El luchador [8]
(EE.UU., Francia, 2008, 109 min)
Dirección:
Darren Aronofsky
Guión:
Robert D. Siegel
Intérpretes:
Mickey Rourke
Marisa Tomei
Evan Rachel Wood
“El luchador” supone la recuperación de Aronofsky tras el batacazo de “La fuente de la vida”. La película ganó el León de Oro en Venecia, ha resucitado a Mickey Rourke (que salvo el Oscar, ha logrado todos los premios al mejor actor), es el mayor éxito comercial de su director y tiene excelentes críticas. Y por una vez, no voy a despotricar de los críticos: el film es muy bueno.
El punto fuerte de la película son los personajes. Mickey Rourke encarna a un luchador de lucha libre en sus horas bajas. Veinte años atrás era una sensación, ahora es una vieja gloria de cincuenta y tantos años que se gana la vida asistiendo a convenciones de fans y torneos de segunda. Marisa Tomei es una stripper de cuarenta y tantos que está intentando cambiar de vida. Dos personas demasiado mayores para lo que hacen pero que no tienen otra manera de ganarse la vida.
Si la película funciona tan bien es porque se toma su tiempo para mostrarnos la vida profesional de los personajes. En los créditos, mediante una sabia utilización del sonido, nos muestran los días de gloria del luchador, para pasar de golpe a la actualidad. Y el contraste es contundente.
He de reconocer que tras ver esta película ha cambiado mi percepción de la lucha libre. Solía pensar que eran hombres hinchados de esteroides que simulaban darse de palos. Algo de esto hay, pero la lucha libre es algo (no voy a llamarlo deporte) muy físico, donde los luchadores se machacan el cuerpo. Y el film lo retrata muy bien (de hecho, te duelen los combates).
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Marisa Tomei y Mickey Rourke |
Poco a poco vamos conociendo la vida personal de los dos protagonistas. El luchador esconde más que un cachas envejecido; lo mismo sucede con la stripper, que es bastante más que una chica que se desnuda en la barra americana.
La película tiene un ritmo pausado que permite ir descubriendo gradualmente el interior de los personajes. El interés se mantiene gracias a las actuaciones geniales de dos intérpretes que tienen muchísima química. En pocas secuencias, nos transmiten que se quieren sin ser obvios. Y eso es muy difícil de conseguir.
Marisa Tomei es esa excelente actriz de la que intentaron hacer una estrella en los noventa y no cuajó. Aquí tiene el físico perfecto para el papel y muestra muy bien las dudas de su personaje, la fortaleza exterior frente a la fragilidad interior.
Mickey Rourke se luce en un papel que parece escrito especialmente para él. Los paralelismos con su carrera son notables y el actor sabe transmitir sutilmente muchísima tristeza, la de alguien que sabe que poco puede esperar de la vida y que no puede hacer nada por cambiarla. Supongo que en los Oscar pesó más la persona que la actuación, y por eso la estatuilla acabó en manos de Sean Penn. La actuación de Penn está muy bien, la de Rourke es impresionante.
El film no llega a ser excelente por dos motivos: la historia de la hija está un poco manida y todo parece un algo forzado (a pesar de ello, es muy buena la escena en la que se reconcilian) y justo antes de llegar a la conclusión, la película se acelera y las cosas pasan sin mucha justificación para llegar al magnífico final.
Reconozco que soy bastante admiradora de Rourke, el de antes y el de ahora, y eso me lleva a que me gusten ciertas peliculas que no suelen encajar del todo bien en los demás (por ejemplo "requiem por los que van a morir"). No hubieran encontrado otro actor más apropiado para este papel, está claro. L
Sí, aquí está genial y tiene el físico perfecto. Lástima que le dieran el Oscar a Sean Penn por "Mi nombre es Harvey Milk"; yo creo que se lo merecía Rourke.