Ghost Road Blues [7]

Portada de Ghost Road Blues, de Jonathan Maberry

NOVELA
Ghost Road Blues
(EE.UU., 2006, 480 páginas)
Jonathan Maberry

“Ghost Road Blues” (2006) fue la primera novela de Jonathan Maberry, un escritor estadounidense de terror y thrillers, y por ella ganó el Bram Stoker a Mejor Primera Novela (el premio de la Asociación de Escritores de Terror), y logró que le compararan con Stephen King. La novela es la primera parte de la trilogía de Pine Deep, un pueblo ficticio de Pensilvania que se ve acosado por monstruos, y que Maberry completó con “Dead Man’s Song” (2007) y “Bad Moon Rising” (2008). Siguen sin estar traducidas.

            Malcolm Crow quiere proponerse a su novia Val. Ambos viven en Pine Deep, conocido como “El pueblo más espeluznante de Estados Unidos” por sus atracciones de terror y porque en los 70 sufrió el ataque de un psicópata que dejó un reguero de cadáveres, un acontecimiento que tocó muy de cerca a Malcolm y Val. Sin que sus habitantes se percaten, 30 años después dos presencias resucitan: la del Hombre Hueso, quien mató al asesino, y la del psicópata. Y al mismo tiempo, Karl Ruger, un peligrosísimo gánster, huyendo de la policía acaba en Pine Deep, donde sembrará el terror.
            “Ghost Road Blues” es muy irregular, pero merece la pena leerla. En pocas palabras se podría decir que Maberry es alucinantemente bueno escribiendo escenas de tensión y de terror, pero que el conjunto tiene serios problemas narrativos: hay excesivas repeticiones, y no hay un equilibrio entre los acontecimientos importantes y los aleatorios porque todo está tratado de forma agigantada, lo que provoca que la historia no avance todo lo bien que podría. En este caso, las partes son mejores que el conjunto.
            En cuanto a lo primero, la novela está llena de escenas de terror, y en todas y cada una de ellas Maberry se luce de lo lindo: son espectaculares, retorcidas, muy tensas y sorprendentemente poéticas. Ya me gustaría a mí acercarme a su estilo. Durante páginas y páginas es capaz de estirar momentos de tensión sin que esta decaiga, siendo muy imaginativo de principio a fin. Para mí son escenas especialmente buenas cuando el Hombre Hueso mata al diablo, la muerte del Hombre Hueso, y el larguísimo clímax con Karl Ruger y la familia de Val.
En cuanto a lo segundo, en esta primera parte de la trilogía, Maberry presenta a un montón de personajes y el pueblo de Pine Deep, y muestra que un fantasma bueno ha resucitado, y que una presencia muy mala va a hacer lo mismo, dejando estas tramas abiertas para las siguientes partes. Malcolm Crow quiere casarse con su novia Val, el alcalde comienza a tener sueños extraños, un niño es maltratado por su padrastro, y un fanático religioso demente comente un crimen horrendo porque “Dios se lo ha ordenado”. Pero el núcleo de la novela es la llegada de Karl Ruger, un gánster psicópata al pueblo, y la amenaza que supone para sus habitantes.
Aunque tiene un principio excelente, la narración sufre mucho porque cada vez que hay un cambio de personaje, Maberry se detiene demasiado sobre ese personaje, venga a cuento o no. Para mí los peores casos son los policías que vienen al pueblo, que no pintan gran cosa pero que están presentados como si fueran protagonistas. Sufre la narración porque los principios de las nuevas escenas están muy estirados con información irrelevante. Luego la trama vuelve a echar a andar, y hay otro cambio que escena que crea un nuevo parón.
Maberry, por ejemplo, se detiene demasiado en explicar las fantasías del niño que se cree un superhéroe, y cuenta tres veces la muerte de unos de los gánsteres. En cuanto a los gánsteres, no tiene mucho sentido que Ruger deje conducir el coche donde huye a un moribundo. Y es excesivo todo lo que le dedica al padrastro maltratador y al demente religioso, si lo realmente importante de esos personajes es que son violentos y peligrosos.
Algo que hace Maberry de vez en cuando, y que tampoco me gusta porque me parece un atajo fácil, es comparar a un personaje con algún famoso para describirlo físicamente, en vez de dar unas pinceladas para que el lector se cree una imagen mental: “Se parecía a Morgan Freeman”.
Lentamente la novela se va centrando en que Ruger va a acosar a la familia de Val, en un clímax muy bien construido. Lo malo es que este se acaba cuando aún quedan más de 150 páginas: el punto álgido ya ha sucedido, y no vuelve a ver nada más tan intenso. En esas páginas Maberry comienza a construir lo que serán las dos siguientes novelas (prometen hombres-lobo, fantasmas y zombis psicópatas), y acaba con la única escena de terror mala, en un hospital, por poco creíble y no excesivamente original.
Ya tengo las otras dos novelas esperándome en las estanterías.
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