es capaz de oír unos dados), y la solución que encuentra Pratchett para salvarles el pellejo en el último momento es divertidísima. Aquí aparecen Hrun, un héroe calcado de Conan, y una espada parlanchina. Rincewind, con mucha potra, se transporta al templo donde está Dosflores, pero ese atajo en la trama lo pasas por alto por lo bien que te lo estás pasando.
La tercera parte es la más loca de todas. Cuenta cómo los protagonistas acaban en las garras de un clan, que tiene dragones, y que está enzarzado en una disputa familiar por saber quién será el nuevo jefe (el anterior está muerto… pero sigue vivo). Hay vuelos de dragones, luchas con espadas, muchísima acción, salvamentos en el último momento, e imaginación a raudales.
En la última Rincewind y Dosflores acaban al borde del mundo, y es donde más juega con el misterio Pratchett. Los protagonistas son hechos prisioneros, aunque no sabes por qué, y un misterioso monstruo, que parece seguirlos, va destruyendo todo lo que encuentra. Hay algún giro divertido, algún deus ex machina literal, y muchísima acción al final. Lo más decepcionante es que «El color de la magia» era una primera parte de las aventuras de Rincewind y Dosflores, y la resolución queda abierta.
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