El gatopardo [7]
Ill gatopardo
(Italia, Francia, 1963, 185 min)
Dirección:
Luchino Visconti
Guión:
Suso Cecchi D’Amico
Pasquale Festa Campanile
Enrico Mediole
Massimo Franciosa
Luchino Visconti
Intérpretes:
Burt Lancaster
Alain Delon
Claudia Cardinale
Paolo Stoppa
Terence Hill (como Mario Girotti)
Lucilla Morlacchi
Luchino Visconti ganó la Palma de Oro en 1963 con “El gatopardo”, una suntuosa superproducción basada en la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. En 2010 la película regresó a Cannes de la mano de Martin Scorsese, quien presentó la restauración de la cinta junto a Claudia Cardinale y Alain Delon, en una versión de 185 minutos. Esa versión restaurada está disponible en blu-ray. (Parece que la primera versión de “El gatopardo” duraba 205 minutos, pero que al poco de estrenarse Visconti la redujo por considerarla muy larga. La copia con la que ganó la Palma de Oro duraba 195 minutos, y Visconti también la redujo hasta alcanzar los 185. Existen copias mutiladas de 161 y 151 minutos.)
“El gatopardo” se desarrolla en Sicilia a mediados del siglo XIX, cuando Italia estaba en pleno proceso de unificación. El príncipe Fabrizio Salina (Burt Lancaster) ve cómo los tiempos cambian sin que él pueda hacer nada. En la nueva sociedad gente como su sobrino Tancredi (Alain Delon) prosperará no por tener principios, sino por ir cambiándolos cuando más les convenga. También en esa nueva sociedad, gente plebeya, como Angelica Sedara (Claudia Cardinale), podrá mantener romances con la nobleza.
“El gatopardo” tiene un prestigio enorme entre la crítica. Si la función del cine fuera simplemente estética, sin problemas reconocería que ésta es una de las mejores películas de la historia; pero me parece que la función principal del cine es contar historias, y en este sentido “El gatopardo” tiene muchos fallos. Y del mismo modo que tengo que reconocer que visualmente la película es impresionante; también reconozco que durante minutos y minutos me aburrí como una ostra.
“El gatopardo” más que una película de tres horas donde se ve la evolución de los personajes en ese contexto histórico, es una sucesión de viñetas, excelentes todas ellas, en un conjunto que va a saltos, forzando al espectador a llenar demasiados huecos para entender la historia que cuenta.
Visconti quería sacar el máximo provecho al espectacular diseño de producción que tenía y a mostrar las costumbres de la época, y la mayoría de las escenas están planificadas para cumplir esos dos objetivos, y los logra con creces. El problema es muchas escenas duran más de la cuenta y muchas tienen muy poca tensión dramática y simplemente sirven para mostrar decorados (parece que a Visconti lo de la tensión dramática le parecía algo superfluo; no hay más que ver cómo está presentado y resuelto un triángulo amoroso a mitad del film).
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Claudia Cardinale y Burt Lancaster |
Un ejemplo muy bueno de escenas sin tensión es la batalla del comienzo (visualmente es de las más pobres porque en la actualidad la escenas de acción son muchísimo mejores). Para que funcionara, Visconti debería dejar claro dónde estaba Alain Delon desde un primer momento, porque es al único personaje que conoces metido en ese lío. Pero lo que hay son minutos y minutos de extras que no te interesan lo más mínimo. Para mí, lo más curioso de esta parte fue descubrir que en “El gatopardo” también trabajaba Terence Hill (en los créditos no lo reconocí porque aparecía con su nombre auténtico, Mario Girotti).
Y ejemplos de escenas-florero son cuando unos militares van a contemplar los frescos del palacio de los Salina, o cuando Cardinale y Delon se pasean por un palacio abandonado, que es una escena preciosa, pero que no añade gran cosa a la trama.
Durante dos horas, las viñetas que mejor funcionan son las que tienen humor y muestran que los personajes son humanos (como las conversaciones entre el cura y Lancaster, la votación, o la escena en la cama en la que Lancaster discute con su mujer). La presentación de Claudia Cardinale es genial, y la conversación entre Lancaster y el hombre que viene a ofrecerle un puesto de senador es muy buena porque Lancaster comienza a vislumbra el nuevo sistema.
El famosísimo baile de etiqueta, que comprende la última hora de película, es impresionante. Si todo “El gatopardo” fuera así, sí sería una obra maestra. Aparte de ser estéticamente bellísimo, ese baile funciona porque reconoces los sentimientos del príncipe (Burt Lancaster era un actor excepcional, y aquí, a pesar de estar doblado al italiano, hace una actuación memorable), y ves perfectamente cómo será el futuro de los personajes y de Sicilia. Toda la emoción que se perdía durante las dos primeras horas en escenas demasiado difusas, está muy concentrada en una última hora superlativa.
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