El mayordomo [6]
(EE.UU., 2013, 132 min)
Dirección:
Lee Daniels
Guión:
Danny Strong
Intérpretes:
Forest Whitaker
Oprah Winfrey
David Oyelowo
Terrence Howard
Cuba Gooding Jr.
Lenny Kravitz
Yaya Alafia
Alan Rickman
Liev Schreiber
John Cusack
Robin Williams
James Madsen
Jane Fonda
Vanessa Redgrave
Mariah Carey
Alex Pettyfer
Minka Kelly
Dirección:
Lee Daniels
Guión:
Danny Strong
Intérpretes:
Forest Whitaker
Oprah Winfrey
David Oyelowo
Terrence Howard
Cuba Gooding Jr.
Lenny Kravitz
Yaya Alafia
Alan Rickman
Liev Schreiber
John Cusack
Robin Williams
James Madsen
Jane Fonda
Vanessa Redgrave
Mariah Carey
Alex Pettyfer
Minka Kelly
«El mayordomo», dirigida por Lee Daniels, el de «Precious«, está libremente inspirada en la vida de Eugene Allen, un mayordomo negro que trabajó durante 34 años en la Casa Blanca. La película tiene un reparto lleno de estrellas (aunque realmente es un señuelo para ir al cine, porque la mayoría son meros cameos), ha tenido buenas críticas, aunque no excelentes, y sí que le está yendo muy bien en taquilla y muy probablemente se colará en los Oscars.
Un anciano Cecil Gaine (Forest Whitaker) rememora su vida. Gaine se acuerda de cómo salió de la plantación de algodón donde nació en los años 20, donde los negros eran esclavos (muy poco) encubiertos, y cómo fue ascendiendo como mayordomo hasta llegar a la Casa Blanca en 1957, donde logró hacerse jefe de mayordomos y servir a siete presidentes; tiempo en el que los derechos civiles de los negros mejoraron. Gaine también recuerda a su mujer Gloria (Oprah Winfrey) y la tormentosa relación que mantuvo con su hijo mayor, Louis (David Oyelowo).
El principal problema que le veo a esta película, aparte de ser excesivamente ambiciosa, es que no tiene nada claro su núcleo emocional, y no hace más que irse por las ramas: «El mayordomo» recorre 80 años de la historia de Estados Unidos, y el resultado se podría decir que son viñetas independientes con algunos puntos de unión.
En esta película la emoción está más en recrear hechos históricos, en reconocer a estrellas (el cine donde la vi se llenaba de murmullos cada vez que aparecía un actor famoso; es decir, fue una proyección llena de murmullos), y en el caso de Estados Unidos, en ver a Oprah Winfrey actuar, que en la narración misma.
Del batiburrillo que es «El mayordomo», lo que más me gustaba era la relación del protagonista con su hijo. El hijo echaba en cara al padre que estaba trabajando para el sistema y no hacía nada para cambiarlo, sin darse cuenta de lo muchísimo que había logrado su padre, y que el dinero que recibía para hacer la revolución, precisamente venía de su padre (en un determinado momento, tampoco se daba cuenta que la violencia nunca es la solución). Y el padre no se daba cuenta de que para cambiar las cosas, hay que ir forzándolas poco a poco. En ese sentido, el mejor momento de la película es el montaje paralelo entre el padre sirviendo en la Casa Blanca y el hijo sentándose en una cafetería en la zona de los blancos.
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Oprah Winfrey y Forest Whitaker |
Algunos de los momentos más emocionantes son cuando el mayordomo comienza a cambiar al final, durante el Gobierno de Reagan (Alan Rickman está genial, por cierto), cuando se da cuenta de que tiene que hacer algo, y lo hace. Pero incluso este hilo argumental está desaprovechado porque te meten por medio un montón de escenas (un caso especialmente sangrante es cuando el hijo se presenta a unas elecciones y pierde. La madre le dice a su esposo que lo llame, y cuando parece que va a venir un momento muy emocional, la película salta varios años y va directamente a Reagan).
Me parece que esa relación debería haber sido el núcleo de la película, pero en «El mayordomo» cobra muchísimo más peso Oprah Winfrey que esa trama. Supongo que en Estados Unidos, donde Winfrey es famosísima y muy admirada, solo verla aparecer en pantalla crea emoción; pero no es así en Europa, donde es muy poco conocida. Normalmente, cuando la película volvía a la mujer del mayordomo, me parecía un estorbo, porque lo realmente interesante estaba en otra parte.
En cuanto a los hechos históricos y los presidentes, en demasiadas ocasiones ponen escenas más por el morbo de verlas recreadas que porque vengan a cuento en la historia. Una muy clara es cuando Nixon no quiere dimitir, que no tiene absolutamente nada que ver con los derechos civiles de los negros. Y me llama muchísimo la atención que siendo una película que acaba con la victoria de Barack Obama, y que además en un determinado momento resaltan que los negros no pueden votar, se salten cuando éstos lograron el derecho a votar.
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