La vida de Pi [5]

Portada original de La vida de Pi, de Yann MartelNOVELA
Life of Pi
(Canadá, 2001, 401 páginas)
Yann Martel
“La vida de Pi”, del canadiense Yann Martel, fue rechazada por cinco editoriales londinenses, pero Knof Canada decidió arriesgarse y la publicó en 2001, y entonces la bola de éxito comenzó a rodar. En 2002 se publicó en el Reino Unido y Martel ganó el Man Booker Prize, algo así como el Premio Planeta británico. La novela tuvo excelentes críticas y un boca a boca fortísimo; Barack Obama escribió una carta a Martel alabando la novela en 2010 (“Mi hija y yo acabamos de leer “La vida de Pi” juntos. Ambos estamos de acuerdo en que preferimos la historia con los animales. Es un libro precioso; una prueba elegante de Dios, y del poder de la narración. Gracias”); y en 2012 Ang Lee dirigió una excelente película basada en la obra.
   Se diría que todo el mundo ama “La vida de Pi” excepto yo, que me parece asquerosa y aburrida.
   Pi es un chico hindú, que se ha criado en un zoo, que desde pequeño emprendió la búsqueda de Dios. El chaval estaba tan motivado que decidió hacer algo sacrílego: mezclar tres religiones para encontrar respuesta a sus dudas espirituales. Cuando Pi es adolescente, su familia decide vender el zoo y mudarse a Canadá. Mientras están en medio del Pacífico, el barco en el que viajan con varios animales se hunde, y solo sobreviven Pi y Richard Parker, un tigre de bengala con el que tendrá que compartir un bote salvavidas durante varios meses en una aventura que le demostrará la existencia de Dios.
   El primer tercio de la novela relata el encuentro de Martel con Pi, y cómo éste le cuenta su vida en la India. De esa parte me gusta muchísimo cómo Pi mezcla el hinduismo, el cristianismo y el islamismo para encontrar a Dios, y como nadie entiende qué está haciendo (una de mis escenas favoritas es cuando paseando con su familia, Pi se encuentra con sus tres maestros religiosos; su familia se sorprende mucho y los maestros no hacen más que tirarse pullas porque sólo su religión es la verdadera); y está llena de ideas muy originales (cómo obtuvo Pi su nombre, cómo hizo para que dejaran de tomarle el pelo en el colegio, el recorrido por los peligrosos animales del zoo —otra de mis escenas favoritas—), pero a Martel se le va la mano dándote más y más ejemplos, y más y más detalles: la originalidad de las anécdotas pierde fuerza porque son demasiadas, y además, tapan las historia. Y cuando Martel se pone a enumerar, algo que hace con bastante frecuencia, hace eso, enumerar una serie de elementos y no contarte una historia, que es lo debería hacer todo escritor (lo de enumerar siempre me ha parecido un recurso malísimo en literatura, y aquí Martel tiene mucha manía de ponerte el nombre de todos los animales seguidos o de todos los objetos que había en el bote salvavidas).
   A partir del segundo tercio, y casi hasta el final, Martel cuenta la historia de Pi y Richard Parker. A diferencia de la película de Ang Lee, aquí el tono es mucho más realista y tiene momentos mucho más escabrosos y momentos mucho más aburridos. Esa parte me gusta cuando interactúa con el tigre; pero cuando no pasa nada, o Pi hace cosas como revisar la comida que le queda, yo me aburría una barbaridad. Además, todas las muertes me parecen demasiado angustiosas, y todos los detalles gastronómicos me dan asco. Aquí es original y divertido el encuentro con el ciego (pero acaba de una forma que te revuelve el estómago), y toda la parte de la isla estaría bien si fuera muchísimo más corta (aquí también a Martel se le va la mano con detalles y más detalles).
   El final es muy divertido, con los japoneses interrogando a Pi; aunque aquí los detalles escabrosos me sacaban de la novela porque me parecían excesivos.
   El tema de la existencia de Dios me parece que está tratado mucho mejor en la película que aquí. El “manual de supervivencia” que es la segunda parte tapa todo lo que hay por debajo —hay muy pocas referencias a Dios—, y la despedida de Richard Parker, y qué significó para el protagonista, está mucho mejor en la película, que además añade cómo se lamenta Pi de no haberse despedido de su familia.
2 comentarios
  1. Raul
    Raul Dice:

    Completamente de acuerdo.
    Muy en general, la primera y tercera parte son entretenidas y graciosas. Pero la segundo, que en un principio era la que más prometía… buafff. Está claro que si te metes en el personaje tienen sentido todos los párrafos aburridos (qué vas a hacer en mitad del océano sino contar una y otra vez lo que tienes en el bote).
    Obama verá lo que hace con sus hijos, pero yo no pienso contarle a mi hija un cuento donde los intestinos y la sangre salpican casi cada párrafo.

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