El corazón negro de Europa [1]
Lo que más me sorprende de este malísimo thriller es que no es el trabajo de un amateur ni está auto-publicado. Marco Vajani es guionista y director de programas de televisión, y en 2001 publicó su primera novela, «L’ultimo spot». Mila Vajani es periodista, crítica de cine y directora de teatro experimental. No es solo es que esté mal escrito, con serios problemas en las descripciones y el uso del punto de vista (eso lo puedes pasar por alto en un thriller si la historia está bien), es que la trama no tiene sentido y los autores son nefastos dando información para que avance la trama y justificando las acciones de los personajes.
Estando en Eslovaquia en una misión secreta, la abogada italiana Mila Danieli se topa con unos cadáveres descuartizados cerca de un castillo que perteneció a la condesa Erzsébet Báthory. Las primeras pesquisas de la policía apuntan a una secta satánica que adora a ese monstruoso personaje histórico. Pero a medida que Mila continúa con su misión, irá descubriendo una oscura trama que enlaza con la Segunda Guerra Mundial, cuando los hebreos eslovacos fueron exterminados por sus compatriotas.
Solo hay dos cosas que me gustan de esta novela: toda la historia de Erzsébet Báthory, ya que te cuentan la leyenda y lo que posiblemente fuera la realidad (aunque no se esmeran mucho para darte historia: la leyenda la lee la protagonista en internet, y te encasquetan párrafos y párrafos; y la historia real en una revista que Mila encuentra de casualidad en unas termas. Y otra vez párrafos y párrafos); y la historia del exterminio de los judíos eslovacos, que es algo muy poco conocido.
Pero es resto es inepto.
Esta novela está llena de paja: escenas estiradas hasta el infinito con detalles y más detalles que no añaden nada. Los más llamativos, por aburridos, son las descripciones de las localizaciones eslovacas (Marco Vajani vive allí, y posiblemente se documentara in situ, pero es insufrible porque no hace falta para la historia); pero también se detienen a describir cosas tan inútiles como cómo la protagonista descubre una página web utilizando Google (la novela es de 2008, y todo el mundo ya sabía lo que es internet y Google), o darte los pormenores, muy gráficos, de un rodaje porno.
Un caso que me llamó la atención era cuando el policía Rolko y Mila quedan para desayudar, y él la llama para decirle que llegará hora y media más tarde. Yo me dije, «Ahora Mila, durante ese tiempo, hará algo interesante y descubrirá algo», pues no, el retraso no sirve de nada. La novela está llena de este tipo de acciones.
Los Vajani suelen describirte a los personajes en dos frases en cuanto aparecen, sin importarles saltarse el punto de vista cuando hay varios, y sin importarles si son importantes o no: te describen aspectos físicos y alguna cualidad psicológica, y ya dan por cumplida la descripción. A Mila y algún otro personaje les tenía identificados, pero tenía problemas para diferenciar a Rolko de Molnár.
Estilísticamente es bastante mala, y no ayuda mucho una traducción poco cuidada. Constantemente aparece «escuchar» como si fuera «oír»; en una ocasión usan «deber de» cuando tendría que ser «deber»; por algún motivo la OTAN aquí se llama NATO; las pastillas «surgen efecto», cuando realmente «surten efecto»; y se dan una mano en vez de echársela.
Y tiene una comparación absolutamente demencial: cuando la policía hace una redada en el bar satánico y apagan la música, los Vajani escriben, «El silencio cayó en el local como si fuera una bomba, catapultando a todos los ahí presentes». El problema es que el silencio y una bomba que catapulta a la gente crea imágenes completamente opuestas, y no sabes si había mucho silencio o un gran alboroto.
La trama, que está llena de escenas para despistar, es rocambolesca a más no poder y muy torpe por la cantidad de casualidades que hay. Los Vajani se guardan la misión secreta de Mila durante mucho tiempo… porque no tiene sentido que la mujer arriesgue su vida por ella. Además, la solución es muy sencilla: volver a Italia y se acaba todo. En ningún momento justifican que Mila siga metiéndose en la boca del lobo en Eslovaquia.
Me hace mucha gracia que al principio alguien se cuela en la habitación de Mila, le roba el portátil, y le deja escrito en el espejo: «Talianska Mafia». Mila, sagaz como ella sola, dice que ha sido una organización mafiosa, pero la policía no la cree. Y la final resulta que, sorpresa, ¡es una organización mafiosa!
Hacia la mitad, Mila va a abandonar el país, pero de casualidad se encuentra en Bratislava con un personaje que le da una información muy importante. Mila asume que ya ha pasado el peligro y va a volver, pero ese personaje le da una pistola por si acaso. ¿Pero no había pasado el peligro? Y hacia el final, Mila, con muchísima potra, descubre un diario importantísimo.
Lo que me cabrea mucho es que los malos al final le cuenten todo a Mila. Lo hacen dos y destripan toda la trama. Eso no hay quien se lo crea, por mucho que Mila esté a punto de morir. Lógicamente a los Vajani no se les ocurrió otra manera de explicar qué había pasado. También me cabrea cómo resuelven el clímax: eso no es una sorpresa bien preparada, eso es tener muchísimo morro y no ser honrado con el lector.
Esta novela es pésima. Un buen ejemplo de cómo no escribir un thriller.
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