Hijos de hombres [8]
The Children of Men
(Reino Unido, 1992, 241 páginas)
P. D. James
(Reino Unido, 1992, 241 páginas)
P. D. James
«Hijos de hombres», publicada en 1992, es una rareza en la bibliografía de P. D. James. James, que es una de las autoras de novelas de misterio más importantes del mundo, en «Hijos de hombres» escribió una novela de ciencia ficción en la línea de «1984». La obra tuvo buenas críticas, y en 2006 Alfonso Cuarón la adaptó muy libremente al cine en «Hijos de los hombres».
En el año 2021 la humanidad ha perdido las ganas de vivir. Hace ya 25 años que no nacen niños, y la desesperación y la apatía se han apoderado del planeta. Theo vive en Inglaterra y acaba de cumplir cincuenta años, y cuando parece que la vida no le va a deparar ninguna sorpresa, la joven Julian se cruza en su camino. Julian pertenece a un grupo de cinco personas que quieren cambiar el sistema, ya que el Reino Unido se ha vuelto una dictadura encubierta que permite acciones denigrantes para las personas. Julian contacta con Theo porque es el primo de Xan, el Guardián del Reino Unido, que es la denominación políticamente correcta de dictador. Tras comprobar que lo que dice el grupo de Julian es verdad, Theo pide una cita con su primo; pero la reunión es un desastre, poniendo en peligro las vidas de los componentes del grupo y la suya propia.
«Hijos de los hombres» tiene una construcción de mundo excepcional. Es increíble cómo James, partiendo de la idea de que no nacen niños, logra dibujarte un futuro muy angustioso y realista. Comienza de forma muy potente, narrándote lo básico, pero a medida que vas descubriendo más y más cosas de ese futuro, más ganas tienes de llevarte las manos a la cabeza. Y lo mejor, lo que hace que sea tan efectiva esta novela, es que James llega a esas posibles situaciones de forma muy lógica.
El Reino Unido es una dictadura porque el pueblo, con su apatía, lo ha permitido; han proliferado los charlatanes religiosos; los inmigrantes son tratados como esclavos y a nadie parece importarle; la pornografía está financiada por el Estado; se promociona el suicidio en masa de ancianos; y la Isla de Man es una cárcel donde no hay policías y gobierna la ley del más fuerte. Y la gente tan tranquila porque el gobierno proporciona seguridad, y porque está completamente desesperanzada.
En cuanto a la trama, lo más endeble es su comienzo. Después de mostrarte lo básico de esa sociedad, James se detiene a contarte la relación de Theo con su madre y su primo, y no sabes muy bien qué tiene que con la novela (lo del primo cobra importancia más tarde). De esos recuerdo del pasado, el mejor es la relación de Theo con su ex-mujer, porque aparte de ser terrible, comprendes por qué el personaje es tan apático. Luego Julian y su grupo, que parecen unos aficionados que están jugando con fuego, se ponen en contacto con Theo.
La novela emocionalmente funciona por cómo Theo va volviendo a ser humano; y lo logra al enamorarse de Julian —la historia de amor es muy sutil— y al descubrir qué está pasando realmente en el Reino Unido. Es muy inquietante cuando Miriam le cuenta lo de la Isla de Man, o cuando ve qué ocurre en los quietus, los suicidios en masa, que no tienen nada que ver con lo que muestran en la televisión. La entrevista con su primo Xan es muy frustrante por cómo los políticos dan la vuelta a la situación y justifican todo. Entonces sube la tensión porque los revolucionarios comienzan a repartir folletos y Theo sabe que la policía va tras ellos.
La segunda parte es muy asfixiante, pero tiene un elemento muy esperanzador (tiene mucha ironía que al buscar la perfección de los hipotéticos niños del futuro, el Gobierno pasara por alto a gente con defectos que podía procrear). Aquí aparece la huida del grupo desde Inglaterra a Gales, donde pretenden esconderse en una cabaña antes de que les delate uno de los miembros. El asalto en la carretera es terrible (parece un momento salido de «El señor de las moscas»); es genial cómo Rolf, el líder del grupo, demuestra ser igual que Xan; la escena en la que Theo tiene que atar y robar a un par de ancianos es tan dolorosa que te cuesta leerla, y el final va a peor y peor.
¡Ojo, que hablo del final!
Una cosa que me gusta muchísimo de «Hijos de hombres» es que es una distopía que acaba bien, aunque reconozco que habrá gente que no se crea el final. Para cerrarla, James recurre al tema de la existencia de Dios que aparece por toda la novela, y que está plantado en la escena de la pensión del pueblo donde ha tenido lugar el quietus: la dueña dice que cuando está a punto de abandonar, reza a Dios, y después de pasarlo muy mal, mejoran las cosas. No es que Dios le ponga las cosas en bandeja a Theo, pero éste simplemente tiene que reaccionar para que todo mejore.
Ese final me encanta por lo optimista que es: después de llevar media vida sin vivir de verdad, Theo encuentra la felicidad y es una esperanza para la humanidad.
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