El fotógrafo del pánico [6]

Poster original de El fotógrafo del pánicoCINEFILIA
Peeping Tom
(Reino Unido, 1960, 101 min)
Dirección:
Michael Powell
Guión:
Leo Marks
Intérpretes:
Karlheinz Böhm
Anna Massey
Moira Shearer
Maxine Audley

Cuando se estrenó en 1960, “El fotógrafo del pánico” fue masacrada por la crítica por el tema que trataba y lo explícita que era, lo que provocó que la carrera de Michael Powell se acabara en el Reino Unido. Sin embargo, con el tiempo, y gracias a Martin Scorsese, que reconoció que influyó mucho en él y en los cineastas de su generación y que a finales de los 70 ayudó a que se distribuyese en condiciones en Estados Unidos, la película se ha convertido en un film de culto y está considerada una obra maestra. Ahora que la he visto, me parece que toda la historia que arrastra de película maldita, y que Scorsese la alabe abiertamente, hace que “El fotógrafo del pánico” esté muy, muy sobrevalorada.

   La película tiene un primer cuarto de hora impresionante. Comienza con un plano secuencia, que es el punto de vista del asesino a través de un tomavistas, que nos acerca a una prostituta y acaba con ésta aterrada cuando están a punto de matarla. Y luego Powell presenta al asesino: al día siguiente la policía investiga el asesinato, y volviendo a utilizar el mismo recurso que al comienzo (el punto de vista a través del tomavistas), descubre al asesino, que es un joven de aspecto normal (Karlheinz Böhm). Entonces está plantada la duda de por qué ese chico hace lo que hace.
Karlheinz Böhm en El fotógrafo del pánico
Karlheinz Böhm

La curiosidad del espectador sube cuando Powell muestra a ese personaje en su casa, donde tiene un laboratorio donde revela las películas y una pantalla de proyección en donde ve, y se queda extasiado, el asesinato que cometió la noche anterior. Y entonces la tensión sube y Powell presenta el conflicto principal: la vecina de Böhm, que en verdad es su inquilina, se presenta, y tras una escena sobresaliente, en la que parece que al principio la va a matar, pero que sirve para explicar el comportamiento de Böhm, los personajes se sienten atraídos mutuamente, sin que ella sepa que se ha enamorado de un asesino, y dejando claro que él no quiere hacerle daño, aunque igual no pueda contenerse.

   Pero entonces la película pierde intensidad, y quitando momentos puntuales geniales (los asesinatos, los momentos de tensión, y lo bien que está plasmada la obsesión del asesino son oro puro), no vuelve a recuperarla. Lo más curioso y sorprendente es que a pesar de lo bien plantados que están los elementos del principio, y que la policía pisa los talones al asesino, la película tiene muy poca tensión; el problema es que ni se ve que Anna Massey esté en serio peligro ni que la policía sospeche de Böhm.
   Además hay parones enormes (el segundo asesinato tarda un montón en arrancar, y Moira Shearer es tan odiosa que te dan ganas de saltar a la pantalla y ser tú el que la mate; y las sospechas de la madre, que se cuela en el laboratorio como Pedro por su casa, tampoco conducen a nada), el anteúltimo asesinato es muy tonto, porque está claro que lo van a pillar, y el clímax, que formalmente es sobresaliente, tiene un comienzo muy torpe por cómo Massey descubre información.
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