El fin de la infancia [7]

Portada original de El fin de la infancia, de Arthur C. ClarkeNOVELA

Childhood’s End
(EE.UU., 1953, 214 páginas)
Arthur C. Clarke
A Arthur C. Clarke le habían comenzado a publicar cuentos de ciencia ficción en revistas especializadas en 1937, pero no se consagró como escritor hasta 1953, cuando apareció su tercera novela, «El fin de la infancia». (Creo que aquí hay una lección para los aspirantes a escritor que tienen prisa por establecerse.) En la actualidad «El fin de la infancia» es un clásico del género, y junto a «2001: una odisea espacial» (1968) y «Cita con Rama» (1972), es la obra más famosa de Clarke.
   En el siglo XXI, la humanidad está a punto de dar un gran salto en la exploración del universo porque van a lanzar la primera nave tripulada a Marte. Pero la historia de la Tierra da un giro súbito cuando el día del lanzamiento… el cielo se llena de naves alienígenas. La raza de los superseñores acaba de llegar a nuestro planeta. En los siguientes años, manteniendo enormes naves suspendidas sobre las principales ciudades del planeta, los superseñores logran la paz mundial. Pero aunque la raza parece benigna, voces disidentes alertan de un posible motivo oculto final, y crece la tensión porque nadie sabe qué aspecto físico tienen los extraterrestres.
   «El fin de la infancia» es una novela muy peculiar. En ella Clarke mezcla, con muchísima originalidad y habilidad, la ciencia ficción con lo paranormal. Como cuenta en una introducción de 1989, en los años 50 Clarke todavía creía en los fenómenos paranormales, percepción que cuatro decenios más tarde cambió a que el 99% de los fenómenos paranormales y el 100% de los ovnis eran una patraña (un dato que por cierto comparto: entre tanta morralla y tanto charlatán, algo debe de ser verdad, pero la inmensa mayoría es mentira).
   Clarke sobresalía guardándose información y creando expectativas. Lo mejor es que cuando te desvelaba lo que ocultaba, te dejaba con la boca abierta, y en «El fin de la infancia» lo logra en varias ocasiones: cuál es el aspecto de los superseñores, que es lo que guía la primera parte; cómo es su planeta, que guía la segunda parte; o qué está pasando con los niños, que es la parte final y que enlaza con las pizcas de fenómenos paranormales que han ocurrido antes.
   Entre medias Clarke te muestra, y razona, cómo evoluciona una humanidad sin problemas, que no resulta ser la utopía que esperamos: la raza humana sólo piensa en el entretenimiento y se atrofia, por lo que se estanca el arte y la ciencia. Como resultado surge la Nueva Atenas, donde un grupo de personas, al margen de los superseñores, volverá a los orígenes, aunque con la tecnología actual.
   Lo que menos me gusta de esta novela es que la idea del conjunto que tenía Clarke es mejor que el desarrollo individual de cada parte. En la primera es muy decepcionante cómo acaba (el secretario general se las ha ingeniado para ver a uno de los superseñores, y no hay una escena concreta, hay un recuerdo de lo que pasó), y sucede lo mismo en la segunda (tampoco hay una escena de lo que le sucede a un personaje en una nave alienígena, y Clarke lleva muchas páginas preparando ese momento; te enteras por lo que cuenta otro personaje).
   El comienzo de la segunda parte es confusísimo, y tardas un montón en tener identificados a los personajes y saber qué tiene que ver todo lo que sucede con la primera parte. Y en la última, el comienzo te descoloca, porque quieres saber qué pasa con Jan, que está en la nave de los superseñoes, pero Clarke te habla de la Nueva Atenas (lo retoma más adelante para cerrar la novela de forma magistral); y está mal plantado lo que les sucede a los niños, porque parece que realmente va de la vida en Nueva Atenas, lo que le fuerza a meter un giro muy brusco.
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