
CINEFILIA
Raging Bull
(EE.UU., 1980, 129 min)
Dirección:
Martin Scorsese
Guión:
Paul Schrader
Mardik Martin
Intérpretes:
Robert De Niro
Cathy Moriarty
Joe Pesci
Frank Vincent
Nicholas Colasanto
Es curioso que las dos películas de boxeo más famosas del mundo compartan productores y sean diametralmente opuestas. Robert Chartoff e Irwin Winkler produjeron «Rocky» (1976), que es un flojito cuento de hadas, y «Toro salvaje» (1980), que es un atormentado y excelente recorrido por la vida de un boxeador auténtico, Jake LaMotta. Precisamente fue el éxito de «Rocky» lo que permitió la realización de «Toro salvaje»; la United Artist no estaba muy feliz con el proyecto (no es de extrañar, era en blanco y negro y con protagonista que no cae bien), pero Irwin Winkler logró un trato: les daría «Rocky II» si producían «Toro salvaje».
Aunque en la actualidad «Toro salvaje» está considerada una de las mejores películas de los 80 y una de las cumbres de la filmografía de Martin Scorsese, en su día no funcionó bien en taquilla y la crítica se dividió (Rogert Ebert la defendió como una obra maestra desde el principio; Pauline Kael la masacró en su crítica de «The New York Times», criticando, aunque ahora parezca demencial, la dirección de Scorsese y la actuación de De Niro).
El film fue nominado a 8 Oscars, incluidos los de Mejor Película y Director, pero se tuvo que conformar con los de Mejor Actor y Mejor Montaje. Ese año ganó la infinitamente inferior «Gente corriente», de Robert Redford. (Entre las nominadas había una que incluso me gusta más que «Toro salvaje», «El hombre elefante», de David Lynch, que resultó ser la gran perdedora.)
Aunque en los años 60 Jake LaMotta (Robert De Niro) tiene un serio problema de sobrepeso y se gana la vida contando chistes en bares, a principios de los años 40 era un serio aspirante al título de los pesos medios. En 1941, cuando su matrimonio no iba bien, a través de su hermano y manager, Joey (Joe Pesci), supo que podía lograr una cita con Vicky (Cathy Moriarty), una chica del barrio de la que se enamoró. Los años van pasando con su nueva novia, y durante ese tiempo LaMotta va ascendiendo hasta lograr combatir por el título mundial contra su gran rival, Sugar Ray Robinson.
«Toro salvaje» tiene un enorme handicap, que para mí es lo que hace que no sea una obra maestra: el protagonista es odioso, y por mucho que busques, no tiene ninguna cualidad que lo redima. Es celoso, paranoico, infiel, y zurra a todo Cristo dentro y fuera del ring. Y encima cuenta unos chistes malísimos. Apenas hay muestras de amor por los que le rodean, y no demuestra ser un hombre con un fuerte sentido de la integridad o del honor.
Pero así y todo, te metes de lleno en la película, te importa lo que le pase al personaje, y el final es demoledor por cómo ha degenerado Jake.
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Robert De Niro |
«Toro salvaje» tiene una estructura muy sencilla: es la ascensión y caída de un boxeador que llegó a lo más alto. El comienzo te da una pista de la decadencia de LaMotta para pasar a un flashback, que es donde se desarrolla la mayoría del film. En ese flashback te cuentan la ascensión, y en el último tercio la caída.
En los dos primeros tercios, Scorsese va alternando escenas cotidianas de la vida de LaMotta con escenas de montaje, donde narra varios años, y espectaculares combates de boxeo, donde ves cómo evoluciona su carrera. Los combates de boxeo siguen siendo impresionantes por lo bien planificados y montados que están, rebosantes de ideas visuales excepcionales.
En las escenas cotidianas aparecen momentos estilizados, como la presentación de Vicky (es genial la escena en la piscina; y un poco más tarde la del restaurante, donde está claro que LaMotta se ha enamorado hasta la médula), y momentos realistas. En estos parece que Scorsese se ha colado sin ser visto en la casa de LaMotta y ha grabado una escena. Los actores están increíbles, en especial Robert De Niro. Yo diría que gracias a su portentosa actuación te metes en la película: De Niro es LaMotta.
Por odioso que resulte LaMotta, hay momentos en los que su sufrimiento te toca. Posiblemente el más emocionante sea cuando rompe a llorar tras haberse vendido a los gángsters y regalado un combate; otro muy potente es cuando quiere reconciliarse con su hermano por teléfono y no puede articular palabra.
Y gracias a De Niro, el último tercio funciona. Ahora Jake ha perdido todo lo que tenía, y esa parte es inmensamente triste. LaMotta toca fondo cuando lo detienen, y a ti te llega. Y al final, ensayando para uno de sus recitales, suelta un diálogo de «La ley del más silencio» en el que le echa la culpa de su caída a su hermano, cuando está claro que se la ganó a pulso.
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