CINEFILIA
Phantom of the Paradise
(EE.UU., 1974, 88 min)
Dirección y guión:
Brian De Palma
Intérpretes:
William Finley
Paul Williams
Jessica Harper
Gerrit Graham
«El fantasma del Paraíso» es una personalísima versión de «El fantasma de la ópera» dirigida por Brian De Palma. En la actualidad es un film de culto, pero en su día el fue masacrado por la crítica y se la pegó en taquilla, y sólo funcionó en Winnipeg, en Canadá, donde una audiencia entregada hizo que permaneciera en cartel durante más de un año. La película, tanto por el tono, como por ser un musical con una trama demencial llena de homenajes a películas de ciencia ficción y terror, y por cómo logró convertirse en un film de culto, se parece muchísimo a «The Rocky Horror Picture Show», aunque es un poco anterior, algo peor, y menos conocida que ésa.
Winslow Leach (William Finley) es un cantante que está escribiendo una cantata con la historia de Fausto. Un día que está cantando una de las canciones, Swan (Paul Williams), el productor de una discográfica, quiere esa canción, pero no al cantante. En una audición para la inauguración de la próxima sala de concierto de Swan, Paraíso, Leach descubre que le han robado su canción. También descubre a la joven Phoenix (Jessica Harper), de la que se enamora. Tras una serie de intentos en vano para hablar con Swan, Leach acaba desfigurado por una prensa de discos. Cuando Swan está ultimando los preparativos de la inauguración del Paraíso, no sabe que el desfigurado de Leach hará todo lo posible por boicoteársela.
Lo que hace que esta demencial película funcione es que ni siquiera De Palma se la toma en serio (el tono está muy bien pillado: toda la película es una sicodélica tira cómica); que la trama, salvo cuando las canciones la paran en seco, va a toda pastilla; y las escenas tan imaginativas que tiene.
La trama en sí es como si a De Palma, siguiendo el patrón de «El fantasma de la ópera», se le fueran ocurriendo cosas sobre la marcha, lo que provoca que tengan giros completamente descabellados, sobre todo en la segunda mitad.
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William Finley |
Todo el principio, hasta que el cantante se desfigura, es demasiado largo, aunque tiene mucha gracia lo de Sing Sing, o lo que hace Leach para colarse en la orgía de Swan. A mitad, tras el homenaje a «Sed de mal» con la bomba en el coche, está bien que Swan contrate a Leach, pero lo del contrato no hay quien se lo crea; Leach está escribiendo una cantata sobre Fausto, ¿y no se da cuenta que Swan hace lo mismo que Mefistófeles y que él se ha vuelto Fausto?
En la parte central está lo mejor de la película: la intervención de Beef, interpretado por Gerrit Graham, que es divertidísima, y que recuerda muchísimo a Tim Curry en «The Rocky Horror» (es pura casualidad; las películas se estrenaron con pocos meses de diferencia, sin que se pudieran copiar). Esta parte tiene el mejor número musical, ése que homenajea a «
El gabinete del Dr. Caligari» y «El doctor Frankenstein», la muerte más imaginativa, y un homenaje muy simpático a «Psicosis».
En la parte final, De Palma introduce un giro paranormal, que bueno, siendo cómo es la película, te lo tragas. Sin apenas mostrártelo, la protegida del fantasma se ha hecho estrella, lo que le permite a De Palma hablar sobre el precio de la fama, aunque el cambio de personaje es muy precipitado; y cierra la película con un descabellado clímax que mezcla «El retrato de Dorian Gray» con otro pacto diabólico (a saber cómo el fantasma se coló en el archivo de películas, y primero supo de su existencia; y no acabo de entender lo de la máscara de Swan).
Es muy agradable la peli ¿Qué mas da lo de la máscara de Swan?
Lo de la máscara es como la mayoría de los elementos de la trama, que De Palma se los saca de la manga, pero da igual.