La niebla de Stephen King [6]

Cartel original de La niebla de Stephen KingThe Mist

(EE.UU., 2007, 126 min)
Dirección y guión:
Frank Darabont
Intérpretes:
Thomas Jane
Marcia Gay Harden
Laurie Holden

Stephen King es ese muy prolífico e imaginativo autor cuyo defecto es, precisamente, ser demasiado prolífico e imaginativo. Con casi 50 novelas publicadas (muchas de ellas voluminosas) y más del doble de relatos en menos de 35 años, King ha vendido más de 350 millones de ejemplares, lo que lo posiblemente le convierta en el escritor más vendido de la actualidad (con permiso de la Sra. Rowling).
   Hollywood, siempre ávido de valores seguros en taquilla, lleva ese mismo tiempo destrozando libros del autor en la gran pantalla. 36 largometrajes y 26 miniseries y capítulos de televisión han salido de su pluma, con un resultado que va de lo mediocre a lo malo. Sin embargo, hay excepciones, y un puñado de directores han sabido adaptar a King con muy buenos resultados: Brian de Palma en la notable “Carrie”; Rob Reiner en “Cuenta conmigo” y “Misery”; Stanley Kubrick con la obra maestra “El resplandor”; y Frank Darabont con sus tres adaptaciones, “Cadena perpetua”, “La milla verde” y ésta que nos ocupa.
   Aunque “La niebla” es más floja que las dos anteriores, tiene elementos que la hacen interesante. En ella se cuenta cómo un grupo de personas se queda encerrado en un supermercado porque una niebla, con algo en su interior, ha invadido el pueblo.
   Uno de los fallos que tiene, tal vez el más grave, es que ese encierro es muy poco creíble durante la primera parte del film. Lo único que se nos dice de la niebla es que es muy densa, que ha bajado de las montañas y pasado sobre un lago (¿qué tiene eso de extraño?), que un hombre sangrando por la nariz jura que hay algo en ella y que otro ha gritado al ir a subir al coche y haber sido rodeado por ella. Con esos elementos la gente no se atreve a salir del supermercado.
   Durante la primera hora de metraje, Darabont va distribuyendo mal la información, desaprovechando con ello un crescendo en el suspense. Tras el encierro, la primera vez que se muestra algo son unos tentáculos dignos de Edward D. Wood Jr. en una escena también digna del mismo director. Luego viene una torpe discusión entre gente racional, que piensa que no hay nada en la niebla, y gente crédula que sin ningún motivo, cree que la niebla es peligrosa.
Fotograma de La niebla de Stephen King   Darabont podía haberse guardado los tentáculos un poco y haber jugado con la posibilidad de que la niebla tuviera algo peligroso o no en su interior. Los elementos estaban allí, pero no supo colocarlos en el orden correcto. Tras el grito del hombre que intentaba llegar a su coche podía haber venido la discusión entre los crédulos y los incrédulos, para ir a ver que había pasado (tal como está en la película, el hombre se podía haber resbalado y roto la crisma), y meter entonces la escena de los racionales yéndose y el hombre atado a la cuerda. Entonces sí que hubiera estado justificado el encierro.
   Pasada esa primera e increíble hora, la película gana bastante. La escena del hombre atado a la cuerda es muy buena y efectiva, como es la primera aparición y ataque de los bichos, escena en la que los efectos especiales dejan que desear pero que mantiene muy tenso al espectador.
  A partir de entonces el film se convierte en una carretera llena de baches, con momentos muy buenos, en los que la película tiene bien atrapado al espectador, y momentos torpes, en los que la audiencia se sale de la historia. Curiosamente hay secuencias que empiezan mal pero acaban muy bien, como el viaje a la farmacia o la conversión religiosa de un grupo de personas por la fanática (y magnífica) Marcia Gay Harden. También es curioso como durante unos minutos la película transmite la sensación de claustrofobia y agobio, y al minuto siguiente todo parece increíble. Es como si Darabont un día estuviera inspirado y al otro no.
   A pesar de sus defectos, sus aciertos hacen que merezca la pena verla. Y teniendo en cuenta la calidad de las películas de terror basadas en obras de Stephen King, el resultado es más que digno.
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