Manolito Gafotas [8]

Portada de Manolito Gafotas, de Elvira Lindo

NOVELA
Manolito Gafotas
(España, 1994, 192 páginas)
Elvira Lindo
con ilustraciones de Emilio Urberuaga 

En los años 80, Elvira Lindo se dedicaba a escribir sketches para la radio pública donde trabajaba. Un día escribió el monólogo de un niño que ella mismo interpretó; a los compañeros les gustó, así como a la dirección, ya que llenaba tiempo en las ondas, por lo que Lindo repitió varias veces ese mismo niño, creando, sin darse cuenta, un personaje en el proceso. Años más tarde su marido, el escritor Antonio Muñoz Molina, y el periodista Juan Cruz la animaron a que escribiera un libro basado en los guiones radiofónicos. Aunque a Lindo los guiones no le sirvieron, conocía perfectamente al personaje, su mundo y su voz; así nació en 1994 Manolito Gafotas. La novela fue un éxito, y desde entonces Lindo ha escrito otras seis partes, que han sido traducidas a más de veinte idiomas, y el personaje ha dado lugar a dos películas y una serie de televisión.
            Si preguntas en el barrio de Carabanchel por Manolito García Moreno, nadie te sabrá contestar, pero si preguntas por Manolito Gafotas, todo el mundo te dirá dónde vive, que vive con su madre Cata, quien da collejas de efectos retardados, su padre Manolo, que es camionero, su abuelo, que está de la próstata y quiere morirse antes de que acabe el siglo, y el Imbécil, que es su hermano pequeño. Si no tuviera poco con su familia, Manolito tiene que lidiar con su mejor amigo, Orejones López, el bruto del cole, Yihad, y con Susana Bragas-Sucias, su novia por muy poco tiempo.
            ¡Qué novela tan divertida! Lindo se crea una familia completamente normal, en un barrio corriente, y con situaciones cotidianas hace que te partas de la risa. Creo que la clave de su éxito está en que reconoces situaciones y personajes similares en tu vida (y si lo lees de adulto, recuerdas qué era ser niño), y sobre todo, en la voz de Manolito: está narrada en primera persona, y todo está filtrado por la visión de este niño de ocho años, quien cuenta los acontecimientos con muchísima gracia.
            La novela cubre varios meses de su vida, desde que comienza el curso escolar hasta abril, y cada capítulo es un cuento en el que le pasa algo. Aunque las tramas no suelen ser muy elaboradas, te desternillas por cómo lo cuenta Manolito. En el primero, «Los de mi barrio se quejan«, es la presentación del protagonista y su mundo. «El cuerno de Manolito» es un divertido viaje con su abuelo al centro de Madrid para comprar un cuerno para su abrigo, con un gracioso encuentro con una presentadora de telediarios (me encanta cómo el abuelo cambia de quejarse a alabar a la presentadora).
            «Vaya diagnóstico más idiota» cuenta que Manolito está en terapia porque es muy charlatán, mientras que «El capitán merluza» narra los encontronazos que tiene con el matón de su barrio (y cómo su madre Cata no gana para gafas: las de Manolito y las de su padre). En «Un pecado original» hay un encuentro muy divertido con un atracador que intenta robar a Manolito y su abuelo, y un graciosísimo viaje al Museo del Prado. Aquí está una de las frases que más me hizo reír. Al ver «Las tres Gracias» de Rubens, Manolito piensa: «Se veían que eran antiguas porque tenían, como dice mi madre, el tipo del tordo: la cabeza pequeña y el culo gordo».
            «El uno para el otro» para mí es el cuento más divertido. Manolito quiere que Susana Bragas-Sucias (la explicación de por qué ese mote es desternillante) sea su novia, pero para su desgracia, Susana es una niña muy manipuladora. «Paquico Medina no es de este mundo«, que trata de un niño súper listo recién llegado al cole, es de los más sosos, aunque tiene un principio muy gracioso con Manolito castigado y picando todo lo que puede del mueble-bar de escay. (Otras frases divertidísimas:
            «El mueble-bar es un mueble que le compró mi madre a mi padre porque mi padre siempre ha dicho:
            —Catalina, yo soy un hombre de barra.
            Y dicho esto, se bajaba al bar El Tropezón.
            Así que mi madre, que tiene soluciones para todo, le regaló para el día del Padre un mueble-bar, una barra almohadillada con escay puro»).
            En «No sé por qué lo hice» a Manolito le da por pintar las paredes de sus escalera con rotulador, y para que no le echen la bronca, su abuelo simula que ha sido él, dando como resultado un encuentro entre vecinos hilarante. «La paz mundial» es uno de los mejores, en donde Manolito y su hermano se tienen que disfrazar de palomas de la paz para un concurso de disfraces. Cita memorable de la profesora: «El jurado, que es la Asociación de Vecinos, nos dará el primer premio, porque no hay jurado en España que se resista a dar el primer premio a treinta niños que van vestidos de palomas de la paz. Seremos por un día los símbolos de la paz mundial y nuestro grito de guerra hasta el sábado será: ¡Los vamos a machacar!». ¡Es genial!
            En el último, «Un cumpleaños feliz«, el abuelo cumple 80 años a regañadientes, y su familia le prepara una fiesta sorpresa, para acabar la novela con una nota muy tierna.
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