Las nieves del Kilimanjaro [5]

Poster de Las nieves del KilimanjaroLes neiges du Kilimandjaro
(Francia, 2011, 107 min)
Dirección:
Robert Guédiguian
Guión:
Robert Guédiguian
Jean-Louis Milesi
Intérpretes:
Jean-Pierre Darroussin
Ariane Ascaride
Gérard Meyland
Grégoire Leprince-Ringuet
Anaïs Demoustier

 

Robert Guédiguian es un director francés que tiene cierto prestigio. Sus films suelen circular por los festivales europeos, recibiendo buenas críticas; normalmente están protagonizados por su mujer, Ariane Ascaride; y “Marius y Jeannette” (1997) es su película más conocida. “Las nieves del Kilimanjaro” se presentó el año pasado en la sección “Un Certain Regard” del Festival de Cannes, y en el Festival de Valladolid ganó el segundo premio, la Espiga de Plata, y el Premio del Público. A mí me parece que está llena de buenas intenciones, que tiene momentos muy buenos y unos actores que transmiten muchísima empatía, pero que es increíble y que varias veces no hablan los personajes, sino Guédiguian.

   Michel (Jean-Pierre Darroussin) trabaja en un astillero donde van a despedir a veinte personas. Michel es miembro del sindicato que ha llegado a ese acuerdo, y cuando se hace el sorteo, simula que de forma fortuita su nombre ha salido con otros diecinueve desafortunados, aunque lo ha hecho a conciencia. Michel se toma el despido como una jubilación anticipada, lo que le permitirá estar más tiempo con sus nietos y con su mujer (Ariane Ascaride), con la que lleva 30 años casado.
   El día de su aniversario, celebran una fiesta en el astillero, donde los antiguos compañeros han hecho una colecta y les regalan dinero y un viaje a Tanzania para que vean el Kilimanjaro. Pero un día que están jugando a las cartas con sus cuñados, algo pasa que les frustra las vacaciones y les cambia la vida.
   De esta película me parece que está muy bien la primera mitad, porque después comienzan a ocurrir cosas sin sentido que están metidas con calzador en la trama. De ese principio destaca lo bien que está mostrado la vida de los protagonistas, y lo bien que te caen ellos. Con esta parte sólo tengo dos problemas, el primero tiene que ver con que yo no soy francés y la manía que tiene el cine europeo de dejar las cosas a medio explicar; el segundo tiene que ver con que soy español.
   El primero es que yo no conocía la canción de Pascal Danel que da nombre a la película, y cuando la cantan, que tiene que ser una escena muy emocionante si la conoces y sabes qué significa para los protagonistas, yo estaba imaginándome que ésa era una canción muy famosa en Francia y que suponía mucho para los protagonistas. Pero incluso si eres francés y conoces ese éxito de 1967, en la película no hay ninguna explicación de por qué a Ariane Ascaride le emociona tanto. O dicho de otro modo, apuesto a que nadie antes de ver “Casablanca” por primera vez ha escuchado en su vida “As Time Goes By”, pero la escena donde Sam la canta le resulta muy emocionante porque sabe qué significa para los protagonistas.
   El otro problema, el que tengo por ser español, es que me cuesta muchísimo creerme que un sindicalista se sacrifique por el bien de los trabajadores. (Si alguien quiere saber mi opinión de los sindicatos en España, ahí la tiene.)
   Luego comienza la mejor parte de toda la película. Hay una escena que es muy sorprendente, porque rompe con el tono amable que tiene la película y cambia por completo su rumbo. Lo que más me gusta de esta parte es que Guédiguian logra que sintamos empatía por todos los personajes implicados en el caso. No es justificable lo que hace uno de ellos, pero es comprensible.
Jean-Pierre Darroussin y Ariane Ascaride en Las nieves del Kilimanjaro
Jean-Pierre Darroussin y Ariane Ascaride

Curiosamente, en la segunda parte Guédiguian anula alguna de las cosas interesantes que había logrado hasta entonces. En esta parte está bien el conflicto que hay entre los cuñados, que unos quieres perdonar y otros no, y se entiende muy bien a los que no quieren. Pero el resto es inverosímil.

   Hay una escena terrible, porque la situación no hay quien se la crea, en la que el protagonista habla con el chico detenido en una comisaría, y Guédiguian mete política en boca del chico detenido. Aparte de que no tiene ningún sentido que se queje, porque el propio sindicalista se fue a la calle, ya viendo su vida no hacía falta más justificaciones (el chico estaba desesperado, y punto. Y ahora resulta que está cabreado con los sindicatos franceses porque no luchan por los trabajadores… Debería darse una vuelta por España). Y la reacción del protagonista rompe con cómo era el personaje hasta entonces. Además, esas respuestas del chico, que vuelve a soltarlas más adelante y es muy obvio que son de Guédiguian y no del personaje, se cargan toda la empatía que había por el chico.
   Guédiguian utiliza a ese personaje para que el protagonista se plantee su vida, que pasó de ser un idealista que buscaba lo mejor para los trabajadores a burgués. Éste también es Guédiguian reflexionado, pero no sé dónde está el conflicto: el personaje sigue con sus ideas, y lo que ha hecho en el astillero lo demuestra, y es de suponer que la casa se la ha comprado con dinero ganado honradamente. Mientras ganes dinero honradamente, ¿qué problema hay con mejorar tu nivel de vida?
   También es increíble que el chico, que está claro que quiere a sus hermanos, no diga nada en cuanto lo detienen para que alguien se haga cargo de ellos y deje que los niños se busquen la vida durante días y días y días. Y para creerte las reacciones de los protagonistas en la parte final tienes que hacer un esfuerzo que ni Hércules.
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